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domingo, 28 de julio de 2013

Cuba, el salario real de cada día.

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Por Humberto Herrera Carlés
@hhcarles

Una vez más la Revista Temas está demostrando que está en el centro de los problemas medulares que afectan a la sociedad cubana;  así en su Blog Catalejo se publicó una reseña “La pregunta de cada día” referente a la pasada mesa de trabajo y de pensamiento  del  Ultimo Jueves de Temas, en esta ocasión se abordaron aspectos sobre “el impacto del salario, y algunos primos más discretos, sobre la familia en Cuba”.

Este espacio mensual de debate se caracteriza por la objetividad, por abordar cualquier asunto por “conflictivo” que parezca su análisis, siempre desde una óptica de izquierda y revolucionaria, pero con un amplio arsenal de criterios y de especialistas competentes, es el reflejo del nuevo y necesario debate cubano, que indudablemente hay que ampliar y divulgar.
Los aspectos tratados en relación al salario y nivel de vida son relevantes (no por conocidos o esperados), y se aportaron al análisis, datos adicionales por el ex  Ministro de Economía cubano José Luis Rodríguez, participante[1] de  dicho evento, que permiten completar la información que no ofrece la ONEI, mismos que se muestran a continuación:

El indicador # 1  refleja el salario medio nominal  del sector estatal informado por la ONEI, lo cual fue analizado en anteriores artículos, “ Cuba, el trayecto a lo ignoto” y “ Salario, productividad y utilidad en las provincias cubanas” donde lo relevante a señalar es que acorde al incremento del precio al consumidor (IPC) de 1989 al 2012, hace que el equivalente en salario en el 2012 sean solo de 47 pesos de 1989, es decir que el salario real es el 25.1 % de 1989 o lo que es lo mismo, deberían ganar 1 853 pesos y no 466 pesos de salario lo trabajadores estatales[2].
Esto tiene otra consecuencia, como el salario no se incrementó en la misma proporción que la inflación, todos estos años la población pagó con ese déficit salarial el costo de la crisis que se inició en 1990 con la abrupta pérdida de las relaciones comerciales con el antiguo campo socialista[3].
El indicador # 2 se puede observar que de los ingresos que tienen el total de trabajadores cubanos, el peso relativo del salario en el 2012 es solo el 46.8 %, esto cuando menos explica el poco incentivo por trabajar para el Estado en algunos sectores de la economía.
Total de ingresos se considera “como todas las entradas provenientes de fuentes y vías disímiles que llegan a una persona o familia y con las que pueden satisfacer sus necesidades; constituyen un insumo necesario para hacer efectivo el consumo de un conjunto de aspectos esenciales para la vida. Pueden ser monetarios (salario, dinero que obtienen los campesinos y los trabajadores por cuenta propia) y no monetarios (estímulos en especie, como las llamadas “jabitas”, los subsidios, el disfrute gratuito de la educación y los servicios del sistema de salud)”.
Si el salario medio de 466 pesos representa el 46.8 % de los ingresos, es fácil deducir que considerando los ingresos totales estaríamos hablando entonces de 996 pesos mensuales.
Otro aspecto  que se destaca es el de los créditos a la población otorgados por el Estado y hay que decir que con “el cambio de los efectos electrodomésticos se concedieron 19 000 millones de pesos, el equivalente al salario anual de los años 2005-2007”. En la actualidad el crédito otorgado para reparar y construir viviendas  es de 900 millones de pesos.
Indicador # 3  El hecho que se dedique las ¾ de los ingresos (no del salario) a la alimentación refleja un nivel de reproducción simple de la sociedad, lo cual hace muy difícil el mejoramiento de otros aspectos importante del nivel de vida.
Llama la atención que se diga que en 1952 las familias cubanas dedicaban solo el 37 % a la compra de alimentos  teniendo  que pagar casi todo lo demás.

Indicador #4   Esta información es la más relevante de todas, porque sencillamente no se calcula en Cuba por la ONEI,  a pesar de que es un indicador importante que mide la desigualdad de los ingresos[4]; la sociedad cubana en todo caso en el 2012, es un 15 % más desigual que en 1989, esta tendencia  ha ido en ascenso, porque hay un estimado en el 2002 que se situaba en 0.38[5], ocupando el lugar 79 entre 160 países entre los menos desiguales.
La polarización de la sociedad cubana tiene como efecto que empiecen a aflorar niveles de pobreza entre la población, donde al mismo tiempo que se estimula la iniciativa privada y opera la ley de oferta y demanda en la en una parte de las relaciones comerciales, se plantea que el Estado se ocupara puntualmente de esos casos que empiezan a estar en un nivel de marginalidad, que por demás, no se tienen parámetros de medida, pero que organismos internacionales la sitúan en un 5 % de la población cubana, no existiendo la extrema pobreza.
Aquí es bueno recordar la historia reciente, los países que están en los primeros lugares en el mundo, en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), su coeficiente GINI oscila entre 0.20 a 0.30 y esto es relevante porque si bien es cierto que el Socialismo no es igualitarismo, tener mayor desigualdad implica menor posibilidad de desarrollo de un país y de sus ciudadanos.
Cuba ocupa en el último informe del IDH el lugar 59 entre 187 países básicamente por sus resultados en la materia de educación y salud.
El estadounidense Premio Nobel de Economía Joseph.E.Stiglizt su último libro lo titulo “El precio de la desigualdad” y aun cuando está dedicado al estudio de la sociedad norteamericana, sus postulados deben servir de alertas. Así por ejemplo dice: “La desigualdad es la causa y consecuencia del fracaso del sistema político, y contribuye a la inestabilidad de nuestros sistema económico, lo que a su vez contribuye a aumentar la desigualdad; una espiral viciosa en sentido descendente……..los países con más desigualdad sistemáticamente tienen una menor igualdad de oportunidades……el éxito de una economía únicamente puede evaluarse examinando lo que ocurre con el nivel de vida- en sentido amplio- de la mayoría de los ciudadanos durante un largo periodo….las sociedades sumamente desiguales no funcionan de forma eficiente, y sus economías no son ni estables ni sostenibles a largo plazo.”
Indicador # 5 y 6 Que exista un incremento en las pensiones es positivo por una parte  refleja una vocación humanista del Estado, por otra refleja que una mayor parte de los ingresos son de “pensionados” lo que aumenta las partidas de gastos en este sentido sobre el presupuesto estatal. Aquí pasa como el salario, se pueden dedicar 4 500 millones de pesos, pero si 200 pesos per cápita que se reciben de forma individual no tienen el mismo poder adquisitivo que cuando en la década del 80 se otorgaban 60 pesos, entonces el incremento es insuficiente y existe un deterioro.
Es importante señalar que en muchos países capitalistas el salario mínimo y las pensiones, por ley, deben incrementarse anualmente acorde a la inflación, algo que no ha ocurrido en Cuba y explica en parte el  deterioro del poder adquisitivo de las pensiones, y no es que el Estado no quiera, es que no se han generado los niveles requeridos de riquezas necesarios, y con el nivel actual anual de Formación Bruta de Capital que tiene la economía cubana ( menos del 10 % y el mínimo debe ser 25 %), en el corto plazo será difícil obtener resultados espectaculares para un cambio radical de la situación actual.
Indicador # 7, 8,9  Reflejan que la economía privada está creciendo, y la estatal está disminuyendo sus ingresos a pesar de que esta última es donde deben realizarse las mayores e importantes transformaciones es donde  están empleados la mayor cantidad de trabajadores cubanos.
Sobre las remesas

Al respecto, Rodríguez puntualizó: “Suele pensarse en las provenientes del exterior, pero en el país ocurren donaciones internas también importantes: hay un proceso de redistribución de recursos en el contexto de las familias, tanto monetarios como en especie. De las remesas foráneas no hay un registro oficial, ya que generalmente no entran por la vía bancaria. Existen diversos estimados sobre su monto. Se dice que en 1995 eran aproximadamente 537 millones de dólares y que hoy la cantidad puede estar entre 1 500 millones y 2 000 millones de dólares. También se debate mucho sobre el papel que tienen en la sociedad cubana. En realidad, si se toma como punto de comparación el valor de lo exportado por el país en 1995, el monto de las remesas estaría en el entorno de 18%; mientras que si se realiza el mismo cálculo teniendo en cuenta los estimados actuales, sería de 12%”.
Sin embargo, es cierto también, que 1 500 millones de dólares por 24 (tasa de cambio) son 36 000 millones de pesos, cifra superior a lo que el Estado cubano paga en salario a sus trabajadores y esto es negativo para estimular la economía, sólo en este sentido.
Este fenómeno de remesas es normal en casi todos los países de América Latina y el Caribe y Cuba  es de los países  que menos recibe. Por otra parte se estima que entre el 40 – 50 % de la población se beneficia de  las mismas y no necesariamente se concentran en los que reciben menores ingresos de parte del Estado cubano.

Las remesas tienen efectos positivos y negativos para el país.  Si se invierten en negocios privados, ayudan a crear empleos, a ofrecer mayor variedad de recursos y servicios, a “realizar las mercancías” estimulando la demanda  en las tiendas recaudadoras en divisas del Estado (que inexplicablemente en sus precios tienen un 240 %  de tasa de ganancia), en fin ayudan a dinamizar la economía; si además, se pudiera invertir, como es deseable, en proyectos de mayores alcances, serían efectos netos positivos tangibles para el país. Se puede hablar de efectos negativos  en el sentido que desestimula el trabajo estatal de quienes las reciben (con los niveles salariales actuales);  efectos inflacionarios al ponerse en circulación volúmenes importantes de dinero y elevación del ya mencionado coeficiente GINI creándose mayor desigualdad en la sociedad. Pero estimular los efectos positivos contrarrestan por mucho, los efectos negativos de las mismas.
La solución a este problema del salario, que es complejo pero esencial para seguir avanzando, tiene que ver como muchos aspectos, que concatenados, pueden dar como efecto una solución válida a los objetivos que persigue el proyecto social; una primera aproximación muy limitada y perfectible, pero que busca romper con paradigmas y provocar debate, los  expuse en un anterior escrito.
A modo de conclusión puede señalarse que el análisis del salario real y el nivel de vida de la población, su evolución, en el proceso de actualización del Modelo Económico, debe ser permanente, ya que  de ello depende el éxito del mismo. Otros 20 años de “período especial” no es deseable por sus consecuencias negativas, por lo que hay que realizar transformaciones de mayor alcance y profundidad en la ECONOMIA, que es la que hará posible y  sustentable todo el proyecto político-social de la revolución de 1959.
Termino con otra alerta del Premio Nobel citado: “La desigualdad es, en gran medida, consecuencia de unas políticas gubernamentales que configuran y dirigen las fuerzas de la tecnología y de los mercados, y las fuerzas sociales más en general. Eso lleva implícita una nota de esperanza, pero también de desaliento: de esperanza, porque significa que esta desigualdad no es inevitable, y que mediante un cambio de políticas podemos lograr una sociedad más eficiente y más igualitaria; de desaliento, porque los procesos políticos que dan forma a esas políticas son difíciles de cambiar”.
En Cuba tenemos condiciones favorables “para cambiar todo lo que debe ser cambiado”, en esos cambios  el salario tiene que recuperar su función económico-social en el proyecto político que implica la construcción del socialismo.

28/07/2013

hhcarles@gmail.com





[1]Junto a Rafael Hernández, director de la publicación y moderador, esta vez tomaron asiento José Luis Rodríguez, asesor en el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM); María del Carmen Zabala, psicóloga, profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), de la Universidad de La Habana; Betsy Anaya, economista, especialista del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC); y Yosley Carrero, periodista del Sistema Informativo de la Televisión Cubana. Esta vez declinaron la invitación a integrar el panel el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (perteneciente al Ministerio de Economía y Planificación) y la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

 [2] Aquí es necesario señalar que según la metodología de la ONEI, en este salario medio no incluye los pagos y estimulaciones en pesos convertibles, ni los ingresos percibidos por distribución de utilidades, que son ingresos que reciben los trabajadores.


[3] Hay que agregarle que en esta etapa se incrementaron las medidas de bloqueo a Cuba por parte del gobierno de EE.UU con la Ley Torricelli y Helms Burton


[4] Mientras más se acerque a 1 más desigual es la sociedad.


[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_igualdad_de_ingreso
 
 

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