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Tim Geithner está equivocado. Pero también tiene razón. The New Republic publicaba recientemente una entrevista muy interesante de Liaquat Ahamed. Me sorprendió el hecho de que el secretario del Tesoro saliente afirmase sobre las perspectivas fiscales: “Hay algo extraño en el debate actual. La magnitud de la reducción adicional del déficit –aumentos de ingresos o recortes del gasto– que tenemos que establecer para lograr la sostenibilidad fiscal es bastante pequeña. Guiándonos por la mayoría de los métodos de contabilidad, debido a lo que ya hemos hecho en materia fiscal y de gasto, tenemos que encontrar otro 0,75% de PIB con medidas políticas. Y si hacemos eso, conseguiríamos superar la prueba de sostenibilidad de los economistas, lo que significaría reducir el déficit hasta un pequeño superávit primario, y así la deuda empezaría a disminuir como porcentaje del PIB”.
Por: Paul Krugman Premio Nóbel de Economía
Tim Geithner está equivocado. Pero también tiene razón. The New Republic publicaba recientemente una entrevista muy interesante de Liaquat Ahamed. Me sorprendió el hecho de que el secretario del Tesoro saliente afirmase sobre las perspectivas fiscales: “Hay algo extraño en el debate actual. La magnitud de la reducción adicional del déficit –aumentos de ingresos o recortes del gasto– que tenemos que establecer para lograr la sostenibilidad fiscal es bastante pequeña. Guiándonos por la mayoría de los métodos de contabilidad, debido a lo que ya hemos hecho en materia fiscal y de gasto, tenemos que encontrar otro 0,75% de PIB con medidas políticas. Y si hacemos eso, conseguiríamos superar la prueba de sostenibilidad de los economistas, lo que significaría reducir el déficit hasta un pequeño superávit primario, y así la deuda empezaría a disminuir como porcentaje del PIB”.
Eso coincide básicamente con un análisis del Centro para las Prioridades Políticas y Presupuestarias: un 0,75% a lo largo de la próxima década supone cerca de 1,5 billones de dólares. Es importante señalar que este mismo análisis da a entender que no se producirá un desastre si no adoptamos más medidas para reducir el déficit: en lugar de estabilizar la deuda en torno al 73% del producto interior bruto. se aumenta hasta cerca del 80%, lo cual no es fantástico, pero tampoco es una razón para que cunda el pánico.
En lo que se equivoca Geithner es en indicar que, dado que lo que debería hacerse a lo largo de la próxima década es bastante poco, deberíamos ser capaces de lograr un acuerdo bipartidista. No sé si lo cree realmente o si solo piensa que es algo que tiene que decir, pero nadie que haya estado prestando atención puede tomárselo en serio.
Diré lo que debería ser evidente: a los republicanos no les importa el déficit. Les importa explotar el déficit para lograr su objetivo de desmantelar el sistema de seguridad social. Quieren una crisis fiscal; la necesitan; la están disfrutando. Lo que quiero decir es ¿cómo se supone que va a funcionar lo de “matar de hambre a la bestia”? Pues, precisamente, creando una crisis fiscal, lo que les da la una excusa para recortar la Seguridad Social y Medicare.
La idea de que vayan a aceptar alegremente un acuerdo que elimine del debate la historia de terror del déficit actual sin causar un daño severo a los principales programas de seguridad social, y luego mantener una discusión filosófica sobre cómo podríamos cambiar esos programas a largo plazo, es pura fantasía. Eso equivaldría a reconocer su derrota.
Ahora bien, a lo mejor conseguimos que reconozcan su derrota. Pero eso es lo que será, y no una Gran Negociación entre las partes que actúan juntas por el bien del país.
©2013 New York Times.
Traducción de News Clips.
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