"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 1 de marzo de 2019

El explosivo relato de Cohen agita el debate sobre el ‘impeachment’ de Trump

El testimonio del exabogado en el Congreso obliga a los demócratas a conjugar las ansias por destituir al presidente con el pragmatismo de esperar a las conclusiones de Mueller



Michael Cohen, antiguo abogado personal de Donald Trump, al termino de su testimonio en el Congreso, ayer miércoles. MANDEL NGAN AFP


“La fe es subir el primer escalón, incluso cuando no ves la escalera completa”. En el arranque de una jornada histórica en Washington, Elijah Cummings, presidente del Comité del Congreso que el miércoles interrogó a Michael Cohen, recurrió a Martin Luther King para encomiar el paso que había dado el exabogado de Donald Trump de traicionar al jefe al que sirvió fielmente durante diez años. Pero sus palabras, vistas en retrospectiva, ilustran también el dilema al que se enfrentan los compañeros demócratas del propio Cummings: el testimonio de Cohen alimentará la fe de aquellos que quieren dar cuanto antes el primer paso hacia el impeachment del presidente; pero los más pragmáticos advertirán de que la escalera completa, al menos de momento, no se ve.

La importancia del testimonio de Cohen, más que en el detalle de las acusaciones, estuvo en la descripción de primerísima mano de la manera de actuar del presidente, un asombroso relato de un proceder cuasimafioso, que funciona como poderoso complemento a la más técnica labor de los fiscales federales que lo investigan. Su gran debilidad: Cohen es un acreditado mentiroso, que ingresará en prisión, entre otros cargos, por haber faltado a la verdad precisamente en la institución ante la que compareció el miércoles.

El testimonio de Cohen entraña un desafío para los demócratas. Su recién estrenada mayoría les permite utilizar los recursos del Congreso para investigar al presidente, como se vio el miércoles. Pero el elemento más sensible, el que más amenaza la cohesión de la heterodoxa bancada demócrata surgida de las legislativas de noviembre, es el debate sobre la conveniencia o no de iniciar un impeachment o proceso de destitución del presidente, cuya iniciativa corresponde a la Cámara de Representantes.

La Constitución asigna a la Cámara baja la competencia para iniciar, por mayoría simple, el impeachment para destituir al presidente por “traición, soborno u otros delitos y faltas graves”. Después, se celebra un juicio en el Senado que decide, por mayoría de dos tercios, si condena y destituye al comandante en jefe.

Nancy Pelosi, astuta presidenta de la Cámara de Representantes, ha logrado hasta la fecha neutralizar el debate entre los moderados, elegidos en distritos más conservadores, y los izquierdistas ansiosos por, en palabras de la joven congresista Rashida Tlaib, “destituir a ese cabronazo”. La pregunta, después del testimonio de Cohen, es cuánto tiempo más podrá silenciarlo.

“No he visto ni una palabra de ella”, aseguró Pelosi, cuando los periodistas le preguntaron sobre la comparecencia de Cohen. “Déjenme que les diga algo. Me importan mucho más las malas políticas de Donald Trump que su mala personalidad”, añadió.

Los más moderados saben que el impeachment difícilmente prosperará en el Senado, de cuyos 100 escaños los republicanos ocupan 53. Y temen que emprender un proceso condenado al fracaso alimente la imagen de un Partido Demócrata radical, que tanto le gusta explotar al presidente, y que eso les pase factura entre el electorado centrista que ven necesario atraer para ganar las elecciones de 2020.


En vídeo, la respuesta de Trump a las declaraciones de Michael Cohen. VÍDEO: REUTERS-QUALITY

La estrategia del liderazgo demócrata es contener las ansias de los más indignados y esperar a los resultados de la investigación del fiscal especial Robert Mueller, cuya conclusión es inminente. “Déjenme que lo repita: necesitamos esperar al informe de Mueller y ver qué dice”, explicó a los periodistas el líder de la mayoría demócrata, Steny Hoyer. Mover ficha antes de conocer las conclusiones del fiscal especial, sostienen los líderes demócratas, sería un suicidio electoral.

Pero el testimonio de Cohen fue poderoso. Además, aportó un cheque, firmado por el presidente, con el que asegura que este le reembolsó el pago que había realizado a una actriz porno para silenciar una supuesta aventura extramatrimonial de Trump, y que podría implicar al presidente en un delito de financiación ilícita de campaña. La presión del sector izquierdista para proceder con el impeachment crecerá. Aunque la propia congresista Alexandria Ocasio-Cortez, que dijo en una entrevista con Rolling Stone publicada el mismo miércoles que “sin duda” votaría por destituir a Trump, se mostró cauta a la salida de la comparecencia de Cohen. “Los documentos nos han sido entregados esta mañana, necesitamos examinarlos”, dijo.

La historia da la razón a quienes piden paciencia: hasta la fecha, solo dos presidentes han sufrido un proceso de impeachment: Andrew Johnson en 1868 y, 130 años después, Bill Clinton. En ambas ocasiones, la Cámara de Representantes aprobó formalmente las acusaciones pero el Senado rechazó condenar y destituir. Pero hay otro escenario posible: en 1974, tras el escándalo del Watergate, la Cámara baja también inició los trámites para destituir a Richard Nixon y, antes de que pudiera votar, el presidente dimitió.

La realidad es que, para que un proceso de destitución prospere, los demócratas necesitan convencer a algunos senadores republicanos. Y si las conclusiones de los dos años de investigación de Mueller son suficientemente contundentes, como ya advirtió Pelosi, lo serán tanto para los demócratas como para los republicanos. Sería difícil, para los menos fanáticos de Trump, defender que conspirar con Moscú para ganar las elecciones o tratar de obstruir la justicia no constituye el “delito o falta grave” del que habla la Constitución.

Además de la investigación de Mueller, la recién estrenada mayoría otorga a los demócratas la posibilidad de escrutar desde la Cámara de Representantes la Administración de Trump y sus negocios y finanzas personales. Todo lo cual contribuirá a elaborar los argumentos para un eventual impeachment. El testimonio de Cohen es, volviendo a las palabras del reverendo King, solo el “primer escalón”. Nadie ve aún la escalera completa.

El presidente Trump, que se encontraba en la cumbre con el norcoreano Kim Jong-un en Vietnam mientras Michael Cohen testificaba en Washington, arremetió contra la credibilidad de su exabogado, tal como hicieron los congresistas republicanos durante la comparecencia. “Mintió mucho”, dijo Trump, pero destacó que en lo único que no mintió fue en que no hubo conspiración con Rusia. Lo cierto es que el exabogado no negó que su antiguo jefe o su campaña conspirasen con Rusia: dijo que no tenía pruebas de que lo hicieran. Cohen, en uno de los momentos más graves de su testimonio, se dirigió a los legisladores republicanos para advertirles de los riesgos de defender a Trump. “Soy responsable de vuestra estupidez porque yo hice durante diez años lo mismo que hacéis ahora vosotros”, dijo. “Solo puedo prevenir a la gente: quienes sigan ciegamente al señor Trump como yo hice, sufrirán las mismas consecuencias que sufro yo ahora”.

Cuba dijo Sí, alto y claro

El 86, 85 % de los electores que depositaron su boleta en las urnas el domingo 24 de febrero –día de aliento mambí– dijo Sí a la nueva Constitución y, con ello, 6 816 169 cubanos patentizaron su apoyo a un proyecto de país que apuesta por el socialismo, el respeto a los derechos, y la inclusión; o, lo que resume todo ello, a la dignidad plena de su gente



1 de marzo de 2019 01:03:08

Foto: José Manuel Correa


El 86, 85 % de los electores que depositaron su boleta en las urnas el domingo 24 de febrero –día de aliento mambí– dijo Sí a la nueva Constitución y, con ello, 6 816 169 cubanos patentizaron su apoyo a un proyecto de país que apuesta por el socialismo, el respeto a los derechos, y la inclusión; o, lo que resume todo ello, a la dignidad plena de su gente.

Este respaldo, indudablemente masivo, a un proceso de naturaleza popular, que convirtió a cada habitante en constituyente, adquiere resonancias mayores en el contexto internacional en extremo adverso, donde los imperialistas de siempre, con sus tambores que llaman a la guerra, anuncian el fin de todas las utopías.

Pero la Isla, con 150 años de luchas a sus espaldas, no está dispuesta a doblar la cerviz ante los designios de los «amos del mundo», y apuesta por la soberanía, a pesar de las presiones que vienen en forma de bloqueo económico, financiero y comercial; noticias falsas, amenazas directas o proyectos subversivos. El referendo constitucional, la amplia participación de los votantes, y los resultados, así lo demuestran.

Unidad, conciencia ciudadana, cultura jurídica, reafirmación revolucionaria… son saldos que deja el proceso de reforma constitucional; una vivencia que no terminará para la nación con la proclamación de la nueva y de vanguardia Carta Magna.

Comenzará después el reto tremendo de ajustar las leyes a sus esencias, de instrumentar, actuar y, sobre todo, respetar la letra constitucional, que es sagrada. Que se ponga en práctica cada enunciado, ese es el desafío, uno sobre el que nos alertó Fidel y que se ha asumido en esta ocasión como eje central para pensar la Ley Fundamental de la República.

Con todos y para el bien de todos, para cada ciudadano de Cuba, independientemente de cuál haya sido su voto, será el país resultante de este Sí, uno cada día mejor, siempre en Revolución, donde convivan la voluntad de cambiar lo que deba ser cambiado y la fe en el mejoramiento humano. (Redacción Nacional)

Luego de que la Comisión Electoral Nacional anunciara que fue ratificada la nueva Constitución de la República de Cuba, por el voto favorable de la mayoría de los ciudadanos con derecho electoral, en Referendo convocado para el 24 de febrero de 2019, se inició el proceso de validación de los resultados, tanto en Cuba como en el exterior.
Foto: Granma



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