Por Ariel Terrero
Conjeturas y pronósticos afloran a medida que avanza el programa para eliminar en Cuba la dualidad de monedas y tasas de cambio y los lastres que esa deformación impuso a la economía.
La unificación monetaria es un proceso indetenible e irreversible, declaró en el reciente Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) el jefe de la institución gubernamental que lidera la reforma económica del país, Marino Murillo.
En una amplia exposición ante los delegados sindicales, el Jefe de la Comisión de Desarrollo e Implementación de los Lineamientos de la política económica, razonó que actualmente ninguna de las dos monedas que circulan en Cuba –el peso cubano (CUP) y el peso cubano convertible (CUC)- cumple bien las funciones del dinero, entendidas por su capacidad como medida de cambio, de valor y medio de atesoramiento.
Murillo anunció también la conclusión de los estudios para unificar monedas y tasas de cambios, medida que las autoridades prevén implementar primero en el sector de las personas jurídicas –empresas, entidades presupuestas, instituciones gubernamentales y comercio mayorista-, para extenderla más adelante a la circulación minorista, según el programa que recibió luz verde en octubre de 2013.
La dualidad monetaria entró en vigor en 1993, con la legalización de la tenencia y circulación del dólar y luego con la introducción del CUC. A la par, quedaron establecidas dos tasas de cambio, la oficial que iguala un peso cubano a la divisa estadounidense y la de la red de Casas de Cambio CADECA, hoy de 1 CUC por 24 o 25 CUP, en dependencia de la operación de venta o compra. Mientras la primera funciona solo para entidades económicas y otras personas jurídicas, a la segunda solo tiene acceso la población.
Si en un momento constituyó puerta de escape a presiones inflacionarias y financieras que amenazaban con agravar más la aguda crisis económica padecida entonces por Cuba, con el tiempo esa situación generó deformaciones financieras y estructurales que lastran hoy el crecimiento y desarrollo de la economía.La ausencia de transparencia en la administración empresarial es uno de los conflictos derivados de la circulación de dos monedas, el peso cubano y el peso cubano convertible.
Razones le sobraban por tanto a Murillo cuando, en su más reciente aparición pública, definió la eliminación de las dualidades monetaria y cambiaria como una de las tareas más complejas para este año y el 2015.
El Jefe de la Comisión de Desarrollo e Implementación de los Lineamientos aportó, al decirlo, una señal legible, aunque todavía incompleta, en relación con una de las interrogantes que alimenta más conjeturas, rumores, especulaciones y dudas entre la población cubana, los economistas del patio y los observadores foráneos: la fecha en que entrará en vigor la unificación monetaria. A juzgar por la declaración de Murillo, el proceso se extenderá al menos hasta el próximo año.
Sin embargo, uno de los economistas cubanos que más ha estudiado la banca y las finanzas, Pável Vidal, removió los cimientos de la información pública hace unos días, al pronosticar que la unificación monetaria llegará más rápido que lo esperado.
En una entrevista publicada el 8 de marzo por Progreso Semanal, este experto, contratado actualmente como profesor en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia, analiza un trío de extensas resoluciones emitidas apenas dos días antes por el Ministerio de Finanzas y Precios (MFP). “Por lo que estoy viendo, la desaparición del CUC va a ser bastante rápida, este año, para la empresa”, concluye.
“No es ilógico pensar –dijo- que, efectivamente, en unas semanas, en pocas semanas, todas las empresas van a venderle sus CUC al Banco Central a cambio de pesos cubanos”. Pero agregó que no le quedaba claro cuándo o hasta dónde llegaría ese cambio para la población.
Una visión totalmente diferente manifestó otro especialista de vasta experiencia, José Luis Rodríguez, casi tres meses atrás. En un artículo publicado en la revista Cuba Contemporánea comentó que a esa transformación, la “más compleja contenida en los Lineamientos”, le tomaría “por lo menos tres años en completarse”.
Ninguno de estos tres economistas coincide, al estimar un plazo para el momento que las resoluciones del MFP definen como Día Cero. Ni Murillo, como máximo representante gubernamental de la política de cambios económicos, ni Vidal, desde su experiencia previa dentro del Banco Central de Cuba (BCC) y luego en el Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), ni Rodríguez, quien ocupó el sillón de ministro de Economía durante los largos años en que el gobierno apenas hizo un leve ajuste de la política monetaria: sacar al dólar de circulación en 2003-2004, para dejar, junto al peso cubano, al CUC como única representación de las divisas externas.
Donde sí parece haber cierta convergencia es en torno a la trascendencia probable de la unificación monetaria y cambiaria para el resto de las transformaciones y de la economía. Murillo aclaró en el Congreso de la CTC, que “no es una medida que resuelva todas las dificultades por sí misma. El descenso de los precios, por ejemplo, solo se logrará produciendo más riquezas”.
El ex ministro de Economía considera que “la reunificación monetaria no producirá por sí misma el cambio estructural decisivo para el país si no se inserta en el crecimiento de la productividad del trabajo y de la producción de bienes y servicios, que es lo determinante”.
Vidal se alinea más con el punto de vista de economistas que consideran el ordenamiento monetario y financiero como un paso previo imprescindible para alcanzar otras metas en la actualización del modelo económico y en la producción. “La devaluación del tipo de cambio oficial y el tránsito a una economía con una sola moneda son sumamente necesarios para el éxito del resto de la reforma”, dijo en otra entrevista, en octubre del 2013. Pero ahora admitió que “la reforma monetaria necesita ir acompañada de una reforma estructural de la empresa estatal”, para conseguir una reacción productiva en el sistema empresarial cubano.
Una media entre las declaraciones de este trío de economistas coloca el 2015 como año clave para la unificación monetaria. Ese plazo lo justifica también una lectura realista de las resoluciones 19, 20 y 21 del MFP, que establecen las medidas financieras y contables para unificar monedas en una jornada que denominan DÍA CERO. Dejan claro que será un proceso arduo para todos los actores de la economía, incluida la banca.
Las normas de contabilidad y las metodologías de precios dispuestas exigirán de muchas neuronas y tiempo a las direcciones de empresas y entidades presupuestadas. Alta es la varilla para prepararse y crear condiciones que permitan implementar los cambios en materia de inventarios, deudas, gastos, salarios, cuentas bancarias, contabilidad y formación de precios mayoristas y minoristas.La unificación monetaria es una de las medidas más complejas para el año actual y el 2015, declaró Jefe de la Comisión de Implementación de los Lineamientos, Marino
Como uno de los pasos iniciales, a lo largo del país comenzaron seminarios de capacitación a directivos de entidades económicas, dirigentes de gobierno, personal de contabilidad y de departamentos económicos, para que aprendan a llevar las riendas de sus entidades en condiciones totalmente diferentes a las actuales: con una solo moneda, el peso cubano, y una tasa de cambio única, aún por definir.
Las disposiciones legales introducen nuevos principios en las políticas de precios, además de ecuaciones para calcularlos. Una de las señales de cambio más importantes es la exigencia, planteada por la resolución 20, de que “los productores no pueden estar ajenos a las señales del mercado”. En ese camino dispone incluso correlaciones con los precios y calidades del mercado exterior.
Las empresas tendrán que digerir nuevas normas, procedimientos y reglas del juego, que se alejan gradualmente de maneras de actuar que han lastrado durante décadas a la economía cubana, como el verticalismo a la hora de tomar decisiones y la definición burocrática de precios, muchas veces de espaldas a los mercados externos y al acontecer real de la economía.
Con la llegada del Día Cero, debe finalizar la falta de transparencia impuesta por la dualidad monetaria en los ámbitos empresariales cubanos y hasta en los escenarios del consumo. Nuevas oportunidades y exigencias tendrán los actores de la economía. También habrá posibilidades de medir con más claridad los efectos de las transformaciones económicas. ¿Cuándo llegará?