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Por Ariel Terrero
El salario mensual del trabajador medio cubano llegó a 466 pesos en 2012, según la ONEI.
En las últimas dos décadas, el salario ha desatado en Cuba tensiones múltiples en el hogar cubano e interpretaciones, polémicas y enredos de todo tipo entre economistas, sociólogos y otros analistas de estirpe dudosa. La sombrilla de la dualidad monetaria y cambiaria enrarece cualquier cálculo. Aun así, la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) se arriesgó hace unos días con un informe al respecto.
De acuerdo con un estudio del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la ONEI, el salario medio de los cubanos llegó a 466 pesos al cierre del 2012, un crecimiento moderado del 2,4 por ciento en comparación con el año previo (455 pesos), pero algo más acentuado, 20,4 ciento, frente a los 387 pesos que ganaba mensualmente un trabajador medio en el año 2006.
La información detalla que el dato incluye solo el dinero en pesos cubanos (CUP) devengado en correspondencia con la cantidad y calidad del trabajo aportado por cada asalariado. Incluye –aclara-, los ingresos que salen del fondo de salario de la entidad, pero excluye las estimulaciones en divisas o en pesos convertibles (CUC), fórmula de retribución a la que acudieron muchos sectores, del turismo y la industria, por ejemplo, para compensar los bajos salarios asignados en la moneda más débil.
Esa primera definición deja sin sostén la socorrida conversión del monto del salario de acuerdo con la tasa vigente en las Casas de Cambio, CADECA: 1 CUC x 24 CUP. De aplicarla, el jornal medio caería a 18,95 pesos convertibles. Si añadimos que un CUC es igual a un USD, según la tasa oficial cubana, entonces un trabajador medio quedaría muy mal parado en comparación con casi cualquier otro país, incluidos los más pobres del orbe: devengaría el equivalente a 18,95 dólares –una cuenta que citan y recitan sin fundamento los antagonistas del gobierno cubano.
¿Y a cuánto ascienden las mencionadas retribuciones paralelas en CUC? Difícil saberlo. Tampoco se conocen con exactitud el alcance de las remesas en divisas enviadas desde el exterior por familiares. Datos de The Havana Consulting Group, con sede en Miami, “concluyó que en el año 2012 los envíos en efectivo alcanzaron 2.605 millones USD”, un incremento de más de 13 por ciento sobre el año anterior. Pero esa institución nunca deja claro de dónde saca cifras tan precisas o cómo las calcula. Además de los carriles de Western Union, ese dinero suele llegar a la mayor de las Antillas por vías poco ortodoxas que escapan a toda contabilidad.
Participantes en el habitual Seminario Anual Sobre Economía Cubana y Gerencia Empresarial, organizado por el Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), pusieron en dudas las cuentas de THCG. Varios entendidos coinciden, sin embargo, en ubicar el monto total entre mil y dos mil millones de dólares, una cantidad de impacto para el consumo y para las inversiones más recientes de las personas que han emprendido negocios privados.
Otro factor complica la simple conversión matemática del salario medio de CUP a CUC: el Estado subsidia una parte importante de los gastos en alimentos básicos del hogar cubano y ofrece gratuitamente servicios caros, como los de salud y educación. Una libra de arroz comprado en dólares en el mercado mundial, le cuesta centavos del devaluado peso cubano al consumidor insular.
Gasto de la familia cubana
Pero como la cartilla de racionamiento no cubre todas las necesidades, el consumidor se ve precisado a acudir a otros mercados –mercados agropecuarios, tiendas con precios en divisas y otras-, con facturas agresivas para un bolsillo de menor sustento.
Un estudio del gasto per cápita mensual en hogares cubanos con rasgos e ingresos diversos, que realizan desde el 2005 las economistas Anicia García y Betsy Anaya, ambas del CEEC, confirmó que los alimentos tienen “el de mayor impacto en el gasto total de consumo”. Las personas en Cuba inviertenen compra de alimentos entre 59 por ciento y 74 por ciento de sus ingresos, de acuerdo con ese estudio titulado “Gastos básicos de una familia cubana urbana en 2011. Situación de las familias estado-dependientes”.
Presentada en el citado Seminario, la investigación indica que “aun con los incrementos implementados en salarios y pensiones en 2005, resultaba muy difícil para las familias cuyos ingresos descansasen exclusivamente en estas fuentes, asimilar gastos por encima de los gastos considerados básicos”. Como ejemplo de servicios a los que no tenían acceso menciona las compras de equipamiento y otros enseres para el hogar, el pago a privados para reparaciones y el cuidado de ancianas y ancianos para poder trabajar, entre otros con insuficiente provisión por el sector estatal.
“Para el año 2011 esta situación empeora como consecuencia de la combinación de la contracción de los productos racionados (…) con un incremento en los salarios y pensiones medios que no llega a compensar el incremento en el costo de la vida en Cuba”, resume el estudio de García y Anaya.
Señales territoriales
A pesar de las ambigüedades y enredos derivados del sistema de dualidad monetaria y dualidad cambiaria imperante en la economía cubana, los recientes datos de la ONEI aportan alguna señal interesante.
La provincia con más alto salario medio está alejada de la capital: Ciego de Ávila, en el centro de la Isla, con 515 pesos, un 10,5 por ciento por encima de la media nacional, confirma el beneficio de contar con un fuerte polo turístico al norte –Cayo Coco y Cayo Guillermo-, alguna industria y uno de los pocos enclaves agrícolas competitivos más allá de la llanura La Habana-Matanzas, en occidente.
La capital (467 pesos) no se aleja del salario medio nacional, mientras la segunda provincia en importancia del país, Santiago de Cuba, cayó en 2012 –en coincidencia con el azote del huracán Sandy- al escalón más bajo –que ocupaba un año antes Guantánamo-, con un salario medio de 433 pesos.
Matanzas, otra provincia bendecida por la suma de turismo –polo de Varadero- y agricultura productiva, ocupa el segundo lugar (483), una confirmación más de los rumbos que ha tomado la economía cubana y de los giros que tendrá que darle el Estado al timón más temprano que tarde, para mantener los equilibrios fiscales y territoriales. (2013)
La información detalla que el dato incluye solo el dinero en pesos cubanos (CUP) devengado en correspondencia con la cantidad y calidad del trabajo aportado por cada asalariado. Incluye –aclara-, los ingresos que salen del fondo de salario de la entidad, pero excluye las estimulaciones en divisas o en pesos convertibles (CUC), fórmula de retribución a la que acudieron muchos sectores, del turismo y la industria, por ejemplo, para compensar los bajos salarios asignados en la moneda más débil.
Esa primera definición deja sin sostén la socorrida conversión del monto del salario de acuerdo con la tasa vigente en las Casas de Cambio, CADECA: 1 CUC x 24 CUP. De aplicarla, el jornal medio caería a 18,95 pesos convertibles. Si añadimos que un CUC es igual a un USD, según la tasa oficial cubana, entonces un trabajador medio quedaría muy mal parado en comparación con casi cualquier otro país, incluidos los más pobres del orbe: devengaría el equivalente a 18,95 dólares –una cuenta que citan y recitan sin fundamento los antagonistas del gobierno cubano.
¿Y a cuánto ascienden las mencionadas retribuciones paralelas en CUC? Difícil saberlo. Tampoco se conocen con exactitud el alcance de las remesas en divisas enviadas desde el exterior por familiares. Datos de The Havana Consulting Group, con sede en Miami, “concluyó que en el año 2012 los envíos en efectivo alcanzaron 2.605 millones USD”, un incremento de más de 13 por ciento sobre el año anterior. Pero esa institución nunca deja claro de dónde saca cifras tan precisas o cómo las calcula. Además de los carriles de Western Union, ese dinero suele llegar a la mayor de las Antillas por vías poco ortodoxas que escapan a toda contabilidad.
Participantes en el habitual Seminario Anual Sobre Economía Cubana y Gerencia Empresarial, organizado por el Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), pusieron en dudas las cuentas de THCG. Varios entendidos coinciden, sin embargo, en ubicar el monto total entre mil y dos mil millones de dólares, una cantidad de impacto para el consumo y para las inversiones más recientes de las personas que han emprendido negocios privados.
Otro factor complica la simple conversión matemática del salario medio de CUP a CUC: el Estado subsidia una parte importante de los gastos en alimentos básicos del hogar cubano y ofrece gratuitamente servicios caros, como los de salud y educación. Una libra de arroz comprado en dólares en el mercado mundial, le cuesta centavos del devaluado peso cubano al consumidor insular.
Gasto de la familia cubana
Pero como la cartilla de racionamiento no cubre todas las necesidades, el consumidor se ve precisado a acudir a otros mercados –mercados agropecuarios, tiendas con precios en divisas y otras-, con facturas agresivas para un bolsillo de menor sustento.
Un estudio del gasto per cápita mensual en hogares cubanos con rasgos e ingresos diversos, que realizan desde el 2005 las economistas Anicia García y Betsy Anaya, ambas del CEEC, confirmó que los alimentos tienen “el de mayor impacto en el gasto total de consumo”. Las personas en Cuba inviertenen compra de alimentos entre 59 por ciento y 74 por ciento de sus ingresos, de acuerdo con ese estudio titulado “Gastos básicos de una familia cubana urbana en 2011. Situación de las familias estado-dependientes”.
Presentada en el citado Seminario, la investigación indica que “aun con los incrementos implementados en salarios y pensiones en 2005, resultaba muy difícil para las familias cuyos ingresos descansasen exclusivamente en estas fuentes, asimilar gastos por encima de los gastos considerados básicos”. Como ejemplo de servicios a los que no tenían acceso menciona las compras de equipamiento y otros enseres para el hogar, el pago a privados para reparaciones y el cuidado de ancianas y ancianos para poder trabajar, entre otros con insuficiente provisión por el sector estatal.
“Para el año 2011 esta situación empeora como consecuencia de la combinación de la contracción de los productos racionados (…) con un incremento en los salarios y pensiones medios que no llega a compensar el incremento en el costo de la vida en Cuba”, resume el estudio de García y Anaya.
Señales territoriales
A pesar de las ambigüedades y enredos derivados del sistema de dualidad monetaria y dualidad cambiaria imperante en la economía cubana, los recientes datos de la ONEI aportan alguna señal interesante.
La provincia con más alto salario medio está alejada de la capital: Ciego de Ávila, en el centro de la Isla, con 515 pesos, un 10,5 por ciento por encima de la media nacional, confirma el beneficio de contar con un fuerte polo turístico al norte –Cayo Coco y Cayo Guillermo-, alguna industria y uno de los pocos enclaves agrícolas competitivos más allá de la llanura La Habana-Matanzas, en occidente.
La capital (467 pesos) no se aleja del salario medio nacional, mientras la segunda provincia en importancia del país, Santiago de Cuba, cayó en 2012 –en coincidencia con el azote del huracán Sandy- al escalón más bajo –que ocupaba un año antes Guantánamo-, con un salario medio de 433 pesos.
Matanzas, otra provincia bendecida por la suma de turismo –polo de Varadero- y agricultura productiva, ocupa el segundo lugar (483), una confirmación más de los rumbos que ha tomado la economía cubana y de los giros que tendrá que darle el Estado al timón más temprano que tarde, para mantener los equilibrios fiscales y territoriales. (2013)