P
or Pedro Martínez Pírez
Tres años se cumplen este lunes del fallecimiento en La Habana del Comandante Fidel Castro, líder histórico de la Revolución Cubana, a quien siempre admiré por su consagración y entrega a los mejores destinos de la Patria.
Su obra crece con el tiempo y no olvido sus certeras palabras al llegar triunfante a La Habana, el 8 de enero de 1959, cuando advirtió que la Revolución no la había hecho él, sino el pueblo, y que todo sería más difícil a partir del triunfo del primero de enero sobre la dictadura sangrienta de Fulgencio Batista.
Tuve el privilegio a lo largo de mi vida de estar en varias ocasiones cerca de Fidel. Lo veíamos por las noches en la Universidad de La Habana, donde solía conversar con quienes estudiábamos distintas carreras en la Facultad de Humanidades.
Y antes, el 2 de septiembre de 1960, me correspondió ser uno de sus representantes en el bautizo de un niño ecuatoriano en la Embajada de Cuba en Quito.
Y fue allí, en abril de 1961, en los días de Playa Girón, cuando tuve la honra de recibir al artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, quien como muestra de solidaridad con la Cuba agredida por el imperio, me pidió viajar a La Habana y pintar a Fidel.
Pasaron los años y pude estar presente cuando el gran pintor ecuatoriano hizo en una casa de Protocolo en La Habana el cuarto y último retrato a Fidel, que dedicó a los setenta años de vida del Comandante, en 1996.
Mucho antes de ese singular momento había tenido la oportunidad, como periodista, de dar cobertura a la extensa gira de Fidel, desde Conakry hasta Moscú, en 1972, y de entrevistarlo en Nueva York el 12 de octubre de 1979, el día de su brillante intervención en la Asamblea General de la ONU, en representación de Cuba y del Movimiento de los Países No Alineados.
Como enviado de la agencia Prensa Latina, de Radio Habana Cuba y de la televisión cubana, participé en la cobertura informativa de otras actividades realizadas por el Comandante Fidel Castro, dentro y fuera de Cuba. Así, estuve Nueva Delhi en 1983, en Harare en 1986, en Ecuador en la toma de posesión del presidente Rodrigo Borja, en 1988, al año siguiente en Caracas cuando fue investido Carlos Andrés Pérez, y en 1990 en la toma de posesión de Fernando Collor de Melo.
En 1991 fui uno de los delegados al IV Congreso del Partido Comunista de Cuba, efectuado en la ciudad de Santiago de Cuba, y allí pude ser testigo del renovado liderazgo de Fidel.
Al año siguiente fui designado por Radio Habana Cuba para dar cobertura a la visita del Presidente Fidel Castro.
Y fue en Sevilla el 26 de julio de 1992, en el Pabellón de Cuba en la Exposición Universal de la capital de Andalucía, cuando hice la más entrañable de todas mis entrevistas a Fidel. Fue el año en que el Comandante asistió a la II Cumbre Iberoamericana en Madrid, a la XXV Olimpiada en Barcelona, a la Feria Mundial en Sevilla, y cuando visitó en Láncara, provincia de Lugo, en Galicia, la choza donde en 1875 nació su padre, Don Ángel Castro Argís.
Son muchos los recuerdos que guardo del Comandante Fidel Castro, con quien estuve en varias ocasiones en los estudios de la televisión cubana, una de ellas su comparecencia sobre la visita realizada a Cuba por el Papa Juan Pablo Segundo, en enero de 1998.
Líder carismático, muy receptivo, con quien pude dialogar sobre temas que van desde la criminal invasión yanqui a la pequeña Granada, en 1983, los célebres encuentros sobre la Deuda Externa o la inauguración de la Casa Guayasamín de La Habana, y a quien acompañé como periodista en la fundación de escuelas en el campo, de cooperativas agrícolas, centros científicos o desafíos de béisbol con su hermano venezolano Hugo Chávez Frías.
Fidel, un hombre sencillamente grande e inolvidable, el estadista y guerrillero que colocó a Cuba en la geografía mundial.
La Habana, 25 de noviembre de 2019.