"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 19 de febrero de 2025

“¡Por fin soy libre!”: liberan al líder indígena Leonard Peltier después de casi 50 años en prisión

19 de febrero de 2025


Estas noticias son patrocinadas por nuestra audiencia.Donar

Image Credit: Angel White Eyes / NDN Collective

Hablamos con el fundador y director ejecutivo de la organización NDN Collective, Nick Tilsen, quien estuvo con el activista indígena Leonard Peltier el lunes 17 de febrero en el momento en que fue liberado, después de casi medio siglo tras las rejas. Tilsen recibió a Peltier cuando salió de la prisión federal de Florida donde se encontraba detenido y lo acompañó a su casa en Dakota del Norte. Peltier siempre se declaró inocente frente a las acusaciones de haber matado a dos oficiales del FBI en 1975, crimen por el que fue condenado a pesar de las inconsistencias en el juicio denunciadas por diferentes organizaciones y activistas. 

En los últimos días de su Gobierno, el expresidente Joe Biden concedió a Peltier la conmutación de su pena. Peltier cumplirá el resto de su sentencia en prisión domiciliaria en la comunidad de Turtle Mountain, en Dakota del Norte. ¡Hoy por fin soy libre! ¡Puede que me hayan encarcelado, pero nunca se llevaron mi espíritu!, dijo Peltier al ser liberado. “Gracias a todos los que me apoyan en todo el mundo y lucharon por mi libertad”. Tilsen cuenta que verlo salir de prisión fue “una alegría pura y total” y añade que “la liberación de Leonard Peltier es algo que nos conmueve a todos, porque vemos un poco de nosotros mismos en Leonard Peltier”.

Para ver la entrevista completa en inglés, haga clic aquí.

El imperio se autodestruye


Estados Unidos comparte las patologías de todos los imperios moribundos con su mezcla de bufonería, corrupción rampante, fiascos militares, colapso económico y salvaje represión estatal


Chris Hedges, Chris Hedges Substack

Los multimillonarios, fascistas cristianos, estafadores, psicópatas, imbéciles, narcisistas y facinerosos que han tomado el control del Congreso, de la Casa Blanca y de los tribunales están canibalizando la maquinaria del Estado. Estas heridas autoinfligidas, características de todos los imperios tardíos, paralizarán y destruirán los tentáculos del poder. Y entonces, como un castillo de naipes, el imperio se derrumbará.

Cegados por su arrogancia, incapaces de comprender la disminución del poder del imperio, los mandarines de la administración Trump se han refugiado en un mundo de fantasía donde los hechos duros e indeseables ya no tienen peso. Escupen absurdas incoherencias mientras usurpan la Constitución, y sustituyen la diplomacia, el multilateralismo y la política, por amenazas y juramentos de lealtad. Agencias y departamentos creados y financiados por las leyes del Congreso van desapareciendo.

Están eliminando informes y datos gubernamentales sobre el cambio climático retirándose del Acuerdo climático de París. Se han retirado de la Organización Mundial de la Salud. Han sancionado a los funcionarios que trabajan en la Corte Penal Internacional, que emitió órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el ex ministro de Defensa, Yoav Gallant, por sus crímenes de guerra en Gaza. Sugirieron que Canadá se convirtiera en el estado número 51. Han formado una fuerza especial para "erradicar los prejuicios anticristianos". Piden la anexión de Groenlandia y la toma del Canal de Panamá. Proponen construir resorts de lujo en la costa de una Gaza despoblada, bajo la supervisión de EEUU, control que, de concretarse, derribaría los regímenes árabes que han sido apuntalados por EEUU.

Los gobernantes de todos los imperios tardíos, incluidos los emperadores romanos Calígula y Nerón o Carlos I, el último gobernante de los Habsburgo, son tan incoherentes como El Sombrerero [n. de la t.: personaje de Alicia en el país de las maravillas]: profieren comentarios sin sentido, plantean acertijos sin respuesta y recitan ensaladas de palabras llenas de incoherencias. Ellos, como Donald Trump, son un reflejo de la podredumbre moral, intelectual y física que afecta a una sociedad enferma.

Pasé dos años investigando y escribiendo sobre las perversas ideologías de quienes ahora han tomado el poder, en mi libro "Fascistas estadounidenses: la derecha cristiana y la guerra contra EEUU". (Léelo mientras aún puedas. En serio) American Fascist: The Christian Right and the War on America.

Estos fascistas cristianos, que determinan la ideología central de la administración Trump, no se avergüenzan por su odio hacia las democracias pluralistas y seculares. Buscan, tal cual detallan exhaustivamente en numerosos libros y documentos "cristianos" (como el Proyecto 2025 de la Heritage Foundation) deformar los poderes Judicial y Legislativo del gobierno, junto con los medios de comunicación, y la academia, para convertirlos en apéndices de un Estado "cristianizado" dirigido por un líder ungido por la divinidad. Ellos admiran abiertamente a apologistas nazis tales como Rousas John Rushdoony, un partidario de la eugenesia, que sostiene que la educación y las prestaciones sociales deberían ser entregadas a las iglesias, y que la Ley de la Biblia debe reemplazar el Código jurídico secular; también admiran a teóricos del Partido Nazi, como Carl Schmitt. Son racistas, misóginos y homófobos declarados. Adoptan teorías conspirativas extrañas, desde la teoría del reemplazo blanco hasta un sombrío monstruo al que llaman el "woke". Baste decir que sus fundamentos no están basados en un universo realista.

Los fascistas cristianos provienen de una secta teocrática llamada Dominionismo. Esta secta enseña que los cristianos estadounidenses han recibido el mandato de hacer de EEUU un Estado cristiano y un representante de Dios. Los oponentes políticos e intelectuales de este 'biblicanismo' militante son condenados como representantes de Satanás.

"Bajo el dominio cristiano, EEUU ya no será una nación pecadora y caída, sino una en la que los Diez Mandamientos formen la base de nuestro sistema legal; el creacionismo y los 'valores cristianos' formen las bases de nuestro sistema educativo; y donde los medios de comunicación y el gobierno proclamen las Buenas Nuevas a todos y cada uno" -señalé en mi libro. "Se abolirán los sindicatos, las leyes de los derechos civiles y las escuelas públicas. Las mujeres serán retiradas de la fuerza laboral para quedarse en casa, y se negará la ciudadanía a todos aquellos que sean considerados insuficientemente cristianos. Además de su mandato proselitista, el gobierno federal se reducirá a la protección de los derechos de la propiedad y la seguridad "nacional".

Los fascistas cristianos y sus financiadores multimillonarios, señalé, "hablan en términos y frases que son familiares y reconfortantes para la mayoría de los estadounidenses, pero ya no usan las palabras para significar lo que significaban en el pasado". Cometen logocidio, al matar viejas definiciones reemplazándolas por otras nuevas. Las palabras, incluidas: -- verdad, sabiduría, muerte, libertad, vida y amor-- se deconstruyen, y se les asignan significados diametralmente opuestos. Vida y muerte, por ejemplo, significan vida en Cristo o muerte para Cristo, una señal de creencia en la incredulidad. Sabiduría, se refiere al nivel de compromiso y obediencia a la doctrina. Libertad (Liberty) no tiene que ver con la libertad (freedom), sino con la libertad que proviene de seguir a Jesucristo y liberarse de los dictados del secularismo. El Amor, se distorsiona para significar obediencia incondicional a aquellos que, como Trump, afirman hablar y actuar en nombre de Dios.

A medida que se acelere la espiral de muerte, se culpará de su desaparición a enemigos fantasma, nacionales y extranjeros, y se les perseguirá y condenará hasta su aniquilación. Una vez que el naufragio se haya consumado (lo que asegura la pauperización de la ciudadanía, el colapso de los servicios públicos y engendrará una rabia incoherente) sólo quedará el instrumento contundente de la violencia estatal. Mucha gente sufrirá, especialmente a medida que la crisis climática inflija, con cada vez mayor intensidad, su castigo letal.

El cuasi colapso de nuestro sistema constitucional de separación de poderes tuvo lugar mucho antes de la llegada de Trump. El regreso de Trump al poder representa el estertor de la Pax Americana. No está lejano el día en que, como el Senado romano, en el año 27 a. C., el Congreso celebre su última votación significativa y entregue el poder a un dictador. El Partido Demócrata, cuya estrategia parece ser, no hacer nada y esperar a que Trump implosione, ya ha consentido lo inevitable.

La cuestión no es si caeremos, sino cuántos millones de inocentes nos llevaremos con nosotros. Dada la violencia industrial que ejerce nuestro imperio, podrían ser muchos, especialmente si los que están en el poder deciden recurrir a las armas nucleares.

El desmantelamiento de la Agencia de los EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID) --que Elon Musk afirma que está dirigida por "un nido de víboras marxistas de izquierda radical que odian a EEUU"-- es un ejemplo de cómo estos pirómanos no tienen idea de cómo funcionan los imperios.

Esa ayuda extranjera no es benévola. Se utiliza como arma para mantener la primacía sobre las Naciones Unidas (ONU) y eliminar a los gobiernos que el imperio considera hostiles. Esas naciones que reciben ayuda en la ONU (y en otras organizaciones multilaterales que votan como exige el imperio) entregan su soberanía a las corporaciones globales y al ejército estadounidense, y son, las que reciben asistencia. Las que no lo hacen, no la reciben.

Cuando EEUU ofreció construir el aeropuerto en Puerto Príncipe, la capital de Haití, según informa el periodista de investigación Matt Kennard, exigió que Haití se opusiera a la admisión de Cuba en la Organización de Estados Americanos (OEA), cosa que hizo.

La ayuda extranjera del USAID construye proyectos de infraestructura para que las corporaciones puedan operar talleres clandestinos globales (maquiladoras) y así extraer recursos. Otorga financiamiento para "promover la democracia" y la "reforma judicial" que desbarata las aspiraciones de los líderes políticos y los gobiernos que buscan permanecer independientes de las garras del imperio.

USAID, por ejemplo, pagó un "proyecto de reforma de partidos políticos" que fue diseñado "como contrapeso" al "radical" Movimiento al Socialismo (de Bolivia), y buscó impedir que socialistas como Evo Morales fueran elegidos en Bolivia. Luego, una vez que Morales asumiera la presidencia, USAID financió organizaciones e iniciativas, incluidos programas de capacitación para que a los jóvenes bolivianos se les educara en prácticas estadounidenses de negocios, y debilitar así el poder del Movimiento.

Kennard, en su libro "The Racket: A Rogue Reporter vs The American Empire", documenta cómo instituciones estadounidenses como el National Endowment for Democracy, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, USAID y la Administración para el Control de Drogas (DEA) trabajan en conjunto con el Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para subyugar y oprimir al Sur Global.

Los Estados clientes que reciben ayuda deben disolver los sindicatos, imponer medidas de austeridad, mantener los salarios bajos y mantener gobiernos títeres. Los programas de ayuda fuertemente financiados y diseñados para derrocar a Morales, llevaron finalmente al presidente boliviano a expulsar a USAID del país.

La mentira que se vende al público es que esta ayuda beneficia tanto a los necesitados en el extranjero como a nosotros en casa. Pero la desigualdad que estos programas promueven en el exterior reproduce la misma desigualdad impuesta en el país. La riqueza extraída del Sur Global no se distribuye equitativamente, termina en manos de la clase multimillonaria, con frecuencia, escondida en cuentas bancarias en el extranjero, para evitar impuestos.

Mientras tanto, nuestros impuestos financian desproporcionadamente al ejército, que es el puño de hierro que sostiene el sistema de explotación. Los 30 millones de estadounidenses que fueron víctimas de despidos masivos y de la desindustrialización perdieron los empleos que fueron a parar en los trabajadores de los talleres clandestinos en el extranjero. Como señala Kennard, tanto a nivel nacional como internacional, se trata de una enorme "transferencia de riqueza de los pobres a los ricos a nivel global y nacional".

"Los mismos que inventan mitos sobre lo que hacemos en el extranjero, han construido también un sistema ideológico similar, que legitima el robo en el país; "El robo a los más pobres por parte de los más ricos", escribe. "Los pobres y trabajadores de Harlem tienen más en común con los pobres y los trabajadores de Haití que con sus élites, pero esto hay que esconderlo para que el tinglado funcione".La ayuda extranjera mantiene talleres clandestinos o "zonas económicas especiales" (maquiladoras) para las corporaciones globales en países como Haití, donde los trabajadores se afanan por unos céntimos la hora, y a menudo, en condiciones de inseguridad.

"Una de las facetas de las 'zonas económicas especiales' y uno de los incentivos para las corporaciones en los EEUU, es que las 'zonas económicas especiales' tienen incluso menos regulaciones que el Estado Nacional en cuestiones relacionadas con la mano de obra, los impuestos y las aduanas" -- me dijo Kennard en una entrevista. "Tu abres estos talleres clandestinos en las 'zonas económicas especiales', les pagas a los trabajadores una miseria y sacas todos los recursos sin tener que pagar ni aduanas, ni impuestos. El Estado, en México o Haití o en cualquier lugar donde exista la producción offshoring, no se beneficia en absoluto. Eso es por diseño. Las arcas del Estado serán siempre las que nunca aumenten. Son las corporaciones las que se benefician".Estas mismas instituciones de EEUU y sus mecanismos de control" -- escribe Kennard en su libro"-- fueron empleados para sabotear la campaña electoral de Jeremy Corbyn, un feroz crítico del imperio estadounidense, postulado para primer ministro de Gran Bretaña.

EEUU desembolsó casi 72 mil millones de dólares en ayuda exterior en el año fiscal de 2023. Financió iniciativas de agua potable, tratamientos contra el VIH/SIDA, seguridad energética y trabajo anticorrupción. Para 2024, proporcionó el 42 por ciento de toda la ayuda humanitaria, monitoreada por las Naciones Unidas.

La ayuda humanitaria, a menudo descrita como "poder blando", está diseñada para enmascarar el robo de recursos en el Sur Global por parte de las corporaciones de EEUU; la expansión de la presencia militar estadounidense; el control rígido sobre los gobiernos extranjeros; la devastación causada por la extracción de combustibles fósiles; el abuso sistemático de los trabajadores en los talleres clandestinos globales; y el envenenamiento de niños trabajadores en lugares como El Congo, donde son utilizados para extraer litio.

Dudo que Musk, y su ejército de jóvenes secuaces en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), que no es un departamento oficial dentro del gobierno federal, tengan idea alguna sobre cómo funcionan las organizaciones que están destruyendo, por qué existen, o qué significará su desaparición para del poder estadounidense.

La confiscación de los expedientes del personal del gobierno, y del material clasificado; el esfuerzo por rescindir contratos gubernamentales con valor de cientos de millones de dólares --en su mayoría relacionados con Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI)--; las ofertas de adquisición para "drenar el pantano", que incluye la oferta de compra de toda la fuerza laboral de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) (ahora temporalmente bloqueada por un juez); el despido de 17 ó 18 inspectores generales y fiscales federales; la suspensión de la financiación y subvenciones que otorgaba el gobierno; los están mirando canibalizar al leviatán que veneran.

Planean desmantelar la Agencia de Protección Ambiental (EPA); el Departamento de Educación y el Servicio Postal de EEUU, parte de la maquinaria interna del imperio. Cuanto más disfuncional se vuelve el Estado, más oportunidades de negocios se crean para las corporaciones depredadoras y las empresas de capital privado. Estos multimillonarios harán una fortuna "cosechando" los restos del imperio. Pero en última instancia, están matando a la bestia que creó la riqueza y el poder estadounidenses.

Una vez que el dólar deje de ser la moneda de reserva mundial, algo que el desmantelamiento del imperio garantiza, EEUU será incapaz de pagar su enorme déficit vendiendo sus bonos del Tesoro. La economía estadounidense caerá en una depresión devastadora. Esto provocará el colapso de la sociedad civil, un aumento vertiginoso de los precios (especialmente de los productos importados); el estancamiento de los salarios y elevadas tasas de desempleo. El financiamiento de las, al menos 750, bases militares en el extranjero y de nuestro hinchado ejército será imposible de sostener. El imperio se contraerá instantáneamente. Se convertirá en una sombra de sí mismo. El hipernacionalismo, alimentado por una rabia incipiente y una desesperación generalizada, se transformará en un fascismo estadounidense lleno de odio.

"La desaparición de EEUU como principal potencia mundial podría llegar mucho más rápido de lo que nadie imagina", escribe el historiador Alfred W. McCoy en su libro "In the Shadows of the American Century: The Rise and Decline of US Global Power" (En las sombras del siglo americano: El ascenso y declive del poder global estadounidense):

"A pesar del aura de omnipotencia que suelen proyectar los imperios, la mayoría son sorprendentemente frágiles y carecen de la fuerza inherente, incluso, de un modesto Estado-nación. De hecho, un vistazo a su historia debería recordarnos que los más grandes son susceptibles de derrumbarse por diversas causas, siendo generalmente las presiones fiscales un factor primordial. Durante la mayor parte de dos siglos, la seguridad y prosperidad de la patria ha sido el objetivo principal de la mayoría de los Estados estables, lo que convierte a las aventuras extranjeras, o imperiales, en una opción prescindible, a la que por lo general se les asigna no más del 5 por ciento del presupuesto interno. Sin el financiamiento, que surge casi orgánicamente en el seno de una nación soberana, los imperios notoriamente son depredadores en su incesante búsqueda de saqueo o ganancias: basta con ver el comercio de esclavos en el Atlántico, la pasión de Bélgica por el caucho en El Congo, el comercio del opio de la India británica, la violación de Europa por parte del Tercer Reich, o la explotación soviética de Europa del Este."Cuando los ingresos disminuyen o colapsan, señala McCoy, "los imperios se vuelven frágiles".

"Tan delicada es su ecología de poder, que cuando las cosas empiezan a ir realmente mal, los imperios se desmoronan a una velocidad impía: sólo un año para Portugal, dos años para la Unión Soviética, ocho años para Francia, once años para los otomanos, diecisiete para Gran Bretaña, y, con toda probabilidad, sólo veintisiete años para los EEUU, contando desde el crucial año de 2003 [cuando EEUU invadió Irak]», escribe Alfred W. McCoy en su libro "In the Shadows of the American Century: The Rise and Decline of US Global Power".

El arsenal de herramientas utilizadas para la dominación global --vigilancia a gran escala; desmembramiento de las libertades civiles (incluyendo el debido proceso, la tortura, la policía militarizada, el sistema penitenciario masivo, los drones y satélites militarizados) se emplearán contra una población nerviosa y enfurecida.

La acción de devorar el cadáver del imperio para alimentar la desmesurada codicia y los egos de estos carroñeros es el presagio de una nueva era oscura.

sábado, 15 de febrero de 2025

Cierre de la USAID, un golpe a una de las cabezas de la hidra



Por Aleksandr Dugin, Geopolitika

Tatiana Ladiaeva (Sputnik): El presidente de EEUU, Donald Trump, aprobó el cierre de la agencia de desarrollo internacional USAID. Hablemos un poco más de esta agencia. Elon Musk ha hablado mucho de ella, habló en su momento de cerrarla porque era una institución criminal, que ya es hora de hacerle una auditoria.

Aleksandr Dugin: Sí, así es. Es un acontecimiento que no debemos subestimar. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) es la principal organización no gubernamental que trabaja para la élite globalista, el Estado Profundo, su misión es derrocar gobiernos problemáticos. Formalmente, la USAID buscaba apoyar la democracia, el liberalismo y el progreso, luchando contra los poderes conservadores e insuficientemente obedientes a la élite globalista.

La USAID operó legalmente en Rusia hasta el 2012, apoyando a organizaciones antigubernamentales de todo tipo y participando en la creación de la Constitución y el código fiscal rusos. En esencia, era una sucursal del gobierno mundial en Rusia, que fue cerrada tras el regreso de Putin a la presidencia. Extraoficialmente, la USAID siguió financiando protestas y proyectos educativos, trabajando junto con otras redes globalistas.

Incluso después de su expulsión oficial de Rusia, la USAID, afiliada a las fundaciones Rockefeller y Soros por medio de la National Endowment for Democracy, siguió financiando extraoficialmente revoluciones de colores, derrocando gobiernos y participando en protestas políticas, asesinatos y atentados terroristas, incluido posiblemente el intento de asesinato de Sarkisian.

Sorprendentemente, esta organización que existía sin obstáculos independientemente de los cambios de régimen en Estados Unidos está siendo abolida por Trump. Elon Musk, que dirigió la Comisión de Eficacia Gubernamental (DOGE), descubrió que la USAID es una estructura absolutamente criminal e ilegal que actúa en interés de la ideología globalista. Existe el rumor de que la USAID acoso a Musk, creando documentos falsos sobre sus vínculos con Rusia y Moscú, así como sobre la «influencia rusa» en la condena de Hunter Biden.

Así que resulta que una organización estadounidense, financiada por el gobierno y que recibe muchos miles de millones de dólares (el 1% del presupuesto según las cifras oficiales, pero que en realidad puede ser mucho más), actuaba en favor de los globalistas. La organización ha realizado actividades ilegales en todo el mundo: derrocar gobiernos, sobornar a diputados, crear grupos políticos, interferir en elecciones y falsificar documentos judiciales y legales dentro de EEUU para luchar contra Trump.

La organización está estrechamente vinculada a la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional y a la Agencia Central de Inteligencia (CIA). En muchos países la USAID es una organización que sirve de fachada para la CIA, que no representa los intereses de EEUU como Estado-nación, sino de los globalistas, defensores del ultraliberalismo.

Ahora Trump está llevando a cabo una auditoría global sobre las finanzas estadounidenses, identificando estructuras ajenas al interés nacional. Es indicativo que Elon Musk borrara de Twitter la página de USAID, donde había más de un millón de seguidores, bloqueando toda ayuda a un ejército cosmopolita que trabajaba a favor de los intereses del globalismo en los medios de comunicación, la política, las ONG y los gobiernos, algunos altos cargos de algunos Estados recibían ayuda de esta siniestra organización.

Musk calificó a la USAID de «mal absoluto» y declaró irreversible su cierre. No puedo imaginar una noticia más impactante. Esto no es sólo una declaración de lucha contra el globalismo, sino una corrección de rumbo. Se trata de una auténtica revolución, una erradicación de las estructuras globalistas arraigadas en los Estados Unidos y que lo han dominado durante décadas. El equipo de Trump e Elon Musk están arrancando de raíz estas estructuras globalistas y terroristas que dominaban su país.

Tatiana Ladiaeva (Sputnik): ¿Es la liquidación de la agencia, incluido el despido de todos sus empleados, una base suficiente para afirmar que los partidarios de tales organizaciones desaparecerán por completo o hay posibles intentos de crear nuevas estructuras con ideas similares bajo un nombre diferente?

Aleksandr Dugin: Creo que se producirá algún tipo de reorganización, por supuesto, pero la USAID ha sido ilegalizada. Solían venir y decirnos: en nombre de la gran potencia estadounidense, en nombre del mundo democrático, en nombre del Occidente colectivo, «tomad este dinero e id, derrocad al gobierno, participad en actividades antiestatales, enseñad a los niños que la democracia y la libertad son incompatibles con una soberanía estatal fuerte. Derrocad tiranos, derrocad gobernantes, EEUU está con vosotros». Ahora, cuando vengan con dinero o propuestas dirán: «Somos una organización terrorista de fanáticos, liberales prohibidos en Estados Unidos y queremos destruir a la humanidad. Aquí tienes este dinero, por favor, hagan lo que les decimos».

Una cosa es trabajar para Estados Unidos y otra cosa es hacerlo para una organización ilegal terrorista rica, extensa y poderosa, pero globalista. A día de hoy, todas las estructuras relacionadas con la USAID, como la antigua Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, se han convertido en organizaciones criminales, es algo completamente diferente.

Sí, por supuesto, resistirán, pero su estatus mundial ha cambiado. Ahora, cualquier gobierno, si se da cuenta de que la USAID opera en su país, tiene motivos de sobra para perseguir esta organización terrorista sin temer dañar sus relaciones con Estados Unidos.

Y, repito, lo que dije anteriormente: esta agencia estuvo implicada en la redacción de nuestra Constitución. ¿Cómo pudo permitirse que enemigos del Estado ruso participen en la redacción del documento más importante de Rusia?

Tatiana Ladiaeva (Sputnik): ¿Sabe cómo pudo ocurrir esto?

Aleksandr Dugin: Sí, creo que éste fue el instrumento que usaron para gobernarnos desde el exterior y fue su eliminación o derrota lo que llevó a que comenzaran las reformas del presidente Putin en 1999-2000, momento en que se convirtió en jefe del Estado. Lo primero que hizo fue restaurar la soberanía de Rusia. Nuestra soberanía nos fue arrebatada por alguien y ese alguien era la USAID, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, fue esa institución, el instrumento con cuya ayuda los globalistas más acérrimos destruyeron nuestra soberanía durante mucho tiempo y se dedicaron a reorganizar nuestro sistema político, nuestro sistema económico, impulsar reformas, establecer códigos fiscales y participar en la creación de la Constitución de la Federación de Rusia. Contra esto ha luchado nuestro presidente todos estos años. Y cuando hablamos de los 1990 y su legado nos referimos, de hecho, a la gestión externa del país por parte de las élites globalistas a través de instituciones como la USAID y muchos otros instrumentos que establecieron una gestión externa de la Federación de Rusia desde el año 1991 hasta el 2000, más o menos.

Y ahora aquellos que establecieron su control en 1990 sobre los restos humeantes de la URSS, es decir, la Federación de Rusia, han sido eliminados. Esto significa que la organización que en ese entonces nos controlaba, y que puede que siga controlando a las élites rusas, ha sido disuelto. Este es muy importante. Creo que muchos se encuentran en pánico actualmente, no sólo dentro de la quinta columna (hace tiempo derrotada), sino también la sexta columna (los que fingen lealtad a Putin, sin compartir su ideología, políticas y pensamientos). Ahora serán detenidos. La situación es esa. Y lo más importante es que concierne a todos los países del espacio postsoviético, a Europa y a Ucrania, porque todo el sistema político ucraniano era apoyado en gran medida por la USAID.

Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Hablemos más sobre Trump, sus importantes declaraciones y decisiones. Uno de los temas clave son las guerras comerciales con países como México y Canadá, sigue la Unión Europea. Trump ha prometido imponer aranceles adicionales a los productos procedentes de la UE, aunque reconoce que esta decisión podría afectar negativamente a los estadounidenses a corto plazo. Sin embargo, Trump sigue defendiendo su estrategia. La única pregunta es cuándo se impondrán exactamente estos aranceles, ya que aún no se han anunciado fechas concretas.

Aleksandr Dugin: Podemos sacar conclusiones de cómo está actuando Trump, es decir, está actuando rápidamente. Ha hecho gran parte de lo que prometió en su primer día y luego al segundo día de haber asumido el cargo ha conseguido cambiar el mundo.

En primer lugar, los tres países contra los que ya ha impuesto aranceles, es decir, sanciones aduaneras, son Canadá, México y China, y los ha subido tanto (un 25%) que eso significa un cambio de facto frente a la política de fronteras abiertas, es decir, la política liberal fue reemplazada por el proteccionismo, el mercantilismo o el nacionalismo económico.

Trump está dando un giro de 180 grados a la estrategia económica estadounidense. Durante las últimas décadas, Estados Unidos se ha orientado hacia una apertura total de las fronteras económicas con tal de crear un único mercado mundial global del que Estados Unidos formaría parte. Y así ha sido hasta hace poco. Hace quince días todavía era así. Y ahora no. Estados Unidos ahora sigue una política económica completamente diferente.

En una ocasión, cuando Andrei Removich Belousov era viceprimer ministro de la Federación de Rusia, celebramos una sesión estratégica en la que debatimos quién es el sujeto del desarrollo. Y desde el punto de vista del globalismo, el sujeto del desarrollo es todo el sistema transnacional liberal mundial. Pero en ese entonces defendí que el sujeto de desarrollo debía ser el Estado. Pero el Estado no debe ser un Estado-nacional, sino uno grande: una autarquía de grandes espacios. Es decir, una entidad con independencia económica debido a su gran población, con muchos recursos naturales, territorio y, preferiblemente, armas nucleares.

Así pues, el tema del desarrollo económico ha cambiando. Así como Rusia ha pasado de la globalización al desarrollo soberano, como hablaba nuestro presidente, Trump está haciendo una transición similar. Está volviendo a centrar la atención en los Estados Unidos de América como Estado-nación en lugar del sistema global. En términos de políticas mercantilistas, como se describe en los libros de texto de economía, la balanza comercial debería tender a cero: las exportaciones deberían ser iguales a las importaciones. El exceso de importaciones sobre exportaciones conduce a la dependencia económica, a la pérdida de autonomía y soberanía, lo que es inaceptable para el nacionalismo económico, el proteccionismo o el mercantilismo. Se trata de dos modelos completamente diferentes.

Hasta hace poco, Estados Unidos estaba dominado por la idea de que el sujeto del desarrollo era la globalización, pero Trump ha rechazo esta idea. Ahora el principal sujeto de desarrollo económico es Estados Unidos de América. Los análisis de la balanza comercial con México, Canadá y China muestran un predominio de las importaciones, lo cual es inaceptable. Para lograr la igualdad entre importaciones y exportaciones ha comenzado a elevar los aranceles.

Es un cambio radical de modelo. En Canadá, por ejemplo, se ha lanzado una campaña de «compra canadiense» para contrarrestar las políticas de Trump. Las políticas proteccionistas de EEUU están provocando reacciones en contra. China, aunque reacciona con más calma, sin duda responderá, al igual que México. Políticas similares podrían aplicarse a la Unión Europea. Trump ha manifestado que sopesa la posibilidad y podría darse dentro de poco, y juzgando su costumbre de tomar decisiones rápidamente, creo que lo dirá muy pronto.

Los aranceles aduaneros que Trump seguramente impondrá a Europa están diseñados para cambiar la estructura de la balanza comercial de un modelo liberal a uno mercantilista. Es una política simple y racional. Las acciones de Trump son meridianamente claras: actúa como un proteccionista y nacionalista que se toma en serio la tesis de «Make America Great Again». Estados Unidos es ahora parte del sistema global y Trump quiere convertir a Estados Unidos en una entidad independiente. Eliminar la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional, esencialmente una organización terrorista y de espionaje subversiva que opera en todo el mundo, también forma parte de este plan. ¿Por qué necesita Estados Unidos a otras naciones, se preguntan Trump y Musk? ¿Por qué derrocar otros gobiernos? Si otras naciones se nos oponen, las conquistaremos o destruiremos. Si no, dejemos que comercien con nosotros de forma favorable. Eso significa el fin de la promoción de las democracias liberales y su imposición a la fuerza en todo el mundo.

Del mismo modo, termina la financiación de México, Canadá y la Unión Europea. Estos son los argumentos nacionalistas de la nueva política de Trump. Dados los pasos irreversibles que ya ha dado, no hay razón para creer que la UE vaya a ser una excepción. La única cuestión pendiente es el monto concreto de los aranceles, cuya determinación requerirá cálculos adicionales.

Tatiana Ladiaeva (Sputnik): ¿Pero menores que para México y Canadá?

Aleksandr Dugin: Lo que él quiera. Puede imponer incluso más. Trump vive en un mundo diferente y está creando una realidad muy distinta. Lo que le importa son los intereses económicos de Estados Unidos a corto y medio plazo. No creo que piense en grandes ciclos. Esa es su prioridad. Así que, en consecuencia, si el equilibrio es desigual ahora en términos de su enfoque mercantilista de la economía, lo corregirá con aranceles y políticas proteccionistas.

Esta lucha se encuentra en el origen de los Estados Unidos y su independencia de Gran Bretaña, porque el Tea Party quería tener los mismos derechos de igualdad y aranceles que Gran Bretaña, siendo económicamente independientes. Esa es la historia de Estados Unidos.

Y Estados Unidos, en opinión de Trump, corre el riesgo de pasar de ser una nación independiente a una provincia del mundo, gobernada por oscuros círculos internacionales ultraliberales, pervertidos, que, como los trumpistas suelen decir ahora, son una élite pedófila. Semejantes acusaciones están respaldadas por numerosos escándalos de orgías secretas, rituales satánicos y abusos de menores entre los principales demócratas. Trump rechaza esta vertiente ética del globalismo, volviendo a la familia y los roles de género tradicionales.

Pero en términos económicos, el liberalismo se encuentra en deconstrucción. Trump está deconstruyendo el sistema globalista estableciendo a Estados Unidos como una entidad independiente de desarrollo económico. Así que está introduciendo cambios, incluyendo aranceles enormes sobre las importaciones de Europa, que para él es un remanente del sistema globalista que ha derrotado y representa tanto un desafío económico como ideológico representado por los demócratas y los neoconservadores. Europa es quizás incluso una amenaza mayor para Trump que Corea del Norte.

La velocidad de las acciones de Trump es impresionante. Es probable que su intención de anexionarse Groenlandia se haga realidad. Decir que Canadá es el Estado número 51 ha provocado una fractura en la sociedad canadiense. Tales declaraciones demuestran un alejamiento del globalismo y de los valores democráticos liberales que reinaban bajo la administración anterior. En quince días Trump ha cambiado el mundo. Europa reaccionará de diferentes maneras: algunos seguirán siendo globalistas, otros volverán al nacionalismo, otros apoyarán a Trump y otros seguirán su propio camino. Este fenómeno puede denominarse «cambio de vibración», un desplazamiento hacia valores conservadores. La vieja agenda – indefinición de los géneros, revoluciones de colores – está perdiendo su atractivo para los jóvenes y los artistas. Hay un regreso del tradicionalismo, de la religión, de los valores familiares tradicionales que fueron dejados a un lado hace 50 años. Ahora uno mira las películas que se hicieron en ese entonces y ve «Hombres y Mujeres», “Amor”. Había, por supuesto, algunas desviaciones, pero siempre eran marginales y, en su mayor parte, era una sociedad sana, vibrante y viva. Ese es el tipo de sociedad que Trump quiere: una sociedad fuerte y sana en la que la gente esté orgullosa de su etnia, género, familia, fe y tradición; en la que la gente no se avergüence de ser blanca, de ser hombre, de ser fuerte, de ser guapa, de tener familias sanas, de ir a la iglesia, de seguir las normas de su sociedad y no deshacer o maldecir su historia, arrepentirse, cambiar de género o dejar de ejercitar su figura. «America First» permite a los estadounidenses ser ellos mismos. Este «cambio de vibración», esta emoción extática, es lo que mueve a muchos. Es como un resorte comprimido que fue comprimido por mucho tiempo y ahora se desdobla inundando el arte y las redes sociales.

Tatiana Ladiaeva (Sputnik): ¿Bastan cuatro años para que se produzca un cambio tan global, para que todo sea diferente y que la gente vuelva a pensar de otra manera?

Aleksandr Dugin: Depende de cómo pasen estos cuatro años. Trump entiende perfectamente que cuatro años es un corto período de tiempo para la realización de sus ambiciosos planes. Su objetivo no es sólo cambiar el rumbo, cambiar las élites y destruir a las organizaciones globalistas como la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional o subir los aranceles. Pretende reformar la educación, la sanidad, la seguridad, la cultura y la arquitectura. Ha pedido la construcción de edificios bellos, rechazando los excesos arquitectónicos posmodernos. Su orden de construir edificios bellos el primer día de su presidencia es una especie de declaración de un nuevo estilo, una vuelta a la estética clásica frente a la fealdad arquitectónica postmoderna. Es una ruptura radical con los patrones establecidos.

A pesar de que Trump tiene poco tiempo cuenta con partidarios, incluidos sus hijos, que atrajeron a los jóvenes. Las estadísticas muestran un cambio significativo en las actitudes de los jóvenes hacia Trump, que han pasado del 51% en su contra en 2020 al 25% actualmente. En consecuencia, Trump ha conseguido cambiar las actitudes de un enorme porcentaje de la juventud estadounidense durante este periodo electoral.

Este es el cambio de vibración, el cambio extático hacia la derecha, como escriben ahora muchos blogueros y periodistas estadounidenses. No se trata sólo de un movimiento hacia la derecha, sino de una vuelta a la normalidad. Musk dijo recientemente que si por «extrema derecha» se entiende a toda la gente normal, entonces estamos frente a una extrema izquierda. La eliminación de la dictadura de la extrema izquierda destruirá también el concepto de «extrema derecha», dejando sólo a la mayoría: la gente normal y cuerda. No se trata de una posición ultraconservadora, sino de una victoria del sentido común, que es una revolución en sí misma, ya que las élites liberales globalistas han emprendido una campaña contra Trump. Trump está restaurando el sentido común y eso le ha ganado apoyos.

Es una revolución del sentido común. El cambio de estado de ánimo, el cambio de vibración, el cambio extático, no es sólo la sustitución de una ideología por otra, sino un rechazo del control mental totalitario de la humanidad por las élites globalistas y un retorno a las normas y principios naturales de sentido común.

Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Pasemos ahora a otro punto importante: las Fuerzas Armadas estadounidenses han recibido el derecho a realizar operaciones militares especiales contra los cárteles de la droga mexicanos. ¿Cuáles cree que serán las consecuencias de esta decisión, cómo actuarán los militares estadounidenses?

Aleksandr Dugin: Bueno, eso también es una noticia increíble. Estados Unidos está lanzando una operación militar especial en sus fronteras que puede desembocar en una posible invasión del territorio del Estado soberano de México en la lucha contra los cárteles de la droga. Trump está descontento con la política de México para combatir la migración ilegal (a través de la cual se llevó a cabo el contrabando de drogas) y ha lanzado una acción militar capitaneada por la Guardia Fronteriza de Estados Unidos. El recién instalado Secretario de Defensa de Trump, Pete Hegseth, anunció el lanzamiento de una operación militar especial, haciendo hincapié en los fundamentos jurídicos necesarios para luchar contra los cárteles de la droga en México.

¿Nos recuerda esto a algo? Nosotros, de forma similar, nos ocupamos de grupos agresivos (en el caso de México, se trata de los cárteles de la droga, en el caso de Ucrania, de grupos ucranianos), cruces de fronteras, tiroteos y uso de la fuerza. La única diferencia son los nombres y las características particulares del conflicto. Con cada día que Trump está en el cargo Estados Unidos entiende cada vez más a Rusia, con la cual tiene un enemigo en común: las fuerzas globalistas. Esto no garantiza un acercamiento inmediato, pero las acciones de Trump están mejorando las relaciones entre nuestros países. Se están enfrentando a sus propios problemas, viendo el mundo desde ángulos parecidos, rechazando la propaganda de lo que Musk llama legacy media (lo que nosotros llamamos «mainstream media»), rechazando sus mentiras y acciones en favor de las potencias, y empezando a construir su propia imagen del mundo.

Imaginemos que Rusia suministrara a los cárteles de la droga mexicanos sistemas de defensa antiaéreos, armas y que junto con China, Irán y Corea del Norte formaran una coalición contra Estados Unidos. ¿Cómo reaccionarían Trump y Hegseth? La situación en Ucrania es similar: Estados Unidos se enfrenta a retos parecidos.

Incluso en la cuestión de los valores tradicionales nosotros somos pioneros, los primeros en volver a los valores familiares tradicionales y al sentido común. Nuestro presidente es un líder fuerte y carismático que goza del apoyo de la mayoría de la población y es un modelo a seguir en este sentido.

Los estadounidenses actúan con brusquedad y rapidez, a diferencia de Rusia, que lo hace con calma y de forma gradual. Se trata de una diferencia psicológica. Pero la dirección de las acciones estadounidenses – cambio del vector de desarrollo, defensa de los intereses nacionales, rechazo de la agenda globalista – es muy similar a la política que Rusia ha seguido.

Espero que esto conduzca a un acercamiento, pero Rusia debe defender su soberanía. Simpatizo más con quienes valoran los valores tradicionales y luchan contra los globalistas que con otros.

lunes, 10 de febrero de 2025

Anotaciones acerca de Donald Trump y la coyuntura política estadounidense

Por Fernando M. García Bielsa

La administración de Donald Trump está haciendo todo lo posible para proyectar poder y una sensación de empuje indetenible en sus primeros días como presidente. Pero a pesar de toda la palabrería, tanto su presidencia como su proyecto político son más frágiles de lo que pueden parecer.

Aunque no me detendré en ello, estimo que el punto de partida debe ser ubicarlo en los rasgos del momento en el cual, inesperadamente, hace una década, salto con éxito a la política y, a la par con ello, atender a los rasgos actuales y dilemas que enfrenta la sociedad estadounidense, dada su paulatina declinación social y como potencia predominante desde hace unos cincuenta años.

En otras palabras, al margen de su figura, el papel y la impronta de Trump en la política estadounidense en los últimos años, su irrupción debe considerarse en base al momento que vive el país, a los cambios que ha experimentado, sus muy serias fracturas sociales y políticas. Este es también un momento de búsqueda – por parte de la elite dominante - de una salida a los desafíos que su decadencia les plantea y de las medidas para contrarrestarla.

Pretender precisar quien es Donald J. Trump, cual es el significado de su emergencia política y hacia donde conducen sus impulsos políticos no es una tarea fácil, aunque no inviable, pese a que partimos de la opinión de que se trata de una personalidad difícil de comprender en su totalidad.

Propongo aquí distanciarnos de algunos de los análisis o descripciones meramente despectivas sobre este personaje, como aquellas apreciaciones basadas en un marcado miedo y angustias, respecto a las posibles acciones del mandatario yanqui.

No basta ni aporta ningunearlo ni maldecirlo. Tampoco es conveniente ni realista sobreestimar esta aparente fuerza y empuje inicial de los que pretende dar muestras. Ha contado escasamente con el respaldo de la mitad de la población adulta estadounidense y las encuestas, que indicaban un sólido comienzo de su mandato, ya van dando señales de pérdida de su popularidad. Es importante reiterar, además, que Trump no tiene detrás de él a la mayoría de los sectores oligárquicos.

No me detendré en temas específicos, ni en juzgar las pretensiones y arrogancia de las medidas con que está comenzando este nuevo mandato, algunas bastante heréticas, abusivas y hasta inconstitucionales. Varias de ellas son simbólicas, y otras como para poner a prueba y forzar los límites legales de su autoridad como Presidente, en una acción que va mucho más allá de lo que los presidentes anteriores han intentado. Otras de ellas con la manifiesta intención de echar atrás casi todas las directivas y acciones del gobierno de Biden. En su mayoría no parecen improvisadas, pero no es probable que todas ellas resulten en cambios tangibles, y algunas no podrán sobrevivir a las batallas legales.

Llamo la atención sobre el titular de un artículo, por estos días, del prestigiado sitio “politico.com”: “Las medidas ejecutivas de Trump tienen más fuerza esta vez, pero muchas son solo poses”. Y también fanfarronadas y amenazas con las que espera obtener concesiones y beneficios. En ciertos casos, después del shock, la negación y la ira, lograr doblegar y sentar a la mesa de negociación, quizás en desventaja, a opositores y a países que son blanco de sus políticas.[1]

El que su figura, sus maneras y sus políticas, incluso sus atroces muestras de insensibilidad, produzcan lógico rechazo, no son una buena base para arribar a buenas conclusiones. Pese a sus ímpetus, como gobierno, obviamente, él no puede mandarse solo, no puede disponer en solitario. Al propio tiempo, al estar al frente de la todavía principal y más agresiva potencia mundial hay que tomarlo en serio.

No pocos han señalado que Trump y su rápida proyección a los primeros planos de la política son expresión, una consecuencia, de la crisis que vive el país: desindustrialización, polarización política, regionalismo exacerbado, comunidades segregadas sin experiencias compartidas, las fracturas económico-sociales, políticas, religiosas y regionales que atraviesan a la sociedad.

Y en el plano internacional, entre otros desafíos: la conformación de un mundo multipolar, la emergencia de varios países que buscan su espacio en el concierto de naciones, el dinámico despliegue global de una China que compite con éxito en los campos del crecimiento, el desarrollo tecnológico, del comercio y de su inserción a lo largo del planeta, y que se empodera también en sus capacidades defensivas.

De momento, el Presidente parece estar en condiciones de llevar adelante su agenda, pero los desarrollos y dificultades en ambos ámbitos de crisis, unido a las contradicciones estructurales al seno de su coalición MAGA (Hacer a Estados Unidos Grande de Nuevo), le plantean un serio desafío.

Son también parte importante del contexto actual las contradicciones entre diversas corrientes del establishment estadounidense y el debate que, ante ello, tiene lugar entre sectores de la elite, cuando el mundo ha estado alejándose de esta era de hegemonía global de Estados Unidos.

Ese es un contexto que Trump aprovechó con habilidad y con marcada capacidad de manipular grandes masas, en una coyuntura en que habían visto deteriorarse sus ingresos, y en la que millones dan muestras de resentimiento y de rechazo a los políticos de Washington y a las elites tradicionales.

El desafío de complacer sustentos oligárquicos y a las bases sociales que lo apoyan

Trump, por su origen, es sin dudas, parte de la oligarquía, de sectores relativamente marginales de esta, pero hay que tener en cuenta que logró acceder a la presidencia en 2017 sin contar con el claro respaldo de lo más rancio e influyente de la elite del poder. Ahora, con este segundo ascenso a la Presidencia, es bien sabido que cuenta, entre otros, con el respaldo de un sector, digamos, de una nueva elite igualmente reaccionaria de supermillonarios prepotentes del sector de las nuevas tecnologías. Pero ¿cómo conciliar esas influencias con una base social en buena medida preterida por el sistema?

No obstante, se puede considerar que el Presidente Trump es como la personificación de un proyecto de elite, alternativo al modelo que está en quiebra hoy en día, pero un proyecto que no se aleja sustantivamente de la naturaleza imperialista del resto de la elite.

Las promesas de campaña y sus declaraciones como presidente electo anuncian, aparentemente, conflictos políticos de todo tipo y guerras comerciales. Sus poses son el resultado de un cálculo y no el simple producto de una personalidad narcisista. Con su exagerada bravuconería ¿se trata en realidad de la inminente ejecución de medidas extremas o busca comenzar toda negociación con las máximas exigencias posibles y alterar el comportamiento de sus contrincantes?[2]

Ciertamente, el mandatario y su equipo parecen favorecer los instrumentos económicos y comerciales, y utilización de estos para sus acciones de presión a nivel internacional, supuestamente por sobre el involucramiento en acciones militares, sin que realmente quiera o pueda lograr detener la ascendencia y enorme poder de la maquinaria militar y sus acólitos sobre la política exterior del imperio.

Volviendo a lo antes dicho. ¿Qué hay detrás de algunas de sus posturas iniciales? Por ejemplo, el Presidente parece no querer priorizar, de momento, los posibles conflictos con Rusia e Irán, que durante mucho tiempo han sido y siguen siendo noticia. Probablemente percibe como particularmente improbable ganar algo de ellos en lo inmediato.

Pero como tiene que dar algo de material a los medios de comunicación y a sus seguidores, está generando en cambio nuevos conflictos, entre ellos en nuestra región, que calcula le podrían resultar ganables. Al propio tiempo, al alienar a sus amigos y vecinos, podría generar reacciones que, a la larga, le resulten costosas o, aún peor, Estados Unidos estaría debilitando una de sus mayores fuentes de influencia y poder internacionales: su pretendido papel como garante del orden global.[3]

Por otra parte, sí parece que su accionar y algunas de sus políticas se insertaran como un factor más en el incremento de la polarización que en todos los sentidos existe y se incrementa en el plano doméstico. Impulsado por el movimiento MAGA, que él encabeza, y por muchos de los sectores disfuncionales que le sirven de base, el presidente Trump, como se dice, “genera ruidos” dentro del sistema, al tiempo que carece de posibilidades o intenciones que permitan superar las muchas fracturas de esa nación, y, por tanto, no es un instrumento que cuente con muy amplio consenso.

Trump necesita mantener legitimidad ante sus propias filas de seguidores, equilibrar las posturas y las expectativas que generó en sus bases populares con respecto a sus acciones desde la presidencia, sin que estas lleguen a ser consideradas una traición entre la abigarrada y contestataria base social que lo ha estado apoyando. ¿Cómo evitar que el estado de ánimo público cansado de la guerra que lo llevó al poder, le envenene lentamente su agenda interna o internacional?.


[1] Uno de los varios libros publicados años atrás bajo la firma o autoría de Trump, es The Art of the Deal (El Arte de la Negociación), de 1987, el cual es bastante revelador.


sábado, 8 de febrero de 2025

Nota Informativa del Comité Provincial del Partido en Cienfuegos

 8 febrero, 2025 5 de Septiembre 


Tiempo de lectura aprox: 24 segundos

El Pleno del Comité Provincial del Partido acordó separar del cargo y de las filas del Partido al compañero José López Zuñet, quien se desempeñaba como miembro de su Buró Ejecutivo, por problemas de actitud ante tareas que le fueron asignadas.

A su vez, el Pleno del Comité Municipal del Partido en Rodas acordó separar del cargo y de las filas del Partido a la compañera Mayré Fornaris Soriano, quien ocupaba la responsabilidad de Primera Secretaria en ese territorio, atendiendo a errores cometidos en el cumplimiento de sus funciones, los cuales afectaron el control a diferentes procesos de la organización política. Además el Buró Provincial designó al compañero Maykel Betancourt Dueñas para dirigir el trabajo del Partido en ese territorio.

miércoles, 5 de febrero de 2025

Un führer de farsa

 

José Blanco, La Jornada

A las 11:19 horas del 1º de octubre de 2018, Donald Trump inició un speech en los jardines de la Casa Blanca, en el que dijo: “Desde hace tiempo sostengo que el NAFTA [TLCAN] fue quizás el peor acuerdo comercial jamás firmado. Desde su adopción, Estados Unidos… perdió enormes cantidades de dinero y… millones de empleos en el sector manufacturero… Es un gran honor para mí anunciar que hemos completado con éxito las negociaciones de un nuevo acuerdo para poner fin al NAFTA… y remplazarlo por un nuevo e increíble acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá, llamado USMCA [T-MEC]”. Los elogios al tratado siguieron en cascada. El pasado sábado decidió aplastar el “increíble” acuerdo a golpazos de arancel. Trump demuestra una vez más que, para él, el Estado de derecho nada significa. El Trump de 2025 está en total desacuerdo con el Trump de 2018.

Lo que Trump llama “pérdidas enormes” es el dinero que los ciudadanos de EEUU pagaron por unos bienes que, si hubieran sido producidos en EEUU, hubieran sido sensiblemente más costosos. Pero, como fueron comprados fuera de EEUU, en su contabilidad nacional aparecen como déficit comercial externo. Y ocurrió, para la irritante sorpresa de Trump, que el USMCA arrojó déficits comerciales mayores que los de su odiado NAFTA.

Como este führer de farsa es corto de entendederas, parece no haberse enterado de que cuando el ahorro interno de EEUU es una cifra inferior a su inversión interna, esa diferencia aparece como un déficit en su balanza de pagos.

Nada que ver con la tontería que expresa Trump al referirse a “países que nos tratan mal”, como lo dijo respecto de Europa a la que se propone “aplicar” aranceles. Los aranceles no puede aplicárselos a otro país, se lo aplica a sus propios ciudadanos, como quizá ha empezado a entender. Esos impuestos, desde luego, también afectan a las economías exportadoras.

En campaña, Trump prometió a sus potenciales electores que EEUU sería el “ganador” en cualquier acuerdo comercial o financiero internacional. Así declaró la guerra económica al planeta. Los demás países debían aceptar complacidos sus decisiones arancelarias y ¡ay de aquellos que se atrevieran a tomar medidas recíprocas!, Trump doblaría la apuesta, dijo, subiendo nuevamente los aranceles, y pateando a la economía internacional.

Como escribiera el economista Michael Hudson, profesor en la Universidad de Misuri: Trump “piensa que la economía estadunidense es como un agujero negro cósmico, es decir, un centro de gravedad capaz de atraer hacia sí todo el dinero y el excedente económico del mundo. Ese es el objetivo explícito de America First… Ya no existe la promesa de que el orden económico patrocinado por la diplomacia estadunidense hará prósperos a otros países. Las ganancias del comercio y la inversión extranjera deben enviarse y concentrarse en Estados Unidos”. Esto debe ser así, porque así debe ser, porque EEUU es excepcional.

EEUU es excepcional en una sola cosa: los abusivos acuerdos de Bretton Woods de 1944 dieron a ese país la ventaja excepcional de convertir su propia moneda en el medio de pago internacional. Debido a esa excepción contraria al resto del mundo, EEUU ha podido generar déficits comerciales continuos desde la década de 1970. Ninguna otra nación puede hacer eso. Pero Trump quiere que eso continúe: “La idea de que los países BRICS están tratando de alejarse del dólar mientras nosotros nos quedamos mirando se acabó… Requerimos el compromiso de estos países de que no crearán una nueva moneda BRICS ni respaldarán ninguna otra moneda para remplazar al poderoso dólar estadounidense”, de lo contrario, “enfrentarán aranceles de 100 por ciento y deberán decir adiós a las ventas en la maravillosa economía estadounidense”. Fue la mejor invitación para comenzar a crear un sistema financiero internacional no abusivo, ni al servicio de nadie. Tiene tanto miedo el mundo que al día siguiente de ese exabrupto trumpiano Rusia autorizó a Argentina, México y otros cinco países “amistosos y neutrales a participar en su mercado de divisas y derivados financieros”. El proyecto de la moneda alternativa para el BRICS aún no ha madurado, pero está en curso. EEUU está haciendo todo lo posible por derribar el sistema que tanto beneficios le ha acarreado.

México se ha topado nuevamente con su irremediable némesis.

Hemos vivido con EEUU una historia de agravios que ninguna nación ha recibido, como empezar esa historia con el robo de la mitad de su territorio. México debe escribir ya su historia de diversificación de fondo de su comercio exterior y sus relaciones financieras. El Plan México debe persistir sin descanso en ese objetivo. Nadie es indispensable. No lo es EEUU. La presidenta Sheinbaum ha logrado exitosamente poner una pausa a la intención de Trump. Nos toca cuidar que, de regresar el brutal ataque trumpiano y provocar una caída del ingreso nacional, ello no afecte a las capas de menores ingresos: por el bien de todos, primero los pobres. Nos toca también avanzar con rapidez en la autosuficiencia alimentaria

sábado, 1 de febrero de 2025

Restablecimiento de una política dura entre Estados Unidos y Cuba

Comunicado de prensa


31 de enero de 2025



En las primeras dos semanas del mandato del presidente Trump, el Departamento de Estado tomó medidas decisivas para rescindir importantes cambios de último momento en la política hacia Cuba anunciados por la administración anterior el 14 de enero.

El Presidente actuó en su primer día en el cargo para mantener a Cuba en la lista de países que no pertenecen a la SST, donde corresponde. El régimen cubano ha apoyado durante mucho tiempo los actos de terrorismo internacional. Exigimos que el régimen ponga fin a su apoyo al terrorismo y deje de proporcionar alimentos, alojamiento y atención médica a asesinos, fabricantes de bombas y secuestradores extranjeros, mientras los cubanos pasan hambre y carecen de acceso a medicamentos básicos.

En una carta del 29 de enero a los comités correspondientes del Congreso, retiré la carta de la administración anterior sobre la Ley LIBERTAD. La administración Trump está comprometida con que los ciudadanos estadounidenses tengan la capacidad de presentar acciones privadas relacionadas con bienes confiscados por el régimen cubano.

El 31 de enero aprobé la nueva creación de la Lista de Entidades Restringidas de Cuba, que prohíbe ciertas transacciones con empresas que estén bajo el control de, o que actúen para o en nombre de, los servicios o el personal represivos militares, de inteligencia o de seguridad de Cuba. El Departamento de Estado está reeditando la Lista de Entidades Restringidas de Cuba para negar recursos a las mismas ramas del régimen cubano que oprimen y vigilan directamente al pueblo cubano mientras controlan grandes sectores de la economía del país. Además de restablecer las entidades que estaban en la lista hasta la última semana de la administración anterior, estamos agregando a Orbit, SA, una empresa de procesamiento de remesas que opera para o en nombre de los militares cubanos.

El Departamento de Estado promueve la rendición de cuentas del régimen cubano por oprimir a su pueblo y rechaza la interferencia maligna de Cuba en las Américas y en todo el mundo. Apoyamos los derechos humanos y las libertades fundamentales del pueblo cubano y exigimos la liberación de todos los presos políticos detenidos injustamente. Nuestra Embajada en La Habana se está reuniendo con las familias de las personas detenidas injustamente, así como con los disidentes, para que sepan que Estados Unidos los apoya incondicionalmente. Mantenemos nuestro compromiso con el pueblo cubano y promovemos la rendición de cuentas por las acciones del régimen cubano.

jueves, 30 de enero de 2025

Terror y política: la estrategia del Armagedón

Una política de amenaza e intimidación, más creíble mientras mayor es la fuerza y los medios del que la proclama, pende sobre los demás como la clásica espada de Damocles.




Una política basada en la amenaza y la intimidación puede ser eficaz, incluso si nunca llega a cumplir lo que presagia. No solo por su efecto disuasivo (en inglés, deterrence) —concepto tan viejo como el arte de la guerra—, sino porque puede provocar preocupación, angustia y crispación en el adversario, lo que le dificulta actuar con ecuanimidad, por temor a consecuencias imprevistas, exponerse a represalias por movimientos que se interpreten como hostiles, encerrarse en un modo defensivo (avivado por la mentalidad de fortaleza sitiada), contribuir a una cautela extrema que tiende a ralentizar o incluso paralizar la toma de decisiones, al prolongar la actitud de wait and see, hasta ver por dónde se definen y llegan a ejecutarse esos malos presagios.

Una política de amenaza e intimidación, más creíble mientras mayor es la fuerza y los medios del que la proclama, pende sobre los demás como la clásica espada de Damocles.

Como apunté, nada de eso, estrictamente hablando, es nuevo en esta plaza.

Durante toda la Guerra Fría, EE. UU. y la URSS se estuvieron amenazando, jugando un peligroso póker nuclear, a cuya apuesta abismal se acercaron de manera extrema en la Crisis de octubre de 1962 en torno a Cuba.

La percepción estadounidense acerca de la amenaza soviética ese año fue tan desorbitada como para creer que una URSS con un poder de fuego atómico 16 veces menor iba a intentar un primer golpe nuclear, usando como pretexto estar defendiendo a su aliado en el Caribe. Ese fue el factor determinante en el origen y escalamiento de la crisis. Si esa espiral hacia el enfrentamiento no hubiera sido cortada por el uso de los poderes presidenciales, y si JFK (y Nikita) se hubieran dejado arrastrar por el consenso de su gabinete, asesores y Estado Mayor Conjunto, seríamos todos un montón de cenizas.

Como sabemos hoy, en el resto de la Guerra fría, después de 1962, nunca se rebasó la loca escalada armamentista, ni se descartó el bluff, el ocultamiento, la unilateralidad, el ultimátum, por encima del diálogo, la cooperación, la búsqueda de entendimiento.

Fíjense si eso de la percepción de amenaza es peligroso, como reacción autoinmune, de un lado y de otro. Y fíjense si eso del poder presidencial (más allá del Congreso, de un lobby derechista, de unos fanáticos ideológicos marcados por la obsesión anticomunista en un mundo donde el comunismo brilla por su ausencia) tiene una importancia decisiva, muy particularmente, en materia de seguridad nacional.

En un artículo anterior en esta columna inventarié las políticas del tándem Trump-Biden hacia Cuba. Terminaba diciendo que las medidas de estrangulamiento habían sido tantas y tan variadas, que era difícil imaginar qué más iban a hacer a partir de enero de 2025. Sin embargo, debería haber añadido: qué más iban a hacer que no les fuera contraproducente.

Digamos, los memos de entendimiento (MOU por sus siglas en inglés), acuerdos y arreglos firmados entre los dos lado, casi todos, intactos, desde la época de Obama y Raúl, podrían revertirse.

Los MOU cubrían seguridad de viajeros y comercio, aplicación y cumplimiento de la ley (fraude, falsificación de pasaportes, lavado de dinero), conservación y manejo de áreas marinas protegidas en el estrecho de la Florida, cooperación en áreas de hidrografía y geodesia para seguridad de la navegación marítima, protección de la fauna silvestre y áreas terrestres, intercambio de registro sísmicos, información meteorológica y climática, vuelos regulares, correo directo.

Los acuerdos preveían la cooperación y respuesta ante derrame de hidrocarburos en el Golfo de México y el Estrecho de la Florida, búsqueda y rescate aéreo y marítimo, cooperación en sanidad animal y vegetal, chequeo y coordinación del acuerdo migratorio firmado en 1994-95, la ratificación de un tratado sobre delimitación de las plataformas continentales en el polígono oriental del Golfo más allá de 200 millas.

Los arreglos se referían a enfrentar coordinadamente el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas y la seguridad del transporte (oficiales de seguridad a bordo de aeronaves).

Otros MOU cubrían cooperación en materia de salud, investigaciones y desarrollo contra el cáncer, hermanamiento de zonas protegidas (Zapata y Everglades).

Algunos expertos-de-las-redes en materia de relaciones señalan que “EE. UU. no necesita nada de Cuba”, y que “es absurdo pensar que necesita las relaciones”. Sin embargo, esta lista de acuerdos, arreglos y MOU que datan de 2014-2017 reflejan una simetría de intereses muy concretos.

Una simple inspección muestra que casi todos atañen de manera directa o indirecta a intereses de seguridad nacional. De esos que no cambian con la coyuntura política ni las administraciones.

Si fuera verdad que Cuba no hizo todo lo que estaba a su alcance para avanzar en negociaciones de estos u otros temas, en particular, el otorgamiento de concesiones a empresas de EE. UU. para invertir o comerciar en Cuba, los hechos posteriores justificarían esta reticencia.

Cuba estaba otorgándole una cuota de confianza a EE. UU. al concertar acuerdos que ni la misma Administración Obama podía garantizar —como se demostró luego—. La tímida flexibilización de algunas regulaciones del bloqueo nunca llegó a permitir créditos bancarios a las operaciones comerciales autorizadas (licencias de venta a alimentos y medicinas); ni facilitó el acceso real del sector privado a apertura de cuentas en bancos de allá, mucho menos a financiamiento; ni redujo la persecución a las transacciones cubanas en el resto del mundo, todo lo contrario; ni redujo la vigilancia sobre filiales naturalizadas en terceros países para comerciar con Cuba; ni siquiera dio un trato especial al capital cubanoamericano para realizar operaciones con la isla, bajo una licencia general, como ocurre con las prerrogativas que los nacidos en Cuba o hijos de cubanos tienen para visitar la tierra natal —al menos, hasta ahora—.

De haberlas adoptado, estas medidas de flexibilización habrían puesto la pelota del lado del Gobierno cubano. Y, sobre todo, habrían creado nexos que propiciaran el surgimiento de un lobby de intereses económicos en oposición al embargo, que habría estado ahí cuando Trump llegara a la Casa Blanca en su primera temporada.

En vez de eso, le hicieron sentir al Gobierno cubano que avanzar en una legislación nacional dirigida a acelerar esos vínculos era como jugar a la ruleta rusa, teniendo en la recámara del revólver una bala ignorada (¿plástica o de plata?): lo que haría Donald Trump, o Hillary Clinton, pocos meses después.

En vez de eso, la Administración Obama se mantuvo arguyendo que no podían flexibilizar más las regulaciones, porque eso sería como abolir la ley Helms-Burton, algo que solo podía hacer el Congreso. Sin embargo, el Departamento de Justicia hubiera podido, digamos, someter a la Corte Suprema la inconstitucionalidad de esa Ley, que numerosos expertos en derecho consideran una aberración, y carente de justificación alguna, ya que, desde 1997, la comunidad de inteligencia y seguridad nacional certificaron que Cuba no era una amenaza para EE. UU.

Con esa espada de Damocles pendiendo sobre su cabeza, Cuba se arriesgó bastante en esos 25 meses del verano de Obama y Raúl. De hecho, la reversión de la política tardó menos de 6 meses en tomar la forma de un Memo presidencial de Seguridad Nacional 5 (NSPM 5) “Fortalecer la política de seguridad nacional de EE. UU. hacia Cuba”. Este negaba el documento que postulaba líneas estratégicas hacia Cuba promulgado por Obama pocas semanas antes de dejar la Casa Blanca, y que se suponía iba a dar continuidad a la política de EE. UU.

La base de este NSPM 5 ponía por delante el fomento de la democracia, la libertad y los derechos humanos en Cuba, así como promover las empresas privadas. Con ese fin, priorizaba la canalización de medios fuera del alcance de las instituciones cubanas, dirigido a respaldar las organizaciones antigobierno aquí, y en espacial, las apalencadas en Miami. Todo eso justificado en la represión de las protestas y el libre culto religioso supuestamente practicado por el Gobierno de Cuba.

Solo como ayuda memoria: el NSPM 5 no se movió un milímetro, ni siquiera cuando, menos de dos años después, se aprobó una nueva Constitución, cuyo artículo 56 preconizaba el derecho a reunión, manifestación pública y asociación; y establecía bases para los negocios privados insólitas en más de medio siglo.

Si hiciera falta más evidencia de que los acuerdos sobre cooperación con EE. UU. padecen de extrema volatilidad, no importa el partido en el poder ni lo que Cuba haga o no, el tándem Trump-Biden practicó todo el tiempo la política de cambio de régimen. Si se revisa la conducta pública de la Embajada estadounidense en La Habana entre fines de 2020 y julio de 2021, se verá que era la misma desde antes de las protestas del 11J.

Sin embargo, durante este periodo de dos Administraciones ocurrió exactamente lo contrario del leitmotiv “Cuba-no-hace-lo-que-tiene-que-hacer-para-contribuir-a-mejorar-las-relaciones-con-EE. UU”. El caso de los 23 acuerdos heredados de la Administración Obama es un perfecto ejemplo. Como apunté, la parte estadounidense fue respondiendo cada vez menos al contenido de esos acuerdos, a pesar de que no fueron cancelados, pues los encuentros bilaterales a su amparo fueron languideciendo, quedando como en hibernación la mayoría. De manera que, si se abolieran ahora mismo, no cambiaría nada en términos prácticos.

Curiosamente, lo que nunca se menciona es que Cuba no ha dejado de cumplirlos.

Los encuentros de coordinación entre Tropas Guardafronteras (TGF) y el Servicio de Guardacostas (SGC), por ejemplo, se han mantenido hasta finales de la administración Biden. Según refieren expertos, “se han realizado (11) Encuentros Técnicos TGF-SGC, donde se han abordado temáticas como el enfrentamiento al narcotráfico internacional y la emigración ilegal por la vía marítima, la coordinación de operaciones de búsqueda y salvamento marítimo, intercambios en materia de seguridad portuaria, y la coordinación de respuesta a derrames de hidrocarburos en el Estrecho de la Florida”.

Sin embargo, aunque las contrapartes cubanas siguen ajustándose a los términos de los acuerdos y arreglos de 2015-2017, la mayoría de las otras agencias involucradas (Seguridad Nacional, Justicia, DEA, FBI, ICE) han dejado de responder, en muchos casos desde la primera administración Trump. Los informes que Cuba ha seguido compartiendo abarcan datos de inteligencia y acciones unilaterales, así como propuestas de coordinación, referidas a temas tan sensibles como enfrentar ciberdelitos, terrorismo, tráfico de drogas, lavado de activos y otros actos ilícitos, asistencia judicial en materia penal, trata de personas. Obviamente, la actitud del alto mando de la Casa Blanca hacia Cuba ha marcado este retraimiento de las agencias que antes mantuvieron una estrecha colaboración con la isla.

Ahora bien, la cancelación de los MOU, acuerdos y arreglos de la era Obama-Raúl podría impedir que esas agencias recibieran una información sobre temas de alta sensibilidad, incluso sin reciprocidad. Tratándose de asuntos de seguridad nacional, mantener ese vínculo sigue siendo de interés para ambas partes; perderlo podría perjudicarlos a ellos más que a Cuba.

¿Qué otra cosa nueva puede sacar de su arsenal la Administración Trump 2.0?

En el Norte hay una frase medio enigmática, que dice chickens come home to roost, literalmente, “los pollos vuelven al gallinero”. Significa que las malas acciones terminan afectando a los pollos del gallinero de uno.

Pues claro que este Gobierno puede suspender las remesas, cancelar los vuelos regulares, trancarles los viajes a Cuba a los que entraron allá como asilados políticos. Todo lo cual sería problemático para muchos cubanos, incluidos quienes votaron o simpatizan con Trump y sus acólitos.

Dado que la política de deportaciones no parece otorgarles privilegios a los nacidos en Cuba, los deportables podrían abarcar no solo a presos, delincuentes, sujetos a procesos judiciales, paroles, u otros sin residencia legal permanente. Digamos, a quienes alguna vez fueron empleados gubernamentales, funcionarios, miembros del PCC y la UJC, del Minint o el Minfar, tuvieron cargos en los CDR, la FEU, la CTC, y cualquier otra organización. A quienes trabajaron en los medios de comunicación oficiales, fueron miembros de las organizaciones de artistas, escritores, periodistas; o actuaron en actos ante figuras del Gobierno y el PCC, o en instituciones y espacios oficiales, incluida la mismísima Plaza de la Revolución.

Si esa política de castigo, amplificada en grado de venganza ideológica contra todos los que “congeniaron con el castrismo”, se aplicara de verdad, como diría un guajiro amigo mío, “créanme que la cosa se va a poner mala, no solo para este gallinero, sino para aquel de allá”.

Observadores del panorama político con quienes converso dicen que esos cubanos afectados por medidas tan drásticas nunca se atreverían a oponerse en público al Gobierno de Trump, ni a salir a la calle en protesta. Supongo que tienen razón. Ellos dicen que eso se debe a que se han acostumbrado a estar callados aquí, a no expresar sus desavenencias con el Gobierno, a resignarse o a “escapar” en modos informales de sobrevivencia.

Confieso que no conozco a cubanos tan silentes aquí, pero concuerdo en que desafiar lo “políticamente correcto” allá podría ser menos probable. Porque esa mayoría, más silenciosa allá que aquí, está hoy respondiendo a un patrón de asimilación imperante de aquel lado: el de una cubanidad ideológicamente intransigente. Aculturación, le llaman los antropólogos.

Sin embargo, hay otras formas de expresión política, más ligadas a las conductas personales que a los discursos. Digamos, el voto en contra de políticos locales que apoyan las medidas que los perjudican a ellos y a sus familiares. Además de violarlas, como ha ocurrido antes. Puesto que, según la experiencia de estos años, cuando se trata de proteger a la familia, el temor al castigo es mucho menos disuasivo.

Para algunos observadores, las brujas de este relato de horror son los políticos estadounidenses Rubio y Claver-Carone, que nunca han puesto los pies en Cuba. Ellos podrían presionar para romper el acuerdo migratorio, a contrapelo de la política de Trump en su primer mandato. Si lo hicieran, se pondría fin al mecanismo de la cooperación en búsqueda y rescate de migrantes y persecución del tráfico de drogas en el Caribe. Pero, sobre todo, se crearía un problema adicional: no poder negociar con el Gobierno cubano la deportación de sus nacionales. Como se sabe, amenazar con subirles los aranceles a los productos cubanos en EE. UU., no tiene sentido, porque ya tenemos un bloqueo.

Finalmente, colocar a Cuba en el contexto de las políticas de EE. UU hacia América Latina y el Caribe permite ponderar mejor lo posible y lo real.

Estás medidas dramáticas de los primeros 100 días, digamos, las deportaciones, pueden resultar eficaces en el corto plazo. Ahora bien, ¿qué pasará con todos aquellos que hoy están siendo deportados a Colombia, México, Venezuela…? ¿Se estarán quietos o tratarán de cruzar la frontera una y otra vez? Según revela la experiencia, la cosa no es tan simple.


Migrantes hacen fila en una estación migratoria este lunes, en Tapachula (México). Cientos de migrantes saturaron las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en la frontera sur de México tras las nuevas medidas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que les impedirían avanzar a ese país. Foto: EFE/ Juan Manuel Blanco

En estos tiempos de Armagedón, me imagino a un gran estadista y estratega acostumbrado a mirar el mundo, especialmente nuestra región, contando con la hostilidad de un enemigo formidable. Como un maestro de ajedrez, sin subestimar las amenazas del otro, ni dejarse arrastrar por sus desplantes, calcularía las consecuencias posibles de esas medidas de fuerza, basadas en su poder real, así como en su ilusión de omnipotencia.

Seguramente, Fidel Castro estaría anticipando las variantes en el juego del otro, listo para lidiar con las debilidades de su excesiva confianza. Y, como solía, especialmente bajo condiciones de mal tiempo, estaría tejiendo alianzas ante el enemigo común, sin requisitos ideológicos ni exclusiones partidarias, del lado de acá, y también del lado de allá.

Así como sin dejarse provocar o ensordecer —diría el poeta— por las “voces que presagian la guerra”.
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