La Península de Hicacos acumula una histórica sucesión de afectaciones a su playa, entre las que se destaca la erosión. A pesar de las múltiples acciones que allí han tenido lugar, la línea de costa continúa retrocediendo 1,2 metros anuales. Alcanzar el equilibrio en la explotación de este ecosistema de uso público urgido de conservación es el gran desafío que hoy se va conquistando con responsabilidad, para lograr un desarrollo basado en la utilización sostenible de los recursos naturales y consolidar la inserción del balneario en los circuitos mundiales del turismo
Observar imágenes antiguas de la playa de Varadero puede provocar que un deja vu rete a la memoria. Pareciera como si desde las sombras llegaran la caricia de las aguas, el resplandor del mediodía, y el olor asalitre y a madera de las construcciones tipo chalet de cubiertas de tejas criollas, atractiva opción arquitectónica ante la furia de lanaturaleza.
La idea de fundar un caserío y balneario en la matancera península de Hicacos debido a las riquezas del lugar se oficializó en 1880, aunque tomó cuerpo legal por escritura pública el 1º de junio de 1883, con el establecimiento de familias cardenenses por temporadas largas.
Las construcciones tipo chalet se levantaron en la playa
de Varadero sin respetar los servicios de formación y
conservación de calles. (Foto: cortesía CSAM)
Así comenzó allí eldesarrollo urbanístico. Pesquisas históricas revelan que las nuevas construcciones se hicieron sin respetar los servicios de formación y conservación de calles ni presentar planos y direcciones facultativas, pues el Ayuntamiento entendía que no era necesario. Ello trajo como consecuencia las irregularidades consignadas en la conformación de Varadero.
Sus orillas, a la sazón todavía solitarias por lo difícil de las comunicaciones -casi totalmente por vía marítima, en lanchas y goletas obligadas a anclar mar afuera, y realizar el trasbordo en botes de remos-, adquirieron auge a partir de 1930, con la apertura de centros turísticos y de hospedaje que les dieron renombre nacional, e internacional posterior a 1940.
Etapas más o menos felices recalaron en esa costa hasta 1959, cuando, con voluntad y osadía, empezó la faena por pluralizarla y convertirla en el principal destino de sol y playa de Cuba.
Hoy, entre la vegetación asoman sin recato estructuras de colores diversos, mientras otras se erigen con urgencia. Es el pujante desarrollo en el polo turístico que dejaría boquiabierto al mismísimo Pastor Mora Thiers, propietario del hotel Varadero, primero inaugurado por esos lares, el 14 de diciembre de 1910.
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(Foto: cortesía CSAM) |
El umbral de la adversidad
En su historia, la península de Hicacos acumula una sucesión de afectaciones a su principal recurso natural, la playa, manifiestas entre 1940 y 1950 por el incipiente y mal planificado desarrollo del turismo en la región, según certifican los diagnósticos realizados desde principios del siglo actual. Durante los años 60 comienzan a observarse las primeras manifestaciones de erosión, que alcanzaron proporciones alarmantes en la segunda mitad de los 80.
La construcción de casas y hoteles sobre la duna a lo largo de cinco kilómetros en el llamado Varadero Histórico constituye una de las causas que originan la pérdida de la arena. Ello ha impedido, además, el restablecimiento del perfil natural de la playa en el período de recuperación tras los temporales.
“Y es que siempre, después de eventos meteorológicos extremos (frentes fríos, bajas extratropicales, huracanes), en el escenario ocurren desastres”, ilustra el máster en Ciencias Geográficas y Ordenación del Territorio Oscar Luis García Martínez, con fotos de las calles 20 y 13, además de la zona de Kawama, tomadas en el año 1983.
“De todos los factores podemos controlar la permanenci
a de instalaciones y la existencia de la vegetación que
actúa como elemento protector de la arena, esfuerzo
en el que nos hemos enfocado en los últimos tiempos”,
sostiene Oscar Luis García. (Foto: archivo BOHEMIA)
Por otra parte, muchas de las dunas no urbanizadas sufrieron la deforestación, se reforestaron con especies inadecuadas, o la vegetación que se plantó no recibió los mantenimientos correctos.
Debido a la tendencia erosiva irreversible aparecieron superficies rocosas en el área de la playa y escarpes en la duna. De ahí que en la década de los 70 empezaran los programas de investigación en la playa de Varadero, a cargo del Instituto de Oceanología de Cuba y, a principios de los 80, se elaborara el primer plan de acciones.
“Estuvo encaminado a retirar instalaciones, sobre todo estatales, ubicadas en la primera línea de playa, porque provocaban la pérdida de arena (se eliminaron más de cien entre inmuebles, muros y espigones con probado efecto nocivo). En ese momento no había mediciones de cuánto aquella retrocedía, pero sucedía”, afirma el también director de la Oficina de Manejo Costero del Centro de Servicios Ambientales de Matanzas (CSAM).
Otros pasos se dieron hacia la supresión de las casuarinas (especie invasora sembrada en la zona costera). Asimismo, construcciones situadas en la primera línea de playa quedaron protegidas con obras geotextiles, técnica consistente en rellenar con arena bolsas de saco que se colocan debajo de las estructuras para retener los granos ante la acción erosiva del mar.
El vertimiento artificial de arena y la restauración integral
de la duna conforman el paquete tecnológico más efectivo
para enfrentar la erosión de las playas.
(Foto: archivo BOHEMIA)
Al mismo tiempo, comenzó la alimentación artificial de arena, con grandes cantidades extraídas de cuencas ubicadas fuera del perfil dinámico de la playa. El primer vertimiento se realizó en 1987, y 11 años después, el mayor ejecutado hasta la fecha en el país (un millón cien mil metros cúbicos), en el área entre los hoteles Sol Palmera y Oasis.
Era la única manera de reponer los volúmenes faltantes. Se estima que hasta la década de los 70 el perfil de la playa fue despojado de casi tres millones de metros cúbicos para las construcciones en distintos momentos. “Las mayores sustracciones ocurrieron antes de 1959. Había lugares en las cercanías de Matanzas, como el muelle del Caletón, donde vendían arena de Varadero, que era transportada en patanas”, precisa García Martínez.
“Después del triunfo revolucionario la empresa Obras Marítimas igualmente extrajo alrededor de un millón de metros cúbicos en áreas de la plataforma submarina, lo que afectó el equilibrio dinámico de la playa, provocó la disminución de las reservas en las fuentes de abastecimiento natural y daños no cuantificados a los organismos productores”, argumenta Oscar Luis García.
La elevación del nivel del mar, asociada a los cambios
climáticos globales y al déficit en los aportes de las
fuentes naturales, aceleran la erosión en las playas e
influyen en la aparición de superficies rocosas.
Varadero 1997.
(Foto: cortesía Instituto de Oceanología)
Se calcula que hasta 2012, año del último vertimiento, se habían inyectado tres millones 395 mil 585 metros cúbicos de arena. “En teoría -advierte el experto-, ya hemos introducido más de la extraída; sin embargo, las mediciones sistemáticas emprendidas un tiempo después de iniciarse esta práctica revelan que la línea de costa continúa retrocediendo 1.2 metros anuales con una pérdida de arena de 40 a 50 mil metros cúbicos”.
Hoy suman 13 los vertimientos realizados y, aunque esa ha demostrado ser la manera más eficaz de favorecer la playa, no se efectuaría otro hasta aproximadamente 2018, a no ser que haya una situación excepcional.
Pero los efectos dañinos allí se mantienen debido a otras causas. “Entre estas el mal drenaje pluvial en algunas bocacalles y terrazas que desaguan hacia el área de la playa. Mención aparte merece el persistente aumento del nivel medio del mar por los efectos del cambio climático. Los eventos meteorológicos son mucho más intensos en la actualidad, y ha disminuido el aporte natural de arena”, señala Oscar.
“De todos los factores podemos controlar la permanencia de instalaciones y la existencia de la vegetación que actúa como elemento protector de la arena, esfuerzo en el que nos hemos enfocado en los últimos tiempos”, sostiene.
Erosión provocada a la altura de la calle 63 por las
aguas pluviales que vierten hacia el norte cuando llueve.
(Foto: archivo BOHEMIA)
Los daños se agudizan en determinados sectores de Varadero, en unos porque se acentúa la erosión, y en otros la sobreacumulación. “Y si malo es lo uno, malo es lo otro para la gestión turística de la playa. Pero tenemos identificado dónde ambos fenómenos son críticos”.
Entre los sectores más perjudicados por la erosión se enumeran los de Kawama y Los Taínos, y las calles 30 y 36. Entretanto, las zonas con mayor acumulación son Villa Cuba, y calles 45, 46, y 54. Esta última manifestación también se ha intensificado con los vertimientos, porque aumenta el ancho de la playa.
Ante los males que puedan dañar ese ecosistema se labora en equipo para lograr su adecuado manejo ambiental.
Boceto de una franja
La playa de Varadero tiene una longitud de 22 km, un ancho promedio de 48 m, y de 12 por bañista, con una capacidad máxima de acogida de 120 mil bañistas simultáneos.
El ancho de la franja de arena de sol es de unos 28 m y la altura de la duna litoral de algo más de un metro (entre el hotel Oasis y Punta Hicacos). La zona de baño es limpia y libre de vegetación subacuática, y el agua transparente, de diferentes tonalidades de azul. La pendiente submarina es suave, con una profundidad de 1.8 m a una distancia de 70 metros de la orilla.
Las áreas naturales bajo protección son el Paisaje Natural Protegido Varahicacos, la Zona de manglares al Sur de Chapelín y Punta Hicacos, y las Lagunas interiores: Villa Cuba y Ambrosio.
Granos aptos
La idoneidad de la arena que se emplearía en la alimentación artificial de la playa de Varadero fue evaluada previamente por el Instituto de Oceanología. Se decidió utilizar la proveniente de la cuenca de Mono, depósito natural ubicado al sur de cayo Mono, al NE del extremo de la península de Hicacos.
Además del análisis granulométrico, se examinó la composición de los sedimentos de la cuenca de préstamo, ya que este elemento determina en gran medida las propiedades físico-mecánicas de la arena.
Se pudo determinar que tanto los sedimentos de la cuenca como la arena nativa de la playa tenían origen orgánico y estaban compuestos en proporciones muy similares por fragmentos de algas calcáreas, restos de moluscos y foraminíferos (organismos muy abundantes en forma de conchillas) clasificados por su granulometría como arena media.
Balneario bajo presión
En calle 43, zona de sobre acumulación de arena.
(Foto archivo BOHEMIA)
Hijo y nieto de pescadores es Ramiro Macías González, nacido y criado en la Playa Azul. Al recordar su vida vinculada con el mar, el hoy presidente de la Asociación Culinaria en este polo turístico no acepta que le hagan cuentos. “Éramos 12 hermanos y cuando entraba el frente frío no sabíamos lo que era desayunar, almorzar o comer, y buscábamos el sustento vendiendo caracoles y collares a los turistas estadounidenses en la costa”.
A sus 74 años vive orgulloso del lugar donde por fortuna le tocó vivir, pero extraña las áreas de playas extensas y arena fina abundantes 50 años atrás, hoy disminuidas como consecuencia de las transformaciones provocadas por la naturaleza y el hombre. También evoca las tradicionales regatas, época de verdadera fiesta. Mas confía en los proyectos que se vienen ejecutando para salvar su pedazo de entorno.
Tal es el caso del Programa de Gestión Integrada de la Playa, que se echó a andar en 2000 y concluyó en 2012; o el que ahora comienza coincidiendo con la actualización del Plan de Ordenamiento del Desarrollo Turístico en Varadero para respaldar su cumplimiento. En este se propone la máxima capacidad habitacional que permite el polo y se prevé su implementación hasta el año 2030.
“Con ese crecimiento también aumentará la presión sobre la playa, de ahí que nuestro programa tenga como objetivo mantenerle el nivel de calidad necesario. Para influir en los elementos que la integran y actúan como sistema, a fin de responder a esa próxima demanda, hemos identificado varios asuntos que requieren atención y las acciones para resolverlos”, asegura Oscar Luis García.
Varadero, en dependencia de su estructura, funcionalidad y uso está
dividido en siete sectores de estudio. (Foto: cortesía DPPF)
Lo primero será garantizar el control de la erosión en la playa. Para lograrlo, en el año recién iniciado se comenzarán a estudiar las causas que provocan tanto esta como la sobreacumulación crítica, para determinar las variables y tratar de controlarlas como vía de lograr una playa lo más estable posible desde el punto de vista de su área de sol.
Dichas investigaciones correrán fundamentalmente a cargo del Centro de Estudios Ambientales de Matanzas y el Instituto de Oceanología de Cuba, y empezarán por el sector de Los Taínos (al final de la península), en peor estado.
“Cada año estudiaremos uno de los siete existentes. Se trata de un proceso a largo plazo, pues hay que analizar las circunstancias durante las distintas estaciones con equipamiento sofisticado para medir, por ejemplo, las corrientes, el oleaje y el transporte de sedimentos, además de continuar los reacomodos de arena (sacarla del lugar donde abunde para el que escasee)”, anuncia el experto.
Al respecto, especifica que lamentablemente no podemos evitar que la arena escape de la pos playa (zona de sol). En la duna, donde el problema empeora porque hay mayor presencia humana, se ponen barreras de contención eólica con saco u otro tipo de fibra para contener la arenisca que el viento transporta en los meses de invierno.
También se reforesta la duna con la vegetación requerida, la que por excelencia retiene la arena y protege ante la acción corrosiva y agresiva del mar: uva caleta, hicaco y boniato de playa. “Estas labores las hacemos de conjunto con el personal de la empresa Arentur, que posee grandes viveros en la ciudad de Cárdenas. Sin embargo, como aún las plantas son pequeñas, ahora se cubre con otras rastreras que tienen muy buen efecto”, puntualiza.
Esa restauración de las dunas se ha hecho en los dos años últimos, cuando se demolieron instalaciones, lo que no sucedía en etapas anteriores. Así también mejoran las condiciones paisajísticas. “Si le preguntas a la gente dónde prefiere bañarse, si en Varadero antiguo o en la zona de Los Taínos, la mayoría dice que en este último lugar, porque hay más naturaleza, está más aislado”, comenta García.
“Hemos estudiado la cantidad de metros cuadrados que requiere reforestación en tres direcciones fundamentales: donde está deforestada por acciones anteriores, donde se haga una demolición, y donde se eliminen especies invasoras (alrededor del 32 por ciento del área de las dunas tiene este tipo de vegetación: casuarina, lechuga de playa y marabú), introducidas por jardinería u otras causas”.
“Dentro del grupo de instalaciones que se demuelen
no hay ninguna de servicios vitales para la población”,
aclara Ana Marina Ramos. (Foto: archivo BOHEMIA)
Según confirma el director de la Oficina de Manejo Costero, ya libraron de esas indeseables desde la calle 62 hasta el Canal de Paso Malo, salvo en dos puntos, donde se dejaron porque cumplen función protectora de las instalaciones situadas detrás. Ahora continúa dicha limpieza, la cual se prevé concluir en 2016.
“Los vecinos de Varadero son muy susceptibles al cuidado de su playa, por eso ha prendido la idea que promovimos de adoptar árboles de la zona costera para plantarlos en los jardines, o donarlos, y un día, juntos ir a sembrarlos”, refiere el entendido.
En cuanto a las condiciones higiénico-sanitarias de la playa, se está tratando de gestionar temas como el de la basura. “Si bien es cierto que la cantidad de cestos está por encima de la norma (uno cada 75 bañistas), porque en los dos últimos años se ha puesto uno cada 68, aun así no se logra garantizar que la limpieza de la playa sea efectiva, en especial los fines de semana, durante el verano.
“En 2009 diseñamos un experimento en tal sentido en los distintos tipos de parcelas (hoteleras y en áreas públicas, con actividad gastronómica, y sin esta) en un sector de la playa y reportó cuánto se genera y cómo garantizar su acopio, algo que queremos generalizar a partir de este año”, informa.
Otro problema que menciona es la alta concentración de bañistas en los meses de verano, con el consiguiente deterioro de la calidad de las aguas. “En 2014 contamos nueve veces los presentes en la playa un domingo de agosto, y en todos los casos nos dio 36 mil bañistas a la vez desde el sector Oasis hasta Punta Hicacos, la tercera parte agrupada entre las calles 46 y 54”, grafica.
En 2015 se iniciarán investigaciones a largo plazo -porque son complicadas- con vistas a calcular el umbral a partir del cual comienzan a deteriorarse las condiciones del agua (contar los bañistas y medir calidad de agua), para tener un número de manejo. Dicho estudio no puede extrapolarse a otras playas, por las características típicas de las corrientes marinas, del oleaje y morfológicas de Varadero.
“Las concentraciones elevadas de personas en la playa están relacionadas con el desequilibrio en la distribución de los equipamientos y servicios. Hay áreas sobresaturadas y otras donde es muy baja la densidad, porque no hay transporte público, ni taquillas; tampoco se encuentran áreas de sombra accesibles a los bañistas por un día, y los servicios gastronómicos y baños son insuficientes. Para mejorar esta situación ya hay propuestas, señala Oscar Luis García.
Encontrar el fiel
Barreras de protección y senderos de acceso a la playa.
(Foto: archivo BOHEMIA)
“Cuando quiten esa tapia la arena va a dar a la calle y todo el tiempo permanecerá sucia”, pronosticaba a inicios de diciembre una mujer residente en Varadero, mientras señalaba la cerca de metal que limitaba el área donde se levantaba el hotel Villa Caribe (calle 30 y primera avenida), perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias. La ausencia de la edificación se nota porque es la de mayor envergadura demolida hasta 2014.
A propósito, esclarece el máster Oscar Luis: “Donde estuvo esa instalación se colocaron barreras contra la erosión eólica, las cuales evitarían que la arena llegara a la calle. Por estudios sabíamos a qué altura, ángulo y cuántas se debían situar. Después de conformarse las dunas, el perfil se completa con la siembra de la vegetación adecuada”.
Y en efecto, basta con visitar esos predios en el mes de febrero para comprobar las premisas del investigador.
Roxana Cabrera Villavicencio, de 40 años y natural de Varadero, quien vive en calle 26 entre segunda y tercera, ve muy bien los trabajos que se hacen. “He sido testigo de que en algunos lugares la arena ya no es tan fina como en mi niñez y de cómo se pierde a pesar de las veces que se ha inyectado. Es cierto que lamento la eliminación de construcciones que son símbolo y ya estaban en pie cuando nací, como el hotel Internacional, pero lo entiendo y pienso, como la mayoría de los habitantes del pueblo, que es para recuperar nuestra playa”.
La mujer, camarera en el hotel Be Live Turquesa, confirma que en varias reuniones de circunscripción informaron a su comunidad acerca de las labores que se llevarían a cabo en la duna y para soterrar las redes a fin de mejorar los servicios a la población.
Sin embargo, la comunicación con los pobladores debiera y pudiera ser más y mejor en cada fase del proceso que allí tiene lugar. En este sentido, adelanta Oscar Luis García: “Queremos incluir vallas para comunicar a los bañistas acerca de las buenas prácticas en la zona costera, también trabajar con los niños en círculos de interés. Asociado a ello, vamos a montar un Centro de Interpretación entre la calle 52 y la 48 donde están restauradas las dunas, para que la comunidad vea por qué es bueno hacer este esfuerzo”.
Norkyn de Armas muestra cómo quedó la duna conformada
en calle 13. (Foto: archivo BOHEMIA)
Con Roxana coincide Yeiner Hernández Hernández, de 30 años, del central España, municipio de Perico, ahora residente en Matanzas. “Vengo a Varadero desde niño, incluso fui profesor ocho años en Santa Marta, y creo que es muy útil rescatar las características naturales de la playa, como se hizo en la zona de Plaza América”.
Alcanzar el equilibrio en la explotación de un recurso natural de uso público urgido de conservación es el gran reto que se va conquistando con responsabilidad, al decir de Bárbara Marisol Gil Gil, delegada del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) en Matanzas.
“En tal sentido ha sido clave el Plan de Ordenamiento Territorial actualizado con la propuesta hecha por el Sistema de Planificación Física que guía el proceso, pero en el cual participan otros organismos para materializar muchas tareas que se hilvanan”, acota.
Se elaboró a partir de las políticas para el crecimiento del turismo en la península. Pretende consolidar la inserción de Varadero en los circuitos mundiales del turismo, convirtiéndolo en el destino de sol y playa líder en el Caribe. Asimismo, prevé ampliar los servicios y equipamientos extrahoteleros hacia la segunda línea de playa, y alcanzar un fuerte desarrollo de la actividad náutico–recreativa en la costa sur y de la infraestructura técnica.
Con ese propósito surgió la tarea “Metro a metro”, que permitió, entre otras cuestiones, actualizar la cifra de instalaciones incompatibles con el plan de desarrollo turístico, llamadas a demolerse, cambiarles el uso o mejorarles la imagen. Se incorporaron, además, elementos como el trabajo por cuenta propia y áreas para taquillas, parqueo y baños.
“Después conciliamos con los organismos y, de acuerdo con su implicación, cada cual conformó el cronograma de acciones para implementarlo a corto, mediano y largo plazos”, especifica Ana Marina Ramos Jiménez, directora Provincial de Planificación Física (DPPF) en Matanzas.
“Aprovechando las investigaciones del Citma, la península se dividió en 11 tramos, de los cuales fueron definidos los tres más vulnerables dentro del Varadero Histórico: el cinco (de calle 11 a la 18), el siete (desde Ranchón Mar del Sur hasta Hotel Herradura) y el nueve (de Ranchón Cielo Mar a Casa Vieja de Cuatro Palmas). De estos -los más visitados por los bañistas de un día y la población flotante-, se fijó el siete como el más crítico”, añade la arquitecta.
En el estudio integral efectuado en un principio se identificaron 172 instalaciones (entre estatales y privadas, sobre todo las primeras) ubicadas en la duna.
“Posteriormente, un equipo multidisciplinario analizó las que podían permanecer, teniendo en cuenta los estudios científicos, los valores patrimoniales de los inmuebles, el Plan de Ordenamiento y las consideraciones de los organismos involucrados. Así, las previstas para eliminación disminuyeron y se elaboró un cronograma de demoliciones”, destaca Norkyn de Armas Castello, jefe del Departamento de Turismo de la DPPF. Este se irá actualizando a partir del monitoreo periódico y comportamiento de la arena en las distintas zonas.
“Dentro de este grupo no hay ninguna instalación de servicios vitales para la población”, manifiesta Marina Ramos. En 2012 se demolieron cuatro construcciones estatales; en 2013, nueve, y un año después, seis. Para 2015 están previstas dos. En cada caso el organismo al que pertenece el inmueble tiene que restituir el área y entregarla a Comunales para que le dé mantenimiento.
Demolición de una de las instalaciones incompatibles en la duna.
(Foto: cortesía DPPF)
La directora de Planificación Física explica que dentro del tramo más vulnerable se encuentra el hotel Herradura, en explotación por el Mintur, el cual se localiza encima de la duna y varias veces ha sido golpeado por el mar, sobre todo al llegar los frentes fríos. Ello ha deteriorado su estructura, y su demolición se prevé en el 2015, lo que propiciará gran mejoría en las condiciones de la playa, tan necesarias en esa área.
Entre las entidades incompatibles con el auge habitacional en Varadero se encuentran también las situadas en la Isla del Sur (a la entrada de la península), hoy de apoyo al turismo, algunas de las cuales serán eliminadas, mientras otras llevarán un proceso inversionista para trasladarlas a Santa Marta.
“Actualmente allí se efectúa un proceso de liberación de sus áreas a partir del desarrollo turístico propuesto en el Plan de Ordenamiento, en el cual se prevé que dicha isla funcione como un todo con alojamientos, inmobiliarias, servicios, actividades náuticas y recreativas”, agrega De Armas.
Dentro del plan de ordenamiento queda pendiente tanto actualizar la línea límite de protección costera en el norte de la península, que circunscribe el desarrollo constructivo para proteger la duna, como definir la del sur para uso recreativo, o de apoyo con la infraestructura necesaria.
Allí deberán ubicarse subestaciones eléctricas, plantas de tratamiento de residuales, puntos de renta, zonas recreativas. “Entre las obras estarán el cable-esquí, un parque marino que incluirá delfinario, baño con manta raya y espectáculo de leones marinos, así como el nuevo campo de golf”, enumera Norkyn de Armas.
En cuanto al trabajo por cuenta propia, se han construido plazas adecuadas a las características del lugar para reubicar a los artesanos. Los especialistas de Planificación Física informan que actualmente una comisión fiscaliza todas las actividades de ese tipo en la península y con ello debe mejorar la imagen del polo, además de localizarse las ilegalidades para erradicarlas.
Acoplar, integrar…
Centro de servicios Punta Hicacos. (Foto: cortesía DPPF)
Como tantos cubanos que tuvieron la oportunidad de conocer Varadero en décadas pasadas, Oscar Luis García añora aquella arena más fina de entonces. “Hoy granulométricamente es solo un poquito más gruesa, pero del mismo origen y de color parecido. Incluso, al pasar dos o tres años de un vertimiento el propio sistema la va reclasificando y los análisis de laboratorio prueban que es casi idéntica. Yo creo que la playa está mejor que antes, cuando había muchas más instalaciones en la zona costera, y recibía mayor agresión. Ahora las condiciones estético-escénicas-paisajísticas son superiores”, declara.
En función del uso del suelo, Planificación Física realiza el diseño del área para las obras que se levantan en Varadero, en el cual, entre otros parámetros, establece la altura, y cada organismo lo implementa de acuerdo con el tipo de instalación. “Su esencia radica en coordinar las inversiones estatales y particulares compatibilizando todos los aspectos del territorio con un enfoque integrador”, amplía de Armas.
A propósito interviene Bárbara Marysol Gil, la delegada del Citma en Matanzas: “Se requiere que tanto la licencia de obra emitida por el IPF, como la ambiental, que damos nosotros, sean dos instrumentos metodológicos muy bien articulados. Es un reto en el que debemos actuar de conjunto para acoplar las diferentes acciones e inversiones de los organismos a fin de implementar el Plan de Ordenamiento, teniendo en cuenta los diferentes momentos de la temporada turística y la naturaleza.
“Entre 2012 y 2013 hubo un intento de trabajar de esa forma en las obras que tenían lugar en el vial Kawama y Punta Arena, para pasar la infraestructura de servicios (comunicaciones, electricidad y agua) a soterrada. Se trató de hacer converger las acciones de las seis inversiones que se ejecutaban a la vez y se logró el objetivo, pero resultó compleja su conducción y la participación de varios inversionistas de forma congruente. Demostró la necesidad de realizar esas labores con una dirección integrada de proyectos”, concluye la ingeniera.
Acerca del otorgamiento de licencias ambientales en el litoral por parte del Citma, Oscar Luis García considera que prima el respeto a la línea de costa, en correspondencia con el Decreto Ley 212, sobre la Gestión de la Zona Costera.
“No obstante, hay aspectos que tenemos que mejorar de conjunto. Por ejemplo, los accesos (guardarrayas) hacia la playa. Hoy un hotel nos pide uno, cinco o 10, y le decimos que sí porque esa decisión es apreciativa, porque no está respaldada por estudios. Tal es el caso del Turquesa, que, con 220 metros lineales de frente de playa y 268 habitaciones tiene ocho accesos; mientras el Blau Varadero, con 200 metros lineales y 400 habitaciones, posee solo uno.
Los versados en el tema afirman que ello produce excesiva fragmentación de las dunas y de las formaciones vegetales. “Este año vamos a aplicar unas encuestas para preguntarles a las personas cuánto están dispuestas a caminar en sentido horizontal para su tranquilidad como vacacionistas y propondremos algunos principios que deberán tenerse en cuenta a la hora de otorgar los permisos”, comunica García.
La playa es un espacio totalmente público, sin dueño, y a la vez pertenece a todos. De las consecuencias por atentar contra dicho ecosistema no escapa ni Varadero, pese a ser todavía la zona de baño más valorada del país. Orden y control deben influir en la conciencia ciudadana para que ese pedazo de mar sea por siempre el preferido de los cubanos y la belleza de sus aguas continúe encantado a gente de las más remotas latitudes.