Si el dinero puede comprar salud y placer y desterrar la preocupación y el trabajo arduo, ¿por qué el efecto del dinero sobre la felicidad es tan débil en estudios? Es simple: la mayoría de la gente no sabe gastar, según un estudio publicado en el Journal of Consumer Psychology.
La felicidad puede ser una materia de estudio imprecisa, ya que depende de los sujetos para saber si su sol interior está brillando (o de tomografías del cerebro y niveles de cortisol, lo cual puede ser igual de ambiguo). Si se reúne suficiente cantidad de pistas difusas, sin embargo, su conjunto narra un relato confiable. Un trío de investigadores —Elizabeth Dunn de la Universidad de British Columbia, Daniel Gilbert de Harvard y Timothy Wilson de la Universidad de Virginia—han hecho justamente eso en su estudio de estudios. Las pruebas conducen a una receta de ocho pasos para compradores que buscan sonrisas.
1. Haga ese viaje a Argentina. Haga rendir el Honda un año más.
Compre experiencias en lugar de cosas, escriben los autores. En amplias encuestas de gastos pasados como también de experimentos, los sujetos de estudio informaron por abrumadora mayoría que obtuvieron más felicidad de cosas que hicieron que de cosas que tienen. Una razón podría ser que las experiencias concentran la mente en el presente. "Una mente que va de un lado al otro es una menta descontenta", escriben los autores. La otra es que la gente con frecuencia parece rememorar actividades pero se adapta rápidamente —o pierde la fascinación— con cosas nuevas.
2. Ayude a otros (por razones egoístas).
No lo haga porque es una buena persona. Hágalo porque lo hace sentir bien. Esa es una respuesta madurada. Es lo que hace que los humanos sean uno de los pocos animales con redes sociales altamente complejas y los únicos que incluyen miembros no emparentados en sus redes. Casi cualquier cosa que hacemos por mejorar nuestras conexiones con otros mejora nuestra felicidad, escriben los autores.
3. Actualice su ropa interior, no su sistema de entretenimiento.
Un problema con las posesiones materiales, de nuevo, es que los compradores se adaptan demasiado rápidamente a ellas. Una solución es concentrarse en muchas cosas pequeñas en vez de una grande. Lo mismo puede decirse de las experiencias (asumiendo que la ropa interior apropiada no cuenta también como una experiencia). Los estudios muestran que la frecuencia del placer está más estrechamente relacionada con la felicidad que la intensidad. Compre un mini pastel. Juegue al golf de nueve hoyos. Haga un viaje de un día.
4. Despreocúpese del seguro.
"Esto es de lo que estoy menos convencida ", dice la coautora Dunn, que no lo incluirá en un libro futuro. La idea es que si la gente se adapta rápidamente a cosas placenteras, también se adaptan rápidamente a las desagradables. Esa laptop destruida no arruinará su vida, así que no compre el plan de protección. "Pero no me resulta claro si la paz mental hace que la gente sea más feliz", dice Dunn. (Como he opinado en otra oportunidad, el seguro tiene un precio excesivo por definición. Considérelo una multa que paga por no tener suficientes ahorros para cubrir una pérdida catastrófica y comprar solo lo que uno necesita).
5. Ahorre para las lecciones de buceo. Y luego pague en efectivo.
Las tarjetas de crédito, los préstamos para un auto e incluso las hipotecas permiten que la gente consuma ahora y pague luego. El precio es el interés —y una creciente deuda para los incautos— por lo que hay un argumento financiero a favor de ahorrar y pagar en efectivo cuando sea posible. Pero también hay un argumento para la felicidad. Los consumidores que compran inmediatamente a crédito se privan de una fuente gratuita de goce: la anticipación. La gente es proclive a cometer un error de decisión llamado anhedonia, o la creencia de que un placer postergado no será tan intenso como aquel experimentado en el presente. Lo opuesto, en todo caso, es cierto. Los placeres postergados son igualmente intensos, y los consumidores acumulan placer adicional al anticiparlos. Considérelos felicidad con "interés compuesto".
6. Piense en cosas no felices antes de gastar.
Algunas compras tienen efectos de onda expansiva. Los barcos necesitan un muelle. Las casas a orillas de un lago significan familiarizarse con los mosquitos locales. Un viaje económico a Fiji podría incluir 20 horas sentados en clase económica. Por cada tramo. Muchos compradores no consideran tales molestias menores, y maximizar la felicidad depende en gran medida de vincular menos molestias pequeñas y más alegrías menores. También, ser dueño del barco y de la casa de descanso es menos importante que lo que uno hace con ellos. Fantasee un poco sobre el primer día en que los tiene, claro, pero luego piense un poco sobre el día 300.
7. No compre demasiado cuidadosamente.
Hay anticipación y hay obsesión. El problema con pasar semanas explorando sitios web de devotos a las cámaras fotográficas antes de comprar una es que usted despertará con sudores fríos gritando sobre la imposibilidad de que un modelo exporte archivos en formato RAW mientras pierde de vista cosas que importan más, como si es suficientemente rápida para capturar la imagen de su hijo sonriendo antes de que se lleve el dedo a la nariz. Concéntrese en un par de características que importan más que el resto. Compre la casa pequeña con buena luz natural en el buen vecindario incluso si no tiene las encimeras de granito.
8. Imite.
Usted es especial y todo lo demás, pero uno de las mejores formas de predecir si algo le traerá felicidad es si le ha traído felicidad a otros. Abandone sus criterios altos cinematográficamente por una noche y vaya a ver la película popular.