"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

jueves, 9 de agosto de 2012

El hombre de los retornos de 400%

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Por BRETT ARENDS
Un día a finales de 2010, media docena de inversionistas ricos y administradores de portafolios se reunieron en una oficina en el centro de Manhattan. En conjunto, manejaban más de US$1.000 millones. Tenían acceso a los más exclusivos fondos de cobertura y sociedades de inversión, y a menudo se codeaban con la élite de Nueva York, Greenwich y Palm Beach.
Pero ese día, se habían reunido para escuchar a un desconocido que había abandonado sus estudios universitarios y averiguar cómo había conseguido un rendimiento mucho mejor que el de todos ellos.
El desconocido, Allan Mecham, había estado registrando rendimientos alucinantemente altos durante una década en un pequeño fondo de inversión privada llamado Arlington Value Management, y muchos de los hombres de Wall Street consideraban subir a bordo. Durante casi dos horas, lo llenaron con preguntas. ¿Dónde había obtenido su experiencia en negocios? Leo un montón, respondió él. ¿Tenía un MBA? No. Dejé la Universidad, decía. ¿Tenía un inteligente modelo de computación o algoritmo? No, aseguraba. No uso demasiado hojas de cálculo. ¿Podía el grupo dar un vistazo a sus análisis de inversión? No tengo nada de eso, contestaba. Todo está en mi cabeza. Los inversionistas estaban desconcertados. Bueno, ¿podría al menos decirles hacia dónde pensaba que se dirigía el mercado bursátil? "No tengo idea", contestó Mecham.
Tom Bear para SmartMoney.com
Allan Mecham, en su oficina.

Al término de la reunión, "la mayoría de la gente salió del lugar desconcertada", dice Brendan O'Brien, un gestor de dinero de Nueva York que estaba allí. "Ellos esperaban ver a un tipo muy elegante y locuaz. Pero en cambio decían que no podían entender por qué no tendría una opinión sobre el mercado, teniendo en cuenta que a los administradores de dinero se les paga para tener una visión sobre el mercado". Mecham había enfrentado ese tipo de desconcierto antes, razón por la cual rara vez se reúne con potenciales inversionistas. Es difícil vender su producto a una industria que está acostumbrada a algo muy diferente. Después de todo, de acuerdo con sus reglas, él ni siquiera debería estar en el negocio.
Durante un período de 12 años, hasta finales de 2011, Mecham, que en la actualidad tiene apenas 34 años, ha ganado un sorprendente retorno acumulado de más de 400% mediante la inversión en acciones de empresas de EE.UU., en gigantes como Philip Morris, AutoZone y PepsiCo. Ese desempeño inversionista deja mordiendo el polvo a los índices bursátiles y a la mayoría de los fondos de inversión. De los miles de fondos de inversión en EE.UU., sólo un puñado de fondos orientados a las acciones ha tenido mejor desempeño, según Lipper. Y en gran medida, Mecham ha alcanzado semejantes resultados sentado en un sillón en una oficina que posee en la planta alta de un restaurante de tacos, en Salt Lake City.
Mecham no luce, no habla ni actúa como un típico administrador de Wall Street. Tiene voz suave. No usa jerga. Se viste como si trabajara en una librería, con una camisa de rayas y una corbata lisa. Y la historia de su éxito, sin duda, dice mucho acerca de los defectos de la industria de la gestión de fondos. Según su propia versión, Mecham no tiene una poción mágica o un increíble algoritmo; lo más extraordinario de este joven es lo común que resulta. Sin embargo, su enfoque de inversión se basa en un puñado de tácticas de sentido común —centrarse en unas pocas acciones, por ejemplo, y evitando o ignorando el análisis estadístico de corto plazo— que las grandes firmas de gestión de dinero, o bien no pueden utilizar o se muestran renuentes a probar. Escépticos y admiradores por igual, coinciden en que el enfoque de Mecham implica un potencial de riesgos más alto de lo normal de pérdidas cuantiosas. Russ Kinnel, director de investigación de fondos de Morningstar, dice que sería poco probable que la mayoría de los clientes de fondos corriera ese riesgo. "Los fondos de pensiones, consultores e inversionistas en general se guían más por los puntos de referencia tradicionales", señala Kinnel.
Pero aun así, sería un poco exagerado caracterizar a Mecham como un rebelde; él es un hombre, después de todo, para quien una de las cosas más destacadas que le ocurrieron el año pasado fue un viaje a Omaha (a donde llevó a su novia para participar de la conferencia anual de inversión de Warren Buffet). Al igual que casi cualquier otro administrador en el negocio, Mecham dice que le gustaría recaudar más capital para invertir —su firma es pequeña, con US$80 millones bajo gestión. Sin embargo, por ahora, el puñado de profesionales que ha saltado a su bando está contento de mantener el fondo como una joya sin descubrir. Está claro que varios piensan que se encuentran en algo especial.
Después de la incómoda reunión en Nueva York, O'Brien, que dirige Gold Cost Wealth Management, se sentía intrigado como para averiguar un poco más, y tras pasar meses hablando con Mecham y comprobando sus resultados, decidió dar el salto, invirtiendo más de US$1 millón con este "desconocido". "Para usar una analogía con el deporte", dice que descubrir a Mecham era como "uno de esos raros momentos en que una estrella queda sin equipo cuando comienza su mejor momento".
En el mundo de la inversión privada, donde los administradores de dinero operan sin las revisiones, balances y el escrutinio que deben soportar los grandes fondos de inversión, muchos de aquellos fondos no tienen que registrarse ante la Comisión de Bolsa y Valores, en especial si son pequeños y si las grandes empresas de investigación como Morningstar no realizan un seguimiento de su desempeño. Con un mínimo de participación en esos fondos a menudo muy altas —la apuesta inicial en Arlington Value es en general de por lo menos US$1 millón— los inversionistas tienen un incentivo aún mayor para hacer sus propias auditorías.
En el caso de Mecham, la fe reside en alguien cuya formación es muy inusual para la industria. Mecham asistió a una universidad comunitaria y a la Universidad de Utah por dos años, pero pronto después puso en marcha un club de inversión, dice, y en comparación le resultaba aburrido lo que hacía en la universidad. En cambio, leía libros sobre inversión y negocios. "Tenía 19 años", recuerda. "Me quedaba levantado hasta las 3.30 de la mañana, devorando esas cosas". Salt Lake City es una ciudad pequeña, donde las personas se conocen entre sí, y un compañero de clase conocía gente de Wasatch Advisors, una compañía local de fondos de inversión. Mecham consiguió trabajo allí y al final decidió no retornar a la universidad, eligiendo quedarse en la empresa.
Poco más de un año después Mecham decidió que él mismo podía administrar el dinero. Recaudó capital semilla, menos de US$200.000, dice, y en 1999 lanzó su fondo a la experimentada edad de 22 años. Desde entonces, las recomendaciones personales han atraído a más inversionistas, los cuales ahora suman 120, de los cuales el 75% se identifican como "personas con grandes fortunas".
Su modelo de inversión es similar al de Warren Buffett. Mecham busca empresas con buenos prospectos a largo plazo, un flujo de caja fuerte y sólidas barreras de entrada para posibles competidores. Además, recalca la importancia de sentarse y no hacer nada. "la actividad es la enemiga de los retornos", dice. Su portafolio es bastante pequeño, usualmente sólo posee entre seis y 12 acciones.
Como a menudo señalan los sabios del mundo de las inversiones como Buffett, la gente en Wall Street está sujeta a una enorme presión para cumplir. Si hacen una gran apuesta y no funciona, los clientes saldrían disparados, y en general serían despedidos o echados. Lo mismo ocurre con cómo los administradores reaccionan a las noticias a corto plazo en el mercado. Mecham dice que una de sus grandes ventajas frente a los administradores de Wall Street es que él es libre de ignorar el "ruido, como la obsesión trimestral sobre las ganancias a corto plazo, que a menudo impulsan los precios de las acciones fuertemente hacia arriba y abajo provocando las estampidas de los inversionistas. La primera pregunta que él hace sobre cualquier inversión, dice, es dónde estará en 10 años o más: "Uno tiene que tener un alto grado de confianza en los flujos de efectivo durante la próxima década". Mecham dice que en contraste, el típico administrador de fondos de inversión es como alguien que fue contratado para correr un maratón, sólo para que sus clientes anuncien que van a comparar sus tiempos cada 100 metros con los de un velocista olímpico corriendo una carrera. "Es un proceso miope", dice con resignación.
¿A dónde se dirige Arlington en el futuro? Mecham dice que no pondrá en peligro su estrategia para jugar el juego de Wall Street. Está perplejo de que tanta gente espere que él tenga una amplia canasta de acciones y siga una referencia, como el S&P 500. "Es ridículo pensar que en este mundo competitivo, uno va a encontrar ideas brillantes todos los días", dice. "El mundo no se funciona de esa manera".
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