"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 17 de enero de 2020

Trump y la apoteosis de la barbarie

Atilio Boron




Acabo de leer una muy interesante nota de Peter Koenig sobre el renacimiento y exasperación de la barbarie en los últimos tiempos. [1] Y digo exasperación porque aquella tuvo una presencia constante en la historia, pero bajo el capitalismo adquirió nuevas y más brutales formas. Estados Unidos es sin dudas la patria de la barbarie. Su condición de mayor terrorista del planeta la alcanzó en agosto de 1945 cuando arrojó sobre dos ciudades indefensas del Japón sendas bombas atómicas que convirtieron en cenizas -o condenaron a una horrorosa muerte lenta- a varios centenares de miles de sus habitantes. Nadie nunca, ni antes ni después, llegó a perpetrar atrocidad semejante. Sin llegar a tan luctuosos límites en tiempos recientes la barbarie fue repotenciada por el gobierno de Donald Trump, un hampón de cuarta cuyos códigos morales no son mejores que los de Al Capone o Frank Nitti. Es más, me atrevería a decir que éstos poseían un mafioso sentido del honor y del respeto a la palabra empeñada que el magnate neoyorquino carece por completo.



Koenig documenta con precisión que a pedido de Trump el Primer Ministro de Irak, Adil Abdul-Mahadi, invitó al General Qassem Suleimani a que se reuniera con él en Bagdad para sugerirle, dadas sus conocidas dotes como diplomático, que procurase abrir un canal de diálogo entre Irán y Estados Unidos y entre la república islámica y Arabia Saudita. Esa fue la trampa, abyecta y cobarde, en la que cayó el general iraní. Esto fue denunciado ni bien se consumara el asesinato de Suleimani y un grupo de altos funcionarios militares iraquíes por Adil Abdul-Mahadi diciendo textualmente que “Trump me pidió que mediara con Irán y luego asesina a quien había invitado para la tarea”.

En sucesivas conferencias de prensa el Secretario de Estado Mike Pompeo, otro mentiroso serial, desmintió lo declarado por el Primer Ministro Iraquí. Lo mismo hizo la Casa Blanca, pero la credibilidad de estos hampones es nula. Pero toda la maquinaria propagandística de Estados Unidos se puso al servicio de las mentiras oficiales y Suleimani, que gozaba de inmunidad diplomática, fue presentado como un feroz terrorista que había sido “eliminado” porque tenía planeado atentar contra varias embajadas de Estados Unidos, cosa que días después desmintió el propio Secretario de Defensa de Trump. Pese a tantas mentiras se ha ido sedimentando en los sectores de la opinión pública atentos a este tipo de noticias (una minoría, desgraciadamente) la convicción de que lo ocurrido en Bagdad fue un vil asesinato que trató de justificarse estigmatizando a la víctima como terrorista.

No contento con esta criminal violación de la legalidad internacional y de las propias leyes de Estados Unidos, Trump ordenó que se le negara a Mohammad Javad Zarif, Ministro de Asuntos Extranjero de Irán, la visa de entrada para informar de lo ocurrido ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en Nueva York. O sea, cero debate, cero información: basta con la versión del imperio, reproducida impúdicamente por la prensa hegemónica. Esto constituye una violación de la Carta de las Naciones Unidas, firmada por Estados Unidos en 1947, que garantiza a los representantes de países extranjeros el irrestricto acceso a la sede de las Naciones Unidas. Para su imborrable deshonra el portugués António Guterres, Secretario General de Naciones la ONU, el guardó cómplice silencio ante el asesinato de Suleimani y también frente al ilegal veto a la llegada del ministro iraní. El hombre se preocupa por su chequera y nada más. Cobra su sueldo y no ve, no escucha, no habla. Esta es la clase de funcionarios internacionales que Estados Unidos necesita para administrar su imperio sin preguntas incómodas.

Lo anterior confirma lo que muchos venimos diciendo acerca de la ineptitud de las Naciones Unidas para garantizar la paz y la legalidad internacionales. Muchas voces se han elevado, sobre todo en países periféricos, exigiendo una reforma de esa organización. Pero Koenig da un paso más y se pregunta si no ha llegado la hora en que una votación de la Asamblea General expulse a Estados Unidos (y a Israel) de las Naciones Unidas por sus reiteradas violaciones de la Carta de la Organización y sus resoluciones fundamentales (entre ellas las que exigen a la Casa Blanca poner fin al bloqueo a Cuba o que el régimen israelí se retire de los territorios ocupados). La premeditada, sistemática y desafiante transgresión de la legalidad internacional es lo que define a los “estados canallas”. Esa clase de regímenes se colocan por sí mismos por fuera de dicha legalidad y su expulsión sería tan sólo el reconocimiento de una realidad. Tendríamos, prosigue diciendo nuestro autor, “una ONU renovada, liberada de la abultada burocracia que la paraliza y mucho más eficiente para salvaguardar la paz en el mundo.” Además hay montones de países que han sido invadidos, amenazados, sancionados por Estados Unidos y “muchos de ellos también tienen drones y dominan la tecnología de disparos de precisión.” Se trata de un planteo audaz, extravagante, pero que merece ser pensado. Muchos intereses económicos se opondrían a esta movida, reconoce Koenig, pero en el mundo actual EEUU ya no es el único que puede ofrecer interesantes oportunidades de negocios. China, India, Rusia, numerosos países asiáticos y algunos otros en África y Latinoamérica podrían redefinir un nuevo entramado de la economía mundial sin la presencia prepotente de los norteamericanos.

“Aislemos a los bárbaros de Washington y dejémoslos que se pudran en su inmundo pantano”, dice Koenig. Proyecto que hoy suena como una ingenua utopía. Pero, ¿quién podría asegurar que ante la indisimulable decadencia del poderío de EEUU aquella propuesta está eternamente condenada a ser irrealizable? Sobre todo si se recuerdan estas proféticas palabras de Oscar Wilde cuando sentenció que “Estados Unidos es el único país que pasó de la barbarie a la decadencia salteándose la civilización”. Y su decadencia podría dar nacimiento a otra Naciones Unidas. ¿Por qué no? ¿O es que alguien todavía cree que las instituciones creadas por hombres y mujeres tienen el don de la eternidad?

Nota

[1] “The West is Run by Barbarians”, en https://www.globalresearch.ca/west-run-barbarians/5700435

- Dr. Atilio A. Boron, director del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (PLED), Buenos Aires, Argentina. Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2013.

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El juicio a Trump comienza en el Senado mientras surgen nuevas revelaciones contra el presidente

El tercer 'impeachment' en la historia de Estados Unidos arranca con un juramento de imparcialidad cuestionable. Las alegaciones comienzan el martes



El Senado de Estados Unidos dio este jueves inicio formal al juicio contra Donald Trump en un clima de gran crispación política entre republicanos y demócratas, marcado por el rechazo frontal del presidente al proceso y la reciente salida a la luz de nuevos documentos relacionados con el escándalo de Ucrania, entre ellos, un duro informe oficial contra de su actuación. Trump está acusado de abuso de poder por las presiones a Kiev para que investigase a su rival político Joe Biden y de obstrucción al Congreso por boicotear las pesquisas parlamentarias sobre este escándalo.


Los senadores, este jueves durante su juramente de imparcialidad. En vídeo, se activa el impeachment contra Trump. AP | VÍDEO: ATLAS

El tercer impeachment de la historia de Estados Unidos llegó en un soleadísimo y cálido día de enero, a punto de cumplirse tres años de una Administración instalada en la tormenta y con curiosos caprichos del destino. Momentos antes de que comenzase la apertura formal del juicio en el Senado, esa misma Cámara concedía a Donald Trump una de las grandes victorias legislativas de su mandato, la aprobación por abrumadora mayoría del nuevo tratado comercial con México y Canadá. Por la mañana, sin embargo, las noticias venían mal dadas para el presidente, pues la Oficina de Control del Gobierno, una agencia independiente dentro de la Administración, presentó un informe en el que califica de ilegal la congelación de ayudas militares a Ucrania decidida el pasado verano por la Casa Blanca.

Esa decisión del Gobierno de Trump resulta clave en este caso porque la acusación lo considera una forma de presión a Kiev para forzar un anuncio negativo sobre los Biden. La oficina, que depende del Congreso, asegura que la retención del dinero —cerca de 400 millones previamente aprobados por el Congreso— tuvo carácter político, no técnico. "El cumplimiento de la ley de buena fe no permite al presidente cambiar sus prioridades políticas por aquellas que el Congreso haya convertido en ley", sostiene el texto.

Es uno de los documentos que se discutirán en las próximas semanas en el Senado, convertido desde este jueves en un tribunal. “Hear ye! Hear ye! Hear ye! Todas las personas están obligadas a permanecer en silencio, bajo pena de prisión…”, conminó el sargento de Armas, como marca la tradición.

Fue otro día de rituales en Washington. El equipo de fiscales nombrado el miércoles por la Cámara de Representantes, siete congresistas demócratas que se encargarán de argumentar la acusación, se presentó sobre el mediodía en la Cámara alta para leer en voz alta los cargos contra Trump, los llamados artículos del impeachment. Sobre las dos de la tarde (hora local) llegó el presidente del Supremo, John Roberts, que ejerce de árbitro en el pleito. “¿Jura, solemnemente, que en todas las cosas concernientes al juicio del presidente Donald John Trump, ahora pendiente, administrará justicia imparcial de acuerdo con la Constitución y las leyes, con ayuda de Dios?”. “Lo juro”. Roberts hizo su juramento ante el presidente de la Cámara y se encargó de tomarlo al centenar de senadores, ahora miembros de un jurado que ha prometido ser eso, imparcial.

¿Es posible? El líder de los republicanos en la Cámara alta, Mitch McConnell, ya advirtió hace semanas que estaba coordinando los detalles del proceso con la propia Casa Blanca y la absolución se da por segura, dada la mayoría republicana. Mientras, un hijo de Trump, Eric, pedía este jueves en las redes sociales que cualquier senador demócrata que esté compitiendo por la candidatura a las presidenciales de 2020 —hay cuatro en esta situación, como Bernie Sanders o Elizabeth Warren— se recuse por su “increíble conflicto de intereses” en este juicio.

Este será el primer impeachment de la era Twitter, también el primero que juzga a un presidente que busca la reelección y que bloqueará durante semanas a cuatro senadores que luchan en unas primarias. Resulta, a su vez, el más partidista de los llevados a cabo hasta ahora.

El primer presidente en pasar por un juicio en el Senado, Andrew Johnson, en 1868, quedó absuelto por un solo voto, y en el caso de Bill Clinton (culminado en 1999), aunque el partidismo fue mayor, los votos de los legisladores en ambas fases del juicio (la de la Cámara de Representantes y la del Senado) no se ajustaron tan milimétricamente como ahora a la línea del partido. Las reglas de juego sobre cómo desarrollar el proceso, por ejemplo, salieron adelante por unanimidad. Ese es el primer paso que afronta ahora el juicio en el Senado, aunque es posible que la declaración de testigos, uno de los grandes puntos de conflicto, se vote después de las alegaciones de las partes, que empiezan el martes, 21 de enero, a la una de la tarde.

El abogado de la Casa Blanca, Pat Cipollone, encabezará la defensa del presidente en el juicio, si bien el equipo completo no ha sido anunciado. Trump se declara víctima de una “caza de brujas”, de un “fraude” por parte de los demócratas, y sostiene que sus peticiones al propio presidente ucranio, Volodímir Zelenski, para que anunciase investigaciones que perjudicarían a los demócratas “no tenían nada de malo”, sino puro interés en contra de la corrupción.

El papel de su abogado personal, Rudy Giuliani, maniobrando con Kiev y usando una invitación a la Casa Blanca, como mecanismo de presión, cuestiona la versión del mandatario. Además, el embajador estadounidense ante la Unión Europea, Gordon Sondland, que también se vio implicado en las gestiones con Ucrania, declaró en la fase previa en la Cámara de Representantes que él mismo consideró las ayudas militares supeditadas al anuncio de esa investigación. Ese bloqueo es el que el informe oficial publicado este jueves pone en cuestión.

Y han surgido nuevos materiales inquietantes aportados por Lev Parnas, un socio de Giuliani imputado por un caso ajeno a esta trama, que revelan las maniobras del abogado. Este jueves, en una entrevista a The New York Times, Parnas aseguró que el presidente conocía las presiones de Giuliani. "Me juego toda mi vida a que Trump sabía exactamente todo lo que estaba pasando sobre lo que Rudy Giuliani estaba haciendo en Ucrania", dijo. Poco después de la sesión en el Senado, Trump se defendió con un mensaje simple, escrito en mayúsculas en su cuenta de Twitter: "Se acaba de abrir un impeachment contra mí por hacer una llamada de teléfono perfecta".
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