Aficionados con un cartel con las banderas de Cuba y Estados Unidos, durante un partido amistoso de fútbol en La Habana, entre un equipo del país anfitrión y el club Cosmos de Nueva York, el 2 de junio . Este ha sido el primer encuentro deportivo entre equipos de los dos países, tras el inicio del deshielo bilateral, en diciembre.
Foto: Jorge Luis Baños /IPS
LA HABANA, 6 jun 2015 (IPS) - Cuba y Estados Unidos continúan su ruta de acercamiento que pasa por el próximo restablecimiento de nexos diplomáticos y la apertura de canales de entendimiento, aunque para nadie es un secreto que el camino hacia una real normalización de las relaciones bilaterales se presenta espinoso.
En lo inmediato, el camino hacia la reapertura de embajadas dio un paso decisivo con la exclusión de Cuba la lista de países patrocinadores del terrorismo, efectiva desde el 29 de mayo, y la licencia obtenida por un banco del estado de Florida para ocuparse de las cuentas de la Sección de Intereses (Sina) de la isla caribeña en Washington.
El gobierno cubano considera que esos dos hechos son ante todo un acto de justicia. No obstante, también tiene un impacto económico importante, pues libera a esta nación de sanciones que, en su caso, se añadían a la espesa madeja de prohibiciones contenidas en el embargo económico y comercial estadounidense vigente desde febrero de 1962.
La última ronda de conversaciones, el 21 y 22 de mayo en Washington,
finalizó entre declaraciones optimistas. “Nos acercamos cada vez más al restablecimiento de relaciones y a la apertura de las embajadas”, dijo Roberta Jacobson, jefa de la delegación de Estados Unidos en las negociaciones.
A su vez, Josefina Vidal, quien encabeza la misión de La Habana en ese proceso, dijo a periodistas cubanos que lo hecho “en cuatro meses para dos naciones que no han tenido relaciones diplomáticas por más de 50 años, se puede considerar un progreso”. La diplomática reiteró luego: “nos estamos tratando como iguales y sobre bases de respeto y de total reciprocidad”.
Ambas funcionarias tienen la tarea de limar las diferencias entre dos países con una historia de más de medio siglo de hostilidades y desconfianzas mutuas imposibles de borrar de un plumazo. Es en ese fuego cruzado que tras más de un año de negociaciones secretas el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y de Cuba, Raúl Castro,
comunicaron su decisión de reanudar sus nexos diplomáticos.
Aunque sorpresivo, el anuncio presidencial del 17 de diciembre no partió de la nada.
”Pareciera que se ha redescubierto a Cuba, todo parece novedoso, pero cubanos del exilio comenzamos a buscar el diálogo desde los años 70, cuando era tan difícil la comunicación”, confió Iraida H. López, cubana residente en Estados Unidos desde principios de los años 60.
Profesora de la universidad
Ramapo College de New Jersey, López es una de las propulsoras del intercambio académico y cultural entre habitantes de la isla y de la llamada diáspora cubana en Estados Unidos.
“Entre los académicos cubanos que viven en Estados se afianza cada vez más la visión de diálogo, aunque hay personas que desconfían y se oponen ( ….) hay mucho dolor de por medio’’, dijo en su diálogo con IPS.
Para formalizar la reapertura de nexos e intercambiar embajadores falta afinar posturas sobre el funcionamiento de las sedes, cantidad y conducta del personal diplomático, incluida la demanda estadounidense de que sus funcionarios puedan moverse libremente por todo el territorio cubano, como en otros países.
En las dos naciones existen desde 1977 Secciones de Intereses para cumplir funciones consulares. Pero por disposiciones gubernamentales de uno y otro país, los diplomáticos no pueden viajar fuera de las respectivas capitales sin autorización oficial. La actividad de la Sina en La Habana ha sido por décadas motivo de fuertes discordias con las autoridades cubanas, especialmente por su apoyo a disidentes.
Cuba busca definir desde antes de la reapertura de las embajadas que sus operaciones se circunscriban a la Convención de Viena sobre relaciones exteriores, según la cual el personal diplomático está obligado a “no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado” y sus oficinas no deben ser utilizadas de manera incompatible con las funciones de la misión.
Una de las preocupaciones del gobierno socialista de La Habana apunta a los talleres para periodistas independientes que ofrece regularmente la Sina, que también facilita comunicaciones en Internet y cursos del idioma inglés. Si Estados Unidos enmarca tales actividades en el apoyo a la sociedad civil y el fortalecimiento de la democracia, difícilmente renuncie a ellas.
A su vez, Obama enfrenta la resistencia de sectores opuestos a su cambio de política hacia Cuba. En ese sentido, legisladores republicanos cubano-americanos se proponen bloquear la iniciativa gubernamental mediante propuestas legislativas, entre las cuales figura un proyecto de ley para impedir la financiación de una embajada u otras oficinas diplomáticas de Estados Unidos en Cuba.
En una segunda fase de negociaciones, camino hacia una real normalización de las relaciones bilaterales, La Habana espera abordar el fin del bloqueo, la devolución del territorio ocupado por la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo, en el extremo oriental cubano, así como el cese de las transmisiones de Radio y TV Martí y otros mecanismos que califica de “subversivos’’.
A su vez, a Estados Unidos le interesa discutir las compensaciones por las propiedades que fueron nacionalizadas en Cuba al inicio de la Revolución, establecida en 1959. No es impensable negociar sobre este tema, pues en el pasado varios países concluyeron acuerdos con las autoridades cubanas para compensar a sus nacionales por propiedades nacionalizadas.
La eliminación del bloqueo, codificado en la ley Helms-Burton, promulgada en 1996 durante la administración de Bill Clinton (1993-2001) requiere aprobación del Congreso legislativo, lo que hace difícil que al menos este año se logre ese objetivo. Analistas locales barajan 2016, antes de la próxima elección presidencial en el país de norte, como fecha probable para el cese definitivo de las sanciones.
“La marea ha cambiado, congresistas de Washington que se oponían abiertamente a esa relación (con Cuba), se dan cuenta de que este enfoque va cada vez más en retroceso y eso es muy positivo”, comentó la académica López.
La devolución de la porción ocupada por Estados Unidos en su base naval de Guantánamo es otro de los escollos complicados, cuyo desmantelamiento puede llevar más tiempo. Hasta los años 80, ese enclave militar fue escenario de muchos conflictos pero luego de los acuerdos migratorios cubano estadounidenses de 1994 llegó la distensión.
Según fuentes cubanas, en el área existe desde entonces un clima de respeto mutuo entre los militares cubanos y estadounidenses, que ha facilitado inclusive la cooperación bilateral. El caso se incluye entre los antecedentes importantes del acercamiento liderado por Raúl Castro, jefe de los institutos armados de su país hasta que asumió la Presidencia en 2008.
La zona ocupada por Estados Unidos, de 117,6 kilómetros cuadrados, le fue cedida en arriendo a perpetuidad por un convenio bilateral firmado en 1903. Hoy paga algo más de 4.000 dólares al año, que deposita en un banco estadounidense porque el gobierno cubano se ha negado siempre a cobrarlo.
Editado por Estrella Gutiérrez