La restauración del Capitolio de La Habana
“Cualquier tiempo pasado fue mejor” decía el poeta español del siglo XV Jorge Manrique en sus “Coplas por la muerte de su padre”, afirmación nada cierta en todas sus partes, pero que ha servido para algunos, por los años de los años, para cantar loas a todo el pasado nuestro, aún de aquel que debiéramos estar abochornados.
Es comprensible la nostalgia por lo que vivimos en la infancia y años mozos de nuestras vidas, porque recordar el pasado es como volver a vivir, lo que nos hace más jóvenes, aunque sea solo en la imaginación.
Las viejas postales descoloridas de nuestros recuerdos vuelven a cobrar vida en refulgentes colores de rosa borrando de la escena lo que tenía de sucio, doloroso o trágico de aquellos momentos vividos.
Para los hombres y mujeres de mi generación- me refiero a los cubanos que teníamos conciencia plena de la vida en los años anteriores a la Revolución Cubana- es común recordar con buenos ojos lo mejor de aquellos tiempos a la vez que se tira en el cajón del olvido todo aquello de lo malo de ese pasado que pueda perturbar la bella e idílica imagen- fabricada como propaganda interesada de los enemigos de la Revolución de que lo que se ha dado en llamar “La Cuba de ayer”.
De ese pasado- que no todo era malo- hay que rescatar sólo lo que de valor histórico o moral pueda tener para construir para Cuba un futuro mejor partiendo de la realidad de hoy.
En eso se anda y como mejor ejemplo está la obra restauradora de lo mejor del pasado cubano como la que ha realizado a través de los años el Historiador de la Ciudad de La Habana Eusebio Leal. Su última realización monumental en piedra viva del Capitolio Nacional es la mejor prueba de que no importa si esa edificación fue obra de tal o mas cual Presidente de triste recordación para los cubanos o si durante años fue el recinto que alojó a los corruptos políticos de una época del pasado cubano. Será eso cierto pero también lo es que ese Capitolio también sirvió de tribuna a cubanos de vergüenza y dignidad como lo fuera el adalid del decoro Eduardo Chibás.
Hoy restaurado, el Capitolio será sede del Parlamento cubano de una nueva generación revolucionaria que serán ellos los que carguen sobre sus espaldas la realización de la Cuba futura que hará firme realidad el sueño martiano, de una patria con todos y para el bien de todos .
Del pasado, lo bueno y punto. Lo otro, lo malo, al basurero de la historia.
Les habló para Replica de Radio-Miami su director Max Lesnik.