Por KATHLEEN MADIGAN
Cómo se desempeñará la economía estadounidense en el primer semestre de 2013 depende de una enorme incertidumbre: cómo y cuándo la Casa Blanca y el Congreso lidiarán con el abismo fiscal.
Las consecuencias directas de caer al abismo se conocen hace tiempo. Un regreso a las tasas tributarias de la era Clinton y el fin de la exención del impuesto a las nóminas y los beneficios extendidos para los desempleados tendrían un impacto inmediato en el ingreso personal. El gasto federal disminuiría en US$110.000 millones, entre recortes a programas discrecionales y de defensa. La combinación seguramente reduciría la demanda general en el primer trimestre y más allá.
Por supuesto, incluso un acuerdo de última hora probablemente causará algunas alzas de impuestos. Pero caer al abismo desencadenaría consecuencias económicas indeseadas al menos durante el primer semestre.
Para empezar, la riqueza familiar se vería duramente golpeada, aun más allá de los sueldos.
El patrimonio neto ha experimentado una tendencia alcista gracias al aumento de los precios de las viviendas y las acciones, así como por los esfuerzos de los consumidores por pagar sus deudas. Pero ese avance podría descarrilarse con una caída del mercado bursátil. Además, los trabajadores podrían recurrir a sus tarjetas de crédito para recuperar el poder adquisitivo que desapareció de sus salarios.
Segundo, el alza del dólar causada por la fuga hacia la seguridad reduciría la competitividad de los exportadores estadounidenses, que ya de por sí tienen dificultades con la debilitada demanda global.
Por último, la incertidumbre en relación a los futuros impuestos y la demanda volvería a limitar el gasto de capital. Los líderes empresariales ya han reaccionado a los potenciales efectos negativos del abismo al postergar algunos proyectos de capital. La inversión en equipos y software cayó en el tercer trimestre por primera vez desde el inicio de la recuperación.
El gasto probablemente aumentó en este trimestre, según economistas de IHS Global Insight, pero dicho avance podría reflejar el vencimiento anticipado de la depreciación de la bonificación del 50% que está en vigencia hasta fin de 2012.
"Ante la ausencia del incentivo por la depreciación de la bonificación, la demanda por bienes duraderos en el cuarto trimestre probablemente será más débil", dijeron en diciembre los economistas de IHS.
Paradójicamente, un ganador económico del enfrentamiento en Washington podría ser el mismo Washington: Los inversionistas reacios al riesgo seguirán optando por los valores del Tesoro, lo que a su vez reducirá los costos de endeudamiento del gobierno.
Incluso si los líderes políticos alcanzan pronto un acuerdo para evitar el abismo fiscal, la perspectiva aún es confusa debido a otro desafío fiscal. Nadie sabe si los políticos elevarán o no a tiempo el límite de la deuda de Estados Unidos.