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Por Vicente Morín Aguado
Por Vicente Morín Aguado
HAVANA TIMES — Presentamos la segunda parte de nuestra entrevista con el politólogo y economista Juan Valdés Paz. Nos cuenta: “Cuba es una empresa quebrada, sin embargo, para las grandes mayorías de la población, el proyecto de la Revolución –independencia, equidad y desarrollo- es la única salvación posible en un mundo tan adverso”.
HT: Profesor, nos dejó una incógnita: ¿Para la dirección de la revolución, el derrumbe del socialismo europeo fue un fracaso?
JVP: Creo que el liderazgo histórico no tiene clara la idea del derrumbe como de un fracaso. No ha habido reflexión pública, una crítica y autocrítica del modelo; una evaluación completa, integral, del asunto, tal como se prometiera alguna vez. La percepción que la dirección política tiene de tales acontecimientos ha de pesar mucho en su desempeño actual.
HT: Entonces profesor, ¿Estamos definitivamente atados al pasado-presente?
JVP: El proceso de reformas se está implementando en vida del liderazgo histórico de la revolución, algo nunca antes visto en la historia. Los líderes históricos, finalmente son prisioneros de su propia obra.
HT: Aprovecho para, hablando de esa obra, preguntarle sobre la agricultura, un tema investigado minuciosamente por usted
JVP: Paciencia porque abordaré algo tan espinoso como el Marabú que hoy cubre una buena parte de las tierras cultivables del país. Es el tema cardinal de cualquier reforma económica.
HT: Hable, le atendemos:
JVP: En 1989, antes de la crisis, el 80 % de las tierras eran estatales, 9% de Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) y un 11% de campesinos individuales, mayormente en CCS, (Cooperativas de Créditos y Servicios).
El intercambio económico privilegiado dentro del CAME cubría la ineficiencia del sector. No se hablaba de eficiencia, de costos, se privilegiaba la versión física del Plan sobre la financiera y se medían de igual modo los resultados.
La producción agropecuaria se asentó en un modelo tecnológico intensivo: recursos energéticos, mecanización, riego, especialización del suelo, fertilizantes químicos, la genética, etc. Contando con abundantes recursos se logró incrementar el área bajo cultivo y la producción, pero sin eficiencia y con seria afectación ecológica.
Este modelo tecnológico, se derrumba en los años noventa, acompañando su quiebra con una aguda descapitalización de las empresas estatales que pierden su parque de transporte, de maquinaria, el mantenimiento de sus instalaciones, sus capacidades de reparación y demás recursos, habitualmente recibidos desde la URSS y otros países socialistas europeos.
HT: Disculpe la interrupción, razono que entonces se hicieron indispensables las reformas. ¿Cómo las evalúa usted?
JVP: En este escenario, se promueve un proceso de desestatización de la tenencia y la gestión agropecuaria, aún en curso; igualmente se toman numerosas medidas. Estos cambios operan como “parches” a un sistema agrario que necesita soluciones integrales.
Hay que rediseñar el sistema agrario completo: base productiva; aseguramiento de bienes y servicios; medios y servicios científico-técnicos, comercialización; sistema de dirección y planificación; mecanismos de financiamiento, etc.
Es necesario definir un modelo de incentivos para que la gente quiera trabajar y permanecer en la agricultura. Las reformas en el sector, además de insuficientes, marchan lentamente; trascurren con mucha “retranca”, tascando el freno. Es necesario darle más derechos domínicos a los tenedores de tierra.
HT: ¿Habla usted de privatización?
JVP: La privatización del bien público está prohibida por la constitución, pero la propiedad en sí misma no es lo esencial, sino los derechos, los dominios sobre la posesión; tener derechos inalienables de propiedad sobre los medios adquiridos, sobre lo producido y las bienhechurías, de libre comercialización. Derechos efectivos, que puedan ejercerse realmente y tengan garantías jurídicas.
Es esencial el grado de democracia del cual dispondrán los productores: de independencia, de nivel de autogestión, de asociación o cooperación para sus propios fines e intereses. Alcanzar una real democracia económica.
HT: Uno tiene la duda de si finalmente será así.
JVP: Tal parece que las reformas se realizan apenas sustituyendo por necesidad una franja de agentes económicos porque su gestión no puede hacerse eficiente por vías estatales.
Las reformas parten de estructuras anteriores que no pueden desmantelarse si deseamos conservar el socialismo, aún con sus necesarios cambios.
HT: La historia cuenta que siempre dependimos del exterior, incluso ahora después de Hugo Chávez:
Hay que rediseñar el sistema agrario completo: base productiva; aseguramiento de bienes y servicios; medios y servicios científico-técnicos, comercialización; sistema de dirección y planificación; mecanismos de financiamiento, etc
JVP: Cualquier país subdesarrollado tendrá siempre relaciones dependientes con el exterior. Cuba realiza el 40 % de su comercio con Venezuela. Si estas relaciones se viesen afectadas, y lo comparamos con el impacto de la URSS o antes de EE.UU., la afectación sería mucho menor, aunque importante. De cualquier forma, nuestro comercio está ahora más diversificado.
Eventualmente tampoco Capriles puede cerrar, acabar con todo lo anterior; no será tan demoledor de las relaciones bilaterales como se muestra en su discurso.
Es bueno marcar que siempre nuestra inserción económica en el mundo se ha basado en acuerdos políticos: URSS, CHINA, RUSIA, CAME, VENEZUELA. Lo importante de esta experiencia histórica es que no debimos ser tan vulnerables, con un margen de incertidumbre tan estrecho.
HT: Otro asunto externo es el Embargo o Bloqueo:
JVP: El embargo y mejor bloqueo, es un asunto real, tiene efectos reales negativos, no nos mata, pero estorba el desarrollo; es una medida política, es un castigo. El bloqueo nos quita el mercado natural, USA; sus turistas, por ejemplo, multiplicarían el sector en Cuba, generando enormes ingresos, empleos, desarrollo colateral o asociado.
Tenemos en USA un potencial para las inversiones y el comercio. Se mantiene el bloqueo financiero que nos hace mucho daño, nos limita. De cualquier forma, es también una excusa; no podemos influir sobre su desmontaje pero si podemos influir sobre nuestros problemas internos, eliminar el desorden, aclarar los papeles del mercado, crear un nuevo modelo económico, instaurarlo.
HT: Finalmente, aunque vamos lento, las reformas tienen sus consecuencias, por ejemplo, surge una clase media.
JVP: Evidentemente hay una clase media entre el sector de trabajadores por cuenta propia, la alta burocracia, los militares de elevado rango, algunos en el sector artístico literario, deportistas, además de ciertos académicos y muchos campesinos propietarios. El tema es cómo la pasará el sector más bajo, los estratos inferiores, en la medida que avanzan las reformas. Este es y será el gran desafío del socialismo cubano del siglo XXI.
HT: ¿Nos queda confiar en el socialismo posible?
JVP: En realidad, el tema pasa por lo político, por otras bases institucionales, por un mayor desarrollo democrático orientado claramente hacia la autogestión y el autogobierno.
El proceso de reformas avanza con excesiva lentitud, lo que es perjudicial, políticamente hablando. Cuba es una empresa quebrada, sin embargo, para las grandes mayorías de la población, el proyecto de la Revolución –independencia, equidad y desarrollo- es la única salvación posible en un mundo tan adverso.
Somos una isla pequeña, hostilizada, dependiente, donde lo único grande es la historia y el ego de los cubanos.
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Vicente Morín Aguado: morfamily@correodecuba.cu
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