Cuba informó el miércoles en la noche que dará la bienvenida al regreso de decenas de miles de sus ciudadanos que salieron “ilegalmente” del país —entre ellos balseros, médicos y jugadores de béisbol— en la segunda ronda de una reforma migratoria que afirmó ayudará a normalizar las relaciones con los cubanos en el extranjero.
La Habana ha prohibido el regreso de los balseros desde su acuerdo de migración de 1994 con el gobierno de Estados Unidos para desalentar los peligrosos escapes a través del Estrecho de la Florida. Pero la prohibición no es parte del acuerdo y no se espera que afecte el acuerdo o la política de EEUU.
“Se normalizará la entrada temporal al país de quienes emigraron ilegalmente después de los acuerdos migratorios de 1994”, anunció Homero Acosta, secretario del Consejo de Estado, en una comparecencia televisiva en la noche del miércoles.
También se permitirá regresar al personal médico y los atletas que se fueron ilegalmente o desertaron en el extranjero después de 1990 y que hayan estado fuera del país por más de ocho años, así como cubanos que se fueron cuando tenían 16 años o menos, y aquellos que quieran regresar por razones humanitarias, tales como cuidar de parientes enfermos.
Se espera que el cambio permita el regreso de muchos cubanos a quienes ahora no se permite entrar a la isla, cuyo número se estima entre 70,000 — en su mayoría los balseros— y 300,000, incluyendo a cubanos importantes marcados por La Habana como desertores e incluso traidores.
Se prohíbe aún la entrada a aquellos que escaparon a través de la Base Naval de Guantánamo en el sudeste de Cuba, añadió Acosta, “por razones de defensa y seguridad nacional”. La Habana puede prohibir además el regreso de aquellos que “organizan, animan o participan en acciones hostiles en contra de las bases políticas, económicas y sociales del estado”, así como a cualquiera “cuando razones de defensa y seguridad nacional así lo requieran”.
El gobernante cubano Raúl Castro anunció el año pasado que quería reformar las regulaciones de migración del país “como contribución al incremento de los vínculos de la nación con la comunidad de emigrantes”.
Pero la mayoría de los analistas fuera de la isla creen que Castro quiere sacar más dinero de la migración para financiar las drásticas reformas de economía de mercado que ha estado preconizando desde el 2007.
“Es hora de hacer justicia a los inmigrantes más pobres, los balseros, incluso si eso generará decenas de millones de dólares para el gobierno en pasaportes y otras tarifas”, indicó Pedro González Munne, empresario de Miami que sigue de cerca los viajes a Cuba.
La tarifa para obtener un pasaporte cubano subió de $60 a unos $110 en la primera ronda de reformas migratorias anunciadas la semana pasada, las cuales eliminaron el detestado requisito de los permisos de salida para los cubanos que quieran viajar al extranjero. Aún así, La Habana se reserva el derecho de impedir cualquier viaje.
“¿Tengo que presentar una solicitud humanitaria para que alguien decida si me permite o no repatriarme al lugar donde nací?…¡Gran avance!”, afirmó Juan Antonio Blanco, ex analista del Comité Central del Partido Comunista de Cuba que vive ahora en Miami.
Aunque el número de cubanos que viven en el extranjero es de importancia crítica para la economía del país —se estima que las remesas en efectivo fueron de más de $2,000 millones solamente en el 2011— los detalles exactos del flujo de la migración son casi imposibles de conocer.
Se calcula que casi 2 millones de cubanos han emigrado desde que Fidel Castro llegó al poder en 1959, y alrededor del 85 por ciento vive ahora en Estados Unidos.
La Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba (ONE) reportó que 400,000 ciudadanos que viven en el extranjero visitaron la isla en el 2011, entre ellos 300,000 que viven en Estados Unidos. La llegada de emigrados se lista a veces en la cuenta oficial como “otros caribeños”.
El número de balseros a los que se prohíbe el regreso se ha estimado en 70,000, los 35,000 que se fueron durante la Crisis de los Balseros en 1994, cuando Fidel Castro abrió las puertas a todo el que quisiera irse, más los que escaparon después. Alrededor de 14,500 balseros llegaron a las costas de EEUU solamente en los años fiscales del 2005 al 2012.
Los gobiernos de EEUU y Cuba firmaron pactos migratorios en 1994 y 1995 para terminar con esa crisis y asegurar una migración segura y sin riesgos. El acuerde requiere que EEUU entregue 20,000 visas a inmigrantes cubanos por año.
Funcionarios de La Habana han dicho a empleados de compañías de Miami ligados a los viajes a la isla que el número de ciudadanos en su lista que no pueden regresar llega a 300,000, incluyendo desertores de altos puestos del gobierno, figuras del deporte y personal médico.
Un empleado de una compañía de viajes a Cuba dijo que el 1 o 2 por ciento de los cubanoamericanos que solicitan permiso a La Habana para visitar la isla son rechazados, con notificaciones de las autoridades cubanas que rezan: “No puede abordar. Salida ilegal”.
Acosta se quejó además de que Cuba tiene una imagen injusta como país que no permite a sus habitantes viajar libremente al extranjero, “una gran prisión o un gulag tropical”.
Se jactó de que el 99.4 por ciento de los que han solicitado permisos de salida para hacer viajes al extranjero por razones personales entre el 2000 y el 2012 los recibieron, para un total de 941,953 personas.
Eso representa que se permitió viajar al extranjero a 78,496 cubanos por año en un país con una población de 11.2 millones de personas. El Departamento de Comercio de EEUU estimó que 30 millones de residentes estadounidenses viajaron al extranjero solamente en el 2009.
Acosta añadió que, de los 941,953, los que no regresaron alcanzaron un total de 120,705, para una tasa de deserción de alrededor de 10,000 al año, o 12.8 por ciento. Esa cifra no incluye a los cubanos que salen del país ilegalmente, o de aquellos que salen con visas de emigrante.
El Nuevo Herald
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