"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 7 de octubre de 2015

“EL CAMBIO DE POLÍTICA DEL GOBIERNO NORTEAMERICANO ES EVIDENTEMENTE UN FENÓMENO TÁCTICO"


Por Cecilia Escudero, Nodal Universidad

Una extensa entrevista de Nodal Universidad al politóligo cubano Darío Machado sobre los cambios en curso en Cuba y el impacto de las relaciones con Estados Unidos. 
“El nuevo modelo no contempla ninguna forma de privatización de la enseñanza”

Darío Machado

¿Cómo impacta en las áreas educativas y académicas la actual redefinición del modelo socialista en Cuba, que amplía las actividades económicas privadas?

Siempre es difícil para cualquier Estado lograr alinear los procesos educativos institucionales con las necesidades del modelo socioeconómico en curso, lo que se hace particularmente complicado cuando se está precisamente -como es el caso de Cuba– en medio de una reforma que aspira a instalar de modo estable un modelo de economía mixta.

Lo primero y fundamental es que el nuevo modelo no contempla ninguna forma de privatización de la enseñanza (como tampoco de la salud pública) en el país. Una de las tareas que ha desarrollado con reconocido éxito el socialismo en Cuba fue construir un sistema educacional público, universal, gratuito y de calidad. Es el capital humano desarrollado por esa política el que ha logrado sostener a flote el país, en medio de las enormes dificultades generadas por la crisis económica mundial, los efectos de la desaparición del campo socialista y por el bloqueo aún presente. Ni siquiera en el período prerrevolucionario signado por el capitalismo subdesarrollado y dependiente pudo proponerse seriamente llegar a este punto.

Desde la campaña de alfabetización hasta hoy, el resultado positivo de la educación cubana en la Revolución ha sido posible por una estrecha colaboración del Estado con la sociedad civil, bajo el principio de proteger la educación como un derecho humano, no sujeta al mercado. 

¿Qué tipo de profesionales demandan los actuales cambios económicos?

En mi criterio, hoy Cuba necesita muchos más técnicos de nivel medio y obreros calificados que personal de nivel universitario. Cerca de medio millón de pequeños emprendedores privados que buscan mejorar gradualmente sus ofertas, las necesidades que presenten los inversores que pongan sus activos en Cuba dentro de las áreas que el Estado ha puesto en licitación en la cartera de inversiones, los requerimientos del desarrollo agrícola del país, las exigencias del sector estatal de la economía compelido por el desafío económico a elevar su eficiencia, así como las demandas de otras ramas de la producción y los servicios irán influyendo en la remodelación del sistema educacional.

No recuerdo la cifra, pero hoy matriculan en escuelas formadoras de obreros calificados un número mucho mayor que 5 años atrás. La red de centros de estudio politécnicos supera el medio millar. La política que se sigue actualmente persigue crear una nueva universidad, mayor calidad en el desarrollo de la educación en este nivel, aprovechar mejor a los profesores y cuadros académicos, los medios materiales (aulas, laboratorios, residencias estudiantiles), así como facilitar las relaciones de las universidades con las autoridades de los diferentes territorios. Ello implica procesos de fusión que ya comenzaron en las provincias de Matanzas, Cienfuegos, Sancti Spiritus, Ciego de Ávila, Camagüey y Guantánamo y pronto continuará con otros territorios.

En este sentido, a esa transformación del modelo socialista cubano se le agrega el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con EEUU. ¿Qué desafíos adicionales conlleva?

Ante todo no es ocioso reiterar que el hecho de que losEEUU hayan decidido, luego de una pulseada de más de medio siglo, cambiar su política hacia Cuba, es el resultado del patriotismo, la cultura política, la intrínseca necesidad de independencia y soberanía, valores cultivados por la revolución socialista y que viven en lo más íntimo de los cubanos, incluyendo la mayoría de los que han emigrado del país por diferentes razones, principalmente económicas, y de la sabiduría y firmeza de principios mantenida por la dirección de la revolución en la política exterior del país. Los EEUU no pudieron, con todo su poder e influencia internacional, poner de rodillas a los cubanos.

El cambio de la política del gobierno norteamericano es evidentemente un fenómeno táctico; los propósitos geopolíticos hegemónicos de los EEUU mantienen su estrategia. Yo he calificado la contradicción entre los intereses del imperialismo norteamericano y los de la nación cubana con el adjetivo “contextual”, porque está y estará en el contexto de nuestro desarrollo mientras existan ambos elementos con intereses en el fondo radicalmente diferentes, aunque existan formas de coexistencia inteligente y en muchos terrenos constructivas. Si de algo está consciente el pueblo cubano, incluso aquéllos que son muy críticos con el gobierno revolucionario y los que no comparten el camino socialista, es de eso.

¿Qué especulación hace sobre el impacto cultural que puede tener este proceso en Cuba?

Obviamente, al ampliarse las relaciones con los EEUU, por ahora en el terreno diplomático fundamentalmente, los contactos pueblo a pueblo crecerán –y de hecho ya está ocurriendo- a través no solo del turismo, sino también de otras muchas modalidades de relacionamiento entre cubanos y estadounidenses.

El impacto cultural de esa nueva situación será doble. Por un lado, abonará el conocimiento mutuo de ambas naciones lo cual indiscutiblemente beneficiará a todos, por otro, supondrá un proceso contradictorio al producirse un encuentro entre cosmovisiones diferentes, del que también, no obstante, podrán sacarse experiencias útiles para ambas partes.

Junto con ello está en marcha un alud de productos que podemos llamar seudo-culturales que desde lo superficial, lo banal y lo hedonista bombardean a parte de la población cubana, principalmente jóvenes, con una cantidad de informaciones, situaciones dramáticas, héroes inventados, símbolos del “american way of life”, que a fuerza de repetidos contribuyen a crear esquemas de entendimiento deformados que reproducen en las mentes una realidad que no les es propia.

Toda una industria cultural está al servicio de amoldar la mentalidad de las personas, no solo de los cubanos sino en cualquier punto del planeta, en función de los propósitos de dominación ideológica y política. Desconocer esto sería letal. Ya lo dijo el Che: “En el imperialismo no se puede confiar ni tantito así”.

¿El sistema comunicacional cubano está preparado para este desafío?

En mi criterio, el modelo comunicacional cubano no tiene aún una respuesta adecuada a este reto. Al incrementarse las relaciones con los EEUU es de esperar que haya una profusión mayor de toda esa chatarra seudo-cultural y de otros contenidos intencionalmente tramitados, proceso que no estará exento de intencionalidad por parte de las autoridades norteamericanas.

¿Qué influencias estadounidenses se perciben en Cuba actualmente?

En décadas de relaciones entre ambos países antes de la revolución de 1959, hubo una gran influencia cultural y tecnológica de los EEUU en Cuba. Cuba empleaba casi únicamente productos de la tecnología norteamericana que en general tenían una buena calidad, funcionalidad y durabilidad y crearon aquí una buena imagen de la industria norteamericana. Por ejemplo, los equipos de la industria azucarera, el transporte de todo tipo, los artículos electrodomésticos y un largo etcétera.

La cultura estadounidense en los terrenos de la literatura, la música, el cine, las artes visuales en general, influyó positivamente en los creadores cubanos, quienes también ejercieron una innegable influencia en los Estados Unidos. Todos esos elementos que permanecen en la memoria de los mayores y se han trasmitido mediante la herencia social a los más jóvenes, obrarán ahora a favor del acercamiento y deben ser cuidadosamente deslindados de las influencias perversas y deformantes.

De hecho, el proceso revolucionario cubano reprodujo importantes obras de las personalidades de la cultura norteamericana: Edgar Allan Poe (que fue traducido por José Martí), Walt Whitman (a quien Martí dedicó una profunda, adelantada y hermosa crónica), Mark Twain,Truman Capote, Ernest Hemingway, y toda una larga lista de personalidades de la cultura norteamericana conocidas por los cubanos antes de 1959, hicieron parte de las publicaciones populares en Cuba revolucionaria.

La buena música, el espectáculo de calidad y el buen cine norteamericano ejercieron una notable influencia cultural en el país, y siguieron teniendo espacio en Cuba después de 1959 sin que produjeran en ningún momento “copias al calco” en los creadores sino que resultaron mayoritariamente asimilación positiva, enriquecimiento cultural.

¿Qué preocupación genera el esperable aumento del intercambio cultural y académico entre Cuba y EEUU? ¿Qué rol puede cumplir la experiencia educativa?

Naturalmente hay preocupación, pero sobre todo ocupación. No es cosa de haber estado más de medio siglo reclamando el fin del bloqueo, tener relaciones de respeto mutuo y colaboración pacífica, y ahora, cuando estas posibilidades se abren, pidamos que se demoren un poco más porque no estamos preparados.

Por otra parte, el triunfo de la Revolución Cubana y su orientación socialista se generan precisamente en el momento en que mayor fue la influencia económica, cultural, mediática y política de los EEUU en Cuba y en una etapa en que una gran parte de la sociedad era analfabeta, semianalfabeta o con un limitado nivel educacional, en la que la ideología dominante era la liberal dependiente.

Luego de más de medio siglo de desarrollo integral cultural y político de la sociedad cubana en su conjunto, es de esperar que haya suficientes reservas intelectuales y morales para afrontar el desafío y salir airosos, lo que no significa ni mucho menos dar por descontado el éxito.

¿Entonces?

Lo que no se haya hecho en la familia, en la escuela primaria, en la vida cultural del país, en general en los centros de enseñanza en función de cultivar el sano orgullo patriótico, la identidad cultural de los cubanos, los valores socialistas, el sentimiento de independencia y de soberanía nacional, no se podrá resolver en el momento del contacto creciente con el pueblo y las instituciones norteamericanas. Y, naturalmente, hay que consolidar y enriquecer el esfuerzo educativo en el país.

Claro que no será un proceso fácil, hay muchas heridas en el pueblo cubano que se multiplicaron cuando triunfó una revolución antiimperialista y socialista. Las agresiones, el criminal bloqueo, los sabotajes. El pueblo cubano no olvidará el pasado, pero tiene suficiente entereza, valor, seguridad, autoestima y cultura para asumir el reto de normalizar las relaciones en todos los terrenos donde sea mutuamente beneficioso para ambas partes y contribuir también por esa vía a fortalecer la decisión de los estados miembros de la CELAC que en Cuba precisamente declararon unánimemente a la América Latina y el Caribe como Zona de Paz. El pueblo cubano sabe diferenciar entre el sistema de dominación vigente en los EEUU y el pueblo norteamericano, la gente común.

En este contexto, ¿será preciso estar alertas al fenómeno del robo o fuga de cerebros?

Sí, es preciso estar alertas ante un fenómeno que no afecta solamente a los cubanos, sino a muchos otros países del tercer mundo. Las tentaciones no son solo económicas y de una vida más cómoda, sino también de orden tecnológico y científico. Los que tienen mayores conocimientos, también buscan mayores desafíos, aprender más. En ese terreno todos los países del llamado tercer mundo y aun los que están en vías de desarrollo con mayores posibilidades tienen ese peligro sobre sus cabezas como una espada de Damocles y están convocados a encontrar fórmulas de colaboración que contrarresten esa influencia.

Las transnacionales que tienen los desarrollos científicos y tecnológicos más avanzados y el Estado norteamericano en los terrenos vinculados a la actividad bélica de ese país, no tienen precisamente una vocación de colaboración, sino de competencia, no son altruistas, sino egoístas, por lo que inercialmente derivarán hacia la captación incondicional de los más capaces.

Volviendo al intercambio cultural, también se puede evaluar el impacto del lado estadounidense…

Debo añadir que si algún país de los que han emprendido experiencias socialistas en este mundo, está mejor preparado para relacionarse con los EEUU ese país es Cuba.

La revolución ha tenido el buen juicio de no bloquear culturalmente a los EEUU. En Cuba se ha divulgado la buena literatura estadounidense, la música, el gusto cinematográfico cubano está más cerca del cine norteamericano que de cualquier otro cine, sigue poniéndose a Walt Disney en la televisión, los niños ven sus películas y cartones, incluso creo que en el caso del cine y la televisión, al país se le ha ido la mano en la proporción.

Lo que quiero sobre todo señalar es que en el plano cultural los más sorprendidos serán los estadounidenses que no han tenido el acceso a la cultura cubana como resultado de un bloqueo criminal que los ha afectado a ellos también en todos los terrenos.

Creo que Cuba está más preparada para absorber y procesar las tergiversaciones e intrigas de la información sobre nosotros, que los norteamericanos para aceptar la verdad sobre Cuba. Pero ello no significa que no sea necesario, sino que es imprescindible lograr un mayor dinamismo y modernidad en la comunicación política, terminar con esquemas obsoletos de divulgación, publicidad y propaganda política que resultan inviables en el mundo de hoy, lograr una mayor participación y transparencia en el tratamiento de los problemas, ir a la raíz y hacerlo con elegancia y una nueva estética revolucionaria.

Ese es quizá el desafío principal en lo tocante a la actividad política. En política la ingenuidad es inaceptable. Sería ingenuo dejar este proceso que implica una nueva forma de enfrentamiento librado a su suerte. Si en algún momento la actividad ideológica política consciente ha sido imprescindible es precisamente ahora, cuando se ampliarán las relaciones. Siempre he afirmado que la batalla de ideas principal comenzará cuando se levante el bloqueo y se normalicen las relaciones, ese momento está más cerca hoy que nunca antes y esa tiene que ser una batalla políticamente organizada y realizada, lo que implica sometida a una constante crítica y mejoramiento.

En una reciente nota, usted alertaba sobre el “desafío de preservar y enriquecer los valores cultivados por la revolución socialista frente a la posible rearticulación del liberalismo” ¿Cómo explica esta idea?

Liberalismo es el nombre dado al sistema de ideas y valores que considera natural el mercado capitalista, y que cataloga esos valores como universales, ahistóricos, consustanciales a la naturaleza humana.

El concepto de libertad del liberalismo es en primer lugar la libertad como concepto individual, la libertad de explotar trabajo ajeno, de incrementar la propiedad privada, de aprovechar cualquier ventaja para vencer en la competencia capitalista. Junto con ello considerar al Estado como una mediación que debe ser disminuida en favor de los intereses individuales y corporativos, sin mirar a la sociedad en su conjunto, a los seres humanos ni a la naturaleza. Para el neoliberalismo, mientras menos Estado mejor, lo cual no estaría mal si ello no significara mientras menos Estado más mercado, con todas sus nefastas consecuencias.

En el caso cubano, antes de la Revolución de 1959 predominaba una ideología que podemos llamar ideología liberal dependiente, ya que la cosmovisión dominante en la sociedad estaba pautada por el sistema económico capitalista, y modelada en medida significativa por la dependencia económica, tecnológica y política que se reflejaba en las actitudes y en la producción ideológica.

El sistema socioeconómico y político vigente postulaba la democracia representativa, la libertad de empresa, el derecho a la propiedad privada, el pluripartidismo y la libertad de prensa. En el fondo de todo estaba la propiedad privada, los intereses corporativos y la presencia avasalladora de la geopolítica y el poder estadounidense sobre los asuntos nacionales. Los principios enarbolados y codificados constitucionalmente no fueron capaces de sacar a Cuba del subdesarrollo, la dependencia y la pobreza. Se proclamaba formalmente lo que no se garantizaba realmente.

En este sentido, la revolución significó un antes y un después para la vieja ideología liberal.

La revolución socialista puso en manos del pueblo todos los resortes de la economía nacional, eliminó radicalmente la mercantilización de la política y estableció derechos plenos de la ciudadanía para acceder a las responsabilidades públicas, comenzando a construir una sociedad que en mucho necesita ser mejorada, pero indiscutiblemente superior no solo en la teoría sino en la práctica al liberalismo dependiente del pasado.

La vieja ideología liberal dependiente recibió un golpe mortal con la nacionalización de prácticamente toda la actividad económica con solo algunas excepciones, liquidando desde el poder popular de la revolución la base económica de aquella cosmovisión, pasando a ser la ideología revolucionaria cubana predominante en la sociedad.

Aquel fundamento y las políticas sociales sostenidas por la Revolución, aun en momentos muy difíciles, incluso críticos, como el del período especial, permitió consolidar importantes valores solidarios en la ciudadanía cubana, fortalecer el patriotismo, desarrollar el internacionalismo, el colectivismo, la cooperación.

¿Qué pasa ahora?

Las medidas actualmente en curso impulsadas desde la propia Revolución y que constituyen una profunda reforma, reponen y amplían la base económica que forman la propiedad privada y el mercado, son fuente de tendencias al individualismo, el egoísmo y el afán de lucro, realidad alrededor de la cual ya ha comenzado a rearticularse la vieja ideología liberal dependiente y a ello hay que sumar toda la influencia de los contactos inevitables de Cuba con el mundo, en particular los esperados por el cambio en las relaciones con los EEUU.

El desafío estriba en evitar que ese proceso de rearticulación de la vieja ideología devenga social y políticamente significativo y comience a crear auto- reconocimiento ideológico, a partir de lo cual no tardarían en alinearse con él los intereses corporativos nacionales y extranjeros, así como la estrategia global en relación con Cuba reconocida públicamente por el presidente Barack Obama el 17 de diciembre de 2014 y recientemente por el Secretario de Estado John Kerry el 14 de agosto de este año en La Habana, en un discurso lleno de omisiones, ambigüedades, medias verdades, superficialidades e imprecisiones que merece un análisis aparte.

¿Cuál es la apuesta estratégica de EEUU?

Aunque no se proclama así, consiste precisamente en cultivar el individualismo para fragmentar la cohesión de la sociedad cubana y facilitar su reabsorción por el poder trasnacional norteamericano. El imperialismo norteamericano asume el neoliberalismo como ideología. Es conocido su fundamentalismo totalitario basado en el mercado y en un mundo global sujeto a los designios de las transnacionales y los poderes nortecéntricos.

De ahí que sea tan importante para la sociedad cubana una armónica y eficiente articulación de las actividades socioeconómica, organizativa, jurídica normativa e ideológica política, de manera que los cambios económicos estén claramente pautados para que no sea el mercado el que imponga su jerarquía a la sociedad, sino a la inversa, y una educación ciudadana, una actividad cultural política y un modelo de comunicación política que no pierda de vista esta realidad y defienda los valores cultivados por la cultura socialista durante más de medio siglo. Esa será la garantía de la soberanía e independencia nacional de los cubanos.
“La academia tiene muchas posibilidades de apoyar este proceso de acercamiento y mutuo conocimiento con EEUU”

En estas últimas décadas de política de bloqueo y aislamiento de Cuba, ¿qué tipo de intercambio académico se pudo llevar a cabo entre Cuba y EEUU? Al respecto, ¿cuáles son las perspectivas frente a la normalización de las relaciones?

En medio de más de cinco décadas de hostilidad contra Cuba se han mantenido intercambios en no pocos terrenos de la actividad académica, hemos tomado parte en las reuniones que organiza LASA (Latin American Studies Association por sus siglas en inglés), también la CSA (Caribbean Studies Association), estudiantes norteamericanos han visitado Cuba, han existido relaciones de universidades cubanas con las norteamericanas, de universidades norteamericanas con centros de estudio cubanos, por ejemplo el Instituto de Filosofía. Naturalmente, el relajamiento de las relaciones debe permitir ampliar estos encuentros.

La academia tiene muchas posibilidades de apoyar este proceso de acercamiento y mutuo conocimiento, mediante el fortalecimiento de los intercambios, incluso de investigaciones conjuntas. De hecho, aun desde cosmovisiones diferentes, paradigmas de conocimiento diferentes, ambas academias, la cubana y la norteamericana pueden beneficiarse y enriquecerse.

Cuba tiene una experiencia inédita para los Estados Unidos, lleva medio siglo pensando cómo articular eficientemente la actividad social despojándola del individualismo estéril y pernicioso, intentando formar un ciudadano diferente, con una cultura general y una cultura política socialista. Las investigaciones sobre la sociedad cubana tienen hace ya muchos años un enfoque desde la experiencia viva de los procesos sociales, se ha despojado del teoricismo que alguna vez la afectó y puede ofrecer un resultado genuino, único en su autenticidad. La academia norteamericana puede verse estimulada contrastando sus saberes con los desarrollados por la academia cubana. A la vez, la academia cubana puede ampliar la crítica de su propia producción desde las metodologías y enfoques de la norteamericana.

Actualmente, muchos universitarios cubanos se encuentran imposibilitados de desempeñarse en el perfil de su profesión. ¿Cómo impactan en este sentido las reformas económicas que se están llevando a cabo en la actualidad?

Bueno, es una de las amenazas que pueden y deben convertirse en oportunidad, precisamente porque ese capital humano está disponible para hacerse cargo de la actividad económica en aquellas ramas en los que como resultado de los cambios en la gestión de la economía se amplíen o abran en el país.

Por ejemplo, en Cuba se han graduado miles de ingenieros informáticos cuyo ejercicio laboral en muchos casos no se corresponde hoy con la preparación recibida, pero el desarrollo de estas tecnologías, algo inminente en el futuro inmediato y mediato tiene ahí un importante capital humano que ya está preparado y bien preparado en capacidad de asumir estas tareas.

En la academia cubana o entre los intelectuales cubanos, ¿qué lectura considera que predomina frente a este restablecimiento de las relaciones?

Para responder adecuadamente necesitaría disponer de estudios que no se han realizado hasta hoy. Apenas me es dable emitir algunos criterios muy generales salidos de mis relaciones y conocimiento de la intelectualidad en el país.

Primero hay que decir que en el espectro de todo lo que podemos considerar como intelectualidad cubana, las experiencias de contacto con los EEUU son muy disímiles. Hay experiencias de notables intelectuales cubanos que han promovido el acercamiento y con ello el fin del bloqueo contra Cuba a través de sistemáticos y fructíferos contactos con intelectuales estadounidenses, opuestos a la política anticubana que han mantenido sucesivos gobiernos norteamericanos. Para este sector, el restablecimiento de relaciones significa una solución de continuidad a estas relaciones. Esto se ha dado más en el terreno del arte, la literatura, la poesía, la música.

Hay terrenos, por ejemplo en el campo de los servicios meteorológicos, cuyo ejercicio es por razones obvias un interés común de ambas partes, donde hay contactos bilaterales sistemáticos que han creado un importante clima de confianza para el intercambio de datos, información, modelos, etc.

Otros, la gran mayoría, no ha tenido esos contactos, por lo que su lectura del reinicio de estas relaciones parte naturalmente de una experiencia diferente, más alejada y probablemente más cautelosa.

Sin embargo, creo que en general, la intelectualidad cubana ve el lado positivo del restablecimiento de relaciones.

¿Qué diálogo o articulación distingue entre la intelectualidad y el sistema político cubano?

Uno de mis libros titulado “Pensar la sociedad. Las ciencias sociales en Cuba” cierra con un capítulo dedicado precisamente a hacer una valoración al respecto. Me gustaría citar dos párrafos y luego hacer un breve comentario:

“Cuando nos referimos al compromiso social del científico que se dedica a estudiar la sociedad, no lo estamos reduciendo a su identificación con una determinada cosmovisión, ideología o programa político, por más relevantes que son esas relaciones para la práctica social, sino a un eje fundamental que involucra las anteriores pertenencias y al propio individuo, cuya esencialidad tiene que ver con la capacidad del científico social de comprender su objeto de estudio; me refiero al compromiso del científico con el destino de la humanidad, con el destino del ser humano, a su identificación como parte activa y subrayo el término y no como alguien que podría entender al proceso social, a los demás, sin entenderse a él mismo, en tanto resultado, producto activo y relativamente independiente que es, del todo social.”

“Solo con tal perspectiva el científico social puede estudiar e interpretar eficientemente lo social. De tal suerte, en Cuba, ser un intelectual orgánico, un científico social comprometido significa, ante todo el compromiso con el destino del ser humano, y en primer lugar con la patria como parte de esa humanidad, a través de la cual puede entender mejor a los seres humanos.”

La inmensa mayoría de los científicos cubanos en los terrenos de la medicina, la pedagogía, las ciencias sociales y humanísticas, las ciencias agropecuarias, la informática, la biotecnología, y muchas otras ciencias, así como la intelectualidad artística y literaria está formada en principios humanistas, sin que por ello sea un conglomerado de seres humanos adocenados, que tienen para todo las mismas valoraciones y las mismas respuestas.

Por el contrario, la pluralidad de puntos de vista sobre los más disímiles temas de la sociedad cubana se abren en un abanico que va desde un sólido compromiso social y alta preparación cívica, hasta un individualismo pernicioso, presentando de uno a otro extremo una rica diversidad de interpretaciones y manifestaciones, propia de los seres humanos.

¿Y en el terreno de las ciencias sociales?

Dentro de eso hemos tenido en el terreno de las ciencias sociales diferentes acercamientos entre estas y la política. Para caracterizarlo en grandes rasgos, en una primera etapa de la revolución proliferaron los estudios sociológicos y culturales en función de las proyecciones políticas. Con el advenimiento de la institucionalización y la adopción del sistema de dirección de la economía vigente entonces en el socialismo de Europa del Este, en particular en la URSS, la tarea principal de la política era aplicar lo que ya había sido decidido, el lado experimental y de investigación que caracterizó los inicios del proceso revolucionario quedó opacado, orillado, etapa en la que las ciencias sociales se convirtieron sobre todo en instrumentos para la aplicación de lo ya decidido, pasando una parte de la actividad académica a refugiarse en lo teórico, alejada de la realidad.

Cuando sobrevienen las circunstancias del período especial, se produce un reavivamiento de la actividad científica investigativa, del cuestionamiento, un regreso a la experiencia viva de la sociedad; y en los últimos años se ha producido un importante acercamiento entre la actividad académica y la actividad política.

El presidente Raúl Castro ha pedido una “crítica abierta” al gobierno a fin de mejorar la gestión. ¿En qué medida cree que la producción académica en Cuba, especialmente en Ciencias Sociales, adopta una postura de esa característica?

Raúl efectivamente ha motivado el ejercicio de la crítica y ha exhortado a conquistar toda la democracia posible. Las Ciencias Sociales cubanas están generando una cantidad importante de ideas diagnosticando o proyectando hacia el futuro la sociedad cubana en diferentes aspectos de su realidad. Los eventos científicos son marcadamente analíticos y críticos en relación con los procesos sociales, económicos, ideológicos, jurídicos y políticos en el país.

Se discute sobre el modelo económico, el modelo político, las leyes, el ideal de socialismo, los cambios en la mentalidad del cubano, y un sinnúmero de problemas, produciéndose un creciente caudal de buenas ideas que, si bien tienen la virtud de generarse en procesos de debate democráticos, abiertos y totalmente desinhibidos, no gozan de una presencia en los medios de comunicación social del país que se corresponda con su valor e importancia social. Sí tienen presencia en la red, pero no en los medios masivos, la prensa, la radio y la televisión cubanas, por lo que no contribuyen en la medida que pudieran a fertilizar el proceso participativo de toda la población.

Es un déficit que hemos señalado en diferentes intervenciones y trabajos y que aspiramos sea superado a partir de una mejor práctica política en nuestros medios.

Existe un creciente interés de científicos, académicos y hasta dirigentes políticos estadounidenses por visitar la isla a estudiar temas sobre Cuba. ¿Qué puede resultar más interesante?

Es una pregunta que cabe mejor hacerla a los científicos, académicos y políticos norteamericanos. Intentando ponerme en su lugar arriesgaré algunas reflexiones.

En el terreno de lo social son numerosos los temas, pienso que probablemente los estudios comparativos de las experiencias de ambos países acerca de los sistemas políticos, la participación social, la historia, la ética, la solidaridad humana, los comportamientos sociales, la construcción económica, las políticas sociales, la distribución de las riquezas, la atención a la infancia y la tercera edad, la política científica del país, la ética del científico, el modelo educacional, entre otros pueden resultar de utilidad para la academia estadounidense.

Pero más allá de los temas específicos, es necesario que atiendan a la realidad y no a los prejuicios. Es inevitable la presencia de lo ideológico en cualquier estudio social, nadie puede sustraerse de sus valores cuando enfoca un problema humano, pero lo útil de eventuales estudios sobre la realidad cubana para la academia norteamericana estaría en mi criterio primero que todo en prestar atención a los hechos, fundamentar sus generalizaciones en los hechos, en las realidades, en el significado que tiene lo que descubran no para ellos, sino para los cubanos, para la sociedad cubana. Después naturalmente siempre es dable comparar.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo los procesos electorales. En Cuba, aunque no es obligatorio votar, vota siempre una notable mayoría de los ciudadanos y ejercen positivamente el voto. No existe propaganda electoral, no se enfrentan partidos políticos con intereses corporativos, y muchas otras características propias del sistema electoral cubano. Si eso se estudia desde el prejuicio que es algo “que anda mal” por definición, en lugar de analizar la realidad cubana, la experiencia histórica, la cultura política, el sentido que tienen las elecciones en Cuba, arribarán a conclusiones sesgadas, inútiles para el conocimiento.

Otro ejemplo es la visión de la historia de las relaciones entre Cuba y EEUU que se ha desarrollado en la academia cubana, las argumentaciones de sus análisis, los datos de la realidad que aporta, pueden ser objeto de gran interés de la academia norteamericana.

Hay muchos otros terrenos de la realidad cubana que es posible convoquen a la academia estadounidense a procurar su estudio. Hay campos de la ciencia, del deporte, de la cultura, en los que Cuba tiene interesantes experiencias que puede compartir con la academia norteamericana.



* Darío Machado Rodríguez es licenciado en Ciencias Políticas, diplomado en Teoría del Proceso Ideológico y doctor en Ciencias Filosóficas. Tenía apenas 13 años cuando lo sorprendió la Revolución de 1959. Pero el impacto fue inmediato y marcó un camino que no se agotaría hasta hoy: el interés por la experiencia viva de los procesos sociales, ideológicos y políticos de la sociedad. Una inquietud por las contradicciones y los problemas realmente existentes, alejado de los abordajes netamente teóricos, con el foco puesto en hacerse buenas preguntas para la búsqueda del conocimiento.

En su extensa y prolífica carrera académica -es autor de 10 libros y coautor de otros 5- se ha dedicado especialmente a la investigación de la transición socialista en Cuba. Actualmente, preside la cátedra de periodismo de investigación del Instituto Internacional de Periodismo José Martí y es miembro del Consejo Asesor de esa institución de altos estudios.

En esta entrevista, Machado examina los desafíos de las actuales reconfiguraciones del modelo socialista cubano y sus efectos en las áreas educativas. Además, analiza en profundidad las implicancias culturales y académicas del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la isla y EEUU. Una era de deshielo en la que Cuba deberá afrontar el reto de un intercambio cultural mucho más fluido y siempre asimétrico.

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