José Antonio Michelena
Conocedores de que el nuevo discurso debe crearse en consonancia con sus principios, los animadores del proyecto han desterrado cualquier referencia simbólica que desacredite su tono optimista y amistoso. Así, los carteles elaborados representan a Bart Simpson vestido como un escolar cubano; el Bobo de Abela descansa encima del malecón, mientras en el mar dialogan dos (posibles) norteamericanas; el conejo Bugs pesca en el propio muro; y Chuncha sonríe desde el sombrero del tío Sam que es, igualmente, bandera cubana, y, en el fondo, los rascacielos del país vecino se unen a las casas de la Isla.
Los artistas siempre van por delante de la trama real, o, en el lenguaje de estos tiempos, varios niveles por encima del resto de los humanos. Si esa visión de futuro es para construir nuevos imaginarios de amistad, conectar sentimientos, acercar a las personas, mirar en lontananza con espíritu positivo y tender puentes, entonces el trabajo del creador es más estimulante y mejor recibido, porque obstáculos, barreras, ya tenemos de sobra.
De esa buena energía se nutre “Happy together / Felices juntos”, un proyecto artístico para propiciar el intercambio amistoso entre reconocidos diseñadores de Cuba y Estados Unidos y ofrecer una visión optimista sobre el acercamiento entre ambas naciones.
El proyecto es una curaduría realizada y coordinada por Yenela Miranda Bueno y Darwin Fornés Báez –curadora y diseñador, respectivamente, de la Galería-Taller de Serigrafía René Portocarrero– junto al diseñador norteamericano Daniel R. Smith, y fue concebido sobre el siguiente presupuesto:
“El inesperado restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos ha iniciado la trayectoria hacia el diálogo después de más de cincuenta años de rivalidad histórica. A la sazón de las negociaciones políticas, emergen numerosas interrogantes que fluctúan entre la incertidumbre y el optimismo, de ahí que la visión que tengamos de un fenómeno tan reciente y en pleno desenvolvimiento sea imprecisa”.
“Este hecho conciliatorio augura el surgimiento de beneficios mutuos, que se harían evidentes en los ámbitos económicos, políticos y sociales. En consecuencia habría un giro en el discurso oficial respecto a la cultura otra y a las formas de interactuar con esta. ¿Cómo sería el cambio en la recepción de la ideología antes relegada? ¿Cómo se efectuaría el diálogo o confrontación entre dos culturas de doctrinas opuestas?”
“Estas y otras incógnitas pretende abordar el proyecto “Happy Together / Felices Juntos”, a través de la representación –así como lo enuncia su título– del encuentro amigable entre ambas naciones. Para ello serán tomados como pretexto personajes gráficos y animados que por su trascendencia se han convertido en íconos culturales”.
La concreción de esta idea es la representación de doce personajes del imaginario norteamericano a cargo de doce diseñadores cubanos, mientras que similar cifra de diseñadores estadounidenses hacen lo propio con una docena de personajes cubanos. Además, un artista de cada país contribuye con un cartel/imagen para la exposición. El resultado final es un panel donde se alternan, en el escenario del malecón habanero, los personajes de cada nación. Al inicio y al final del panel están los carteles/imagen con la información del proyecto en español y en inglés.
La relación de personajes norteamericanos/ artistas cubanos es la siguiente: Mickey Mouse/ Pepe Menéndez; Betty Boop/ Raul Valdés (RAUPA); Superman/ Robertiko Ramos; Popeye/ Giselle Monzón; Gato Félix/ Edel Rodríguez (MOLA); Pequeña Lulú/ Fabián Muñoz; Pink Panther/ Alejandro Rodríguez (ALUCHO); Bugs Bunny/ Laura LLópiz; Los Simpson/ Nelson Ponce; Los Picapiedras/ Darwin Fornés; South Park/ Idania del Río; Snoopy/ Michele Miyares. Cartel del proyecto versión en inglés: Eric Silva
A su vez, la lista de personajes cubanos/ artistas norteamericanos la componen: Elpidio Valdés/ David Gallo; Matojo/ Jeff Kleinsmith; El Loquito de Nuez/ Sasha Barr; Cecilín y Coty/ Darin Shuler; El Bobo de Abela/ Eroyn Franklin; Yeyín/ Chelsea Wirtz; Fernanda/ Kelsey Gallo; Chuncha/ Carlos Ruiz; La Calabacita/ Jesse LeDoux; Capitán Plin/ Robynne Raye; La Criollita de Wilson/ Vannessa Blea; Pepito (de Vampiros en La Habana)/ Víctor Meléndez. Cartel del proyecto versión en español: Marianne Goldin.
El grupo de diseñadore(a)s cubanos presentes en este propósito –tod@s con una trayectoria de mucho mérito– participó, durante la XI Bienal de La Habana, en el proyecto “herejeG. Tribus urbanas en Cuba”, con curaduría de Yenela Miranda, demostrando estar –la curadora y los artistas– muy atentos a los procesos socioculturales.
Deconstruir más de medio siglo de un discurso crispado, de confrontación entre ideologías opuestas, no es algo fácil, pero ya comenzó el propio 17 de diciembre de 2014. Esta aportación, desde el campo artístico, hacia la construcción de un necesario nuevo discurso, contiene otro valor: su exposición en la esfera pública durante la XII Bienal de La Habana como parte de ese megaevento de las artes visuales.
Conocedores de que el nuevo discurso debe crearse en consonancia con sus principios, los animadores del proyecto han desterrado cualquier referencia simbólica que desacredite su tono optimista y amistoso. Así, los carteles elaborados representan a Bart Simpson vestido como un escolar cubano; el Bobo de Abela descansa encima del malecón, mientras en el mar dialogan dos (posibles) norteamericanas; el conejo Bugs pesca en el propio muro; y Chuncha sonríe desde el sombrero del tío Sam que es, igualmente, bandera cubana, y, en el fondo, los rascacielos del país vecino se unen a las casas de la Isla.
Ante todo eso, el loquito de Nuez se muestra aturdido por la marea informativa de la prensa y el ratón Mickey confiesa hablar poquito español; pero, la pequeña Lulú, tijera en mano, saluda la apertura; Betty Boop baila en Tropicana; y el Capitán Plin levanta los pulgares exclamando “Aloha Cuba”.
La manera en que los medios (los oficiales y los otros), a un lado y otro del malecón, acojan y visibilicen esta brillante iniciativa, es parte del nuevo camino por el que se transita desde el pasado diciembre, el día de San Lázaro/Babalú Ayé.
El malecón de La Habana, ese espacio simbólico que mira hacia ambas partes, es aquí puente y no barrera, vínculo y no muro, un link que conecta la amistad entre ambos pueblos posicionada por encima de la separación.(2015).
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