“Soy un hombre de fortuna y buenos modales”- así comienza la canción “Sympathy for the devil”-(Simpatía por el diablo) en la que Mick Jagger personifica a Lucifer, inspirado por el pasaje de la visita del diablo a Moscú en “El Maestro y Margarita” de Mijail Bulgakov. La presentación viene a cuento de los sendos artículos que me dedicaron los pensadores marxistas Armando Chaguaceda e Iroel Sánchez a propósito de mi artículo “Espacio Laical, la Iglesia y sus estaciones”. Replican a unos renglones con largas denuncias en las que no hay pionerito al que no robe sus caramelos ni perrito al que no le dé patadas.
Sánchez y Chaguaceda coinciden en sindicarme como un enemigo de la democracia, y el socialismo. El problema es que las penas que me atribuyen “son tantas que se atropellan”. Para Chaguaceda, quien nos regaló un afectuoso laudatorio al empresario exiliado Carlos Saladrigas, mi pecado es ser “elitista”, “anti-embargo y pro-gobierno”, anclando los cambios en Cuba “a los ritmos e intereses de una elite con la que posee –alega Chaguaceda-lazos afectivos y familiares”. Para Iroel Sánchez es todo lo contrario. Denuncia ante la grey revolucionaria que promuevo un “aterrizaje suave” en el capitalismo y el pluripartidismo, colando la labor de la contrarrevolución “vestida de revolución” porque la “contrarrevolución vestida de contrarrevolución” ya está derrotada.
Sugiero mejor discutir ideas, no personas y realidades, no disfraces.
¿Desterrando o importando sofismas?
El artículo de Chaguaceda es un mal guion de la serie “House of Cards”, que tanto maravilló al marxista anticastrista. En lugar de responder a la falta de evidencias de la que adolece su teoría de que la Iglesia Cubana abandonó a los editores de Espacio Laical ante las presiones del gobierno cubano y los destituyó, Chaguaceda propone un debate sobre la naturaleza del régimen cubano. A lo Frank Underwood, me acusa de descalificar a toda la esfera pública cubana trasnacional incluyendo dice el “implícitamente” (¡el daño que causan ciertos seriales!) al Observatorio Critico, al que no mencioné en el texto.
Lo de la naturaleza del régimen cubano es una conversación interesante para otra ocasión. En mi artículo cuestioné no sus interpretaciones sino la ausencia de evidencias que respalden sus insinuaciones. No basta con citar el caso de Vitral o siquiera referirse a tensiones que pudo haber entre el gobierno y la Iglesia por un artículo o evento organizado por EL. Todo eso ocurrió mientras la mayor oposición y daño a la revista era causado desde la derecha pro-embargo y los columnistas marxistas anticastristas que agitaron contra la orientación nacionalista de la revista y el Cardenal Ortega.
Responsabilizar al gobierno por la supuesta “destitución” esconde la ceguera política de los que se opusieron a la línea moderada y los compromisos nacionalistas de Espacio Laical. La oposición del proyecto al embargo y su llamado a que cualquier oposición democrática debía tener como primerísima condición la lealtad a la soberanía cubana irritaron a muchos. Para los partidarios del embargo y la bandería ambivalente en la que Chaguaceda ejerce, el plattismo, definido como otorgar a EE.UU prerrogativas exclusivas de la soberanía cubana según el derecho internacional, no debía ser un estigma invalidante.
La evidencia de esa oposición furibunda es pública. Está en Cubaencuentro, Havana Times, Diario de Cuba, el Nuevo Herald y Radio Martí, incluyendo varios artículos del propio Chaguaceda. En uno, a propósito de la visita del Papa Benedicto XVI y la remoción sin violencia de unos raros ocupantes de templos, nos dice como le urgió denunciar a sus amigos católicos porque el silencio equivaldría a “la hipocresía y la complicidad”.
No se trata de descalificar a ninguna esfera pública cubana transnacional ni poner el cartel de “plattista” a quien no caiga dentro del concepto enunciado. Al cierre de una estación, como ha ocurrido con Espacio Laical, conviene recordar donde estuvo cada quien. Al referirme a los ataques contra la revista, aludí a autores específicos entre ellos a Chaguaceda. Por tanto no debería esconderse detrás de publicaciones y mucho menos intrigar sobre el Observatorio Critico, colectivo que nunca mencioné. El OC ha acompañado la denuncia con propuestas de política de identidad de género, orientación sexual, racial, etc. y que sepa no ha tenido nada que ver con las mojigaterías morales que critiqué.
Ojala cuando debata sobre “el régimen cubano”, Chaguaceda haga la elemental tarea de situarlo en la historia. Hay muchas críticas a hacerle sin necesidad de inventar nada. En el tema de la relación Iglesia-Estado, le sugeriría buscar evidencias en lugar de elucubrar sobre “el abyecto abandono de los jerarcas de la Iglesia a sus intelectuales laicos”. La presunción de inocencia es un principio democrático. Acusaciones como las que el lanza contra el Cardenal Ortega deben fundamentarse.
A diferencia del profesor marxista de Jalapa que proclama la necesidad de una supuesta unidad opositora de los que están a favor y en contra del embargo, he visto a Roberto Veiga explicar en Washington DC como la eliminación del bloqueo es una tarea imprescindible a la promoción de una Cuba democrática. Nada tiene que ver CAFÉ, a quien Chaguaceda quiere atribuir mis opiniones personales, con mi afinidad con las posturas de Veiga, que eran las de un proyecto institucional. No sé de qué reposicionamiento habla.
G y Malecón. Foto: Juan Suárez
Chaguaceda tiene razón al decir que pedir propuestas no demerita la importancia de la denuncia. El tema es que buscando un rinconcito en el parnaso anticastrista, no propone nada. Le sugiero algunos temas: ¿Qué hacer contra el bloqueo estadounidense que dice condenar? ¿Qué legitimidad tienen los que pretender usar la ley Helms para obtener concesiones en temas que son de exclusiva soberanía cubana? ¿Qué tipo de relaciones propone con los militares cubanos? ¿Qué propuesta marxista tiene para pagar las compensaciones de la ley Helms mientras mantiene la educación y la salud para todos los cubanos?
Aquí vale también recordar otro pasaje de la canción “Simpatía con el diablo”. Me refiero al momento en que Jagger canta como el diablo estuvo en San Petersburgo en tiempo de cambio, matando al zar y a sus ministros, “cuando Anastasia gritó en vano”. Y es que los revolucionarios verbales del tipo de Chaguaceda pueden motivar alguna muchedumbre desesperada con aquello de “tomar el cielo por asalto”, y construir “un mundo nuevo, democrático y próspero” de la noche a la mañana. A la democracia y el desarrollo se llega con trabajo institucional, respetando normas legales como la soberanía y creando un estado de derecho, por medio de aperturas ordenadas de este mundo “viejo” en el que nos tocó vivir, no con otra revolución. Con las que hemos tenido ya es bastante.
La hora es de democratización incremental, y desarrollo económico orientado al mercado, con equidad social. Hablando de propuestas, ojala la oposición, marxista revolucionaria o no, se centrara en ganar elecciones municipales y mostrar que puede gobernar algo con eficiencia, como lo hicieron en México el PAN y el PRD, y en Taiwán la coalición de los sin partido, que desembocó eventualmente en la creación del Partido Democrático Progresista en 1986, al final del periodo de emergencia nacional.
Sin propuesta:
Y hablando de Taiwán, toca referirme a las ideas que esbozó Iroel Sánchez, “oficialista-revolucionario” – según el bloguero de Miami Emilio Ichikawa-a quien este reconoce gran autoridad. Sánchez confunde mi artículo con una respuesta a su compendio de insultos y tergiversaciones. Como escribí sobre las críticas a Espacio Laical, apenas me referí a sus tergiversaciones sobre el evento de Marzo, el que desató su ira e imaginación, atribuyéndome ahora haberlo organizado (no tuve ese honor) en contubernio con la OTAN, a través de la embajada de Noruega.
Pero saquemos algo positivo y discutamos su enojo ante a una idea que esbocé en el panel que compartí con una excelente presentación de Rafael Hernández. Digo enojo, no crítica, porque el “oficialista-revolucionario” ataca con saña la propuesta de crear una fundación cubana no partidista de protección de los derechos del consumidor pero no discute sus méritos ni el problema que pretende atajar. Como Chaguaceda, Sánchez es todo riposta, nada propuesta.
Para el bloguero insomne la indefensión de los consumidores cubanos parece no existir. Sánchez podrá acusarme todo lo que quiera pero no contribuirá un ápice a resolver un problema que crece. En Cuba hay una institucionalidad magra de bochornosos cartelitos de derechos del cliente en las tiendas recaudadoras de divisas donde la misma empresa es juez y parte. Esa indefensión permite que se robe y maltrate al pueblo que Sánchez dice defender todos los días. Criticar esa flaqueza de las reformas no tiene nada que ver con la política de cambio de régimen.
¿De dónde sacó Iroel que la propuesta de una fundación independiente de protección de derechos del consumidor es para la oposición? Al margen de que entiendo que hay razones legítimas en Cuba para que exista una oposición al partido comunista, leal al país, ¿Qué tiene que ver la defensa del consumidor cubano con la política de cambio de régimen o con lograr lo mismo que el bloqueo estadounidense por otros medios? Es verdaderamente irresponsable usar el patriotismo como refugio de picaros, para descalificar diferencias y proteger privilegios e intereses. Si tanto le molesta la propuesta basada en la experiencia taiwanesa, haga una propuesta mejor para los consumidores cubanos la próxima vez que vaya a la mesa redonda. ¿No le parece que son bastantes ya los abusos contra sus conciudadanos a manos de esos monopolios de ventas que son las TRD, donde no hay competencia ni de precios ni de servicios?
Buenos modales:
Nadie puede ser a la vez el agente del gobierno que pinta Chaguaceda y el agente de cambio de régimen que denuncia Iroel Sánchez. Para tener una Cuba mejor es importante que reconozcamos la humanidad en nuestros interlocutores. No hacemos ningún favor a nuestro país cuando en lugar de conversar con las propuestas y críticas de nuestros compatriotas, construimos caricaturas de los mismos y tratamos de indisponerlos con otros cubanos. Hasta un reloj parado tiene razón dos veces al día. Con Iroel Sánchez coincido que la nación cubana tiene la tarea central de derrotar el bloqueo norteamericano. Con Armando Chaguaceda, coincido que Cuba debe tener un ordenamiento político que siga los estándares internacionales de derechos humanos, incluyendo los derechos de asociación por los cuales cualquier cubano se pueda agrupar con los que piensen como él. “Así que si nos encontramos- canta Mick Jagger- muestra un poco de cortesía, condescendencia y buenos modales”.
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