Desde la acera más radical de la izquierda internacional, Alan Woods arranca negando que es asesor del Presidente Chávez. Y aclara además: “No he recibido un centavo del Gobierno de Venezuela”, repitió.
Sin embargo, está convencido de que los pasos del “proceso” abren un camino para mejorar las condiciones de vida de los venezolanos.
Vía internet transcurrió el diálogo con Woods, quien desde el viejo continente contestó algunas de las interrogantes sobre el debate ideológico global con esta “ribera del Arauca vibrador” inserta en él.
-¿Venezuela va en sentido contrario a otras experiencias socialistas del mundo?
La revolución venezolana tiene algunas similitudes con otras revoluciones, pero también diferencias. En el inicio, el Movimiento Bolivariano no planteó la cuestión del socialismo. Su objetivo podía ser caracterizado como revolucionario-democrático. Las tareas objetivas que planteaba la revolución rusa fueron también de carácter democrático. Eso se demuestra por el programa de los bolcheviques: “Paz, pan y tierra”.
Pero la experiencia demostró que la única manera de lograr estas reivindicaciones fue a través de la toma del poder por la clase obrera. También a principios de la Revolución Cubana, Fidel Castro tenía un programa democrático-nacional. Pero la feroz oposición de la burguesía y el imperialismo llevó a la Revolución Cubana a expropiar a los terratenientes y capitalistas para cumplir con ese programa.
Al igual que en Cuba, la feroz resistencia de la oligarquía venezolana ha impulsado la revolución en la línea socialista. Se ha comenzado a expropiar a los terratenientes y capitalistas. Desgraciadamente, la revolución todavía no ha llevado a cabo la tarea más fundamental: la eliminación del poder económico de la oligarquía. La historia demuestra que es imposible hacer media revolución. Chile demostró esto con toda claridad.
¿Las reformas en Cuba reivindican la iniciativa privada?
En Cuba la abolición del capitalismo después de la revolución de 1959 fue lo que permitió lograr unas conquistas en el terreno de la salud, la erradicación del analfabetismo, el grado de educación superior de su población, la esperanza de vida, la reducción de la mortalidad infantil, etc., que son las mejores de toda América Latina y en algunos casos son superiores a las de los países capitalistas avanzados. Ahora bien, Cuba es sólo una pequeña isla, a merced del mercado mundial y además sometida a un bloqueo y un embargo feroz que causan enormes daños económicos. Estados Unidos quiere a toda costa que la revolución cubana fracase porque temen el ejemplo de la superioridad de una economía que no se rige por las leyes del beneficio privado de una minoría. Sin embargo, la idea de que los problemas de la economía cubana se pueden resolver con medidas de mercado, es equivocada y además pondría en peligro las conquistas de la revolución. Lo que se requiere es un auténtico control obrero que acabe con la burocracia, que conduce a la corrupción y el despilfarro. Sobre todo, no se puede construir el socialismo en un sólo país. Es necesaria la extensión de la revolución socialista a América Latina, empezando por Venezuela.
-En el socialismo vietnamita convive un partido fuerte y mecanismos de mercado.
En Vietnam, como en China, la burocracia gobernante ha tomado el camino capitalista, que ha tenido consecuencias negativas para la población. Se han destruido conquistas históricas como la sanidad pública y se ha producido un aumento impresionante de la desigualdad además de la superexplotación de la clase trabajadora. La ley que rige esas economías es la del beneficio, no la de los intereses y necesidades de la población. No puedo considerar a estos países como socialistas.
- ¿Socialismo y propiedad privada son irreconciliables?
¡Depende de lo que entendamos por propiedad privada! El socialismo no significa que el Estado expropie los bienes personales: el carro de uno, el apartamento, etc. Tampoco vamos a nacionalizar las pequeñas tiendas y negocios, o las pequeñas parcelas de los campesinos que tienen unas cuantas gallinas. Lo que defendemos es la expropiación de la tierra de los grandes latifundistas, los bancos y los grandes monopolios que controlan la mayoría de la economía del país.
A menos que estos sectores clave se conviertan en propiedad común, será imposible tener un plan racional de la producción en beneficio de la mayoría de la población. No se puede planificar lo que no se controla, y no se puede controlar lo que no se posee, por ejemplo, la inversión productiva.
Mientras estos sectores permanezcan en manos de un pequeño grupo de ricachones, no se puede hablar de socialismo en Venezuela. Sin embargo, podemos garantizar el respeto a la propiedad del 98 por ciento de los venezolanos.
¿“Las condiciones materiales” para el desarrollo del socialismo se logran sin la fuerza del empresariado?
Cualquier persona que contemple la evolución de la economía venezolana en los últimos años, sólo puede llegar a la conclusión de que la burguesía no está haciendo nada para desarrollar las fuerzas productivas. El sabotaje patronal de diciembre 2002-enero 2003 casi puso al país de rodillas. En el momento actual, el sector privado no está invirtiendo en Venezuela. Al contrario, hay una fuga de capitales o, para darle su verdadero nombre, una huelga de capital. La economía sólo se mantiene gracias al sector estatal.
Durante los últimos diez años la burguesía ha cerrado más de 4.000 empresas de tamaño mediano y grande. Encuestas del sector empresarial venezolano señalan que para el 2010, menos del 15% de los capitalistas planeaban un aumento de su nómina de trabajadores, y sólo el 60% de las inversiones de capital en el sector manufacturero será para inversiones operativas.
Estas cifras muestran que los capitalistas no pueden desarrollar la economía venezolana. Por el contrario, la están destruyendo. La continuación de la situación actual significará más cierres de fábricas, más desempleo, más inflación y más caos.
¿La diversificación de la economía es posible bajo el control estatal?
La verdadera pregunta es si el control de las decisiones económicas está centralizado por un monopolio estatal o monopolios privados. Porque el control monopólico ya existe. El 10% más rico recauda el 36,8% del dinero y el 30% más rico controla el 65,1% de los recursos, mientras que los más pobres se ven obligados a sobrevivir con apenas el 0,9%. Tomemos por ejemplo el sector de la alimentación: una gran
Parte está en manos del monopolio privado. Polar, la mayor empresa privada de Venezuela, representa un 2,4% del PIB no petrolero. Son estos gigantescos monopolios privados los que amenazan con eliminar la “diversificación”, empujando a los pequeños competidores a la bancarrota. Las decisiones claves que afectan a los puestos de trabajo y la vida de millones de personas son tomadas por las juntas de administración no electas de estos monopolios, que sólo están interesados en maximizar sus ganancias.
La oligarquía venezolana ha estado en los últimos 100 años completamente dependiente de la renta petrolera, e incapaz de generar un tejido productivo diversificado. Mediante la expropiación de los monopolios, todo lo que estaríamos haciendo sería poner el control de la economía en manos del pueblo venezolano. Sin embargo, es esencial que el control del funcionamiento de las industrias nacionalizadas esté en manos de la clase trabajadora, mediante mecanismos de control obrero.
El sindicalismo local se queja de poca participación de los trabajadores.
Durante el gobierno del presidente Chávez se ha dado una explosión de la organización sindical en Venezuela. De manera única en el mundo se han dado casos de expropiaciones de empresas que habían sido tomadas por los trabajadores para defender la producción y sus ingresos. Con el plan Guayana Socialista, se ha iniciado una experiencia de control obrero en las industrias básicas. Nada de esto existía bajo la IV República y menos con el sindicalismo corporativo y pro-patronal de los adecos. Es verdad que hay un problema muy grave de burocracia, que transforma la nacionalización en letra muerta. Las viejas malas costumbres de la gestión burocrática, estafa y corrupción vuelven a aparecer. Los trabajadores se sienten alienados, el descontento crece y eso se refleja en baja productividad, y esto desacredita la idea de la nacionalización y del control obrero. La única manera de luchar contra la burocracia es desde abajo, mediante el control democrático de las empresas nacionalizadas por parte de la clase obrera.
¿Hay socialismo sin clase trabajadora organizada y atomizada?
La clase trabajadora venezolana no está “atomizada”. Ha sido el motor principal de la Revolución desde sus inicios. Recordemos que fueron los trabajadores los que salvaron la revolución en diciembre de 2002, cuando derrotaron el paro patronal. Las experiencias de control obrero que se han dado en Venezuela no tienen parangón en todo el mundo y demuestran un nivel de conciencia y de organización muy avanzado por parte de los trabajadores venezolanos. Otra cosa es que sus dirigentes sindicales estén a la altura de lo que se necesita. Recientemente ha habido toda una serie de actividades y manifestaciones de la clase trabajadora que muestran claramente que los trabajadores están luchando para radicalizar la revolución. La marcha de la UNT del 9 de noviembre para una nueva Ley del Trabajo es sólo uno de muchos ejemplos.
¿Se está a tiempo de integrar a los trabajadores como centro de un nuevo modelo social?
La historia de la última década es suficiente para demostrar el enorme potencial creador de las masas. Se ha manifestado en todas las etapas críticas de la Revolución. Durante el paro patronal, los trabajadores ocuparon las instalaciones petroleras, expulsaron a los antiguos gerentes contrarrevolucionarios y pusieron a funcionar las instalaciones bajo control obrero. No sólo salvaron la Revolución, sino también demostraron que eran capaces de dirigir la industria y obtener mejores resultados que antes. Lo que es cierto para los trabajadores petroleros lo es también para los obreros de cualquier otra rama de la industria. Hemos visto muchos otros ejemplos que muestran que los trabajadores son capaces de dirigir la industria y aumentar la productividad, si se les permite hacerlo. Pero la burocracia ha llevado a cabo una campaña sistemática para desacreditar la idea del control y la gestión obrera, saboteando cada movimiento en esta dirección.
Víctor Álvarez, del Centro de Estudios Miranda señala que en la primera década de revolución la economía se hizo más capitalista. El sector privado pasó de 65 % a 70 % del PIB, mientras el estatal se redujo de 35% a 30 %.
No sé si estas cifras son exactas, pero sí sé que una parte importante de la economía venezolana se mantiene en manos privadas. También sé que los capitalistas privados están organizando una huelga de inversión que está dañando la economía y causando grandes dificultades. Esto pone de relieve el hecho de que la situación actual no puede mantenerse. Uno puede tener una economía de mercado capitalista o uno puede tener una economía socialista planificada. Pero uno no puede tener ambas cosas. He aquí la contradicción central de la Revolución Bolivariana. Víctor Álvarez cree que la propiedad estatal es mala en sí y conduce inevitablemente a la burocratización. Por el contrario, insisto en que los sectores fundamentales de la economía deberían ser nacionalizados por parte del Estado, pero el Estado y la gestión de la economía deberían de estar en manos de los trabajadores de manera democrática para impedir el desarrollo de la burocracia.
Sectores del chavismo hablan de poca participación obrera y protagonismo militar. ¿Esto no es la tradición autoritaria latinoamericana?
La comparación con los regímenes militares autoritarios no tiene sentido. ¿Desde cuándo un régimen militar autoritario organiza y arma una milicia popular? Le recuerdo que Chávez ha ganado más elecciones y referendos que ningún otro líder político en el mundo en los últimos once años. Sea cual sea su juicio sobre la política de Hugo Chávez, no se le puede tachar de “autoritario”.
Los trabajadores han jugado un papel clave en la revolución, y Chávez ha demostrado muchas veces que él considera que esto es un elemento muy importante. Fue él quien planteó el lema: “fábrica cerrada, fábrica ocupada”. El problema es que los dirigentes sindicales no aprovecharon la oportunidad para ocupar las fábricas y exigir la nacionalización de las mismas.
El marxismo por definición es dialéctico. Lenin en 1921 asumió la Nueva Economía Política que supuso una planificación centralizada, pero flanqueada por la iniciativa privada. A 12 años de revolución ¿No le hace falta una NEP al país?
Tales analogías históricas tienen límites muy definidos y pueden prestarse a equívocos. En 1921, tras la derrota de la Revolución en Alemania, la Revolución rusa quedó aislada en condiciones de atraso espantoso. Tan solo en 1920, seis millones murieron de hambre. Rusia fue invadida por 21 ejércitos extranjeros. La economía estaba totalmente destruida por los efectos de la guerra mundial y la guerra civil. En tales circunstancias Lenin tuvo que hacer ciertas concesiones al “mercado” con el fin de aplacar a los millones de pequeños propietarios campesinos. Sin embargo, las palancas fundamentales de la economía estaban en manos del Estado y el Estado, fundamentalmente, en manos de los trabajadores, algo que no sucede en Venezuela. No existe ningún paralelo entre la NEP y la situación actual en Venezuela. Es cierto que hay algunos problemas. Pero, ¿acaso no hay problemas económicos muy graves en Inglaterra, Irlanda, Grecia, España, Portugal y también en los Estados Unidos? ¡Las referencias a los méritos de la economía del mercado libre y la iniciativa privada suenan bastante irónicas después de la hecatombe económica del 2008! Veinte años después de la caída del Muro de Berlín no queda piedra sobre piedra de la afirmación de la superioridad de la economía de mercado. La restauración del capitalismo en Rusia y Europa del Este ha supuesto una catástrofe para sus pueblos. En todas partes el capitalismo se encuentra en una profunda crisis, millones de personas han perdido sus puestos de trabajo y el mundo entero está en un estado de turbulencia.
- Entonces... nada de medias tintas
El problema con el reformismo es que hace imposible el funcionamiento normal del capitalismo, pero no pone nada coherente en su lugar. La nacionalización parcial no resuelve nada fundamental. Por el contrario, se distorsiona el mecanismo del mercado y provoca el caos. Sigue siendo imposible tener un plan racional de la producción porque las piezas clave de la economía permanecen en manos privadas. Sólo cuando los puntos clave de la economía sean nacionalizados será posible movilizar el colosal potencial productivo de Venezuela para servir a los intereses del pueblo.
PERFIL - ALAN WOODS
El analista político últimamente ha sido muy nombrado en el país por chavistas y opositores. Cree y confía en la Revolución Bolivariana
¿Ycómo es él?
AiramFernández
AlanWoods es un analista político marxista, de origen galés. La vena izquierdista la tiene desde que era un chico. Con apenas 16 años de edad se vinculó a ese campo ideológico.
AlanWoods es un analista político marxista, de origen galés. La vena izquierdista la tiene desde que era un chico. Con apenas 16 años de edad se vinculó a ese campo ideológico.
Catedrático de filologías rusa y eslava en la Universidad de Sussex, en el Reino Unido, y la Universidad de Sofía, en Bulgaria, participó en la lucha contra la dictadura franquista en España durante los años 70.
Junto al ya difunto Ted Grant, quien fuese otro pensador como él, fundó la Corriente Marxista Internacional, organización de la que lleva todas las riendas desde 2006, y bajo el objetivo de luchar por unir a la mayor cantidad posible de trabajadores y jóvenes en todo el mundo, para impulsar y estimular la lucha por el socialismo a nivel internacional.
A lo largo de toda su vida política, ha escrito libros traducidos a varios idiomas, en los que pregona sus ideas de izquierda. La revolución bolivariana, un análisis marxista, es uno de ellos, publicado en el año 2005.
Así pues, es uno de los pensadores marxistas de mayor reconocimiento a nivel mundial. Trotskista, además, es firme defensor de la revolución comandada por el presidente Hugo Chávez, del que dicen es su asesor e ideólogo, por las reuniones que han sostenido en varias ocasiones.
Pero el autor de El marxismo y la cuestión nacional , y editor de la revista Socialist Appeal y de la página web marxist.com, ha desmentido este rumor, y lo ha hecho públicamente y en reiteradas oportunidades, agregando que no ha sido asesor ni del presidente Chávez ni del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), organización que también le ha sido atribuída.
Pero su admiración y confianza en la Revolución Bolivariana, no significa la ausencia de críticas de su parte. Al contrario, en varios artículos escritos por él y en una entrevista concedida a un medio nacional, dijo que éste era un proceso que no estaba consolidado del todo y al que le hacía falta una profundización, porque “no se puede hacer una revolución a medias”.
Y tal parece que el Presidente le tomó la palabra, y está acelerando las medidas revolucionarias.
Vea tambien en este blog la reseña de Alan Woods en "Los intelectuales comunistas cubanos discuten......
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