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lunes, 11 de agosto de 2014

Sembrar la tienda a la orilla de la finca

Juan Antonio Borrego Díaz | jaborrego@granma.cu

Beneficios contantes y sonantes ha traído para el campesinado y también para la economía de la región la experiencia espirituana de acercar las ventas de insumos agrícolas a las bases productivas, una manera práctica de implementar la política aprobada en el VI Congreso del Partido

YAGUAJAY, Sancti Spíritus.—Más de 200 kilómetros de carreteras y terraplenes pueden ahorrarse ahora los guajiros de Mayajigua, quienes ya veían como algo muy normal la aventura de viajar hasta Sur del Jíbaro, en el otro extremo de la provincia, para adquirir año tras año los pertrechos necesarios en el cultivo del arroz.

Beneficios contantes y sonantes ha traído para el campesinado y también para la economía de la región la experiencia espirituana de acercar las ventas de insumos agrícolas a las bases productivas, una manera práctica de implementar la política aprobada en el VI Congreso del Partido —Lineamiento 182—, que según directivos del Ministerio de la Agricultura en Sancti Spíritus, viene germinando bien en estas tierras.

“Ahora en Mayajigua podemos poner hasta el saco para envasar el arroz”, sostiene Ramón Mirabal García, director adjunto de la Empresa Provincial de Suministros Agro­pe­cuarios, entidad responsabilizada con la creación y el funcionamiento en general de la red de tiendas concebida para estos fines.

Hasta El Pedrero, en pleno lomerío del Escambray, Venegas o Iguará, en Yaguajay, se extiende la infraestructura que suma 18 establecimientos en toda la provincia espirituana, los que hoy día comercializan alrededor de 40 renglones —desde un yugo criollo y una cantina metálica hasta el más sofisticado neumático de tractor—, todos con creciente aceptación entre la gente del campo.


HOY PARECEN UNA SHOPPING

“Los almacenes estaban hechos leña y muchos puntos de venta se encontraban sin techo, sin persianas y por supuesto sin muebles”, refiere Julio Mirabal al hablar de la metamorfosis que fue preciso acometer en los locales, los que según él, “hoy parecen una shopping, con pesas digitales, refrigerador y computadora”.

A ocho meses de implantada la experiencia, los organizadores cuentan también entre sus aciertos el notable crecimiento de las ventas y la reducción de negociantes y revendedores, dos especímenes que frecuentemente acostumbran a lucrar a costa de las necesidades del campesino.

“Ha sido preciso cambiar la mentalidad en toda la cadena y en el productor, pues el centro comercial no es una bodega donde el cliente viene solo a comprar; se trata de llegar a ese hombre, informarlo de la existencia del recurso, asesorarlo técnicamente en su utilización y conocer sus necesidades para poder garantizar el abastecimiento y la estabilidad de los surtidos”, explica Ramón Mirabal.

Estadísticas de la Empresa de Suministros Agropecuarios arrojan que antes de aplicarse la experiencia del acercamiento de las ventas a las bases productivas la entidad ingresaba como promedio al año alrededor de 32 millones de pesos, cifra que ahora ha sido superada en el primer semestre —se acumulan 39 millones hasta el cierre de julio— y promete duplicarse en el corriente 2014 de mantenerse los actuales niveles de comercialización.

La explosión de los ingresos pudiera atribuirse al incremento de precios en determinados renglones, algo que incuestionablemente influye, pero que no resulta absoluto, toda vez que casi de manera simultánea también otros productos no menos demandados (arados, molinos de viento y sistemas de riego, por ejemplo) han bajado su valor a casi a la mitad.


CHEQUE EN MANO
A juzgar por el estado actual de los inventarios, entre los recursos más demandados por los productores figuran el cubo de aluminio, el alambre de púas y las botas de goma, mientras los de movimiento más lento son las cercas eléctricas, algunos neumáticos y las cajas plásticas y de madera, situación esta última a todas luces condicionada por los elevados precios.

“Antes te llegaba lo que te traían, ahora tenemos muchas cosas en la puerta del campesino”, dice Idel Santana, vicepresidente de la cooperativa Emiliano Rodríguez, de Taguasco, quien aplaude la novedosa manera de comercializar los insumos, pero reprocha el encarecimiento de algunos productos.

En ese mismo municipio, Aramís Sánchez Utrera y Miguel Pérez Francisco concuerdan en las ventajas de la propuesta, pero creen muy lógicos los reclamos campesinos de poder acceder a las mercancías con dinero en efectivo y no mediante cheque emitido por la cooperativa, tal y como se exige actualmente, una medida que sin duda busca prevenir el acaparamiento o el “invento”.

“No es lo mismo que se te enferme un puerco y tú vayas y compres la medicina de manera directa —dice Alberto Gó­mez, en Yaguajay—, a que tengas que ponerte a buscar primero al veterinario para que te lo vea y luego al representante de la cooperativa para tramitar el cheque. Uno entiende que es para que haya más orden y más control, pero ¿cómo se lo explicas al animal?

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