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lunes, 30 de septiembre de 2013

La jabonería ¿un negocio posible en Cuba?

Por Ana Lidia Garcia
OnCuba
El hechizo de la jabonería
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La artesana cubana Sandra Aldama se compara a sí misma con una bruja, “una bruja buena”, aclara. Ella no intenta envenenar a doncellas con manzanas, ni tienta con casitas de dulces a niños perdidos en el bosque; por el contrario, sus pociones tienen propiedades astringentes, hidratantes, tonificantes y exfoliantes.
Cuando la escuché hablar por primera vez de jabones hechos artesanalmente, recordé aquellos que hacía mi madre con sosa cáustica y manteca de cerdo o carnero en los años 90΄ del siglo pasado, etapa conocida en Cuba como Período especial. En ese entonces, los artículos de aseo personal escasearon en el mercado nacional y en casa no solo hubo que hacer jabones, sino también una pasta dental con miel de abejas, cuyo sabor aún recuerdo con desagrado.
Pero volvamos a los jabones de Sandra, que nada tienen que ver con aquellos, o sí, un poco, pues son elaborados a partir del jabón de Marsella, que también contiene sosa cáustica. Sin embargo, los que llegan desde la ciudad francesa poseen un valor agregado: su otro ingrediente básico es el aceite de oliva, de elevadas cualidades hidratantes y nutritivas para la piel.
“Los comercializan en Cuba, son fáciles de obtener y llegué a ellos después de experimentar con otros de mala calidad. Mi procedimiento consiste en refundirlos y enriquecerlos con sustancias naturales; no utilizo colorantes, preservantes ni ningún otro producto químico”, explica esta joven de cutis envidiable y facciones finas, que durante dos años estuvo experimentando y estudiando las tendencias actuales de la jabonería a nivel internacional, donde “ha habido un retorno a lo natural”.
“Quería hacer algo que fuera novedoso en el país. Exploré varias aristas del trabajo por cuenta propia; fui peluquera e hice manualidades luego de haber decidido que no quería seguir ejerciendo mi profesión de defectóloga. Tardé en descubrir la opción de hacer jabones porque era algo que siempre había tenido delante de mis ojos. Mi abuela ha estado toda su vida muy ligada a la cosmética y ha hecho productos con los que ha obtenido varios premios en eventos nacionales de ciencia y técnica, incluso, en su juventud tuvo una perfumería. Yo crecí rodeada de sus ideas y experimentos”.
Cuando finalmente Sandra decidió dejarse llevar por el hechizo de la jabonería, mucho le habría ayudado una escoba voladora en la que transportarse para hacer la infinidad de trámites que siguieron. No fue tan fácil que la autorizaran a encantar con sus pócimas a otras personas. “En el momento en que solicité mi licencia aún no habían aprobado la de elaborador-vendedor de jabones; por tanto, tuve que demostrar que yo solo refundiría los ya elaborados y les añadiría ingredientes naturales. Esto no es nada nuevo, se hace desde hace mucho tiempo en todo el mundo. Fue difícil, pero al final me dieron la patente”.
Vino tinto, café con menta, zeolita, manzanilla con tilo, miel, manteca de cacao. Jabones ideales para combatir hongos y herpes, exfoliantes, cicatrizantes e hidratantes, han sido el resultado de sus experimentos. “¿El laboratorio?: la cocina de mi casa, donde después de mucha práctica he logrado mis propios mecanismos, ya sé qué funciona y cómo lograr un producto de mayor calidad. No se trata de mezclar por mezclar, hay que saber a qué temperatura se agregan los otros componentes. Ahora que he logrado un status entre los clientes me gustaría seguir buscando nuevas plantas, nuevas propiedades naturales”.
La jabonería ¿un negocio posible en Cuba? 
“Lo primero es tener muchos deseos de abrir un negocio y no dejarte vencer por los obstáculos, que existen desde el principio”, asegura Sandra. Además, se debe contar con un financiamiento inicial y materiales para, al menos, los tres primeros meses, ya que eso brinda la garantía de no tener que cerrar si hay faltantes. Y lo más importante: es preciso “enamorar a muchas personas con el proyecto, para que todas puedan colaborar en algún momento. Uno tiene que sentir pasión por su idea y ser capaz de contagiar a otros, eso es esencial”.
Para esta bruja-artesana, otro elemento que hace posible el desarrollo de un negocio como el suyo y otros en Cuba, es el hecho de que las iniciativas privadas que ya han surgido, contribuyen al avance de las que van naciendo. “Ya existen, por ejemplo, personas que confeccionan empaques de papel de una calidad y belleza formidables; hay quienes se dedican a hacer sueltos promocionales o a personalizar los más diversos objetos. Se ha ido creando una red que ofrece gran variedad de servicios a la población y, dentro de ella, a otros trabajadores por cuenta propia. Muchos piensan que no se puede y ni tan siquiera lo intentan, pero sí hay vías, y legales, no estoy hablando de ningún invento”.
En cuanto a los materiales, es cierto que hay algunos, como el aceite de coco y de almendras dulces y las fragancias en aceite, que Sandra compra en el extranjero a través de amigos que viajan o viven fuera de la Isla. Sin embargo, la mayoría los adquiere en el país. “El té de manzanilla, por ejemplo, lo hago con flores secas de esta planta que venden en las tiendas de especies de La Habana Vieja. En ellas también puede encontrarse menta y romero”.
Otros como el talco de zeolita, cuenta, lo comercializaron en CUP hace poco tiempo en los mercados de productos industriales. “En ese momento aproveché la oportunidad y compré una cantidad bastante grande para tener reservas. De igual forma, la miel y el vino tinto se pueden adquirir en el territorio nacional. Por otro lado, ya se pueden arrendar espacios y contratar mano de obra. Nadie dice que es cuestión de abrir y cerrar los ojos, sobre todo, porque no existe un lugar donde comprar todo lo que una necesita, solo digo que es posible hacerlo y obtener buenos frutos”.
“Yo siempre quise tener una tienda de jabones y lo logré. Quién sabe si como mismo aprobaron ahora la licencia de elaborador-vendedor de jabones1 hace poco, dentro de unos meses también permitan elaborar otros productos. Así, mi sueño pudiera continuar haciéndose realidad: desarrollaría una amplia línea de cosméticos que incluya –además de los jabones– cremas, tónicos para la piel, entre otros productos. Si me dejan yo sigo soñando alto y hechizando a otras personas con pociones curativas y olorosas”.
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