Rabia e impotencia se unen al dolor por las más recientes víctimas del terrorismo en Barcelona, España, porque los que se esconden detrás de un supuesto móvil político son vulgares asesinos, para los que la vida de un ser humano no cuenta.
No les importa que las bombas, las balas y otras formas empleadas para matar, carezcan de nombres para truncar vidas inocentes.
Los cubanos se solidarizan con el pueblo español y otros que en los últimos tiempos han sufrido las consecuencias de acciones terroristas, porque saben lo que es perder a sus seres queridos, ver sus fábricas, centros comerciales, cines, teatros, escuelas, sembrados y hasta sus crías de animales destinados a la alimentación del pueblo, destruidos a causa de la crueldad de personas carentes de sentimientos humanos.
Cuba sufrió su primer golpe terrorista el 11 de octubre de 1959, cuando aviones procedentes de Estados Unidos, bombardearon centrales azucareros en las provincias de Pinar del Rio y Camagüey, con el propósito de sabotear su principal industria.
El 21 de octubre del mismo año, otra aeronave procedente de Estados Unidos tiroteó varias calles de La Habana, matando a dos transeúntes e hiriendo a 45 personas. El autor fue Pedro Luis Díaz Lanz, exiliado en Miami, quien reconoció ante FBI, ser el autor del incidente. Nunca fue sancionado.
El 4 de marzo de 1960, explotaba en el puerto de La Habana, la primera bomba colocada subrepticiamente en el buque francés La Coubre, por manos asesinas pagadas por la CIA. Treinta minutos más tarde, mientras cientos de personas auxiliaban a los heridos, estallaba la segunda con mucho más poder, causando la muerte de 101 trabajadores y de humildes ciudadanos, un número indeterminado de desaparecidos y más de 200 heridos.
Han pasado 57 años del acto de terrorismo más amargo de la historia de Cuba y aun los documentos no han sido desclasificados.
13 de abril de 1961, una petaca incendiaria suministrada por la CIA, provocó un fuego en el centro comercial más lujoso de La Habana, En el hecho terrorista murió quemada viva, la dependiente Fe del Valle. Otros centros similares fueron incendiados como el Ten Cent, de la cadena F.W. Woolworth. Co., La Época, cines, teatros y escuelas, dejando su estela de muertos y heridos.
Uno de aquellos autores es Carlos Alberto Montaner, quien vive libre y sin ser juzgado por terrorista.
Ante tales hechos no hubo solidaridad con Cuba, ni condenas a la CIA, como se observa hoy cuando suceden actos similares en Europa.
Un informe elaborado por el inspector general de la CIA, Lyman Kirkpatirck, publicado en el Miami Herald el 1ro de marzo de 1998, afirma:
“…En febrero de 1961 se realizaron 6 exitosas operaciones anfibias, llevando armas y explosivos, así como dos exitosos lanzamientos en paracaídas, también en marzo…”
Otros despachos desclasificados aseguran que la CIA introdujo ilegalmente, 75 toneladas de explosivos y armamentos, mediante 30 misiones aéreas, más 46,5 toneladas en 33 misiones de infiltración por vía marítima, para abastecer a grupos terroristas.
Un memorando elaborado por el Coronel Jack Hawkins, Jefe de la sección de personal paramilitar en el Centro de Operaciones de la fuerza de tarea de la CIA, en la denominada Operación Cubana, señala sin pudor:
“…Durante el período comprendido entre octubre de 1960 y el 15 de abril de 1961, se perpetraron alrededor de 110 atentados dinamiteros contra objetivos políticos y económicos, se colocaron más de 200 bombas. Se descarrilaron 6 trenes, se dejó inactiva la refinería de Santiago de Cuba durante una semana, como resultado de un ataque sorpresivo desde el mar. Se provocaron más de 150 incendios contra centros estatales y privados, incluyendo 21 viviendas de comunistas y 800 incendios en plantaciones de caña […] Esas operaciones lograron un éxito considerable. Las embarcaciones que prestaban servicio de Miami a Cuba entregaron más de 40 toneladas de armas, explosivos y equipos militares e infiltraron y sacaron a un gran número de personal…”
Nada escapó al terrorismo ejecutado contra Cuba, embajadas, consulados y oficinas comerciales radicas en Canadá, Portugal España, Argentina, New York, fueron blanco de explosiones, donde murieron y fueron heridos muchos funcionarios cubanos.
Tampoco hubo solidaridad de gobiernos aliados a Estados Unidos; el pueblo cubano lloró solo a sus víctimas.
El 6 de octubre de 1976 un avión de la aerolínea Cubana de Avión, procedente de Barbado con 73 pasajeros, estalló en pleno vuelo. No hubo sobrevivientes. Uno de los autores del tenebroso crimen es Luis Posada Carriles.
En septiembre de 1997, varias bombas estallaron en cadena en cinco hoteles de la capital cubana. En esos hechos murió un turista italiano y muchas personas resultaron heridas.
Posada Carriles dirigió toda la operación y hoy vive feliz en Miami sin ser molestado por el FBI.
Por escoger Cuba un camino diferente al trazado por Washington, su pueblo ha tenido que pagar con miles de actos terroristas organizados y financiados por la CIA, bajo las órdenes directas de la Casa Blanca.
Un plan desclasificado hace contar que el 8 de junio de 1963, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos le aprobó a la CIA, la “Política encubierta y programa integrado de acciones propuestas hacia Cuba”, para llevar a cabo actos terroristas contra la economía de la Isla.
Revelando toda su perversidad y ausencia de principios humanos, dicho plan expresa:
“Habrá fracasos con la consecuente pérdida de vida y acusaciones contra EE.UU. que resultarán en críticas en casa y afuera. Ninguna de esas consecuencias esperadas deberá hacernos cambiar nuestro curso si el programa expuesto puede esperarse tenga éxito”.
Cuba es una isla herida por el terrorismo y a pesar de que faltó la condena de Europa y de otros países del mundo, tuvo la solidaridad de los pueblos, esos que no se equivocan; por eso se levanta cada día con una sonrisa amplia para recibir a quienes desean comprobar la realidad de un país sobreviviente de tanto odio yanqui.
No por gusto afirmó José Martí:
*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.