"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

martes, 4 de febrero de 2014

Cuba,la Actualización del Modelo. Balance y perspectiva de la transición socialista III.


III. Los actores sociales en la transición

Demografía del cambio social

Los indicadores demográficos transitan en paralelo con los del desarrollo social. Entre los que recogen la situación actual, los principales son las muy bajas tasas de natalidad y mortalidad, y el saldo migratorio externo. Su efecto combinado ha dado lugar en varios años recientes a un decrecimiento absoluto de la población, que ha envejecido. A diferencia de otros países subdesarrollados, estos indicadores resultan más bien homogéneos para las diferentes regiones de la Isla.

El resultado ha sido que Cuba concluyó su transición demográfica —proceso ocurrido en los países del Norte a lo largo de doscientos años, en paralelo con el desarrollo socioeconómico—, en un período de ochenta años, sin una acumulación económica paralela.

Desde 1978, las mujeres cubanas dejaron de reproducirse a sí mismas.

Actualmente, solo tienen 0,86 hijas hembras, lo que no garantiza la reposición de la población. Los factores influyentes son: 1) desde antes de 1959 Cuba estaba por debajo de la tasa de natalidad promedio en la región; 2) la mayor participación de las mujeres en la vida laboral y social en general; 3) el mayor nivel educacional de las mujeres. Otro factor incidente es la escasez de viviendas.

En el envejecimiento (más de 18% sobre 60 años) influye, además, la menor tasa de mortalidad y la mayor esperanza de vida al nacer (78,6 en total; 76 para hombres, 80 para mujeres).

Nueve de las quince provincias emiten migrantes internos, sobre todo las orientales hacia la capital. Aunque la tendencia creciente a la emigración externa empieza en 1930, se agudiza en 1959, y hoy asciende a 33 000-35 000 anuales. Su composición, causas y destino se han diversificado. Las redes familiares tienen un papel decisivo. La presencia de jóvenes ha crecido, así como de mujeres (50%), lo que incide en la dinámica poblacional baja.

La proporción de mayores de 60 y menores de 18 en el total de la población son muy similares. Así, las condiciones para el remplazo de la fuerza laboral disminuyen. La edad promedio es de 38 (hombres) y 39,4 (mujeres). Las provincias más envejecidas son La Habana, Sancti Spíritus y Villa Clara; las menos, Holguín y Guantánamo.

Cuba no alcanzará los doce millones de habitantes. Su situación demográfica es la de un país desarrollado, con el nivel socioeconómico de un país en vías de desarrollo. Esta situación se pronosticó por los demógrafos desde los 80, sin que se tomara conciencia ni medidas por parte de las instituciones de gobierno.

En cuanto a la familia, se está produciendo una reducción del tamaño (3,4 personas por núcleo). El envejecimiento incide en una mayor demanda de atención a personas mayores, lo que impacta en el retiro temprano de la actividad laboral de las mujeres, dado el déficit en este servicio.

La pérdida de población, sobre todo en las provincias orientales, por el flujo migratorio interno, debe ser objeto de una política particular.

Grupos sociales: percepciones y dinámicas
Percepciones

El estudio de cuatro grupos sociales (obreros, intelectuales, cuentapropistas y dirigentes) revela expresión de identidades sociales diferenciadas.

Se define a los dirigentes por su acceso a recursos, medios de poder, que les permiten mejores condiciones de vida. La percepción prevaleciente caracteriza como dirigentes solo a los de nivel más alto en las estructuras gubernamentales, políticas y militares, no a los de niveles intermedios y bajos (aunque se clasifiquen así por su categoría laboral).

Se considera que la principal desventaja de los dirigentes consiste en ser blanco de la mirada de los otros, y la posibilidad de perder su estatus en cualquier momento.

El grupo más diverso es el de los intelectuales: académicos, científicos, artistas y otros profesionales. Su prominencia social se atribuye a su imagen, a su cultura y educación, no a su poder económico.

Los cuentapropistas se definen esencialmente por su condición laboral independiente, ser creativos, eficientes, pero también vulgares y con poca cultura.

Los obreros se caracterizan por su no acceso a los otros grupos, por razones de edad, nivel educacional o capacitación y por sus condiciones de vida con grandes necesidades, razón por la cual no resulta un grupo al que se desea pertenecer.

De todos, el menos apreciado es el cuentapropista. Se le percibe con bajo nivel educacional, y tendencia a una conducta arrogante, derivada de su ingreso más alto.

Se empareja a los dirigentes y los intelectuales, por el rasgo común de no producir cosas útiles; por oposición a los obreros y cuentapropistas, que se la pasan trabajando.

Los dirigentes aprecian en los intelectuales la capacidad para identificar y entender problemas, pero les atribuyen una tendencia a ser conflictivos y no prestarse fácilmente al diálogo.

Los intelectuales perciben a los dirigentes como capaces de dialogar, pero no siempre dispuestos a hacerlo. Dirigentes e intelectuales perciben a los cuentapropistas como «obreros con dinero», y aprecian como su única ventaja el nivel económico más alto.

Dinámicas de los grupos

Las principales variables que determinan la homogeneidad y la identidad de los cuatro grupos se relacionan con su acceso al poder político y económico. Internamente, cada uno se diferencia por estratos jerárquicos.

Según el estereotipo establecido, la escala jerárquica sería: dirigentes, cuentapropistas, intelectuales y obreros; sin embargo, teniendo en cuenta el acceso al poder, pertenencia al sector estatal, mixto o privado, quedarían arriba los dirigentes altos (ministerios, organismos políticos, jefes militares), cuentapropistas con negocios más lucrativos, obreros que trabajan para el turismo e intelectuales de más prestigio.

Según el estudio realizado, todos los grupos ofrecen una visión presentista e incertidumbre sobre el futuro, con proyectos débilmente estructurados, y no se identifican líderes en ningún grupo (no solo con poder, sino con autoridad), falta de autoapreciación en capacidad de acción ciudadana e influencia en la transformación de la sociedad.

La iniciativa sobre los cambios se coloca en el Estado. Se reconoce la existencia de espacios para expresar opinión, pero en torno a agendas que se definen casi siempre desde arriba. Se aprecia la apertura al debate, pero establecido desde arriba, por una dirigencia en su mayor parte no apta para producir cambios.

A pesar de que tanto desde el discurso político como desde percepciones sociales, se deposita en los cuentapropistas cierta perspectiva de desarrollo económico; se pasa por alto la alta heterogeneidad que se está produciendo en este grupo; nuevos modos de relación intragrupales diferenciados básicamente por el rol de jefe (dueño) y subordinado; acríticas relaciones de explotación y, en su mayoría, falta de responsabilidad y compromiso social.

El sector trabajo

Antes de la crisis del Período especial, el Estado era el mayor empleador y técnicamente existía pleno empleo, aunque con un nivel apreciable de subempleo. Como consecuencia de la crisis y de las políticas para enfrentarla, ocurrieron transformaciones económicas que impactaron fuertemente en la estructura socioclasista. Los cambios demográficos han reducido la población económicamente activa (PEA). Dentro de veinte años, solo la tercera parte de la población formará parte de esa PEA. La estructura social en transición, quedará configurada según quede conformado el sistema económico.

La situación laboral se caracteriza por la multiespacialidad económica, determinada por la coexistencia de espacios económico-laborales bien diferenciados atendiendo a la forma de propiedad o de gestión, tecnologías, salarios y condiciones de trabajo.

En el sector no estatal agrícola, coexisten cooperativas de distinto tipo, entre ellas las Unidades Básicas de Producción Cooperativa ( UBPC),formadas por antiguos obreros agrícolas convertidos en usufructuarios gratuitos de la tierra y dueños de medios de producción, y los pequeños agricultores. Esta fuerza laboral a veces no encuentra relevo; a menudo las mujeres tienen que hacerse cargo.

En el sector estatal, se identifica un segmento «tradicional» (con recursos escasos) y otro «reanimado» (con recursos en divisas).

En el mixto, la inversión extranjera crea condiciones salariales y de trabajo diferenciadas.

Finalmente, se encuentra la economía sumergida, sobre la cual no existen estadísticas. Tampoco hay datos en el caso de determinados grupos, como el de los jornaleros temporales en la agricultura, cuya presencia en la producción privada es considerable.

La presencia de tipos de modalidad (estatal y mixta) en un mismo sector, hace que empresas dedicadas a lo mismo (por ejemplo, el níquel) funcionen con tecnologías, salarios y condiciones de trabajo muy distintas.

El proceso se caracteriza por la emergencia de nuevos actores socioocupacionales, con grandes diferencias internas. Los cuentapropistas son un grupo heterogéneo, que incluye los siguientes estratos: 1) sobrevivencia (vendedores de maní, empleados domésticos), 2) trabajadores autónomos, 3) pequeños empresarios (con la presencia de patronos y asalariados).

Han aumentado los trabajadores por cuenta propia, pero sobre todo vinculados a servicios, no a industria. Este fenómeno corresponde con la tendencia a la terciarización de la economía cubana en torno al eje del turismo, ampliación de servicios educacionales y de salud.

La restructuración de las grandes empresas estatales en torno a nuevos ejes (ej. Azcuba y la unión de empresas biotecnológicas y farmacéuticas) impacta sobre el ordenamiento de la fuerza de trabajo.

Una política central de la Actualización ha sido la separación entre funciones estatales y empresariales de manera que los ministerios dejen de tener funciones administrativas, sino solo de control.

El control adolece de no estar integrado orgánicamente a la actividad empresarial, se ejerce desde fuera, mediante mecanismos ajenos a su funcionamiento. Esté énfasis impuesto desde fuera, tiende a darle más relieve al control que a la propia actividad productiva empresarial.

Género en el cambio social y económico

Las mujeres se hallan mayoritariamente empleadas en el sector estatal.

Son 66% de la fuerza de trabajo calificada; la mayoría en sector de servicios (educación, salud, servicios profesionales, finanzas, seguros); más de 70% del sector jurídico (jueces, fiscales).

La ampliación del sector no estatal y la reducción del sector estatal administrativo y de servicios, debe afectar a las mujeres. Sin embargo, hasta ahora la mayoría de la reducción de empleo estatal ha incidido más entre los hombres. Del total de trabajadores estatales que han sido declarados «disponibles», 33% son mujeres.

Lo que ha protegido a las mujeres ha sido su nivel educacional y profesional.

Por cada hombre en actividad profesional, hay cuatro mujeres.

Pero ellos son mayoría en el sector primario y secundario, donde más se ha fomentado el trabajo por cuenta propia. La presencia femenina en este sector tiende a ocurrir en roles que reproducen el trabajo doméstico.

La mayoría de las ocupaciones por cuenta propia legalizadas no se avienen al perfil y la formación profesional de las mujeres ni exigen un nivel de conocimiento.

La mayoría de las trabajadoras por cuenta propia (TCP), además del negocio de los paladares y venta de alimentos, se ocupan en el sector de «casas particulares» (rentas de habitaciones). Pero solo 29% de las TCP son mujeres (2012). La protección de la seguridad social a las mujeres en este sector incluye el derecho a la licencia de maternidad, así como la acreditación de esta actividad en el conteo de su tiempo para jubilación.

Las mujeres con título de usufructo de tierra son una minoría (12%), estas incluyen a aquellas que lo poseen para incrementar la extensión de tierra disponible en usufructo de sus esposos. Aunque en muchos casos no cultivan la tierra, organizan y dirigen el proceso productivo.

Nada de esto disminuye la doble carga de trabajo femenino, en la actividad laboral y en el hogar. La demanda de servicios de atención a personas mayores presiona especialmente sobre la permanencia de estas en el trabajo. El TPC debería incluir microempresas que, con formato de cooperativas, pudieran suministrar estos servicios.

El impacto de los cambios sobre la familia es fundamental. Con la ampliación del TCP, las familias pasan de unidades de consumo a productivas.

A pesar de la sobrecarga a que se ven sometidas las mujeres y su subrepresentación en los niveles más altos de dirección, el número de mujeres dirigentes se ha incrementado. (La proporción actual de mujeres en la categoría de dirigentes es del46%.)

Debate: diferenciación, políticas hacia la emigración y hacia los nuevos actores sociales

• El discurso político y social debería asumir la emergencia de grupos o clases sociales diferentes, como un rasgo permanente del nuevo modelo.

• En cuanto a la movilidad social, la educación dejó de tener el papel que jugaba en la promoción social, como resultado de la crisis: inversión de la pirámide, migración de trabajadores calificados a empleos mejor remunerados (empleados de turismo, taxistas).

• En el caso de los dirigentes cubanos, estos no suelen migrar a cargos en sector no estatal, sino en empresas mixtas. Este paso les hace cambiar de actitud respecto a la necesidad de legislar a favor de los cambios. Este proceso incide en la restratificación social y el consenso político.

• La nueva situación demográfica plantearía la necesidad de una reformulación política sobre el status jurídico de los cubanos emigrados, que les permitiera reintegrarse y participar en los cambios económicos.

• Aunque los documentos y el discurso de la Actualización enfatizan la importancia del modelo cooperativo, lo que está ocurriendo es que crecen más los negocios privados (incluso el esquema de empleados que trabajan para un dueño) que las cooperativas (autorizadas fuera del sector agrícola, y aún de forma experimental, mucho después que el TCP). Este proceso incide en la formación de una nueva clase de trabajadores asalariados, que no son empleados públicos, y genera nuevas relaciones sociales. En el Período especial, paradójicamente, crecieron en términos relativos los trabajadores administrativos.

• La nueva situación demográfica plantearía la posibilidad de cierta forma de inmigración laboral, que importara fuerza de trabajo deficitaria en determinados sectores.

Una medida • clave para fomentar el desarrollo, y una necesidad para prever políticas que compensen la creciente brecha de desigualdad, es poder contar con un retrato preciso sobre la concentración del ingreso, y la brecha entre los percentiles más altos y más bajos. Estos datos se mantienen clasificados.

• La política declarada hacia una mayor descentralización está acompañada, sin embargo, de un proceso paralelo de reconcentración, sobre todo en el sector empresarial estatal, donde surgen nuevos conglomerados, que contradicen el concepto básico, la eficacia del

control abajo arriba, la toma de decisiones colectiva y la participación de los trabajadores, que acompañan el principio de la descentralización.

• En ausencia de una ley que regule la actividad privada (sustituida hasta ahora por un decreto que lista las ocupaciones y los perfiles laborales permitidos en el sector no estatal), una política que no proteja a los cuentapropistas más débiles (cuya tasa de mortalidad es alta) en la competencia con los más fuertes (empresarios) puede facilitar condiciones cuasi-oligopólicas, donde los fuertes controlan el mercado, la oferta y los precios.

• En términos comparativos, la dirigencia estatal y política de la etapa de la Actualización ya abarca a cuadros con mayor nivel educacional, a más mujeres, jóvenes y negros —aunque todavía no en la representación adecuada.

• Si se midiera la presencia de la clase media en Cuba en términos de nivel educacional, perfil ocupacional, propiedad de la vivienda, capacidad de generar proyectos autónomos, resultaría alta, y convergente con la tendencia que puede verse en otros países de la región —aunque deficitaria en niveles de ingreso y consumo.

• Estadísticas incompletas o deficientes pueden no estar reflejando el comportamiento real de la economía. Por ejemplo, el ingreso por turista no recoge lo que este consume en espacios no estatales, sino solo en hoteles; las cifras de la producción agrícola en el sector no estatal también resultan dudosas, pues el supuesto descenso reciente (8%) no se aprecia en el nivel de suministro a las redes urbanas de comercio minorista.

• La problemática generacional se plantea sobre todo en los grupos de dirigentes e intelectuales —no así en el resto. En ambos grupos, la cuestión se expresa en la disposición de los viejos a compartir con los más jóvenes el espacio de poder alcanzado.

• La preocupación común de todos los grupos sociales es la situación material (ingreso, consumo, vivienda, etc.), y en segundo lugar, los problemas del sistema político. En todos se expresa la inquietud sobre el predominio de la lógica de tener, por encima de la de los valores.(Continuará).

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