Mi blog sobre Economía

martes, 17 de septiembre de 2013

Denle una oportunidad al empleo

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Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.

Si sopesan los riesgos, es un mal momento para que la Fed anuncie la llamada "reducción"

Esta semana, el Comité del Mercado Abierto de la Reserva Federal —el grupo de hombres y mujeres que establecen la política monetaria estadounidense— celebrará su sexta reunión de 2013. Casi todo el mundo espera que al final de la reunión el comité anuncie la llamada "reducción", una ralentización del ritmo al que compra activos a largo plazo.
Memorando para la Reserva: por favor, no lo hagan. Es cierto que los argumentos a favor de la disminución del ritmo no son ni descabellados ni estúpidos, algo raro en el actual debate político estadounidense, pero si sopesan los riesgos, es un mal momento para hacer algo que tiene todos los visos de un endurecimiento de la política monetaria.
De acuerdo, ¿de qué estamos hablando aquí? En tiempos normales, la Reserva trata de guiar a la economía comprando y vendiendo deuda estadounidense a corto plazo, lo que le permite controlar de forma eficaz los tipos de interés a corto plazo. Sin embargo, desde 2008, los tipos a corto plazo han estado próximos a cero, lo que significa que no pueden bajar más (ya que de otro modo la gente se limitaría a acumular efectivo). No obstante, la economía ha seguido mostrando signos de debilidad, por lo que la Reserva ha intentado ganar tracción a través de medidas poco convencionales, principalmente comprando bonos a más largo plazo, tanto deuda pública estadounidense como bonos emitidos por entidades de crédito para viviendas financiadas federalmente.
Ahora la Reserva está hablando de ralentizar el ritmo de estas compras hasta paralizarlas totalmente en algún momento del año próximo. ¿Por qué?
Una de las respuestas es el convencimiento de que estas compras —especialmente las compras de deuda pública— no son, a fin de cuentas, muy eficaces. Hay bastantes pruebas que apoyan esa creencia y la opinión de que lo más eficaz que puede hacer la Reserva es dar señales de que tiene previsto mantener los tipos a corto plazo, que controla realmente, bajos durante mucho tiempo.
Por desgracia, los mercados financieros han decidido claramente que la disminución anuncia un giro general para dejar de estimular la economía: las expectativas en cuanto a los tipos futuros a corto plazo han aumentado drásticamente desde que empezaron los rumores sobre la reducción, y también lo han hecho los tipos a largo plazo, que son fundamentales, especialmente los tipos hipotecarios. En efecto, al hablar de la reducción, la Reserva ya ha endurecido bastante la política monetaria.
¿Pero es eso tan malo? Aquí es donde entra el segundo argumento: los indicios de que en realidad no hay tan poco movimiento en la economía estadounidense y de que no estamos tan lejos del pleno empleo. Después de todo, la tasa de desempleo, que alcanzó un máximo del 10% a finales de 2009, es ahora del 7,3%, y hay economistas que creen que la economía estadounidense podría empezar a "sobrecalentarse", a mostrar signos de inflación acelerada, con una tasa de desempleo de hasta el 6,5%. ¿Es hora de que la Reserva levante el pie del acelerador?
Yo diría que no, por un par de razones.
En primer lugar, ese descenso del desempleo no es lo que parece a simple vista. El desempleo no ha disminuido porque un porcentaje más elevado de adultos haya encontrado trabajo; ha disminuido casi exclusivamente porque un porcentaje cada vez menor de adultos forma parte de la población activa, bien al trabajar o bien al buscar activamente trabajo. Y al menos una parte de los estadounidenses que abandonaron la fuerza laboral después de 2007 volverán a medida que mejore la economía, lo que significa que tenemos que recuperarnos más de lo que esa cifra del desempleo da a entender.
¿Hasta qué punto es engañosa la cifra del desempleo? Es una pregunta difícil, sobre la que la gente razonable no se pone de acuerdo. La pregunta que debería estar planteándose la Reserva es: ¿cuál es el equilibrio de los riesgos?
Supongan, por una parte, que la Reserva fuese a aplazar el endurecimiento y que luego se enterase de que la economía estaba más cerca del pleno empleo de lo que pensaba. ¿Qué pasaría? Bueno, la inflación aumentaría, aunque probablemente solo de forma moderada. ¿Sería eso muy malo? Ahora mismo la inflación es inferior al objetivo del 2% de la Reserva, y muchos economistas serios —incluido, por ejemplo, el economista jefe del Fondo Monetario Internacional— han abogado por un objetivo más alto, digamos que del 4%. Por tanto, el coste de un endurecimiento demasiado tardío no parece muy elevado.
Supongan, por otra parte, que la Reserva fuese a endurecer su política en breve y que luego se enterase de que lo ha hecho demasiado pronto. Eso podría perjudicar a una recuperación que ya es débil, causando daños de cientos de miles de millones de dólares, si no de billones, dejando a cientos de miles, si no millones, de trabajadores adicionales sin empleo e infligiendo un daño a largo plazo a medida que cada vez más desempleados son considerados no aptos para trabajar.
La cuestión es que aunque existe una incertidumbre justificada sobre lo que la Reserva debería estar haciendo, los costes de ser demasiado duro superan ampliamente a los costes de ser demasiado indulgente. Equivocarse es humano; equivocarse al optar por el crecimiento es sensato.
Añadiría que uno de los pecados de la actual política económica de nuestra época ha sido permitir que los riesgos hipotéticos, como la crisis fiscal que nunca se produjo, se impongan a las preocupaciones sobre los daños económicos que se producen aquí y ahora. Odiaría ver a la Reserva caer en esa trampa.
Por lo tanto, mi mensaje es, no lo hagan. No reduzcan y no endurezcanhasta que puedan ver de cerca la inflación. Denle una oportunidad al empleo.

© New York Times Service 2013.
Traducción de News Clips.


Cuba perfila plataforma digital regional sobre temas forestales

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Por Adalys Pilar Mireles

 Pinar del Río, Cuba, 16 sep (PL) Expertos cubanos preparan una red digital sobre temas forestales, la cual podrá ser vista y utilizada por institutos investigativos y universidades, tanto de esta isla como de Centroamérica y el Caribe.

Ya adquirimos todo el equipamiento necesario para poner a funcionar la plataforma, que pudiera estar lista a finales de septiembre, adelantó en esta ciudad a Prensa Latina Eduardo González, uno de los organizadores del proyecto.

Con un monto de 72 mil dólares, el programa es auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y una agrupación europea.

La idea es poner a disposición del área centroamericana y caribeña una amplia gama de investigaciones e información de origen académico sobre el sector, que será de gran utilidad para estudiantes, profesores, directivos, científicos, técnicos, ingenieros y obreros, insistió.

Dentro de Cuba -comentó- se crearán puntos de consulta en varias provincias con el fin de acceder a los paquetes informativos e incorporar nuevos artículos a la red.

Dicha plataforma tendrá alcance nacional en un primer momento, hasta lograr su expansión por países vecinos, con el auspicio de la FAO.

La Universidad Hermanos Saíz, de Pinar del Río, alista el sistema diseñado para la formación en esa enseñanza y la superación de los profesionales vinculados al trabajo o a la labor científica en el ámbito forestal.

Talleres previos con expertos cubanos y de Naciones Unidas permitieron perfilar el programa en el que participarán, además, centros homólogos radicados en la región central y oriental del archipiélago, junto a institutos investigativos, aseguró el Raúl Ricardo, otro de los promotores de la experiencia.

Situada al oeste de La Habana, Pinar del Río es la provincia de Cuba con mayor cobertura boscosa, superior al 40 por ciento.

Intercambian China y Cuba sobre industria alimentaria

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(AIN) Ministros de Cuba y China intercambiaron este martes en Beijing experiencias sobre las políticas de desarrollo en torno a la Industria Alimentaria, así como también las regulaciones del país asiático sobre calidad y seguridad de los alimentos.

Según reporta la agencia Prensa Latina desde la capital china, estos temas fueron abordados durante un encuentro entre la titular cubana de la Industria Alimentaria, María del Carmen Concepción, quien visita por primera vez el país asiático, y su homólogo del Ministerio chino de Industria y de la Tecnología de la Información, Miao Wei.

Concepción se encuentra en China en visita oficial invitada por su contraparte local y su agenda de una semana incluye diversos encuentros de trabajo e giras a empresas del sector en Tianjin, Liaoning y Shandong.

En dichas reuniones bilaterales se intercambiarán criterios sobre tecnologías que contribuyan a desarrollar la industria alimentaria cubana y explorarán la posibilidad de inversiones conjuntas, particularmente en las industrias láctea, cárnica, de confituras y cervezas.

También abordarán el tema del cultivo de camarones y repasarán el comportamiento de las exportaciones de productos cubanos del mar hacia China.

Ambas partes han expresado grandes coincidencias e interés en la cooperación bilateral relacionada con la inspección y seguridad de los alimentos, según la fuente.


La ministra Concepción está acompañada por la viceministra Iris Quiñones, el presidente del Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria, Fray Álvarez, el director general de Alimpex (importadora de alimentos) y Orlando Jiménez, Director General de la Empresa de Cultivo del Camarón. 

Una única moneda: ¿solución para mejorar poder adquisitivo en Cuba?

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  • Por Mayra Garcia Cardentey
    La especulación popular y los cambios originados en el proceso de actualización económica del país, colocan sobre el tapete el tema de la dualidad monetaria, nicho en el que muchos depositan equívocas esperanzas para lograr un mayor poder adquisitivo y eliminar así algunas diferencias sociales. Pero la cuestión no es de “coser y cantar”.
    La pérdida de la totalidad de los vínculos comerciales externos, luego de la caída del Campo Socialista y el recrudecimiento del bloqueo económico-comercial de Estados Unidos, originó una alarmante crisis en el país, que sirvió de inicio al denominado Período Especial.
    Para minimizar en todo lo posible los efectos en las políticas sociales, Cuba llevó a cabo, a inicios de los 90, la despenalización del dólar, la dolarización parcial y el establecimiento de la doble moneda, que si bien reanimó la afectada economía, también dejó serias deformaciones en las estructuras empresariales y en la distribución de ingresos, que hoy día no son tan fáciles de solucionar.
    Luego de la desdolarización del país a comienzos de los 2 mil, todavía persiste la dualidad monetaria, ahora con la relación CUC-CUP, y arrastra consigo graves distorsiones que convencen cada vez más de la necesidad de unificar en una sola moneda. Es una disyuntiva que debe resolverse, y no a un corto plazo.
    Este modelo dual y la existencia de diferentes mercados en dependencia de cada moneda, han originado el establecimiento de regímenes cambiarios diferentes. En el sector empresarial existe un tipo de cambio fijo de uno por uno, en tanto para el ámbito personal privado la tasa de cambio ha oscilado entre los 19 y 26 pesos, con estabilidad desde hace años en 25.
    Una de las principales limitaciones de esta dualidad en el entorno empresarial, son las condiciones turbias en la que agentes económicos, dígase empresa de cualquier índole o unidades presupuestadas, se desenvuelven; y por tanto el no desarrollo de sus capacidades de manera plena, al no poder evaluar correctamente sus gastos e ingresos con este cambio distorsionador de uno a uno.
    A ello se suma la disponibilidad limitada de dinero en las cuentas en CUC por parte de las empresas para poder operar; la existencia de sectores orientados a producciones vitales o con vínculos a políticas sociales, con nulo o muy poco acceso a divisas, y el mal empleo de estos recursos por parte de algunas entidades.
    También existe un fuerte impacto en el contexto laboral, y conlleva en muchas ocasiones efectos adversos y migración a puestos de trabajo, marcados más por la búsqueda de estimulación en divisa, que por su importancia social.
    Pero no podemos engañarnos ni crear falsas expectativas: unificar a una misma moneda, sea la que sea, no acabará de por sí con la disparidad de los ingresos personales ni mejorará de sopetón la economía. Esto concierne más a temas de organización económica que a consecuencias sociales.
    La eliminación de la dualidad monetaria es un elemento esencial para el diseño de condiciones necesarias sobre la cual articular el desarrollo económico de la nación. Y en el caso del nivel empresarial le permitirá percibir al Estado, de manera clara, cuáles son las instituciones rentables y cuáles no.
    Establecer el CUP o el CUC, aunque pensamos por tema de identidad nacional y de años de circulación que deba ser el primero, no impulsará de por sí solo una gestión empresarial adecuada, sino se elevan los niveles de eficiencia y eficacia. Menos, se puede traducir este cambio con la supresión de la disparidad de ingresos y la elevación de los niveles de consumo de la población. Como aclara el investigador Pavel Vidal: «la eliminación de la dualidad monetaria no es una medida que crea de por sí riqueza».
    El acceso a los distintos niveles de ingresos de la población es el motivo principal de las diferencias sociales, y no dependen, en lo esencial, de arreglos monetarios. Así, aún cuando tengamos CUC o CUP, las familias que solo tienen como ingreso el salario del sector estatal, no percibirán el mismo nivel de vida que aquellos con acceso a otras fuentes dentro y fuera del país, a pesar de manipular ambos una sola moneda.
    Estas desigualdades solo se enfrentarán cuando se reanime el sector productivo de la economía, y se logre una estricta disciplina fiscal.
    La solución de la dualidad monetaria no será un proceso corto. Significará que por primera vez en 20 años la moneda nacional recuperará todas sus funciones. Mas, debe ser un asunto conveniente y oportuno en aras de no desembocar en un factor negativo, por apresuramientos e improvisaciones, para el proceso de actualización de la economía del país.