"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 18 de agosto de 2013

La hora de lo que nos gustaría que fuera verdad

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Todos sabemos cómo se supone que funciona la democracia. Los políticos hacen campaña sobre los temas de interés y la opinión pública informada emite su voto basándose en esos temas, con cierto margen para la imagen que se tiene del carácter y la competencia de los políticos.
También sabemos que la realidad dista mucho de lo ideal. Los votantes suelen estar mal informados, y los políticos no siempre son sinceros. Aun así, nos gusta imaginar que los votantes por lo general aciertan al final y que los políticos acaban rindiendo cuentas por lo que hacen.
Pero ¿sigue siendo relevante esta visión modificada y más realista de la democracia en acción? ¿O está nuestro sistema político tan degradado por la desinformación y la mala información que ya no puede funcionar?
Consideremos el caso del déficit fiscal, un tema que dominó el debate en Washington durante casi tres años, aunque últimamente ha perdido fuerza.
Probablemente no les sorprenda oír que los votantes están mal informados sobre el déficit. Pero puede que sí les sorprenda lo muy mal informados que están.
El déficit había caído en picado, pero la mayoría  de los votantes creían que había aumentado
En un célebre informe con el descorazonador título de It feels like we’re thinking [da la impresión de que estamos pensando], los politólogos Christopher Achen y Larry Bartels reseñaban un sondeo llevado a cabo en 1996 en el que se preguntaba a los votantes si el déficit público había aumentado o disminuido con el presidente Clinton. El hecho es que el déficit había caído en picado, pero la mayor parte de los votantes —y la mayoría de los republicanos— creían que había aumentado.
En mi blog me preguntaba qué resultado mostraría un sondeo similar en la actualidad, ahora que el déficit está disminuyendo todavía más deprisa que en la década de 1990. Pide y se te dará: Hal Varian, economista jefe de Google, se ofreció a realizar una encuesta sobre el tema entre los consumidores de Google, un servicio que la empresa vende normalmente a los analistas de mercado. De modo que les preguntamos si el déficit había aumentado o descendido desde enero de 2010 y los resultados fueron todavía peores que en 1996: la mayoría de los que respondieron afirmaban que el déficit ha aumentado, y más del 40% dijo que ha aumentado mucho; solo el 12% respondió correctamente que se ha reducido, mucho.
¿Estoy diciendo que los votantes son estúpidos? Ni mucho menos. La gente tiene su vida, trabajo e hijos que criar. No va a sentarse a leer los informes de la Oficina de Presupuestos del Congreso. En vez de eso, se fía de lo que oyen decir a las autoridades. El problema es que gran parte de lo que oyen es engañoso, cuando no directamente falso.
No les sorprenderá oír que las mentiras descaradas tienden a estar motivadas por la política. En aquellos datos de 1996, era mucho más probable que los republicanos tuviesen opiniones falsas sobre el déficit que los demócratas, y seguramente hoy en día sucede lo mismo. Al fin y al cabo, los republicanos crearon mucha confusión política con el supuesto descontrol del déficit durante los primeros días del Gobierno de Obama, y han mantenido la misma retórica a pesar de que el déficit ha caído en picado. Así, Eric Cantor, el tercer republicano de la Cámara de Representantes, declaraba en Fox News que “el déficit aumenta”, mientras que el senador Rand Paul aseguró a Bloomberg Businessweek que registramos “un déficit de un billón de dólares todos los años”.
En lo tocante al déficit, los supuestos 'hombres sabios' son parte del problema
¿Sabe la gente como Cantor o Paul que lo que están diciendo no es verdad? ¿Les importa? Probablemente no. Parafraseando la famosa frase de Stephen Colbert, las afirmaciones sobre los déficits descontrolados puede que no sean verdad, pero nos gustaría que fuesen verdad, y eso es lo que cuenta.
Así y todo, ¿acaso no hay árbitros para esta clase de cosas, autoridades independientes en las que la gente confía, que pueden acusar y acusan a los que transmiten falsedades? Hace ya mucho, creo, los hubo. Pero en los tiempos que corren, la división entre partidos es muy profunda, y hasta los que pretenden jugar a ser árbitros por lo visto tienen miedo de denunciar la falsedad. Increíblemente, PolitiFact, una página dedicada a la verificación de datos, calificaba la declaración claramente falsa de Cantor de “verdad a medias”.
Ahora bien, Washington sigue teniendo algunos “hombres sabios”, personas a las que los medios de comunicación tratan con una deferencia especial. Pero en lo tocante al problema del déficit, los supuestos hombres sabios resultan ser parte del problema. Gente como Alan Simpson y Erskine Bowles, copresidentes de la comisión fiscal designada por el presidente Obama, contribuyó en gran medida a alimentar la ansiedad pública sobre el déficit cuando este era alto. Su informe llevaba el amenazador título de El momento de la verdad. ¿Y han cambiado de opinión ahora que el déficit se ha reducido? No, y por eso no es de extrañar que se siga hablando de déficits descontrolados aunque la realidad presupuestaria haya cambiado por completo.
Si reunimos todas las piezas, la imagen es descorazonadora. Tenemos un electorado mal informado o desinformado, políticos que contribuyen alegremente a la desinformación y perros guardianes que tienen miedo de ladrar. Y en la medida en que hay actores muy respetados, no demasiado partidistas, parecen estar fomentando, en vez de arreglando, las falsas impresiones de la opinión pública.
¿Qué deberíamos hacer? Seguir machacando con la verdad, supongo, y esperar que penetre. Pero es difícil no dudar cómo puede funcionar este sistema.
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008
© New York Times Service 2003
Traducción de News Clips.

 

Fue White y no Keynes el principal arquitecto del Tratado de Bretton Woods

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Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 13 de agosto de 2013
Este artículo señala que Harry Dexter White, el representante de EEUU en las negociaciones que concluyeron con el Tratado de Bretton Woods, jugó un papel determinante en la configuración de dicho tratado, hecho minusvalorado más tarde debido al impacto de la Guerra Fría, a la cual White se opuso. El silencio histórico sobre White, no reconociendo su labor en aquel tratado, dio gran visibilidad a la figura de Keynes y su labor en la elaboración del tratado.
Uno de los tratados que han tenido mayor impacto en la vida económica y financiera de nuestro tiempo ha sido el Tratado de Bretton Woods, que configuró el sistema monetario después de la 2ª Guerra Mundial. Tuvo lugar el la localidad de Bretton Woods en New Hampshire en julio de 1944 y tuvo como objetivo garantizar un nuevo orden económico cuando terminara la guerra.
Las dos personalidades que jugaron un papel clave fueron John Maynard Keynes, por parte de Gran Bretaña, y Harry Dexter White, por parte de EEUU. Y aunque el que ha recibido mayor aclamo por el diseño del tratado haya sido Keynes, la realidad que se ha ido descubriendo es que Dexter White jugó el papel principal en el diseño de aquel tratado. Dexter White era un funcionario del Ministerio de Hacienda (Treasury Department), hombre de íntima confianza del Ministro, Henry Morgenthau Jr., el cual era amigo personal del Presidente Franklin Delano Roosevelt. Dexter White había sido el economista encargado por el Ministro de Hacienda estadounidense de preparar el borrador del tratado (habiendo dedicado tres años a ese trabajo). La historia del tratado, sin embargo, ha pasado de largo la tarea realizada por White. ¿Por qué?
El impacto de la Guerra Fría en el redactado histórico
White creía que dentro del mundo capitalista era fundamental garantizar la estabilidad económica y financiera, lo cual requería crear un sistema alrededor del dólar, moneda del mayor acreedor existente en el mundo capitalista de entonces, es decir, EEUU. En esto no siempre estuvo de acuerdo con los economistas británicos, que estaban bajo la presión de mantener la lira esterlina como centro de la Commonwealth. White también tenía la creencia de que la estabilidad monetaria debería acompañarse con estabilidad política, basada en una relación de cooperación entre los vencedores de la 2ª Guerra Mundial, y muy en especial de EEUU y la Unión Soviética, que eran los dos grandes vencedores sobre el nazismo y fascismo. La URSS había sido –como lo reconoció incluso Winston Churchill- la mayor fuerza responsable de la derrota del nazismo en Europa (veinte millones de muertos en aquel país fue el coste de su victoria) y EEUU lo había sido del imperialismo japonés en el Pacífico. Según White, EEUU y la URSS deberían ser aliados promotores de la estabilidad en el futuro. La Guerra Fría no había empezado en EEUU y el Presidente Roosevelt y sobre todo su esposa Eleonor Roosevelt no eran hostiles ni a la Unión Soviética ni al Partido Comunista de EEUU. White, en realidad, tenía varios amigos y colaboradores miembros de ese Partido. White llegó incluso a conseguir que la Unión Soviética firmara y apoyara varios de los componentes del Tratado de Bretton Woods, aunque se negara a firmar el componente del tratado que establecía el Fondo Monetario Internacional, por creer, correctamente, que estaría dominado por el gobierno de EEUU.
Este clima político cambió radicalmente, con el surgimiento de la Guerra Fría, que hizo que la Unión Soviética fuera percibida como el mayor enemigo de EEUU. El cambio puso a White en una postura defensiva, siendo considerado una persona poco fiable. Incluso algunos comentaristas le acusaron de ser espía de la Unión Soviética. Fue así como White pasó a ser una persona marginada, desapareciendo de los libros de historia, apareciendo solo Keynes como figura central de aquel tratado. Y así se escribió la historia de Bretton Woods (ver el excelente artículo “Dirtying White” de James M. Boughton del cual extraigo estos datos, en The Nation, 24 de junio – 1 de julio de 2013).
Estas breves notas no minimizan la enorme tarea de Keynes ni diluyen y/o disminuyen su gran labor en analizar la situación económica del momento y periodo en el que vivía, ni tampoco relativiza sus consejos y propuestas de salir de la crisis, tan aplicables hoy como entonces. Pero, es de justicia reconocer la enorme labor realizada por White, que en caso de haber vencido sus propuestas políticas, además de sus propuestas económicas, la historia del mundo habría cambiado y nos hubiera ido mejor. Es coste de la Guerra Fría, en términos económicos, sociales, políticos y humanos ha sido enorme. La victoria del complejo militar-industrial en EEUU, se ha hecho a costa del subdesarrollo del estado del bienestar en EEUU. Y a nivel internacional, la Guerra Fría fue la excusa utilizada por el establishment financiero y económico estadounidense para apoyar dictaduras terroristas, como lo fue la dictadura fascista que gobernó a España durante cuarenta años. Sin la Guerra Fría, como White deseaba, hubiéramos todos vivido mejor.

Orden en costas, mares y negocios

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IPS CUBA
 Con una nueva ley de navegación, el gobierno cubano resuelve el viejo dilema de buques abandonados pero, sobre todo, establece las bases legales de fuertes inversiones iniciadas ya en la actividad portuaria y el turismo.

El Parlamento cubano adoptó en julio una legislación marítima en línea con la estrategia alentada en persona por el Presidente Raúl Castro de dotar de fundamentos jurídicos a toda la actividad económica. Pero la nueva Ley de Navegación Marítima, Fluvial y Lacustre aporta, sobre todo, respaldo a los intensos negocios que desarrolla o planea el país en sus costas.
El ministro del Transporte, César Arocha Masid, reconoció ante los diputados que Cuba carecía de una legislación marítima "acorde a las transformaciones económicas, políticas y sociales" del actual escenario nacional. Los instrumentos jurídicos que regían esa actividad eran obsoletos, dijo.
El referente legal de la Mayor de las Antillas se remontaba a los tiempos en que era colonia española: el Código de Comercio firmado en 1885 por el rey de España Alfonso XII, extendido a Cuba en enero de 1886 por Real Decreto para controlar férreamente el tráfico de mercancías y la navegación hacia esta “su fidelísima Isla”.
Normas adoptadas en Cuba en los años 30 y 50 del siguiente siglo, hoy también arcaicas –según admitió la sesión legislativa reciente-, no modificaron ese horizonte legal: solo sirvieron para rellenar algunas lagunas legales.
Al argumentar a los parlamentarios sobre la necesidad de aprobar la nueva ley, Arocha explicó que resuelve un vacío de autoridad marítima nacional que ya cobraba signos inquietantes, en tanto le impedía al gobierno actuar con respaldo jurídico ante el abandono de embarcaciones en aguas nacionales.
En el momento en que se adoptó esa norma, alrededor de ocho buques de gran porte y más de 250 embarcaciones menores permanecían abandonados por sus propietarios en puertos cubanos, en algunos casos semi hundidos y con amenazas de contaminación desde hace décadas. A pesar de la evidente renuncia de sus antiguos armadores, el Estado cubano carecía de respaldo legal para incorporar esos medios a su patrimonio, a fin de evitar ante todo obstáculos para la navegación en sus aguas y daños al medio ambiente (por oxidación del acero de los cascos bajo el agua).
Uno de esos barcos impidió, incluso, el empleo de uno los muelles del puerto de Nicaro, en la provincia oriental de Holguín, donde ha estado atracado desde hace siete años.
La nueva ley ofrece solución a ese problema. Ampara la intervención estatal para declarar “administrativamente” el abandono del buque y disponer su ingreso al patrimonio nacional.
La norma llega después de 15 largos años de estudio y parto, para regular el régimen general de la navegación en Cuba, en su mar territorial y en zonas contiguas, en la estratégica zona económica exclusiva del Golfo de México, en aguas interiores, ríos, lagunas y embalses, así como sus servicios auxiliares y conexos. Establece, entre otros objetivos, la obligación de asegurar la responsabilidad civil para las embarcaciones nacionales y otras que fondean en las costas cubanas y actualiza las regulaciones de la Capitanía del puerto.
De esta manera, confirma la vía marítima bajo nuevos cánones de responsabilidad, muy oportunos para un país que calibra fuertes inversiones en sus costas.
Por su carácter de archipiélago –más de cuatro mil islas y cayos, con abundantes playas y bahías- y su ubicación geográfica en una zona del Caribe de intenso tráfico marítimo, Cuba impulsa una reordenamiento de la actividad portuaria que revitalice radas como las de Matanzas (unos 80 kilómetros al este de La Habana) y Cienfuegos (en el centro sur), con espacios anexos para desarrollar polos industriales y energéticos.
El proyecto Marina Gaviota Varadero lidera la construcción de puertos turísticos en Cuba, actividad a la que también le viene como anillo al dedo la actualización de esa norma legal.El proyecto Marina Gaviota Varadero lidera la construcción de puertos turísticos en Cuba, actividad a la que también le viene como anillo al dedo la actualización de esa norma legal.Pero la niña de los ojos del gobierno son las inversiones multimillonarias impulsadas por Brasil y Cuba para construir un megapuerto en la bahía del Mariel, con Terminal de Contenedores, Zona Especial de Desarrollo para inversiones industriales y Base Logística para exploración petrolera.
A la par, cobra impulso la construcción de marinas, que abran una nueva puerta de acceso a uno de los principales sectores de la economía cubana: el turismo. El proyecto conocido como Marina Gaviota Varadero, en ejecución en el extremo de la Península de Hicacos, donde se encuentra la playa más famosa de Cuba, fue presentado en mayo pasado en la XXXIII Feria Internacional del Turismo (FitCuba 2013) como la inversión más cara que acomete actualmente ese sector en el país. 

Con capacidad para más de mil atraques, hotel, condominios, centros comerciales, servicios técnicos y otras instalaciones, se propone ser el mayor puerto turístico de la Isla y del Caribe.
Al normar todo lo relativo a la marina mercante, la recreativa y la pesquera, la navegación de buques comerciales, científicos, turísticos, deportivos o recreativos, y los actos y hechos relacionados con el transporte marítimo, fluvial y lacustre, así como la actividad portuaria, la nueva Ley deja servida la mesa para emprender con adecuado respaldo legal negocios en que se prevé la intensa participación incluso de firmas internacionales para la administración de los puertos en expansión.

Crece el empleo no estatal en Cuba

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 El empleo no estatal creció en Cuba un nueve por ciento en los últimos ocho meses, cuando el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social (MTSS) registró al cierre de julio 436 mil 342 personas en estas actividades.

Según informó el diario Juventud Rebelde, este crecimiento con respecto al corte anterior, realizado al cierre de noviembre de 2012, es significativo, teniendo en cuenta que ese aumento se da por encima de los casos que han causado baja en dicho sector.

Al cierre de julio el grueso de estos trabajadores se concentraba en las provincias La Habana, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba.

El MTSS indicó que las actividades más representadas en este sector en expansión son la elaboración y venta de alimentos, con el 13 por ciento del total, el transporte de carga y pasajeros, con un diez por ciento y el arrendamiento de viviendas, con un seis por ciento.

También agregó que del total de cubanos que ejercen el trabajo por cuenta propia, el 68 por ciento no tiene otro vínculo laboral; 18 por ciento son trabajadores estatales y el 14 por ciento son jubilados. Y 278 500 se encuentran adscriptos al régimen especial de Seguridad Social. (PL)





  


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