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lunes, 24 de agosto de 2015

¿Cómo está quedando el Capitolio?

Eileen Sosin Martínez • 24 de agosto, 2015


LA HABANA. Lo que se observa desde cualquier altura de la ciudad apenas ha cambiado: andamios, mallas, la cúpula solitaria. A nivel del caminante, poco a poco se ha visto blanquear una parte de la fachada, retirar la valla, surgir los jardines. Parecería que la restauración del Capitolio también marcha “sin prisa, pero sin pausa”.

“Vamos avanzando por etapas, nos proponemos objetos concretos en el edificio”, explica la arquitecta Marisol Marrero a uno de los grupos de 20 personas que cada jueves de las vacaciones han podido llegar al interior, como parte del programa Rutas y Andares.

Ello significa que no hay una fecha para entregar el Capitolio completamente listo. Como es taaan grande, la propia envergadura del trabajo obliga a que los espacios comiencen a usarse según se vayan terminando; en lugar de esperar que se seque la última capa de pintura y esté colocado el último mueble.

Cruzando la calle, el hermoso exterior del Gran Teatro de La Habana hace que las obras luzcan más lentas. Sin embargo, en términos indulgentes, “está justificado”, porque este proyecto resulta el más complejo y abarcador que ha asumido la Oficina del Historiador de la Ciudad.


Los adelantos más notables –por fuera y por dentro- están en el ala Norte, hacia donde deben mudarse las oficinas de la Asamblea Nacional del Poder Popular antes que acabe el año. En la biblioteca Martí reposan ya armadas las sillas que ocuparán los locales del cuarto piso.

Teniendo en cuenta que en el hemiciclo Norte sesionaba la Cámara de Representantes, no se han realizado modificaciones significativas. Los muebles se retiraron y en estos momentos se les renueva las pieles y se pulen los pequeños burós donde trabajarán los diputados.

Ellos estarán abajo, y arriba radica el área de los visitantes, como solía ser. Tal disposición lleva a pensar en sesiones públicas de la Asamblea, como establece el Artículo 80 de la Constitución.

Actualmente en el hemiciclo norte –el mayor y más glamuroso- se proyectan los sistemas para pedir la palabra y ejercer el voto. Un pasillo de acceso, poco utilizado, desaparecerá a fin de ampliar las capacidades de la zona inferior, hasta 200 asientos; aunque el total de diputados asciende a 612.

Tras estudiar muchas variantes, resulta casi imposible aumentarla cantidad de puestos sin realizar transformaciones que dañen el edificio. ¿Entonces…? ¿Más sillas o menos personas? ¿O se mantendrán las sesiones plenarias en el Palacio de Convenciones? El Capitolio se concibió para acoger un parlamento bicameral, que representaba a una población de tres millones 962 mil 344 habitantes, según el censo de 1931.

En sentido general, las redes de electricidad, clima, seguridad, hidráulica, sanitaria… constituyen las dificultades fundamentales, pues se trata de diseñar prestaciones modernas en una estructura patrimonial y harto decorada. Por eso los falsos techos ahora están más bajos. “Donde hoy no se ve nada hubo que hacer ranuras inmensas para poner cámaras, pasar tuberías y canalizar sistemas”, detalla Marrero.

La linterna (especie de torre ubicada sobre la cúpula) se encuentra en bastante mal estado, por lo cual está previsto demoler el casquete,para reconstruirlo. El tiempo y las raíces de los árboles dañaron el pavimento exterior, que fue sustituido por uno nuevo, también en la zona Norte.

Debajo de pedazos de nailon y telas se resguardan las barandas restauradas. Los bronces de las puertas de los ascensores, los cerrojos, bisagras y cadenas, se pulieron hasta devolverles el color original. También los mármoles -58 tipos, cubanos e italianos- quedaron libres de polvo y paja; porque, más que deteriorado, el Capitolio estaba muy sucio.


Entre los pendientes más inmediatos, sigue determinar las divisiones interiores, tratando de ajustarse tanto como sea posible a la forma inicial. El edificio se clasifica en el Grado de protección 1 (de 3), el más delicado. “Por el Grado de protección sabemos hasta dónde debemos intervenir o no. En una obra como esta no se introduce demasiados cambios, se respeta tal cual el original”, precisa la arquitecta.

Todavía permanecen algunos murciélagos, resistentes a las medidas zoosanitarias, renegados a que los boten, después de tantos años en oquedades húmedas y oscuras que ya eran casi suyas.

Por lo pronto,todos los espacios que antes se podían visitar permanecerán abiertos, como la biblioteca Maceo y el Salón de los Pasos Perdidos. Dos años atrás, el historiador de la ciudad, Eusebio Leal había adelantado: “No se excluye que existan áreas donde se puedan observar y exponer objetos de gran valor histórico ligados a la memoria de la nación”.

La Estatua de la República estuvo cubierta por una capa de masilla de oro que logró recuperarse. Y como nada escapa del folclor, ciertas veladoras dicen que por el Salón vaga el espíritu de la muchacha que sirvió de modelo al escultor Angelo Zanelli. Que la sienten, la oyen por las noches, incluso aseguran haberla visto.Hay quien no quiere hacer guardia allí, ni muerta.

Otros comentan que el Capitolio tiene “mala vibra”, debido a los debates y el cabildeo. El hecho es que ya se concluyó el Patio de honor del ala Norte, la parte central comienza la fase de proyección, y luego –indefinidamente luego- le tocará al ala Sur.

Se trata de un proyecto del país, no solo de la Oficina del Historiador, han declarado directivos de esa institución. La arquitecta Enna Vergara lo resume en dos palabras: “Es un trabajo de artesano”.

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