Jorge Pérez, el desarrollador urbano y mecenas que dio su nombre al Museo de Arte de Miami (PAMM) –tras una donación millonaria– regresó recientemente de Cuba, donde visitó la XII Bienal de La Habana. Pérez nació en Argentina de padres cubanos, es el presidente de la compañía constructora The Related Group y según Forbes, uno de los hombres más ricos de Estados Unidos.
También ha mostrado un gran interés en el arte cubano contemporáneo y dijo haber comprado en este viaje obras de jóvenes artistas como Los Carpinteros, Alexandre Arrechea, Glenda León, Ariamna Contino y Álex Hernández, durante una entrevista el martes en su galería privada en Brickell. Estas obras, irían a una colección privada de arte cubano que piensa donar al PAMM. Directamente para el museo, compró, además, una instalación de Reynier Leyva Novo.
“Hemos estado tratando de abrir comunicaciones entre La Habana y Miami por medio del arte, que en su mayoría es bastante apolítico, no tiene nada que ver con la política, solo es un intercambio de ideas”, comentó a el Nuevo Herald al inicio de la conversación. A partir de aquí, comenzaron las preguntas.
Es interesante que mencione que el arte es mayormente apolítico, porque esta Bienal que usted visitó ha estado rodeada de polémica porque la artista Tania Bruguera, que reside en EEUU desde hace 20 años, intentó hacer un performance y ahora está retenida en la isla.
Nosotros la conocemos muy bien.
¿Qué impresión le dio la Bienal, que es una “feria” apolítica?
Creo que a ninguno de los que fuimos a la Bienal nos dio la impresión de que era política. En mi opinión es muy poco política. Tiene muchos artistas internacionales, poco políticos, que han hecho intervenciones muy lindas en La Habana, que es preciosa, pero que se está derrumbando, desafortunadamente. Al arte no le vi mayor actitud política, en la exhibición del museo principal [el Museo Nacional de Bellas Artes] estaba Tomás Sánchez con sus retratos típicos de basureros y de junglas…
A esa exhibición no dejaron a entrar a Tania Bruguera...
No sé, yo soy muy poco político, yo lo hago por el arte y por la comunicación entre los dos países.
¿Y qué le llamó más la atención artísticamente de esta Bienal?
Creo que el arte fue muy bueno, hubo una representación muy buena de artistas internacionales, incluyendo grandes artistas como Anish Kapoor. Artistas cubanos que han nacido en Estados Unidos y que nunca habían ido a Cuba [han participado en la Bienal]; artistas que ahora están en Nueva York han vuelto para a exhibir en Cuba otra vez, todos muy emocionados.
Entonces, ¿está ayudando a los artistas cubanos este “deshielo” en las relaciones entre EEUU y Cuba? ¿El entusiasmo de curadores y compradores va a persistir o elboom se va a desinflar?
Primero, es magnífico para los artistas cubanos que los reconozcan mundialmente. Curadores, jefes de museos, galeristas de todas partes del mundo fueron a la Bienal. La Galería Continuo, una galería italiana de las mejores del mundo, va a abrir una oficina en La Habana. Ellos representan a grandes artistas internacionales, también a Carlos Garaicoa, que es uno de los artistas cubanos a quien mejor le ha ido en el extranjero.
Para los artistas cubanos, es muy importante. Nosotros compramos varias piezas para el Museo (PAMM), no piezas políticas, muy abstractas.
Stephen Ross, que fundó con usted The Related Group, acaparó titulares al regresar de Cuba y declarar que no veía grandes oportunidades para las inversiones. ¿Usted comparte ese criterio?
Ni Steve Ross ni yo nos reunimos con ningún funcionario del gobierno para decir si ellos están promoviendo real state [el mercado de bienes raíces] o no; fueron sus impresiones de lo que vio en La Habana. Lo que dijo Steve es que todavía a Cuba le falta mucho para que entre una inversión porque la infraestructura está tan mala que habría que hacer muchas cosas antes.
¿Qué habría que hacer para que un grupo como el suyo se decidiera a invertir en Cuba?
Yo tengo una opinión muy diferente de la de Steve Ross. Yo creo que los países y las ciudades pueden cambiar de una forma muy rápida. Lo que ha pasado en Europa del Este han sido cambios radicales. Si abrieran el mercado cubano completamente, podría haber cambios muy rápidos.
Hoy en día, aunque yo te diga que sería bueno o malo invertir, es imposible invertir porque es ilegal. Si eres una compañía americana no puedes invertir por el embargo y porque el gobierno cubano no permite la inversión privada [en ese sector]. Si yo quisiera vender condominios en Cuba –que no quiero– no puedo ser dueño de la propiedad para venderlos. Es que no puedo ni comprar una casa, así que hablar de inversión es algo que todavía no tiene sentido porque se necesita que pasen muchas cosas. Primero, que las relaciones se abran completamente –y no se han abierto ni las embajadas todavía–, luego que se creen las leyes necesarias para que puedan ir las inversiones americanas y para eso, yo quisiera que pasara muy poco tiempo, pero la verdad es que todavía falta.
En lo personal, lo que más me gustaría es trabajar en algo que ayude a la rehabilitación histórica de La Habana. Es una pena, me da una tristeza increíble ver unos edificios preciosos, ver una ciudad, que podría ser la más linda de Latinoamérica, que se esté derrumbando y con muy poco dinero para renovación. Me gustaría, como un proyecto sin fines de lucro poder hacer algo para ayudar en esa rehabilitación tan necesaria.
¿Usted tiene algún plan diseñado para esa rehabilitación?
No, nosotros vamos a Cuba para ver arte, para empaparme del arte y del pueblo. Con todas las dificultades que hay, es un pueblo que con nosotros siempre ha sido muy bondadoso, te tratan de una forma espectacular, te sientes en casa. Tú vas a otros lugares en Sudámerica y en Asia –sobre todo donde hay mucha pobreza– y estás mirando a una casa, y enseguida te cierran la puerta. En Cuba te dicen ‘pase, pase’ y [las casas] están desbaratadas completamente y te dan un cafecito. Tienen una amabilidad muy linda, que me hace sentir orgullo de ser de descendencia cubana. Me encantaría poder ayudar, una vez que se abran las relaciones entre los países, al desarrollo de Cuba, no para ganar dinero.
¿Tendría potencial una hotelería de lujo en Cuba?
Yo creo que si la dejan, acabaría con el turismo del resto del Caribe, porque tiene unas playas preciosas, un pueblo bastante educado, un paisaje excepcional, una arquitectura de las más lindas de las Américas, tiene casi todo lo que quiere el turista.
Soy muy optimista de que si abren las relaciones... Esa es la parte política, en los dos países hay sectores que no quieren que se abra esa comunicación. El embargo no afecta a Estados Unidos en lo más mínimo, toda la economía de Cuba es más pequeña que [la de Miami] Dade County y el mayor sufrimiento es el de los cubanos que, si hablas con ellos en la calle, son los que más quieren que se abra el país a la libre empresa.
Antes que en la democracia, la mayoría de las personas piensan en el bien físico, de ellos y su familia. Y creo que esa es la primera preocupación del pueblo cubano. Después de eso ya empiezan a pensar mucho más en cuestiones filosóficas como la libertad y la democracia, pero lo primero sería un impacto económico para que tengan viviendas mucho mejores. Tu ves en La Habana edificios completamente desbaratados y todavía hay familias viviendo allí.
¿Usted ha pensado como podría ayudar a reurbanizar La Habana?
Sí, he pensado mucho. Como le dije a un amigo, ‘ojalá me dejaran ser el urbanizador de esto y creo que podría cambiar La Habana en 10 o 20 años’.
Mucha gente teme que habrá poblaciones desplazadas en este proceso de urbanizar La Habana...
Siempre que hay inversión hay partes que van a perder pero yo soy un capitalista, yo creo que la inversión libre del capital es la mejor forma de generar empleos y regenerar La Habana. Si el gobierno no quisiera perder las propiedades, que dejen hacer un contrato de renta a largo plazo. Si van a cambiar las leyes para permitir eso –no sé, no estoy involucrado en la política–, me encantaría que pasara. He estado opuesto al embargo desde hace mucho tiempo, creo que no ayuda a nadie sino al gobierno cubano y ciertos sectores políticos de Miami, y perjudica al pueblo cubano.
Esta es la segunda vez que visita Cuba, ¿qué fue lo que más le llamó la atención desde su primer viaje en el 2012?
Lo bueno: mucha más industria privada, más paladares, más hotelitos. Lo malo: mucha más destrucción. Es algo feliz y triste a la vez, pero me encanta ir, me gusta ir a bailar. Fuimos a la Casa de la Música, a un lugarcito de jazz impresionante, y hay unos problemas en esos lugares, porque hay una cantidad de mujeres afuera que me imagino que por nada... Son problemas de la pobreza.
Pero con ese nivel de pobreza, ¿ese tipo de negocios como condominios de lujo no serían parte de un futuro muy lejano?
Si abrieran esto y yo pudiera hacer un condominio de lujo en el Vedado, lo vendo en dos horas aquí en Miami, no tiene que ver nada con Cuba. Los cubanos de Miami son los primeros que van a comprar. En Miami, el 80% de la gente a la que les estamos vendiendo son extranjeros. La Habana es una ciudad muy similar a Miami, no es como los lugares a los que vas y no hay nada que hacer; hay buena música, buen teatro, buen ballet.
Se comenta que varios artistas cubanoamericanos están abriendo estudios en La Habana
Sí Glexis [Novoa], Carlos Garaicoa... Cuando hablas con Teresita Fernández, probablemente la artista cubana más cotizada en el mundo, [dice que] le encantaría ir a Cuba. Es tu herencia, son tus raíces. Cuando quitas la política, quieres estar en Cuba. Olvídate del comunismo, del capitalismo, quieres estar en Cuba.
Siga a Nora Gámez Torres en Twitter: @ngameztorres
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