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domingo, 24 de agosto de 2014

JIM CROW CONTRA MICHAEL BROWN

Jorge Gómez Barata

MONCADA
 
Ignoro si alguna vez el joven Michael Brown escuchó hablar de los Códigos Negros o de las leyes “Jim Crow”, normas con arreglo a las cuales fue ultimado en una calle de Ferguson, Missouri, el mismo pueblo donde 18 años antes había nacido.

La expresión: “leyes Jim Crow” se originó alrededor de 1830 como una burla inspirada por una comedia musical de tintes racistas, en la cual se caricaturizaba a un negro representado por un actor blanco pintado con carbón. Ser un “Jim Crow” se acuñó como una forma despectiva de llamar a los negros.

Aunque los sureños perdieron la guerra no dejaron de ser racistas, por lo cual dictaron durante años diversas medidas e introdujeron prácticas de segregación racial. Así aparecieron los “Códigos negros” y las “leyes Jim Crow”, que además de instrumentos de segregación para los estados del sur, fueron como un “premio de consuelo” para los racistas de las regiones norteñas, en las cuales la esclavitud no había sido legal, pero tampoco los negros disfrutaban de plenos derechos.

La décimo tercera Enmienda (1865), prohibió la esclavitud, aunque no por ello otorgó a los negros los derechos de que disfrutaban los blancos. En ese margen se instalaron los “Códigos Negros” y las “leyes Jim Crow”, que sin esclavizarlos, los segregaban, prohibiéndoles asistir a las mismas escuelas, realizar los mismos trabajos, y percibir iguales salarios que los blancos.

Con el tiempo la impunidad y la tolerancia del gobierno federal ante la segregación racial, las “leyes Jim Crow”, y los “Códigos Negros” aumentaron la arrogancia de los racistas sureños, que en los años sesenta protagonizaron virtuales rebeliones contra las leyes que concedían sus derechos a los negros.

Hubo momentos en que gobernadores de Mississippi, Arkansas, Alabama y otros estados enviaron la guardia nacional a las universidades para impedir la entrada a los estudiantes de color, forzando al presidente Eisenhower a despachar tropas federales.

En 1954, 1957 y 1958 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, al juzgar diversos casos asociados a prácticas raciales, sentenció reiteradamente que las leyes estaduales que establecían escuelas separadas para estudiantes de la raza negra, negaban la igualdad de oportunidades consagradas por la 14º Enmienda a la Constitución, y eran por lo tanto ilegales”.

Finalmente en 1964, el presidente Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles que prohibió todas las prácticas raciales amparadas por actos jurídicos. Todas las “leyes Jim Crow” y los “Códigos Negros” fueron invalidadas.

Aunque lo precedieron 50 años, la ley impulsada por el presidente Kennedy, quien no vivió para verla, no pudo salvar la vida del joven Michael Brown, porque ninguna legislación elimina el odio que solo desaparece cuando la sociedad aprende a convivir con las diferencias, crece moralmente, se cohesiona en torno a metas compartidas y se inspira en los más altos valores humanos.

La pregunta es: ¿Cuándo Estados Unidos, que ha alcanzado las más altas cumbres de ciencia, disfrutado de las más grandes victorias, creyéndose un pueblo elegido y un paradigma de democracia, admitirá que los negros nacidos en su suelo también son norteamericanos? Allá nos vemos.



La Habana, 23 de agosto de 2014

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