Por John Lyons
SÃO PAULO—La presidenta Dilma Rousseff obtuvo más de 41% en las elecciones en Brasil y se enfrentará en la segunda vuelta a Aécio Neves, quien terminó con cerca de 34%. La candidata del Partido Socialista Brasileño, Marina Silva, quedó lejos con 21%.
Las encuestas proyectan un desempate muy peleado el 26 de octubre entre Rousseff y Neves, un candidato más conservador que ha prometido impulsar la economía.
La reñida elección refleja la incertidumbre sobre las perspectivas de este país rico en recursos naturales que lidia con la debilidad de los commodities. Hace apenas cuatro años, la economía de Brasil se disparaba a un ritmo de 7,5% conforme el auge prometía elevar a millones de personas de la pobreza y al mismo tiempo agilizar el desarrollo del país.
Sin embargo, la economía está atravesando un drástico giro. Brasil cayó en recesión este año después de cuatro años de estancamiento, y la inflación está en alza. La petrolera estatal Petróleo Brasileiro S.A. PETR4.BR +6.07% está inmersa en un presunto caso de malversación de fondos y otros escándalos. Desde que Rousseff asumió el poder, el real ha perdido un tercio de su valor frente al dólar y la bolsa de valores acumula un descenso de 21%.
El año pasado, alrededor de un millón de brasileños salieron a las calles en manifestaciones masivas en contra de problemas que van desde la mala calidad de los hospitales y las escuelas hasta la corrupción y el gasto de US$11.500 millones para organizar el Mundial de fútbol. La popularidad de Rousseff se desplomó, lo que aumentó las probabilidades de que su izquierdista Partido de los Trabajadores pudiera perder las elecciones después de 12 años en el poder.
“Es hora de un cambio”, expresó José Luiz Francisco, un residente de 66 años de los suburbios de clase obrera de São Paulo. A pesar de que votó por Rousseff en 2010, dijo que este domingo optó por su contrincante Silva.
En las últimas semanas, Silva y Neves habían buscado fortalecer sus compañas entre los que buscaban un cambio, la mayoría votantes de la clase media y de mayores recursos. Nacida en un campamento de recolección de caucho en la selva amazónica de Brasil, la convincente historia de Silva de comienzos humildes le dio ventaja entre los pobres de Brasil.
Avanzó para tomar el liderazgo en las encuestas después de ingresar a la contienda tarde después de la muerte el 13 de agosto del candidato del Partido Socialista, Eduardo Campos, en un accidente aéreo. Sin embargo, su campaña se debilitó ante feroces ataques publicitarios por parte de Neves y Rousseff. En los últimos días, muchos partidarios de Silva se inclinaron por Neves como el mejor candidato para derrotar a Rousseff.
No obstante, Rousseff ha mantenido un gran apoyo entre millones de pobres y votantes de la clase obrera que siguen temiendo un cambio y apoyan a la presidenta como la candidata de continuidad. Durante 12 años en el poder, el Partido de los Trabajadores ha expandido enormemente los programas de prestaciones sociales que han ayudado a sacar a unos 36 millones de personas de la pobreza extrema.
Al mismo tiempo, ante otros votantes que buscaban el cambio, Rousseff forjó una ventaja en parte al presentarse a sí misma como la candidata que también cumplirá ese pedido. Una de sus promesas de campaña es que los proyectos que apunta a transformar el país, como nuevos ferrocarriles e infraestructura de irrigación, se podrán completar recién en un segundo período presidencial. Uno de sus eslóganes es: “Más cambios, más futuro”.
La votación en el barrio de clase media de Tijuca en Rio de Janeiro, Waldemir Mello, un técnico de equipos médicos de 53 años, dijo que Rousseff ha demostrado ser una administradora sólida y merece un segundo plazo.
“Brasil ha logrado mucho en los últimos cuatro años”, afirmó Mello. “Quiero que continúen sus proyectos actuales”.
—Loretta Chao en São Paulo, Paul Kiernan en Belo Horizonte y Will Connors en Rio de Janeiro contribuyeron a este artículo.
Las encuestas proyectan un desempate muy peleado el 26 de octubre entre Rousseff y Neves, un candidato más conservador que ha prometido impulsar la economía.
La reñida elección refleja la incertidumbre sobre las perspectivas de este país rico en recursos naturales que lidia con la debilidad de los commodities. Hace apenas cuatro años, la economía de Brasil se disparaba a un ritmo de 7,5% conforme el auge prometía elevar a millones de personas de la pobreza y al mismo tiempo agilizar el desarrollo del país.
Sin embargo, la economía está atravesando un drástico giro. Brasil cayó en recesión este año después de cuatro años de estancamiento, y la inflación está en alza. La petrolera estatal Petróleo Brasileiro S.A. PETR4.BR +6.07% está inmersa en un presunto caso de malversación de fondos y otros escándalos. Desde que Rousseff asumió el poder, el real ha perdido un tercio de su valor frente al dólar y la bolsa de valores acumula un descenso de 21%.
El año pasado, alrededor de un millón de brasileños salieron a las calles en manifestaciones masivas en contra de problemas que van desde la mala calidad de los hospitales y las escuelas hasta la corrupción y el gasto de US$11.500 millones para organizar el Mundial de fútbol. La popularidad de Rousseff se desplomó, lo que aumentó las probabilidades de que su izquierdista Partido de los Trabajadores pudiera perder las elecciones después de 12 años en el poder.
“Es hora de un cambio”, expresó José Luiz Francisco, un residente de 66 años de los suburbios de clase obrera de São Paulo. A pesar de que votó por Rousseff en 2010, dijo que este domingo optó por su contrincante Silva.
En las últimas semanas, Silva y Neves habían buscado fortalecer sus compañas entre los que buscaban un cambio, la mayoría votantes de la clase media y de mayores recursos. Nacida en un campamento de recolección de caucho en la selva amazónica de Brasil, la convincente historia de Silva de comienzos humildes le dio ventaja entre los pobres de Brasil.
Avanzó para tomar el liderazgo en las encuestas después de ingresar a la contienda tarde después de la muerte el 13 de agosto del candidato del Partido Socialista, Eduardo Campos, en un accidente aéreo. Sin embargo, su campaña se debilitó ante feroces ataques publicitarios por parte de Neves y Rousseff. En los últimos días, muchos partidarios de Silva se inclinaron por Neves como el mejor candidato para derrotar a Rousseff.
No obstante, Rousseff ha mantenido un gran apoyo entre millones de pobres y votantes de la clase obrera que siguen temiendo un cambio y apoyan a la presidenta como la candidata de continuidad. Durante 12 años en el poder, el Partido de los Trabajadores ha expandido enormemente los programas de prestaciones sociales que han ayudado a sacar a unos 36 millones de personas de la pobreza extrema.
Al mismo tiempo, ante otros votantes que buscaban el cambio, Rousseff forjó una ventaja en parte al presentarse a sí misma como la candidata que también cumplirá ese pedido. Una de sus promesas de campaña es que los proyectos que apunta a transformar el país, como nuevos ferrocarriles e infraestructura de irrigación, se podrán completar recién en un segundo período presidencial. Uno de sus eslóganes es: “Más cambios, más futuro”.
La votación en el barrio de clase media de Tijuca en Rio de Janeiro, Waldemir Mello, un técnico de equipos médicos de 53 años, dijo que Rousseff ha demostrado ser una administradora sólida y merece un segundo plazo.
“Brasil ha logrado mucho en los últimos cuatro años”, afirmó Mello. “Quiero que continúen sus proyectos actuales”.
—Loretta Chao en São Paulo, Paul Kiernan en Belo Horizonte y Will Connors en Rio de Janeiro contribuyeron a este artículo.