Tras el Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, Cuba estuvo sometida a una sangrienta dictadura que cobró la vida a un gran número de inocentes y luchadores revolucionarios
Foto: 5 de septiembre
En la madrugada del 10 de marzo de 1952, nadie podía imaginar lo que estaba por suceder. Mientras todos disfrutaban del carnaval, Fulgencio Batista, junto a militares retirados, otros en activo y algunos funcionarios de anteriores gobiernos, perpetraban un Golpe de Estado.
Originalmente fueron dos conspiraciones independientes. Una que tenía como jefe al capitán Jorge García Tuñón y que estaba compuesta por jóvenes oficiales en activo, sin vínculos con los batistianos, quienes aspiraban a detener la corrupción político administrativa que imperaba en el país y convocar luego a elecciones. La segunda fue liderada por Batista, quien había sido presidente entre 1940 y 1944, pero en las elecciones de 1952 no tenía posibilidades de ser reelegido.
Poco a poco tomaron aeropuertos, instituciones ministeriales, y medios informativos. Algunos oficiales en Matanzas, Villa Clara y Santiago de Cuba se negaron a acatar el golpe, pero fueron tranquilizados con promesas de ascensos y riquezas, lo que propició el apoyo total a Batista, quien se había dirigido hacia la Fortaleza Militar de Columbia en una caravana escoltada por esbirros de la policía motorizada, al mando del teniente Rafael Salas Cañizares.
Ambas conspiraciones se fundieron en una, pues los primeros se quedaron sin un líder que tuviera popularidad. Por otra parte la conspiración de Batista no contaba con los contactos necesarios en los mandos activos del ejército para tener éxito rápidamente.
Se suponía que el jefe sería el capitán García Tuñón, de hecho fue quien dio las primeras órdenes, pero todo cambió al llegar a Columbia, Batista esperó su momento, el cual llegó cuando el pueblo comenzó a acudir al campamento.
Entonces abandonó su papel de sólo figura del golpe, y se dirigió al pueblo y a los soldados, y comenzó a dar órdenes. En ese momento, el joven oficial comprendió que Batista se había robado el golpe. Y a partir de esa funesta madrugada, las guarniciones de La Habana tuvieron nuevos jefes.
Una vez consumada la acción contra el corrupto, (aunque constitucionalmente electo presidente), Carlos Prío Socorrás, quien al ver que todo estaba perdido se asiló en la embajada de México y se fue del país, Batista se instaló en el poder, derogó la Constitución de la República vigente desde 1940, impidió la victoria popular, afianzó el dominio económico de Estados Unidos y enraizó aún más la corrupción político-administrativa.
Pronto inició la dictadura más cruenta de la historia de Cuba, con los métodos más crueles y violentos para mantener su poder, como la creación de diversas organizaciones represivas y grupos paramilitares, que costó la vida de innumerables inocentes y luchadores revolucionarios.
Fueron numerosos los hechos sangrientos provocados por las fuerzas de la tiranía. Muchos cubanos aún recuerdan los crímenes relacionados con el Moncada, Las Pascuas Sangrientas, Humboldt 7, 13 de marzo, la Huelga del 9 de abril, las detenciones, los registros, las torturas, los asesinatos en las calles.