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domingo, 2 de marzo de 2014

Me interesaba el surrealismo, pero más transgredir: Silvio Rodríguez


Los jóvenes inquietos encuentran demasiadas reglas y se entretienen abriéndoles agujeros
Mi mayor brújula siempre ha sido el rigor, el respeto a la canción como arte, ser inconforme, ir más allá de lo primero que se me ocurre

No soy téorico ni político, pero para saber de qué somos capaces los cubanos se debería empezar por levantar el bloqueo, afirma el cantautor
El trovador cubano presentará su Girá interminable en Puebla (7 de marzo), ciudad de México (9 y 10), Tijuana (17), Guadalajara (14), Hermosillo (19) y Monterrey (22), en la que estará acompañado de su proyecto musical OjaláFoto Pepín
En el Playa Girón exploré, empleé mi tiempo durante cuatro meses en revisar distintas maneras de hacer canciones; nunca más he vuelto a disponer de tan buenas condiciones de trabajo, asegura el creador del emblemático tema OjaláFoto Petí
Fabrizio León Diez

Periódico La Jornada

Suponemos que Silvio Rodríguez cantará Mariposas, la composición que evoca un mito mexica, ahora que se presente en los diversos auditorios que comprenden la Gira interminable en México, porque este trovador cubano confiesa que siente piedad por las arañas, las culebras y los lagartos, aunque como buen caribeño, repudie a los mosquitos, porque transmiten enfermedades y, tal vez, le espanten el sueño las serpientes o despierten a la mujer con sombrero, como los cuadros del viejo Chagal.

No niego que en algún momento me interesó el surrealismo, aunque más me interesaba transgredir, afirma en esta segunda y última parte de la entrevista con La Jornada.

Y será, que como dice la canción, su canción... ¿Es feliz?... ¿Qué tiene? Tengo a mis hijos, a mi esposa, a mis nietos, a mis hermanos, a mis amigos, a una familia numerosa. Tengo además tres perros, un gato y muchos pájaros que vienen y van a mi alrededor. No me gusta arrancar ni una hoja.

Y también tiene un trío de cuerdas, una fundación ecologista, una agrupación de jazz, su proyecto musical llamado Ojalá y las respuestas a las preguntas que le enviamos por corre electrónico, donde se explayó en términos políticos y musicales, reconociendo a sus maestros, su escuela y a la nueva generación de la canción inteligente, a ritmo de rap, pop, rock, fusión y son. No es la Nueva Trova Cubana, obvio, sino lo que le sigue.

Las etiquetas

–Hubo un momento en que su exigencia expresiva y su necesidad de buscar nuevas rutas en la creación provocaron que fuera considerado un artista hermético, de canciones raras, panfletario, de protesta, exquisito, etcétera. ¿De que manera bregó con estas etiquetas?


–Al principio también me pusieron el Sambenito de surrealista. Creo que esos epítetos eran porque estaba apareciendo una nueva forma de canción y la etiquetaban con las palabras que tenían. No niego que en algún momento me interesó el surrealismo, aunque más me interesaba transgredir. Los jóvenes inquietos suelen encontrarse con demasiadas reglas y se entretienen abriéndoles agujeros.

–¿Poeta o trovador? La eterna dicotomía.

–Me considero trovador; el grueso de lo que he escrito lo he cantado.

–Hay textos que al cambiarle el título pueden ser leídos como poemas de amor o cantos a temas más generales. ¿Cómo definir la palabra amor en su justa dimensión, sin que suene hueca o forzada?

–A los 22, los caminos trillados me hacían emboscadas y un día se me ocurrió decir: Pues la palabra amor aún me suena a hueco. Y ahora que lo pienso… me sigue pareciendo bien que el amor se demuestre más y se diga menos.

Gratitud

–¿Qué recomendaría a un joven que desea ser compositor gracias al contacto con su obra?

–Que un trabajo trascienda o no, sin duda tiene que ver con la suerte, pero a ésta se le puede ayudar. Mi mejor brújula siempre ha sido el rigor, el respeto a la canción como arte, ser inconforme, sentir curiosidad, ir más allá de lo primero que se me ocurre. Sigo pensando que leer literatura e historia, ver cine, teatro, danza, artes plásticas, tener una base cultural lo más sólida posible, es imprescindible. Respecto de la tecnología, creo que hay que usarla, ponerla a nuestro servicio, no al revés. La fuerza cultural de Latinoamérica reside en sus raíces y en su diversidad, en la cantidad de culturas que confluyen y nos conforman, creando infinitas posibilidades.

La familia

–De sus trabajos discográficos destacan tres álbumes (Rodríguez, Domínguez y Descartes), homenajes a sus padres. ¿Qué tan determinantes han sido sus padres en el hombre que es?

–Gracias a mi padre empecé a leer; por mi madre, a cantar.

–Hoy día en Cuba hay música contestataria, esencialmente en el campo del rap y el regaetón, que denuncian a un mal gobierno.

–Antes que nada respeto la dignidad del que expresa lo que piensa, mucho más si no está en mayoría o si de alguna forma está en desventaja. También pienso, porque lo he vivido, que es muy importante formarse culturalmente, para que lo que uno proyecte nunca llegue a ser un círculo vicioso.

–¿Cómo se puede crear un debate nacional por medio de la música?

–Mi generación participó en debates, fue crítica y autocrítica, enfrentó marginaciones y hasta persecuciones. Por entonces la Revolución también era joven y eso nos comprometía. Creo que no es posible que los jóvenes actuales participen de igual forma, porque aquella realidad ya no está. Lo que hoy existe es el resultado de lo hecho, por eso es inevitable esta diversidad, y desde ella es que podremos ser mejores... o no.

–El socialismo ya no funciona ahora en Cuba como en el siglo XX. Si estuviera en sus manos, ¿qué reformas esenciales propondría?

–No soy teórico ni político, pero para saber bien de lo que somos capaces se debería empezar por levantar el bloqueo, que lleva medio siglo distorsionando nuestra realidad y maltratando física y mentalmente al pueblo cubano.

–En meses recientes el gobierno cubano ha tomado decisiones como la clausura de los pequeños cines privados en 3D y la venta de autos nuevos a precios estratosféricos. ¿Son señales de retroceso o marcan los límites de la reforma?

–No me parecen señales de retroceso o límites, sino parte de un proceso de reaprendizaje. En 1968 se estatizó toda la actividad comercial del país, una audacia que todavía estamos pagando y que se está tratando de revertir. Lo positivo de 1968 era la subvención de la canasta básica familiar, lo que garantizaba la supervivencia de los más indefensos. Pero ha pasado medio siglo, ya no tenemos las ayudas de entonces, el bloqueo es cada vez más efectivo y nuestra precaria economía se debate en medio de una crisis mundial.

“Cuando cerraron los cines en 3D, se dijo que los permisos eran para crear espacios de recreación, un propósito social lo suficientemente vago para que algunos creyeran que podían hacer cines y también para que el gobierno los cerrara. Se comentó en la calle que estaban poniendo películas porno, pero eso quedó entre brumas. Pasó como con las tienditas de ropa, que eran licencias para confección y venta de artículos de vestir, pero algunos empezaron a importar y a vender. No se explicó por qué se prohibieron esas iniciativas populares, en lugar de apoyarlas; sólo se dijo que eran malinterpretaciones de las reglas. El Estado tiene una política de precios por momentos inexplicable; algunos particulares estaban importando ropa de mejor calidad y vendiéndolas más barata.

Respecto de los carros, el gobierno mimetizó los precios que había en la calle, una oferta y demanda al alcance de los pocos cubanos que tienen un alto poder adquisitivo. Se ha dicho que los beneficios serán invertidos en mejorar el transporte público y en estimular el uso de bicicletas. No parece que haya condiciones para crear un mercado automotriz por ahora. Son problemas que afectan a una clase media alta emergente. Más preocupante es el encarecimiento ascendente de artículos que necesita el pueblo, incluso comestibles, y los bajos salarios de la mayoría.

El Playa Girón

–¿Las canciones que hoy escucha el mundo tienen menos poesía?


–En Cuba hay una tradición de poesía cantada: la trova. Agustín Lara, Marco Antonio Muñiz, Cuco Sánchez, entre muchos autores mexicanos también eran llamados poetas. Algunos hemos querido continuar esas maneras, aunque los mercaderes prefieran lo más fácil. Conseguir calidad en cualquier disciplina cuesta empeño, por eso es natural que la poesía sea exigente. Muchas cosas hermosas, incluso cotidianas y sencillas, nos llegan llenas de misterio.

–¿Las mejores canciones las escribió durante la travesía en el Playa Girón?

–En el Playa Girón exploré. Empleé mi tiempo, durante cuatro meses, en revisar distintas maneras de hacer canciones. Nunca más he vuelto a disponer de tan buenas condiciones de trabajo.

–Para quienes han estado atentos a su desarrollo artístico, su gran y definitiva escuela fue el Grupo de Experimentación Sonora (GES). A la distancia, descríbanos esa experiencia.
–El GES fue una gran suerte. Sucedió en una época turbulenta en que teníamos contradicciones con cierta burocracia. Primero Casa de las Américas y después el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematofráficos (ICAIC) nos dieron trabajo, y así la posibilidad de construir un taller de aprendizaje. Llegué allí justo después del viaje en barco. Tenía muy claro lo que quería, pero también tenía lagunas técnicas que empecé a superar. Tuvimos maestros extraordinarios: Leo Brouwer, un verdadero genio musical, era nuestro director. Igualmente recibimos clases de Fred Smith, un estadunidense que había pasado años en el desierto de Sonora, enseñando a comunidades indígenas a tocar instrumentos de metal. También contamos con Juan Elósegui, violista de nuestra Sinfónica Nacional, quien me enseñó nada menos que a llevar al pentagrama mis canciones.

–Leo Brouwer dijo que una de las intenciones en el Grupo Experimental Sonora del ICAIC era mejorar la música popular cubana. ¿Se logró tal cometido?

–Esa declaración puede parecer coyuntural, pero creo que el GES fue un proyecto que contribuyó a que la música cubana avanzara conceptual y tímbricamente. Otras dos experiencias importantes de por entonces fueron la orquesta Los VanVan, de Juan Formell, y El Quinteto de jazz de Chucho Valdés, que después devino Irakere.

–Usted siempre tiene la mente ocupada. En este momento está empeñado en rescatar el río y el bosque de Ariguanabo, para lo cual ha impulsado una fundación ecologista.

–Somos un grupo que nos hemos hecho llamar los Amigos del Río. Hay un entomólogo de mi edad y algunos otros coterráneos más jóvenes. Tratamos de alertar a las autoridades desde hace años. Sólo pretendemos crear consciencia de ayuda a nuestro río y a los bosques que lo rodean, que están muy maltratados. En las márgenes del Ariguanabo se fundó San Antonio de los Baños, el pueblo en que nacimos. Hace unos 20 meses, después de dar todos los pasos legales para hacer una fundación, fuimos informados de que las autoridades están revisando las leyes y estamos esperando a que concluyan y se pronuncien.

La gira

–¿Continuará la Gira interminable?


–La Gira interminable debe continuar por los barrios desfavorecidos. Es importante que la gente que vive lejos de los centros culturales o que no puede pagar un teatro sepa que no ha sido olvidada; es importante para los artistas saber que hacemos algo por quienes lo necesitan. El nombre de gira interminable se lo puso Antonio Guerrero, uno de nuestros cinco héroes antiterroristas prisioneros en Estados Unidos.

–¿Qué nos presentará en su nueva gira por México?

–Nada menos que un trabajo con dos grupos musicales. Uno lo forman mis compañeros desde hace 10 años: el trío de cuerdas pulsadas Trovarroco (Rachid López, Maykel Elizarde y César Bacaró), reforzado por la flauta y el clarinete de Niurka González y por la batería de Oliver Valdés. La otra agrupación es más jazzística; se trata de Jorge Reyes en el contrabajo, Emilio Vega en el vibráfono y Jorgito Aragón en el piano. Con este formato proyecto un disco que por ahora llamamos Amoríos. Es la primera vez que vamos a exponer este trabajo fuera de Cuba. Por supuesto, además de los temas inéditos, pensamos tocar algunos de esos otros que parecen ser inevitables.

El epitafio

–¿Se ha dicho lo suficiente de usted?


–Puede que demasiado.

–¿Que le gustaría que digan cuando ya no esté?

–Me gustaría que escucharan las canciones que todavía sean útiles.

–¿Ya tiene testamento?

–Ojalá pueda ayudar no sólo a mi familia cuando ya no esté.

–¿Y un epitafio?
–Siempre me gustó la transparencia del que se hizo John Keats: Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua. Hasta lo usé en una canción.

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