Por George Soros
En su reunión en Roma el jueves pasado, los gobernantes de las cuatro mayores economías de la eurozona acordaron los pasos hacia una unión bancaria y un modesto paquete de estímulo para complementar el nuevo "pacto fiscal" de la Unión Europea. Lamentablemente, son medidas insuficientes.
La canciller alemana Angela Merkel se resistió a todas las propuestas para dar alivio a España e Italia frente a las excesivas primas de riesgo que enfrentan en la actualidad. Como resultado, la próxima cumbre de la UE podría convertirse en un fiasco que bien puede ser letal, porque equivaldría a dejar el resto de la eurozona sin un cortafuegos financiero lo suficientemente sólido para protegerla de la posibilidad de que Grecia la abandone.
Incluso si se puede evitar una calamidad fatal, la división entre países acreedores y deudores acabará por reforzarse, y los países de la "periferia" no tendrán ninguna oportunidad de recuperar competitividad, porque el campo de juego está sesgado en su contra. Puede que esto beneficie el estrecho interés propio de Alemania, pero creará una Europa muy diferente de la sociedad abierta que encendió la imaginación de la gente e impulsó la integración europea por décadas. Hará de Alemania el centro de un imperio y subordinará permanentemente a la "periferia". No es lo que Merkel ni la inmensa mayoría de los alemanes representan.
Merkel afirma que va en contra de las reglas usar el Banco Central Europeo para resolver los problemas fiscales de los países de la eurozona, y tiene razón. El presidente del BCE, Mario Draghi, ha dicho lo mismo. De hecho, falta un importante punto en los temas a tratar en la próxima cumbre: una Autoridad Fiscal Europea (AFE) que, en colaboración con el BCE, pueda hacer lo que este no puede hacer por su cuenta.
En particular, la AFE podría crear un Fondo de Reducción de la Deuda, una forma modificada del Pacto Europeo de Amortización de la Deuda propuesto por el Consejo de Asesores Económicos de Merkel y respaldado por los socialdemócratas y los verdes alemanes. A cambio de determinadas reformas estructurales en Italia y España, el Fondo adquiriría y poseería una parte significativa de su deuda. Financiaría la compra mediante la emisión de bonos europeos del Tesoro (obligaciones conjuntas y solidarias de los países miembros) y transferiría los beneficios de la financiación barata a los países interesados.
Las autoridades asignarían a los bonos del Tesoro una calificación de riesgo cero y serían considerados la garantía de más alta calidad para las operaciones de reporto en el BCE. El sistema bancario tiene una necesidad urgente de activos líquidos libres de riesgo. En la actualidad, los bancos poseen más de € 700 mil millones de liquidez excedente en el BCE, ganando sólo una cuarta parte del 1% de interés. Esto asegura un mercado inmediato y de gran tamaño para bonos a 1% o menos.
En caso de que un país participante no cumpla con sus compromisos, la AFE podría imponer una multa u otro tipo de sanción proporcional al incumplimiento, lo que evitaría que su aplicación fuera el equivalente a una "bomba nuclear" imposible de ejercer. Además, esto daría una sólida protección contra el riesgo moral. A un futuro gobierno (por ejemplo, en Italia) le resultaría prácticamente imposible romper los compromisos contraídos por la actual administración del primer ministro Mario Monti. Puesto que prácticamente la mitad de la deuda italiana estaría financiada por bonos europeos del Tesoro (produciendo un efecto similar a una reducción en el plazo promedio de vencimiento de su deuda) tal gobierno sería mucho más sensible a las penas que pudiera imponerle la AFE.
Después de un período adecuado, los países participantes podrían entrar en programas de reducción de la deuda adaptados a la medida de cada uno y de una manera que no ponga en peligro su crecimiento. Sería el preludio a una unión política completa y la introducción de los eurobonos. Por supuesto, la emisión de bonos europeos del Tesoro requeriría la aprobación del Bundestag, pero esto sería de conformidad con el requerimiento del Tribunal Constitucional alemán de que todo compromiso aprobado por el Bundestag tenga limitaciones de tiempo y dimensiones.
No es demasiado tarde para convertir esta propuesta en una declaración política que siga no solo la meta a largo plazo de una unión política, sino también constituya un camino hacia una unión fiscal y bancaria. Guiado por ella, el fondo de rescate financiero de la eurozona, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE), podría hacerse cargo inmediatamente de los bonos griegos en poder del BCE, que podría empezar a acumular bonos españoles e italianos, e Italia y España podrían poner en práctica las reformas estructurales necesarias para calificar para el Fondo de Amortización de la Deuda.
Estas medidas significarían un gran alivio para los mercados financieros. Y lo que es igualmente importante: cambiarían la dinámica política de Europa de negativa a positiva.
El principal obstáculo es que los políticos alemanes siguen sumidos en una actitud de "no se puede". Merkel insiste en que la unión política debe preceder a una unión plena en lo fiscal y bancario, pero es eso no es realista ni razonable. Las tres tienen que desarrollarse en simultáneo y paso a paso. No puede haber un tratado o cláusula constitucional que impida la creación de la AFE si lo aprueba el electorado alemán, representado por el Bundestag; de lo contrario, no se podría haber creado el MEE. Si el resto de Europa está unida detrás de esta propuesta y el Bundestag la rechaza, Alemania deberá asumir toda la responsabilidad por las consecuencias financieras y políticas.