ABM: En mi alegato expliqué que estaba en contra de
la política de mi gobierno contra la Isla y ello me impulsó a
solidarizarme con el pueblo cubano. Era un sueño casi imposible en
lograr un cambio en la política de Estados Unidos de Norteamérica con
Cuba y ahora se llega a alcanzar. Son los complejos entramados de la
política internacional. La política del gobierno norteamericano cambiará
con Cuba y eso es lo que quería. Pero, deseo más. Quiero que se cambie
no solo con la Isla, sino con el resto del mundo. Es una utopía que
algún dia también se alcanzará. Me siento contenta que esto haya
ocurrido.
CN: Eres conocedora de las formas de comportarse los gobiernos norteamericanos. ¿Qué piensas de sus intenciones con Cuba?
ABM: El pensamiento de los políticos norteamericanos
es pragmático y quieren lograr cambiarle el carácter a la Revolución
Cubana a largo plazo. Hay hipocresía y cinismo, pero están corriendo el
riesgo que todo esto se le torne en un boomerang, porque el silencio
sobre Cuba se acabará y los ciudadanos norteamericanos que acudan a la
Isla verán la generosidad de los cubanos y vivenciarán personalmente lo
que allí ocurre. La política de los medios de comunicación
distorsionadores y silenciadores del tema Cuba, quedará en cierto
sentido atrás. No será absolutamente.
Hay otro riesgo y es el del impacto de la presencia norteamericana en
la Isla. Les digo a los cubanos algo que siempre he pensado y dicho a
aquellos con los que compartí mi solidaridad con Cuba. A mí lo que me
importa es que la Revolución Cubana exista. Las cuestiones internas de
los cubanos es asunto de los cubanos. Incluso no me importa quien esté
en el futuro; no es cuestión de nombres. Lo necesario es que haya
Revolución Cubana siempre, a partir de la capacidad que se tenga para
resolver los problemas. Tienen que cuidar la Revolución. Yo traté de
hacerlo.
CN: La solidaridad con Cuba te llevó a estar en prisión con condiciones de aislamiento. ¿Estás arrepentida de lo realizado?
ABM: Si me arrepiento me niego a mí misma y me
sentiría insatisfecha. No está en el marco de mi lógica. Siempre supe
las consecuencias posibles de lo que hacía. Era un riesgo que tenía que
correr. El estar recluida en prisión es algo que he ido aprendiendo
gradualmente a soportar, pero en mi fuero interno estoy tranquila. Hice
lo que tenía que hacer. ¿Arrepentimiento? En estos años nunca me he
arrepentido.
CN: ¿Dónde queda tu vida personal?
ABM: No tengo hijos ni esposo. Creo que ese fue el
precio que a partir de un momento me di cuenta que tenía que asumir. Me
interesó tener un compañero y formar una familia; pero no fue posible
porque en la marcha todo se tornó complejo. Mi refugio personal es saber
que hice algo útil y que no solo defendí a Cuba; también defendía al
pueblo norteamericano. Hoy me concentro en resistir ante los intentos de
quebrar mi voluntad.
CN: ¿Qué mensaje envías al pueblo cubano y al norteamericano?
ABM: Antes quiero decirte que estoy totalmente
aislada. Vivo en condiciones de extrema presión psicológica. Me tienen,
salvando la distancia, como si fuera una monja en un convento de
clausura. No tengo el más mínimo contacto con el mundo, salvo el que
idealmente me imagino. Resistiré hasta el final aunque sea difícil.
A los cubanos, reiterarle que no dejen perder el sueño de la utopía
revolucionaria que convirtieron la realidad. Que se cuiden del gobierno
norteamericano y sepan leer donde están las buenas y las malas
intenciones. No todo es malo. No todo es bueno. Seguir venciendo y
resistiendo con sabiduría e inteligencia. Esa ha sido la carta de
triunfo.
A los norteamericanos, que aprendan a conocer y entender al pueblo
cubano. Creo que en la medida que el proceso de entendimiento entre los
dos países avance, aquí se comenzarán a ver distinta a la Isla, a su
pueblo y a sus líderes. La sociedad norteamericana tiene que empujar
para que en el tiempo el pensamiento de los políticos norteamericanos
cambie y el Congreso tenga otra composición que favorezca el contacto
sincero con los países. Tiene que pasar tiempo.
Nos despedimos de Ana Belén Montes llenos de satisfacción y
admiración por su persona. No la vimos quebrada por sus condiciones de
vida. Hay una mujer esbelta y bella, con una extraordinaria entereza.
Quedamos en tratar de intercambiar a futuro sobre otros temas.
Para el gobierno de Estados Unidos de
Norteamérica, Ana Belén Montes está condenada al ostracismo y estaría en
el más absoluto silencio. No se dieron cuenta que “fuerzas superiores” y
no exactamente extraterrenales o esotéricas, sino solidarias, asumirían
su voz para no dejarla abandonada. De tal forma que su pensamiento se
está conociendo desde su celda utilizándonos como “médium” para ello.
Ana nunca más estará callada. Siempre alguien en algún lugar del mundo
tomará sus ideas para divulgarlas.
Es por eso que, previo acuerdo con la entrevistada y agradecido por
su gentileza de ella, ponemos a disposición del lector la primera parte
de esta segunda entrevista.
CN: ¿Qué piensas de esta posibilidad de dar a conocer tus ideas y pensamientos al mundo, cuando te quieren silenciar?
ABM: Lo primero es que sepan las personas que existo. Estoy aquí y no
en silencio. Es una oportunidad formidable para alguien como yo que
está totalmente aislada.
Lo segundo, silenciarme no será posible. Mi acto de compromiso con la
Isla es un hecho imposible desconocer. La idea de entrevistarme y de
hacer que mi voz se mantenga viva es una muestra de solidaridad que
agradezco, ya que es importante se conozca el porqué de mi admiración
por Cuba.
CN: ¿Cómo te encuentras física y psicológicamente?
ABM: Trato de mantenerme en forma física. Siempre tuve el hábito de
acudir a hacer ejercicios; en este sentido cuidaba mucho de mi dieta
diariamente. En eso era obsesiva. Ahora, en otras condiciones me
mantengo haciendo los ejercicios. De la dieta no voy a hablar, porque en
una prisión no hay mucho que escoger, que no sea lo que te dan. Como
mujer acostumbraba a preocuparme por mi presencia. No se puede perder el
sentido de resultar atractiva, es un don que la naturaleza nos ha
permitido ejercer y nunca quise desaprovecharlo.
Psicológicamente el internamiento tiene un impacto. Lo más importante
es el no poder comunicarme con ninguna persona. Es por eso que tengo
mis largos monólogos. Tengo a mi favor, aunque no es lo mismo, que estoy
acostumbrada a vivir sola. Y hay algo interesante. En la sociedad
norteamericana uno está rodeado de gente, pero en ocasiones está muy
solo. Por momentos a lo largo de la vida tuve esa vivencia. La sociedad
norteamericana está llena de matices y uno de ellos puede ser la soledad
“acompañada” que en ocasiones se percibe. Estoy convencida que el
gobierno norteamericano quiere embotarme sensorialmente: que deje de
escuchar, de sentir, de hablar, de oler, de ver y pensar. No lo van a
lograr. Como todo ser humano a lo largo de mi vida he tenido mis
momentos de desajustes, pero tengo la inteligencia suficiente para
llamarme a capítulo y asumir el autocontrol de mis acciones. Es un reto
subsistir. Otros lo han logrado. Yo también lo lograré.
Antes de ser detenida, seguí la situación de los cubanos en la
Florida en septiembre de 1998 (se refiere a los cubanos que formaron
parte de la llamada red “Avispa”). A ellos también quisieron
quebrantarlos y se portaron con firmeza. A mí me toca hacer lo mismo.
CN: ¿Qué puedes decirnos de tus carceleros?
ABM: Hay poco contacto. Unos saben porque estoy aquí, a otros
probablemente no les interesa y hacen su trabajo. Este es un lugar donde
una mirada de un tipo u otra, una breve frase, determinado gesto,
tienen para uno un significado que denote apoyo o rechazo y hay de todo
un poco.
CN: Nos interesa retomar el tema de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.
ABM: En la entrevista anterior definí la política de Estados Unidos
hacia la Isla, de hipócrita y cínica. Así la veo y así la percibe el
politólogo Daniel Estulin. Hay una diferencia entre el sentido que otras
personas y yo adjudicamos a las relaciones entre ambos países y el que
algunos políticos del gobierno y el Congreso le dan, empezando por el
presidente. De ahí que, parafraseando a Julius Fucick en su “Reportaje
al pie de la horca”, les diga: “Cubanos, los he amado, estad alertas”.
Para mí es importante que la Isla esté alerta y muy atenta al desarrollo de los acontecimientos.
Muchos norteamericanos acudirán en “buena onda”, al decir de los
mexicanos; otros pueden que, inducidos por la manipulación
gubernamental, traten de hacer daño.
Ustedes han demostrado inteligencia, valentía y fortaleza a lo largo
de décadas. Sé que no les faltara en esta oportunidad. Estados Unidos
abre los brazos para abrazar a la Isla y, conociendo el pensamiento
político norteamericano, este es “el abrazo de la muerte”. Ahora lo
importante es que ustedes no se dejen envolver por el “cisne negro” que
es el gobierno de Estados Unidos y hagan lo que han venido haciendo
siempre ante las acciones del gobierno norteamericano: revertir el
sentido de lo que este quiere. Así siempre le han ganado. Es increíble
que dos países pequeños como la Isla y Viet Nam hayan vencido a Estados
Unidos.
Es importante que en la Isla sepan que hay muchos norteamericanos
honestos, aunque el sistema crea una forma de pensar que nos hace creer
superiores, dueños del mundo. Por eso para que las cosas cambien
realmente, tiene que venir un cataclismo político en la vida
norteamericana que haga evolucionar el pensamiento, la psicología y la
cultura del país, preservando lo mejor que tengamos y modificando lo
perjudicial.
No está a la vista ese cambio. Pero llegará. Me siento una
contribuyente a ese cambio. Hay otras personas que también lo han hecho.
No pretendo darme exclusividad.
Continuará…
*Colaborador de La Mala Palabra.