En una reciente conferencia en Washington, DC, el ex secretario del Tesoro, Larry Summers, señaló que las autoridades de Estados Unidos deberían centrarse en las actividades productivas que tienen lugar en el país y dan empleo a trabajadores estadounidenses, no en las corporaciones que están registradas legalmente en los EE.UU. pero llevan a cabo su producción en otros países. Citó estudios realizados por el ex Secretario del Trabajo Robert Reich, quien hace más de 20 años advirtió que, a medida que las multinacionales estadounidenses trasladaban el empleo y la producción al extranjero, sus intereses comenzarían a divergir de los intereses económicos del país.
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Es fácil estar de acuerdo con Summers y Reich en que la política económica nacional debe centrarse en la competitividad estadounidense, no en el bienestar de empresas particulares. Sin embargo, es engañosa su tajante distinción entre los intereses económicos del país y los de las empresas multinacionales de Estados Unidos.
En 2009, el último año del que hay disponibles datos completos, sólo había 2.226 multinacionales estadounidenses de un total de aproximadamente 30 millones de empresas establecidas en los EE.UU.. Las multinacionales de Estados Unidos tienden a ser grandes, con actividades intensivas de investigación, comercio y uso del capital, y son responsables de una parte sustancial y desproporcionada de la actividad económica del país.
De hecho, en 2009 las multinacionales de Estados Unidos representaron el 23% del valor añadido en el sector privado (no bancario) de la economía estadounidense, junto con el 30% de la inversión de capital, el 69% de la investigación y desarrollo, el 25% de la remuneración de los empleados, el 20% del empleo, el 51% de las exportaciones y el 42% de las importaciones. En ese año, la remuneración media de los 22,2 millones de trabajadores estadounidenses empleados por las multinacionales de Estados Unidos fue de $ 68.118, aproximadamente un 25% superior a la media del resto de la economía.
Igualmente importante, las operaciones estadounidenses de estas empresas representaron el 63% de sus ventas globales, el 68% de su empleo global, el 70% de su inversión de capital global, el 77% de la remuneraciones globales de sus empleados, y el 84% de su I + D global. Las proporciones nacionales particularmente altas de I + D y remuneraciones indican que las multinacionales estadounidenses tienen fuertes incentivos para mantener sus altos salarios y actividades de investigación en EE.UU., una buena noticia para los trabajadores cualificados de Estados Unidos y la capacidad del país para la innovación.
Sin embargo, los datos también ponen de manifiesto tendencias preocupantes. En primer lugar, si bien las proporciones de las multinacionales estadounidenses en I + D y remuneraciones del sector privado se mantuvieron sin cambios entre 1999 y 2009, disminuyeron en lo referente al valor añadido, la inversión de capital y el empleo. Por otra parte, sus exportaciones crecieron más lentamente que las exportaciones totales, sus importaciones crecieron más rápidamente que las importaciones totales, y el sector multinacional en su conjunto pasó de un superávit comercial neto en 1999 a un déficit comercial neto en 2009.
En segundo lugar, durante la década de 2000 las multinacionales estadounidenses se expandieron más rápidamente en el extranjero que dentro del país. Como resultado, entre 1999 y 2009, la participación estadounidense en sus operaciones globales se redujo en 7 u 8 puntos porcentuales en cuanto a valor añadido, inversión de capital y empleo, y cerca de 3 a 4 puntos porcentuales en I + D y remuneraciones. La reducción de la proporción local de su empleo total, porcentaje que también se redujo cuatro puntos porcentuales en la década de 1990, ha generado inquietudes respecto a que hayan estado reubicando puestos de trabajo a sus filiales en el extranjero.
Sin embargo, los datos cuentan una historia más compleja. De 1999 a 2009, las multinacionales manufactureras estadounidenses redujeron su empleo en EE.UU. en 2,1 millones de puestos de trabajo, o 23,5%, pero lo aumentaron en sus filiales extranjeras apenas en 230.000 (5,3%), lo que no basta para explicar el declive mucho mayor en sus puestos de empleo en Estados Unidos.
Por otra parte, las empresas manufactureras estadounidenses que no eran multinacionales redujeron su empleo en 3,3 millones de puestos de trabajo, o 52%, durante el mismo período. Cada vez más estudios llegan a la conclusión de que los cambios tecnológicos que ahorran trabajo y la tercerización a contratistas extranjeros fueron factores importantes tras el significativo declive ajustado cíclicamente del empleo manufacturero estadounidense por parte de las multinacionales y otras empresas de Estados Unidos en la década de 2000.
Así, si bien puede que las multinacionales estadounidenses no hayan estado trasladando puestos de trabajo a sus filiales extranjeras, probablemente, al igual que otras empresas de Estados Unidos, hayan estado externalizando más de su producción a contratistas extranjeros en cuyo capital no poseían participación alguna. De hecho, es posible que ese tipo de tercerización haya sido un factor importante detrás del aumento del 84% de las importaciones por parte de las multinacionales de Estados Unidos y el aumento de 52% en las importaciones del sector privado, producidos entre 1999 y 2009.
Para entender las tendencias nacionales y extranjeras del empleo de las multinacionales de Estados Unidos también es importante tener en cuenta los servicios. Y aquí los datos cuentan otra cosa. De 1999 a 2009, el empleo en las filiales extranjeras de las multinacionales estadounidenses aumentó en 2,8 millones, o 36,2%. Sin embargo, la manufactura representó sólo el 8% de este incremento, mientras que los servicios representaron la parte más importante. Más aún, las multinacionales estadounidenses de servicios aumentaron su empleo tanto a nivel nacional como extranjero, en casi 1,2 millones de trabajadores en sus operaciones nacionales y más del doble que en sus filiales en el extranjero.
Durante la década de 2000, el rápido crecimiento en los mercados emergentes dio impulso a las actividades comerciales y la demanda de muchos servicios en los que las multinacionales estadounidenses son fuertemente competitivas. Dado que muchos de estos servicios requieren interacción cara a cara con los clientes, las multinacionales estadounidenses tuvieron que ampliar su empleo en el extranjero para satisfacer la demanda en estos mercados. Al mismo tiempo, sus crecientes ventas en el extranjero aumentaron su empleo en los EE.UU. en actividades tales como publicidad, diseño, I + D y gestión.
Estudios anteriores han encontrado que los aumentos en el empleo en las filiales extranjeras de las multinacionales estadounidenses tienen una correlación positiva con el aumento del empleo en sus operaciones en Estados Unidos: en otras palabras, el empleo en el extranjero complementa el empleo nacional, en lugar de sustituirlo.
Cuando se trate de las multinacionales, la formulación de políticas se debe guiar por hechos y no por percepciones. Y los hechos indican que, a pesar de décadas de globalización, las multinacionales estadounidenses continúan haciendo importantes contribuciones a la competitividad de EE.UU. y localizando la mayor parte de su actividad económica en el país, no en el extranjero. Lo que debería preocupar realmente a las autoridades políticas es que EE.UU. pueda estar perdiendo su competitividad como lugar para llevar a cabo estas actividades.