Uno de los grandes y enigmáticos acontecimientos de la Historia de Cuba es el de la famosa reunión de “La Mejorana” el 5 de mayo de 1895, entre los tres grandes del siglo XIX cubano: José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez.
El encuentro entre los tres jefes de la Revolución tuvo lugar en la casa del administrador de la colonia de cañas del antiguo ingenio de La Mejorana, Germán Álvarez; sitio actualmente ubicado en la provincia de Santiago de Cuba. Era una casa de campo amplia de cuatro habitaciones, con un hermoso framboyán en el patio posterior. Lo que quizá no sabían los congregados, era que aquella residencia donde se iba a producir el encuentro más transcendental de la Revolución de 1895 resultaba conocida de los mandos españoles como de visita frecuente de los mambises. Según el relato del alférez Ramón Garriga, en aquel momento asignado como ayudante de Martí, la mesa del almuerzo estaba dispuesta debajo del framboyán del patio y en ella se sentaron 18 personas: Gómez en el centro, Martí a su derecha y Antonio Maceo a la izquierda. A la derecha del Apóstol, José Maceo; y a la izquierda del general Antonio, Paquito Borrego y Jesús Rabí. El administrador de la hacienda, Germán Álvarez también ocupó un lugar en la mesa.[1]
Pieza de la exposición Dicha Grande de Yasser Lezcano
Pese a todas las versiones que existen sobre aquella reunión importantísima, el testimonio de Martí sigue siendo el más completo. Las anotaciones que hizo el Apóstol el propio día 5 de mayo reflejan que fue una reunión tensa entre tres hombres apasionados con la causa de la libertad de Cuba, pero no por ello coincidentes en la manera de organizar la lucha: “Maceo y Gómez hablan bajo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de gobierno: una junta de los generales con mando, por sus representantes, —y una Secretaría General— (…) Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación: «¿Pero usted Ud. se queda conmigo o se va con Gómez?» Y me habla, cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y su representante”.[2]
Es fácil advertir en las palabras de Martí, que las viejas contradicciones de la Guerra de los Diez Años y la Guerra Chiquita, entre el poder civil y el militar, aún estaban a flor de piel. Maceo defendía un poder militar sin interferencias de los civiles. Consideraba que primero había que ganarle la guerra a España antes de pensar en la existencia de un gobierno civil en plena manigua. Martí discrepaba, pues aspiraba a un equilibrio de poderes: “el Ejército, libre, y el país, como país y con toda su dignidad representada”, escribió en su diario ese mismo día.[3] El Generalísimo en esta ocasión apoyaba las ideas del Delegado. Finalmente, a pesar de las discrepancias por haber convocado Martí y Gómez una Asamblea de Delegados para formar gobierno, Maceo terminó subordinando su criterio al punto de vista de estos y se declara partidario de enviar cuatro delegados por la provincia de Oriente.
El 18 de mayo de 1895, en su famosa carta inconclusa a Manuel Mercado, Martí amplió su concepción sobre como debían organizarse las estructuras de poder de laRevolución: “La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas que antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana, —la misma alma de humanidad y decoro, llena de anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la que empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios”.[4]
Con posterioridad, en una carta de Maceo a Gómez, fechada el 16 de junio de 1895, se confirma que la discusión en torno a la formación de una Asamblea había sido uno de los asuntos centrales debatidos en la cita. En esta carta Maceo le recordaba a Gómez cual había sido su posición entonces: “la última vez que nos vimos usted, Martí y yo, creía un poco prematuro la formación del gobierno, pero hoy lo exige la pujanza de la revolución”.[5]
Otro asunto que salió a relucir en el encuentro fue el disgusto de Maceo con relación a la designación de Flor Crombet al frente de la expedición que lo había traído desdeCosta Rica. Martí lo hace explícito también en su diario: “Lo veo herido, «—lo quiero —me dice— menos de lo que lo quería—» por su reducción a Flor en el encargo de la expedición, y gasto de sus dineros”.[6]
Se sabe, por lo escrito por Martí en carta a Carmen Miyares y por Gómez en su diario, que en la jornada del 6 de mayo Maceo los invitó a ambos a visitar su campamento y los presentó a la tropa, para expresarles de alguna manera sus disculpas, después de haberlos hecho dormir fuera del campamento el día anterior, producto de su ira pasajera luego de las discusiones de La Mejorana. “Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos” [7], había escrito Martí en su diario. Por su parte, sobre la visita al campamento de Maceo, anotó Gómez en su diario el 6 de mayo: “… al marchar rumbo hacia Bayamo, confusos y abismados por la conducta del general Antonio Maceo, tropezamos con una de las avanzadas de su campamento de más de dos mil hombres y fuerza nos fue entrar. El General se disculpó como pudo, nosotros no hicimos caso de las disculpas como lo habíamos hecho del desaire y nuestra amarga decepción de la víspera quedó curada con el entusiasmo y respeto con que fuimos recibidos y vitoreados por aquellas tropas”.[8]
Mas una pregunta se hace inevitable: ¿qué ocurrió entre Gómez y Maceo en aquella reunión?, ¿qué palabras intercambiaron? Según el destacado historiador Jorge Ibarra, quien en su libro José Martí dirigente, político e ideólogo, ha dado en nuestro criterio la versión más objetiva sobre aquel encuentro, realmente Maceo tenía más motivos para estar irritado con Gómez que con Martí. A fin de cuentas Gómez había sido el que convocara la formación de una Asamblea de Delegados para constituir el gobierno de la República en Armas, lo cual había provocado la oposición resuelta y enérgica de Maceo. Asimismo, Maceo conocía que el Generalísimo había dado todo su apoyo a la decisión del Delegado del Partido Revolucionario Cubano de ponerlo bajo las órdenes de Flor Crombet, punto más sensible de las discrepancias surgidas entre los jefes revolucionarios en La Mejorana.[9]
Al parecer, en aquella entrevista también se debatió sobre la invasión a occidente —el sueño de los generales Gómez y Maceo— y acerca de la distribución de los mandos del ejército. Hay distintas versiones sobre la tesis que sostuvieron ambos jefes en relación con el momento del inicio de la campaña invasora. Parece lo más probable que Gómez le pidiera a Maceo que atrajese sobre sí al enemigo, mientras él se movía a Camagüey y lo levantaba. En cuanto a Martí, dado su empeño de acelerar la marcha de la guerra y acortar cuanto se pudiera el término de la victoria, da la impresión de que estuvo por la tesis de emprender el rumbo hacia occidente inmediatamente después de constituir el gobierno en Camagüey.[10]
Todo indica también que se abordó la posible salida de Martí del campo insurrecto. Maceo consideró que era imprescindible la presencia del Apóstol en el exterior para apoyar logísticamente a la Revolución. Se afirma que Martí expresó que no abandonaría la Isla hasta que no presenciara uno o dos combates. Otro testimonio, el de Ramón Garriga, señala que Martí adujo que solo saldría de Cuba después de entrevistarse con Bartolomé Masó y Salvador Cisneros Betancourt.[11] Lo cierto es que el propósito de Martí y así lo refleja en sus escritos de esos días, era llegar hasta el Camagüey a hacer gobierno. Luego vería que sucedería con su destino.
Quizá todo lo que se discutió en el ingenio, y muchas de las interrogantes que persisten pudieran haberse conocido o resuelto, si se hubiera podido tener acceso a las cuatro páginas que faltan del diario de campaña de Martí, correspondientes al 6 de mayo. En 1948 el ex coronel del Ejército Libertador, Ramón Garriga, quien como ayudante de Martí había tenido la responsabilidad de proteger el diario, declaró para el Diario de la Marina que lo llevaba todo el tiempo en sus alforjas y solo se lo entregaba cuando él iba a realizar sus anotaciones. Por eso lo tenía en su poder durante el combate de Dos Ríos y tras la muerte del Apóstol, se lo entregó a Gómez sin que le faltara un pliego.
Ahora bien, respecto a las desavenencias que en diversas oportunidades se produjeron entre los líderes fundamentales de la Guerra Necesaria, nadie debe sorprenderse, ni pensar que por eso no se retribuían cariño y admiración; solo basta revisar la correspondencia privada de estos líderes para confirmarlo. Además toda diferencia entre ellos quedó siempre reducida ante el compromiso que los unía con Cuba. Pero al mismo tiempo, sostener que no tuvieron fuertes contradicciones es soñar o construir una historia sacralizada, alejada de la realidad. En este caso, habría que destacar las palabras de Rolando Rodríguez, en su libro: Dos Ríos: A Caballo y Con el Sol en la frente:
“Después de todo, casi no se trataba de que ellos hubieran elegido la empresa, sino que la empresa los había elegido a ellos, porque dada su índole descomunal, ciclópea, para ella se necesitaba de leones, y los leones no acarician. Resultaban los tres, el fino, seductor y genial Martí; el vigoroso, enérgico y talentoso Maceo; el áspero, sagaz y empeñoso Gómez, hombres hechos para mandar y para dirigir, cada uno a su forma, y no para ser mandados. Sus relaciones no podían ser, por tanto, fáciles y eso explica sus divergencias. Si ellos hubieran sido de otra forma, posiblemente sus nombres nunca habrían pasado a la historia o habría sido a título de subalternos”.[12]
Notas
[1] Rolando Rodríguez, Cuba: La Forja de una Nación, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005, p.41, t.3.
[2] José Martí, diarios de campaña. Edición Crítica, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, pp.114-117.
[3] Ibídem, p.116
[4] Citado por Jorge Ibarra en: José Martí, dirigente, político e ideólogo, Centro de Estudios Martianos,La Habana, 2008, p.167.
[5] Citado por Jorge Ibarra en: José Martí, dirigente, político e ideólogo, Centro de Estudios Martianos,La Habana, 2008, p.158.
[6] Ibídem, pp.116-117
[7] Ibídem, p.117.
[8] Diario de Campaña del Mayor General Máximo Gómez, 1868-1899, Impreso en los Talleres del Centro Superior Tecnológico Ceiba del Agua, Habana, 1940, p.333.
[9] Jorge Ibarra, José Martí, dirigente, político e ideólogo, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2008, p.161.
[10] Rolando Rodríguez, Ob.Cit, p.43.
[11] Ibídem.
[12] Rolando Rodríguez, Dos Ríos: A Caballo y Con el Sol en la frente, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001, p.63.