Por Sonia Arrison
En Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, Gulliver encuentra un grupo de inmortales, los struldbrugeses, que viven sin la carga y la depresión causadas por el temor a la muerte. Pero estos seres aún sufrían el envejecimiento y de enfermedades, por lo que para cuando tenían 80 años, eran "tercos, malhumorados, avaros, taciturnos, vanidosos y charlatanes", como también "incapaces de ser amistosos y desprovistos de todo afecto natural, que nunca iba más allá de sus nietos". A los 90 años, se les caían los dientes y el pelo, y ya no podían sostener una conversación.
Cada vez que el humano ha buscado la fuente de la juventud, también ha temido las consecuencias de una vida muy larga. Hoy estamos en la cúspide de una revolución que finalmente puede resolver esa tensión: los avances en la medicina y la biotecnología aumentarán radicalmente no sólo nuestros años de vida sino también, lo cual es de suma importancia, la calidad de nuestra salud.
Aunque las personas que viven hasta edades avanzadas aumentan, muchos científicos están trabajando con ahínco para posibilitar que los seres humanos logren una expectativa de vida como la de Matusalén. Están estudiando el proceso de envejecimiento y experimentando con maneras de retrasarlo mediante dietas, medicamentos y terapias genéticas. También están buscando nuevas maneras para reemplazar órganos gastados, e incluso ayudar al cuerpo a reconstruirse por sí mismo. El gerontólogo Aubrey de Grey aduce que los primeros humanos en vivir por 1.000 años ya podrían haber nacido.
La idea de "conquistar" el envejecimiento ha suscitado esperanzas, pero también ha atizado un debate sobre si la gente debería aspirar a vivir por tanto tiempo. ¿Qué significa una población que vive por más tiempo para las relaciones interpersonales? ¿Cómo podemos mantener a cantidades enormes de ancianos, y cómo puede cada persona sustentarse a sí misma? ¿No será una sociedad de centenarios desdichada y cansada?
Los científicos involucrados en el tema aseguran que su objetivo no sólo es extender la vida sino también mejorar su calidad. Una existencia de 1.000 años puede ser una meta optimista, dicen, pero un promedio de 150 años parece posible en el futuro cercano, con años en su mayoría vitales y productivos.
Un sector clave de la investigación es la terapia genética. Cynthia Kenyon de la Universidad de California descubrió que incapacitando parcialmente un solo gen, llamado daf-2, se duplicaba la vida de pequeños gusanos llamados Caenorhabditis elegans. Alterar el gen daf-16 y otras células logró que los gusanos vivieran saludables seis veces más que la duración normal de vida. En términos humanos, ello sería el equivalente de personas saludables y activas de 500 años.
Otros científicos buscan reparar y reemplazar partes gastadas del cuerpo. El Instituto Wake Forest de Medicina Regenerativa, encabezado por Anthony Atala, ha creado exitosamente en un laboratorio vejigas y las ha implantado en niños y adolescentes con defectos congénitos. La estructura básica de la vejiga se hizo con materiales biodegradables y luego se pobló con células madres de los pacientes, para que sus cuerpos no rechazaran el trasplante. Funcionó. Actualmente el instituto procura crear más de 30 órganos y tejidos diferentes, incluso hígados, huesos y corazones.
Otra nueva tecnología promisoria es la impresión de órganos, que es exactamente eso: se colocan células, en vez de tinta, en una compleja impresora en 3-D y luego se imprime en material biodegradable. La máquina imprime "páginas" de células una sobre la otra para darle forma tridimensional. En diciembre de 2010, una compañía llamada Organovo anunció que había impreso exitosamente vasos sanguíneos humanos, un elemento importante de todos los órganos.
Relaciones longevas
Suponiendo que llegue la tecnología necesaria, el gran interrogante es: ¿cómo será la vida si vivimos por más de 100 años?
Una de las áreas más importantes de cambio potencial son las relaciones interpersonales. Con una expectativa de vida promedio de 150 años, es posible que veamos diferencias de edades entre parejas de hasta 80 o 90 años. Sin embargo, las pruebas históricas sugieren que tales disparidades no serán comunes.
En el futuro, las mujeres mayores (y los hombres) seguro se verán más jóvenes. Volverse a casar por belleza o juventud seguro perderá fuerza. Vidas más largas podrían causar también un aumento en los divorcios o un mayor nivel de monogamia, sin importar si la relación termina en matrimonio. Las filas de padres mayores también podrían crecer, lo que aumenta las posibilidades de hermanos con diferencias de edades de décadas.
Las sociedades avanzadas finalmente están en posición de lanzar una verdadera ofensiva contra las condiciones aparentemente irresistibles impuestas en nuestras vidas por las enfermedades y la muerte. Eso es una buena noticia para la humanidad. Una vida saludable más prolongada llevará a una mayor riqueza y mayores perspectivas de felicidad. Pero realizar el potencial pleno de la revolución en longevidad no será fácil. Necesitaremos resolver cuestiones importantes y legítimas sobre los efectos de una mejor salud en el crecimiento de la población, la disponibilidad de recursos y el medio ambiente. Leon Kass, quien fue presidente del Consejo Presidencial de Bioética bajo George W. Bush, considera el esfuerzo científico por extender la vida como una instancia de nuestro orgullo, un ataque a la propia naturaleza humana. El autor especializado en medio ambiente Bill McKibben, por su parte, se opone con firmeza a lo que llama "tecnolongevidad", argumentando que "como todo antes de nosotros, nos descompondremos y volveremos a la tierra del planeta".
No me convencen. Los argumentos contra la extensión de la vida son con frecuencia una exhortación a mantener el status quo. Si los humanos vivieran más, dicen, el mundo, en cierta forma, no será el adecuado: ya no sería noble, bello o interesante.
¿Pero qué hay de noble, bello e interesante en el deterioro y la decadencia? ¿Qué es moralmente dudoso sobre hacer llevadero el sufrimiento humano?
La respuesta es nada. Todo lo que tenemos está basado en la riqueza de la vida. No puede haber una obligación más básica que ayudarnos a nosotros mismos y a generaciones futuras a gozar de vidas más largas y más saludables en la Tierra que compartimos.
—Extracto de '100 Plus: How the Coming Age de Longevity Will Change Everything' (algo como 100 años y más: cómo la era de la longevidad lo cambiará todo), de Sonia Arrison