"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 16 de marzo de 2018

La isla de Pascua está desapareciendo


Nicholas Casey, corresponsal de The New York Times en la región andina, y Josh Haner, fotógrafo del Times, viajaron aproximadamente 3600 kilómetros desde la costa de Chile para observar cómo el océano está erosionando los monumentos de la isla.

MARCH 15, 2018 Read in English

HANGA ROA, ISLA DE PASCUA — Los huesos humanos estaban expuestos bajo el sol. No era la primera vez que Hetereki Huke se topaba con una tumba al aire libre como esta.

Durante años, las crecidas de las olas han roto las plataformas que contienen restos antiguos. Dentro de esas tumbas hay lanzas de obsidiana, piezas incineradas de huesos y, a veces, partes de moáis, las imponentes estatuas que le han dado fama a la isla.



Sin embargo, esta vez fue diferente para Huke. El sitio que estaba derrumbándose era donde estaban enterradas generaciones de sus propios ancestros.

“Esos huesos están relacionados con mi familia”, dijo Huke, un arquitecto, al recordar ese día del año pasado.

Hace siglos colapsó la civilización de isla de Pascua, pero las estatuas que quedaron dejan claro lo poderosa que fue. Ahora, Naciones Unidas ha lanzado una advertencia: muchos de los restos de esa civilización están en riesgo de desaparecer debido al aumento en los niveles del mar que han erosionado las costas de la isla.

En su punto más largo, la isla mide unos 24 kilómetros.

A lo largo, en forma anular, hay unos cientos de moáis sobre plataformas, llamadas ahus.Los puntos ubican ahus y moáis.

Los arqueólogos creen que los moáis representan a los ancestros de los isleños.

Los polinesios descubrieron la isla hace mil años.

Es una de las islas habitadas más remotas del planeta.

Forma parte de Chile, que está a unos 3500 kilómetros en el Pacífico.

Muchos de los moáis y prácticamente todos los ahus (las plataformas que en muchos casos fungen como tumbas) se erigen de forma anular por la isla. Algunos modelos climáticos prevén que los niveles del mar podrían aumentar hasta 1,5 metros para 2100, por lo que residentes y científicos temen que las tormentas y las olas se vuelvan una amenaza mucho mayor.

“Te sientes impotente con todo esto, que no puedes proteger los huesos de tus propios ancestros”, dijo Camilo Rapu, líder de los Ma’u Henua, la organización indígena que controla el Parque Nacional Rapa Nui, el cual se extiende por casi toda la isla, así como los sitios arqueológicos. “Es un dolor inmenso”.



AHU AKAHANGA

Muchas otras islas en el Pacífico y en sus márgenes se enfrentan a amenazas similares, desde la posible desaparición de las islas Marshall bajo el mar y el hundimiento de Yakarta, donde las avenidas usualmente se vuelven ríos cada vez que hay una tormenta. Es cada vez más probable que Kiribati, una república de atolones de coral al norte de Fiyi, sea inhabitable dentro de una generación. Sus residentes podrían convertirse en refugiados climáticos.

En Rapa Nui, el nombre polinesio de la isla y gran parte de la cual ha sido reconocida como patrimonio de la humanidad por la Unesco, tanto el futuro como el pasado están en peligro.

La economía de la isla también se ve amenazada. Los sitios arqueológicos son la piedra angular de la principal industria, el turismo. El año pasado esta isla de solo 6000 habitantes atrajo más de 100.000 visitantes. Los hoteles, restaurantes y empresas turísticas de la isla reciben más de 70 millones de dólares en ingresos.




AHU TONGARIKI

Los turistas usualmente empiezan el día en Tongariki, donde se reúnen para ver el amanecer detrás de una fila de monolitos cuyas caras dan hacia el interior de la isla. Los grupos se dividen y se dirigen a Anakena, la principal playa arenosa de la isla, o a las antiguas plataformas de Akahanga, un sitio amplio de antiguas villas en la costa donde, según la tradición, el fundador mítico de la isla, Hotu Matu’a, está enterrado en una tumba pedregosa.

Según los científicos, esos tres sitios están en peligro de erosión por la crecida de las aguas.

“No queremos que la gente vea estos lugares solamente en fotografías viejas”, dijo Rapu.

AHU AKAHANGA

Este moái, caído desde hace años, enfrenta varios riesgos.
Los residentes pusieron piedras alrededor para protegerlo de turistas, pero el mar quizá sea una amenaza mayor.
La estatua yace apenas a unos metros del arrecife que se erosiona.

Los arqueólogos temen que un mayor oleaje llegue a borrar las pistas para resolver uno de los principales misterios de la isla: ¿qué causó el colapso de la civilización que construyó las estatuas de piedra?

Quizá hace unos mil años, los polinesios descubrieron la isla en medio del vasto mar. Crearon una civilización que construyó más de 1100 moáis, muchos de los cuales fueron levantados a kilómetros de las canteras con métodos que aún tienen cautivados a los científicos.

Lo que no es tan misterioso es qué sucedió después: conforme creció la población, la isla pasó de ser boscosa a árida. Los europeos trajeron nuevas enfermedades.

La cantera de Ranu Raraku terminó desierta, con decenas de moáis incompletos y abandonados. Para la década de 1870 la población no superaba las cien personas en comparación con unas miles en su mayor punto.

Los arqueólogos debaten mucho si se debió principalmente a un agotamiento de recursos, enfermedad, guerra civil o quizá las ratas que llegaron llegaron con los polinesios y destruyeron los bosques. Las pistas posiblemente yacen en las plataformas funerarias que tienen algunos de los artefactos para datar y establecer una línea del tiempo.

Esos artefactos “añadirían datos para mostrar que no hay una respuesta sencilla o clara a lo que sucedió”, dijo Jane Downes, profesora de Arqueología en la Universidad Highlands and Islands en Escocia, quien ha pasado muchos veranos en la isla de Pascua para documentar el daño.

El circuito de carreteras que pasa por buena parte de la isla triangular muestra un paisaje cambiante.


Yacimientos en la playa Ovahe 

OVAHE

El daño ha sido raudo en la playa Ovahae, cerca de donde Huke se topó con los huesos. Durante generaciones hubo ahí una playa arenosa que era popular entre los turistas y locales. Cerca había varios sitios de entierro no señalados y recubiertos con piedras.

Ahora las olas se han llevado prácticamente toda la arena y solo han dejado roca volcánica en su lugar. Los sitios de entierro resultaron dañados y no queda claro cuánto tiempo más resistirán al impacto del oleaje.

“Una vez nadé en Ovahe y parecía que la arena se extendía por kilómetros”, dijo Pedro Pablo Edmunds, alcalde de Hanga Roa, desde su oficina, donde revisaba un libro con imágenes de la playa. “Ahora es solo piedra”.

Hace dos años los oficiales enterraron una cápsula de tiempo cerca del ayuntamiento para que los isleños la abrieran en 2066. Entre los objetos había fotografías de la playa Ovahe antes de que se quedara sin arena.

“Van a desenterrarlo en cincuenta años y nos van a ver ahí donde ya no hay playa”, dijo Edmunds.

En un sitio llamado Ura Uranga Te Mahina en la costa sur de la isla, los oficiales del parque se alarmaron el año pasado cuando los bloques de un muro empedrado que estaba a unos tres metros de la costa rocosa colapsaron por el impacto de las olas.

Rafael Rapu Rapu en el rompeolas 


AHU RUNGA VA'E

“Ahora todo esto será lo siguiente en caer”, dijo Rafael Rapu Rapu, jefe arqueólogo de Ma’u Henua, al señalar un mapa que mostraba las plataformas detrás del muro colapsado.

Rapu ha usado el sitio para experimentar con medidas que puedan mitigar el daño. Ha destinado para ello parte de una subvención de 400.000 dólares del gobierno japonés para construir un muro marino para proteger contra las olas. Aún no queda claro si ese muro marino será suficiente para detener la erosión o si los líderes de la isla deberán mover los ahus y los moáis a un lugar apartado de la costa para poder salvarlas.

Otras áreas vulnerables representan un reto aún mayor para los conservacionistas. Una de ellas es el cráter volcánico de Orongo, el centro de la actividad de la civilización alrededor de 1600, los últimos años antes del contacto europeo. Los residentes de la isla se reunían ahí para una competencia anual de nado en la que los hombres jóvenes hacían carreras a mar abierto hacia una isla cercana, Motu Nui, para conseguir huevos de aves. El ganador determinaba qué clan gobernaría la isla durante el año siguiente.

Esas carreras están retratadas en grandes petroglifos sobre piedra que se asoman desde la caldera y son vulnerables a tormentas y a la fuerza de gravedad.

ORONGO

Los petroglifos retratan una competencia por obtener huevos de aves, pero la posición de las rocas en el arrecife erosionado las ha puesto en peligro.

Un gran deslave afectó el área en 2007.

Los oficiales del parque dicen estar explorando la posibilidad de anclar los grabados a piedras más estables o incluso moverlas a un museo.

“¿Podemos llevarlas a otro lugar?”, preguntó Rapu, el arqueólogo. “Sí, pero pierden contexto y parte de su historia si hacemos eso”.

Rapu, quien creció en la isla, dijo sentirse mal por los cambios ambientales que aquejan la zona. Ya hay pocos nidos de ave en Motu Nui, algo que, a decir del arqueólogo, es consecuencia de cambios en los patrones climáticos. Se asomó por el agua y recordó las historias de su padre sobre las migraciones que llegaban con frecuencia a la isla como sucedía en los días de las carreras.

“Me contaba que podías ver nubes oscuras por tantas aves y escucharlas por doquier”, dijo, de camino de salida del cráter.

Sebastián Paoa, el jefe de planeación para Ma’u Henua, dijo estar seguro de que en algún momento los habitantes de la isla encontrarán cómo enfrentarse al reto del aumento en los niveles del mar tal como sobrevivieron el colapso en las épocas antiguas.

“Sabían que su entorno estaba deshaciéndose pero eso no los detuvo de persistir y estar aquí”, dijo. “Es lo mismo hoy con el cambio climático”.




HANGA ROA

Huke, el arquitecto, opina lo mismo.

Encontrar los restos de su antecesor en la playa no era una razón para desesperar, dijo, sino para entrar en acción. En los últimos meses ha estado recopilando información para un estudio de cambio climático para presentárselo a oficiales, con datos de erosión, el suministro de aguas freáticas y más.

“Los isleños como nosotros siempre somos los primeros en enfrentar el cambio climático”, dijo. “Hemos estado aquí por mil años. Ya hemos sobrevivido algo como esto. El mundo no va a terminarse. Y créeme, ya hemos sobrevivido un desastre ecológico antes”.

AHU NAU NAU EN LA PLAYA DE ANAKENA

Los arqueólogos creen que fue aquí, en la playa de Anakena, adonde llegaron los primeros habitantes en canoas.

Algunos de los artefactos más antiguos de la isla han sido hallados bajo la arena, y el tiempo se acaba para descubrir los que faltan.


Escrito por Nicholas Casey. Fotografías y video de dron por Josh Haner. 

Diseñado y producido por Rebecca Lieberman, Meaghan Looram y Claire O’Neill. 

Mapas por Derek Watkins. 

Las ubicaciones de los moái y ahu fueron trabajadas por Carl P. Lipo, profesor de Antropología de la Universidad Binghamton University. Imágenes satelitales de Airbus Defense y Space vía Google Earth.

¿ Ya saben de donde sale el eslogan de Trump?


Siete días de marzo: el Gobierno de Trump y el colapso de la democracia estadounidense


La Administración de Trump ha tomado una serie de acciones esta semana que exponen su carácter autoritario y el colapso de las formas democráticas de gobierno.

El martes, Trump despidió sumariamente al secretario de Estado, Rex Tillerson, anunciando que iba a ser reemplazado por un simpatizante cercano suyo, Mike Pompeo, director de la CIA. Los reportes indican que Tillerson se dio cuenta de la decisión al mismo tiempo que la prensa, cuando el mandatario lo anunció por medio de un tuit de 140 caracteres.

La forma en que se llevó a cabo el cambio de personal al nivel más alto del Estado es significativa. Trump amenaza a su gabinete y espera que actúen, como si fuese una asamblea de cortesanos leales a Trump a nadie más. La Secretaría de Estado es un cargo superior del Gobierno que conlleva históricamente el mayor prestigio, siendo cuarto en la línea de sucesión legal a la Presidencia.

Trump selecciona a un don nadie tras otro, los humilla públicamente y luego se deshace de ellos como si fueran basura. De esta forma, no solo demuestra su desprecio hacia individuos, sino hacia el cargo que ocupan.

En el mismo tuit anunció la nominación de Pompeo para suplantar a Tillerson, siendo esta la primera vez que un oficial de inteligencia es promovido como principal representante del Gobierno estadounidense en el exterior. Trump también anunció la nominación de la directora adjunta de la CIA, Gina Haspel, para reemplazar a Pompeo. Haspel es notoria por su papel como directora del programa de rendición y tortura de la CIA, incluso presidiendo la práctica de waterboarding (“submarino” o ahogamiento simulado para torturar) a los prisioneros en una cárcel secreta de la CIA en Tailandia.

Estas ominosas decisiones de la Casa Blanca son solo las últimas esta semana:

* El Departamento de Justicia demandó al estado de California, utilizando así a las cortes para aplastar cualquier oposición a la intensificación de la represión masiva contra los inmigrantes. Durante una visita al sur de California para ver los arquetipos del muro que propone a lo largo de la frontera entre EUA y México, Trump declaró que los funcionarios estatales les estaban ayudando a criminales y poniendo a la policía en riesgo de ser asesinada por inmigrantes.

* Rechazando las advertencias de un gran número de asesores, uno de los cuales renunció en protesta, Trump promulgó nuevos aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio, pronunciando un deseo de iniciar una guerra comercial con efectos incalculables contra la economía global.

* Trump acordó reunirse con el líder norcoreano Kim Jong-un sin informar de antemano a sus principales asesores militares y diplomáticos, algo que es visto ampliamente como la escenificación de una provocación internacional por medio de un eventual fracaso o colapso de la reunión, que a su vez servirá como pretexto para irse a la guerra.

* En un mitin electoral en Pennsylvania, Trump amenazó a la prensa, denunció a sus oponentes políticos en términos vulgares y racistas y llamó a ejecutar a los traficantes de drogas.

Todos estos eventos comparten el mismo carácter: Trump se comporta cada vez más como un Mussolini, poniendo en práctica lo que repitió durante la campaña presidencial del 2016: él es el único que puede corregir las fallas de la sociedad estadounidense. No se comporta como un representante elegido por el pueblo estadounidense, ni siquiera como el líder de uno de los dos principales partidos capitalistas, sino como un gobernante personalista, autoritario en el sentido latinoamericano o fascista, el árbitro último de toda cuestión social y política.

Trump ya ordenó un desfile militar en Washington, tentativamente para el Día de los Veteranos, cinco días después de las elecciones de medio término. Sin duda, percibe tal muestra de fuerza militar, con aviones de guerra sobrevolando la Casa Blanca y el Capitolio, como una manera de contrarrestar los resultados negativos que se prevén en los comicios. Todo esto suscita la pregunta: ¿Qué pretende Trump?

Vendrán nuevas “sorpresas” de su parte. Al mismo tiempo, la prensa exhibe una tendencia de retratarlo como un payaso que simplemente no sabe lo que hace, una actitud que lleva consigo subestimar el peligro político existente.

Trump es una figura criminal, acostumbrado al inframundo de Atlantic City, Las Vegas y el mercado de bienes raíces de Nueva York. Se inclina a jugar “ va banque ” o apostándolo todo. Más allá, existe una tradición en la política estadounidense de comenzar una guerra con el propósito de resolver crisis políticas internas. Una guerra como tal desataría una catástrofe.

Así de amenazante es la completa falta de respuesta o de una protesta significativa de parte de los círculos de poder. El gabinete mismo de Trump está compuesto en gran medida de personas sin ningún apoyo político propio: son millonarios y multimillonarios, en gran parte igual de retrógrados e ignorantes que Trump, y todos igual de indiferentes hacia los derechos democráticos y las normas constitucionales.

Los demócratas no son opositores de la conspiración en marcha contra las normas constitucionales; en cambio, son simplemente otro reflejo del colapso de dichas normas. Han presentado al trio de oficiales militares con altos cargos en el Gobierno —al jefe de personal de la Casa Blanca, John Kelly, al asesor de seguridad nacional, H. R. McMaster, y el secretario de Defensa, James Mattis— como los “adultos presentes” que mantendrán bajo control los excesos de Trump. No obstante, la predominancia de los militares en el círculo íntimo de Trump es solo una expresión más del giro hacia formas autoritarias de gobierno.

Como lo documentó el WSWS por medio de una revisión extensa de los candidatos demócratas a las elecciones legislativas este año, ese partido ha experimentado esencialmente una “ocupación amistosa” por parte de la CIA. La respuesta demócrata a la nominación de la torturadora Haspel para encabezar dicha agencia fue resumida por Dianne Feinstein, la demócrata de rango del comité de asignación de fondos del Senado: “Parece contar con la confianza de la agencia, lo cual es bueno”.

Al enfocar sus críticas contra Trump en acusaciones inventadas de una interferencia rusa en las elecciones del 2016, los demócratas están actuando como voceros de secciones del aparato militar y de inteligencia que se oponen a cualquier repliegue de la agresiva política antirrusa adoptada por el Gobierno de Obama.

Los trabajadores en EUA y el mundo no tienen ninguna alternativa dentro del marco de la política capitalista. Por un lado, Trump está gobernando como un radical ultraderechista, cultivando una base social de apoyo de tinte fascista y operando fuera de cualquier marco constitucional o legal. Por el otro, una oposición política tan ajena a cualquier concepción democrática que su “respuesta” es censurar el Internet y suprimir las divisiones sociales internas está abogando por ir a la guerra contra la segunda mayor potencia nuclear del mundo.

Las viejas formas de gobierno, la estructura constitucional entera en sus 230 años de existencia, se están desintegrando bajo el cada vez mayor peso de la desigualdad social, la enorme brecha de la sociedad estadounidense con una diminuta élite en la cima que controla ambos partidos en el poder.

Es imposible separar el carácter de la Administración Trump del sistema que la produjo: el capitalismo. La fuerza social que ha de ser movilizada es la clase obrera. El 2018 ya ha evidenciado un poderoso crecimiento de la lucha de clases tanto en EUA como internacionalmente. La tarea más urgente es introducir dentro de este movimiento objetivo en pleno desarrollo una conciencia socialista y una dirección política socialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de marzo de 2018)

Patrick Martin
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