Todos sabemos cómo empezó la crisis económica global. Los bancos ofrecieron demasiados créditos al mercado inmobiliario. El estallido subsiguiente de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos provocó la quiebra de los bancos porque la actividad bancaria se había hecho global y los grandes bancos tenían créditos malos mutuos. La quiebra de la banca originó una crisis de crédito. El crédito se agotó y las economías empezaron a contraerse.
Illustration by Paul Lachine
Así pues, los gobiernos rescataron a los bancos y las economías, lo que produjo una crisis soberana de deuda. Como todos están concentrados en el desapalancamiento, las economías no se han recuperado. Gran parte del mundo, sobre todo Europa, pero también los Estados Unidos, aunque menos seriamente, sigue estancado en prácticamente un bache.
Entonces, ¿cómo salimos de este bache? El debate conocido trata de austeridad y estímulo. Los partidarios de la austeridad piensan que solo el equilibrio de los presupuestos públicos y la reducción de las deudas nacionales restablecerán la confianza de los inversionistas. Los keynesianos piensan que sin un programa grande de estímulo fiscal –un aumento deliberado pero temporal del déficit– las economías europeas y estadounidenses seguirán sumidas en la recesión en los siguientes años.
Yo soy de los que piensa que es necesario un estímulo fiscal para recuperarse de la crisis. No creo que la política monetaria, ni aunque sea poco ortodoxa, sea suficiente. Es poca la confianza para que los bancos comerciales creen crédito indispensable a fin de regresar al pleno empleo y al patrón de crecimiento previo a la crisis; por muchos cientos de miles de millones de la moneda que sea que los bancos centrales les proporcionen. Estamos volviendo a aprender que los bancos centrales no pueden crear el nivel de crédito que deseen.
Así pues, como Paul Krugman, Martin Wolf y otros, yo ampliaría los déficits fiscales, en lugar de reducirlos. Soy partidario de esta idea por la vieja razón keynesiana de que estamos padeciendo una carencia de demanda agregada, que el efecto multiplicador es positivo y que la manera más efectiva de reducir la deuda privada y pública en uno o dos años es mediante medidas que estimulen ahora el crecimiento del ingreso nacional.
Sin embargo, el argumento entre los partidarios de la austeridad y los keynesianos sobre cómo estimular la recuperación sostenida se cruza con otro debate. Llanamente, ¿qué tipo de economía posterior a la recuperación queremos? Es ahí donde la economía se convierte en política económica.
Aquellos que piensan que todo estaba bien en la economía antes de la crisis salvo los créditos irracionales que ofrecían los bancos, están convencidos de que evitar crisis en el futuro demanda solamente una reforma de la actividad bancaria. La nueva ortodoxia reformada es la “regulación macroprudencial” de los bancos comerciales por parte del banco central. Algunos irían más lejos y nacionalizarían los bancos o los dividirían. Pero su horizonte de reforma está igualmente limitado al sector bancario, y pocas veces preguntan qué fue lo que provocó el tan mal desempeño de los bancos.
De hecho, es posible considerar el crédito excesivo bancario como un síntoma de fallas económicas más profundas. El economistaThomas Palleylo percibecomo una manera de contrarrestar el crecimiento de la desigualdad de ingresos, en donde el acceso al crédito asequible sustituye la garantía fallida de bienestar de la democracia social. Así pues, las reformas demandan una redistribución de ingresos y riqueza.
Las políticas redistributivas y las orientadas al estímulo se combinan bien porque se esperaría que aumentaran la demanda agregada en el corto plazo (debido a una menor tendencia de las familias de bajos ingresos al consumo) y minimizaría la dependencia de la economía en el endeudamiento financiero en el largo plazo. El perjuicio inicial de la confianza del sector empresarial provocado por impuestos más altos sobre la riqueza se equilibraría con la perspectiva de un consumo global mayor.
Otros argumentan que deberíamos tratar de reequilibrar la economía no solo entre riqueza y pobreza, sino entre consumo de energía y ahorro de energía. La premisa de la agenda ambiental económica es que hemos llegado a los límites ecológicos de nuestro actual modelo de crecimiento, y que necesitamos encontrar maneras de vivir con un menor uso de fuentes de energía no renovable.
Por ello, las políticas de estímulo deberían estar orientadas a fomentar no solo la demandaper se, sino también a impulsarla, pero de forma respetuosa con el medio ambiente. Por ejemplo, los ecologistas son partidarios de un transporte municipal gratis en las ciudades más importantes. En general, señalan que necesitamos más empeño no más autos, por lo que los fondos de los programas de estímulo deberían destinarse a la salud, educación y la protección del medio ambiente.
La verdad es que cualquier política de recuperación impulsada por aspectos fiscales está destinada a tener implicaciones reformistas. Por esta razón, los partidarios de la austeridad están en contra de ella y porque incluso aquellos que aceptan el supuesto teórico de un programa de estímulo insisten en ponerla en aplicación únicamente mediante la política monetaria.
Reequilibrar la economía mediante un menor consumo de gas y un mayor ahorro de energía –y de menor consumo privado a más de tipo público– acabará finalmente por alterar los fines de la política económica. Maximizar el crecimiento del PIB dejará de ser la prioridad número uno, en cambio, será algo que podríamos llamar “felicidad” o “bienestar” o “buena vida”.
El supuesto radical es que la economía previa a la crisis estalló no por errores evitables en el sector bancario, sino porque el dinero se había convertido en el único árbitro de valor. Así pues, debemos ser decisivos en la búsqueda de la recuperación, pero no de una manera en la que solamente se reproduzcan las fallas estructurales del pasado.
Como lo ha señalado acertadamenteDani Rodrik: “si la economía consistiera meramente en la maximización de los beneficios, sería solo otra forma de llamar a la administración de empresas. Es una disciplina social y la sociedad tiene otras formas de contabilizar los costos además de los precios del mercado.”
Imagine que las aerolíneas también operaran restaurantes. Viviríamos en un
mundo en que medio sándwich, el equivalente a un boleto de ida, podría costar el
doble que uno entero.
La forma de hacer negocios de las aerolíneas es muy peculiar. Pocos sectores
tienen tantas reglas y restricciones, impuestos y tarifas, frustraciones y
interrupciones. Tampoco es fácil encontrar otras industrias donde los precios
varíen tan a menudo. Y es raro hallar una empresa que cobre a sus clientes
multas de cientos de dólares.
¿Por qué hay tantas diferencias? Las aerolíneas afrontan desafíos únicos,
como la facilidad de comparar precios a nivel mundial, altos costos de
equipamiento, complicados contratos laborales, la vulnerabilidad a los precios
del petróleo y estrictas regulaciones gubernamentales. Y casi todo sucede a la
intemperie, sin importar cómo está el clima.
Además, el negocio se ha vuelto mucho más complejo en los últimos años. Se
han ensayado estrategias simplificadas de precios, pero han fracasado, mientras
que las tarifas y multas que generan ingresos han ido en aumento. "Es un negocio
realmente complicado", dijo R. John Hansman, director del Centro Internacional
para el Transporte Aéreo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
"Hay tanto que depende de tantas cosas más allá de su control", explica.
La operación está tan interconectada que un vuelo retrasado puede atrasar a
otros tres o cuatro. "Alguien se equivoca con un sándwich, pero eso arruina a
otros 40 sándwiches", indicó Hansman.
La estrategia de precios de las aerolíneas enerva a los pasajeros, pero
genera envidia en otros sectores. A muchas empresas les gustaría segmentar a sus
clientes y ofrecer precios distintos en función de su capacidad de pago,
sostiene Jan Brueckner, economista de la Universidad de California en Irvine.
Las tiendas de alimentos utilizan cupones de descuento, pero las aerolíneas han
llevado este modelo a un extremo. "Es como si los precios de los cereales
cambiaran hora por hora en los estantes de la tienda", puntualizó Brueckner.
¿Y si así fuera? Decidimos como experimento crear un universo alternativo
gestionado por las aerolíneas.
Tienda de sándwiches Alas
Los precios suben cerca del mediodía, cuando se acerca la hora de almuerzo y
aumenta la demanda. Puede costar más producir un sándwich de carne que de atún,
pero si los ejecutivos del banco de enfrente prefieren el atún, será el más caro
del menú.
Alas sigue de cerca a la competencia. Si la tienda de al lado dejó de ofrecer
mortadela, entonces su precio subirá al doble rápidamente.
Sitio de compras en línea Airmazon.com
El minorista de Internet emplea una flotilla de computadoras para fijar el
precio de un par de jeans. Los que se compraron y se usaron un martes y
miércoles en febrero suelen ser los más baratos. Los que se compraron como un
regalo en diciembre cuestan más. Si quiere usar los jeans enseguida, su precio
puede ser 10 veces mayor que si los compra con 30 días de antelación. Cualquier
ítem adquirido con un descuento no podrá devolverse, a no ser que pague una
tarifa de US$200.
Airmazon tiene un programa de fidelidad de clientes donde los puntos se
pueden canjear por mercadería, pero le conviene más hacerlo durante los meses de
menores ventas.
Si Airmazon se retrasa en la entrega de su pedido, la empresa no se hará
responsable si fue culpa del tiempo o el tránsito. Si sus jeans no llegan debido
a un problema dentro del control de Airmazon, la compañía le prestará pantalones
de ejercicio.
Hotel L'Aire
Usted reserva una habitación de hotel y recibe cuatro paredes por una
noche.
En este hotel, todas las comodidades son a la carta, de modo que los
huéspedes sólo pagan por lo que usan. ¿Quiere una cama en su habitación? Cuesta
US$50 adicionales por noche. ¿Planea darse una ducha? Hay un recargo por agua
caliente de US$15 por una ducha de 10 minutos. Hay un televisor, pero si quiere
usarlo puede traer su propio control remoto o alquilar uno por US$3 la
noche.
En el hotel L´Aire, reservar una habitación en particular con anticipación le
costará US$10. Puede pagar US$10 más por registrarse antes de tiempo. ¿Quiere
usar los ascensores prioritarios? Son otros US$10. Hacer el trámite de salida en
línea es gratuito, pero si lo atiende un empleado de recepción hay que abonar
una tarifa de US$25 por hablar con una persona de carne y hueso.
Equipo de béisbol Los Pilotos
En los partidos de Los Pilotos, el comprador debe asociar un nombre al boleto
y no puede cambiarlo. El objetivo es impedir que una persona o empresa compre
entradas para toda la temporada —algo que está prohibido— y luego permita que
mucha gente distinta las use.
La política de no permitir los cambios de nombre impide que los grupos que
hinchas más asiduos al béisbol, o emprendedores con recursos que podrían tratar
de controlar el inventario de boletos, compren muchos asientos con descuento por
adelantado y luego se los entreguen a otros. (No es una regla inviolable: Los
Pilotos, al igual que algunas aerolíneas, cambian los nombres de los boletos,
previo pago de una tarifa).
La reventa de entradas para ir a ver a Los Pilotos está estrictamente
prohibida. Tampoco se las puede dar a un amigo si no puede usarlos. La boletería
de Los Pilotos tampoco permite cambios, a no ser que quiera pagar una tarifa de
US$250 por entrada.
De vez en cuando, los jugadores de Los Pilotos llegan tarde a algunos
partidos o la lluvia obliga a retrasarlos. No se preocupe: Los Pilotos prometen
mantenerlo al tanto, aunque probablemente puede obtener mejor información a
través de su smartphone.
Supermercado Precio Completo
Con el fin de atender a más clientes, precio completo, que se especializa en
alimentos de primera calidad, acaba de reducir el tamaño de los pasillos entre
las estanterías. Eso creó más pasillos y más ingresos por tienda.
Los compradores se quejan de la falta de espacio y Precio Completo
recientemente habilitó pasillos más amplios para los clientes que están
dispuestos a pagar precios más altos. Los llaman "Turista extra", aunque los
pasillos tienen el mismo espacio que cuando la tienda empezó a operar.
La empresa también lanzó una línea de Mercados Precio Completo regionales,
locales más pequeños administrados por contratistas. Precio Completo afirma que
estas tiendas le permiten a la empresa ofrecer alimentos a comunidades más
pequeñas que no son lo suficientemente grandes para instalar toda una tienda
Precio Completo. Pero sus clientes se quejan de que los precios son más altos,
los pasillos son incluso más estrechos y las bolsas de compras se pierden.
Escuela primaria los Hermanos Wright
Todas las mochilas deben caber en el pequeño casillero provisto por la
escuela y deben pesar menos de 11 kilos.
En el caso de que una mochila pese más, se cobrará una tarifa de exceso de
peso por la mochila. Si no hay lugar para la mochila, se guardará por separado
hasta la última clase del día. Las bolsas de gimnasia pueden guardarse en los
casilleros del gimnasio a un precio de US$25 por bolsa, un pago del que el
equipo que representa al colegio en torneos interescolares y los estudiantes que
tienen un pase de autobús de nivel platino están exentos.
A propósito, a partir del próximo ciclo lectivo, también se empezará a cobrar
una tarifa por las mochilas que se guarden en el pequeño casillero.