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miércoles, 5 de febrero de 2014

Agricultura cubana y cambio climático: ¿coexistencia imposible? (I)


Por ANA MARÍA DOMÍNGUEZ CRUZ

Hablar del cambio climático presupone prepararnos desde ya, diría mi abuelo, quien siempre abogaba por precaver antes que lamentar. Con certeza comparten su filosofía todos los que tienen en sus manos la posibilidad de garantizar el futuro, sean cuales sean los retos que traiga.

En materia de agricultura, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU(FAO), el cambio climático reducirá la productividad, la estabilidad y los ingresos agrícolas en varias zonas que ya han experimentado elevados niveles de inseguridad alimentaria. Por ello, es necesario aumentar la producción agrícola mundial más de un 70 por ciento en las próximas cuatro décadas para poder satisfacer las necesidades alimentarias de toda la población.

Los científicos ya han alertado que entre las principales afectaciones del cambio climático a la producción de alimentos se tiene el incremento de la temperatura media, el cambio en la cantidad y distribución de la lluvia, el incremento de la concentración de dióxido de carbono atmosférico, niveles de polución —tal como ozono troposférico— y la ocurrencia de eventos extremos, como tsunamis y huracanes.

Cada vez disminuirán más las áreas para cultivos, tendrán lugar cambios inesperados en los períodos de siembra y cosecha, así como alteraciones en la dinámica de plagas y enfermedades. Es ya una certeza que se extinguirán también algunas especies animales y vegetales.

Se trata entonces de producir más alimentos y gastar menos, facilitar el puente entre campesinos y consumidores, y contar con cultivos más resistentes a fenómenos como sequías e inundaciones.

Con esos truenos, como dirían los guajiros, ¿qué retos tiene ante sí, desde ya, la agricultura cubana?

Intenta responderle la interrogante a Cubahora el doctor Sergio Rodríguez Morales, director delInstituto de Investigaciones de Viandas Tropicales (INIVIT), quien participó recientemente en el Taller Soberanía Alimentaria y plantas alimenticias para una mejor adaptación al cambio climático, celebrado en la Sociedad Económica Amigos del País.

“En el país tenemos el 76 por ciento de todas las áreas agrícolas con suelos poco productivos, el 14,9 por ciento están afectados por la salinidad o la modicidad y el 31 por ciento tienen bajo contenido de materia orgánica”, precisó el especialista.

Además se observa como tendencia una disminución de las precipitaciones y elevación de las temperaturas, agregó, a lo que se suma la diferencia cada vez menor entre las temperaturas diurnas y nocturnas, así como la aparición de plagas y enfermedades con alta letalidad y virulencia como consecuencia de los cambios climáticos.

Cuba, además, no escapa del comportamiento a nivel mundial, pues en todos los países los alimentos, la energía y el clima por primera vez en la historia, se relacionan estrechamente. “Hay una competencia alimentaria en tanto se destinan cultivos para alimentar a los animales y a las personas, y a su vez para garantizar biocombustibles, por lo que no podemos predecir cuándo bajarán los precios de los alimentos. Se había pronosticado que sucedería para el 2020 pero con el surgimiento del intermediario y de la figura del especulador, que prefiere que se deterioren los productos antes de bajarles el precio, no podremos definirlo”.

Los cereales necesarios para llenar de etanol el tanque de gasolina de un vehículo deportivo pueden alimentar a una persona durante un año, si tenemos en cuenta que con 240 kilogramos de maíz se obtienen 100 litros de etanol, ilustró Rodríguez Morales. “Algunos países han tomado medidas para reglamentar los cultivos que se pueden destinar a la producción de biocombustibles, a fin de atenuar los efectos negativos de esta tendencia en la seguridad alimentaria. Sucede igual con los destinados al alimento mundial y nos asombra todavía el hecho de que por primera vez en la historia, la producción de maíz superó a la de arroz, por ejemplo.

"¿Qué tenemos a nuestro favor? En nuestro país existe voluntad política, conocimientos técnicos y potencial científico para garantizar la soberanía alimentaria y la adaptación de nuestra agricultura ante los efectos del cambio climático”.

Asegura Rodríguez Morales que el INIVIT trabaja cohesionadamente en acciones para mitigar las alteraciones del clima global en el sector agroproductivo cubano.

“Para ello estudiamos el comportamiento histórico del clima, identificamos las variables climáticas de mayor incidencia, seleccionamos el escenario climático y los períodos a utilizar, evaluamos los impactos esperables a corto, mediano y largo plazos sobre el recurso que deseamos proteger y definimos para cada medida las acciones económicas, ambientales y sociales a implementar para garantizar su cumplimiento y los plazos requeridos.

"Contamos con resultados que están disponibles en la actualidad y que aseguran una mayor resistencia a condiciones adversas como fuertes vientos, salinidad o déficit de fertilizantes, ciclones, sequías, entre otros”.

El nuevo clon de yuca (INIVIT Y-93-4) de raíces más voluminosas y mayor anclaje; el nuevo clon de plátano (tipo macho), de porte relativamente bajo, de pseudotallo muy vigoroso, con cierta tolerancia a la Sigatoka y alto potencial productivo (INIVIT-0630), las nuevas variedades de pepino, los nuevos clones de plátano burro y los de malanga que permiten además una rotación de cultivo con el plátano, evitando la carencia de alimentos en caso de ocurrir un ciclón y los nuevos clones de ñame son ejemplos constatables de los empeños de los investigadores del INIVIT.

Se suman también los nuevos clones de boniato resistentes al estrés hídrico, la salinidad o el déficit de fertilizantes que se regionalizan en todo el territorio nacional; y sus ejemplares más precoces como el CEMSA 78-354 y el INIVIT B-2 2005; así como los de color naranja y morado, con alto contenido de vitamina A y con propiedades antioxidantes.

“Tenemos, además, tecnologías de manejo integrado de plagas que potencian la utilización de medios biológicos y minimizan el empleo de plaguicidas químicos que contaminan el ambiente, así como la posibilidad de conservar in Vitro los recursos genéticos”.

Para el doctor Rodríguez Morales, no es posible hablar de eficiencia en la agricultura, sin una agroindustria fortalecida y diversificada que responda a las características de cada municipio. “Esta garantiza un mercado seguro y estable para los productores y propicia la oferta de productos en períodos que no resulta eficiente producirlos en el campo”.

El cambio climático exige que nos apertrechemos desde ya, afirma el especialista, y para ello es necesario que las palabras claves sean diversificación e integración.

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