Por Gerardo Arreola
Cuba no puede aplicar un mecanismo de choque para abrir su economía, pero tiene que hacer todo lo posible para acelerar la reforma y así
recuperar el tiempo perdido, según la recomendación de un reporte académico.
El economista cubano Pavel Vidal hizo un estudio comparativo de las reformas en Cuba y Vietnam, que publicó el Instituto de Economías en Desarrollo de la Organización para el Comercio Exterior de Japón (Jetro, por sus siglas en inglés).
El autor recomienda que la liberalización de la economía cubana no se quede en la agricultura y la microempresa, sino que facilite el surgimiento de un sector privado más amplio y el ingreso de inversión extranjera directa para impulsar la productividad y aprovechar el alto nivel de desarrollo social de la isla, en especial en la educación.
Pero subraya que encontrar el ritmo de los cambios es crucial. Frente a lo que hizo Vietnam en su momento, las desventajas de Cuba al emprender ahora su reforma son el gran tamaño de su sector estatal, la falta de experiencia reciente con el mercado y la tardanza de sus dirigentes en reconocer
los problemas estructurales del modelo y la necesidad de cambios dramáticos. Una visión pesimista sobre la actual reforma es que es demasiado poco, demasiado tarde.
Vidal es investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana. Con distintos enfoques, insiste en su estudio en la relevancia de emprender los cambios en el momento oportuno.
Recuerda, por ejemplo, que gracias a que ya había iniciado su apertura, Vietnam evitó un retroceso al desaparecer la Unión Soviética en 1991, mientras que el colapso de la antigua potencia socialista arrastró a Cuba a una profunda crisis.
En la situación actual, descarta que Cuba se lance a modificar todo a la vez, porque por esa vía pudiera fracturarse la estabilidad institucional y macroeconómica.
Considera que incluso Vietnam, con medidas de choque en algunos periodos, tuvo que esperar varios años para alcanzar
transformaciones significativasen su modelo. Pero apunta la necesidad de que la isla acelere el paso actual
para recuperar el tiempo perdido.
El autor señala que la mayoría de los cubanos son escépticos de que el gobierno pueda alcanzar
una economía eficiente y productiva y mejorar el nivel de vida. Raúl Castro tiene 80 años
y no está visible una nueva generación de líderes. La dirigencia actual está en una encrucijada, pues quiere ejecutar una reforma gradual, pero el tiempo corre.
El investigador reseña que al iniciar la Doi moi (
renovación) en 1986, Vietnam se parecía a la Cuba actual por el modelo de corte soviético. Sin embargo, el sector estatal vietnamita era pequeño y permitía un big bang, es decir, una batería de reformas de un solo golpe. La abundancia de pequeñas empresas privadas en el sur del país facilitaba los cambios orientados al mercado.
Por el contrario, la existencia de un amplio sector estatal en Cuba aconseja un ritmo moderado. En la isla es más difícil cambiar la mentalidad de las personas
después de 50 años de vivir bajo las mismas reglas e ideología contra el mercado y el sector privado.
Especialista en finanzas públicas, el autor se detiene a examinar la meta oficial de unificación monetaria entre el peso cubano y el peso convertible (mayor que el primero 25 a 1 y equivalente al dólar).
Anota como
muy positivaen ese camino la apertura de los servicios bancarios al sector privado, el año pasado, pero subraya la necesidad
inevitablede devaluar la tasa de cambio (uno a uno) que rige para empresas estatales, mixtas y entidades oficiales.
La devaluación tendría que ser más gradual que en Vietnam, concluye Vidal, porque las numerosas empresas estatales grandes y medianas hacen que la economía cubana esté menos preparada para reaccionar a incentivos cambiarios.