Por: Paul Krugman Premio Nobel Economia
Philip Longman, un subdirector de la revista Washington Monthly, escribe en la última edición de la publicación un artículo muy bueno que desmiente la propaganda sobre la economía de Texas. Entre las cosas que yo no sabía se encuentra el hecho de que la inmigración neta de ciudadanos estadounidenses de nacimiento es en realidad bastante reducida.
Pero quería centrarme en un asunto concreto: la función desempeñada por el petróleo y el gas durante los últimos años. En su artículo, Longman reconoce que estos sectores representan directamente un porcentaje bastante pequeño de la economía incluso en Texas, aunque sostiene que su rápido crecimiento, unido a otros factores multiplicadores, los convierte en algo mucho más importante cuando se analiza el crecimiento de Texas.
Efectivamente. Permítanme dar algunas cifras sobre esto, utilizando los datos de la Oficina de Análisis Económico sobre el producto interior bruto real de cada estado. Lo que revelan inmediatamente estos datos es que Texas ha encabezado el desarrollo del sector de las extracciones. En todo el país, la producción de este sector, medida en dólares de 2005, creció 29.000 millones de dólares entre 2007 y 2012; Texas aportó 22.700 millones de dólares a ese crecimiento. A escala nacional, el crecimiento del sector de las extracciones fue del 0,2 % del PIB; en Texas, fue 10 veces mayor, del 2%.
Este crecimiento del sector debe de haber tenido también un efecto multiplicador, ya que las instalaciones y los trabajadores han aportado dinero a la economía regional, lo que ha traído consigo más ingresos y un aumento de la demanda. Los cálculos más recientes sobre los factores multiplicadores, realizados por los economistas Emi Nakamura y Jon Steinsson (que emplean las fluctuaciones del gasto en defensa como experimento natural) llegan a la conclusión de que el factor multiplicador es aproximadamente 1,5. De modo que ese 2% del PIB debido al auge de las extracciones en Texas debería haber hecho aumentar el PIB del estado un 3 o un 2,7% respecto al del conjunto del país.
En cambio, el PIB general de Texas aumentó un 13% de 2007 a 2012, mientras que el PIB nacional sólo subió un 2,5%. Lo que este cálculo indica es que el auge del petróleo y el gas representa más de la cuarta parte de esa diferencia de crecimiento. Eso es mucho, pero la historia no acaba aquí.
¿Qué hay de todo lo demás? En parte, estamos viendo cómo continúa esa emigración a largo plazo de personas y puestos de trabajo hacia los estados del sur de EE UU; al economista Ed Glaeser le gusta señalar que el mejor factor individual de predicción del crecimiento de un estado es el número de días con temperatura invernal. Además de eso, Texas está haciendo bien algo importante: tiene una zonificación flexible, lo que hace que las viviendas sean abundantes y baratas.
¿Y qué hay del milagro más general del capitalismo de libre mercado? Solamente lo ven quienes quieren que exista.
Traducción de News Clips.
© 2014 The New York Times
Philip Longman, un subdirector de la revista Washington Monthly, escribe en la última edición de la publicación un artículo muy bueno que desmiente la propaganda sobre la economía de Texas. Entre las cosas que yo no sabía se encuentra el hecho de que la inmigración neta de ciudadanos estadounidenses de nacimiento es en realidad bastante reducida.
Pero quería centrarme en un asunto concreto: la función desempeñada por el petróleo y el gas durante los últimos años. En su artículo, Longman reconoce que estos sectores representan directamente un porcentaje bastante pequeño de la economía incluso en Texas, aunque sostiene que su rápido crecimiento, unido a otros factores multiplicadores, los convierte en algo mucho más importante cuando se analiza el crecimiento de Texas.
Efectivamente. Permítanme dar algunas cifras sobre esto, utilizando los datos de la Oficina de Análisis Económico sobre el producto interior bruto real de cada estado. Lo que revelan inmediatamente estos datos es que Texas ha encabezado el desarrollo del sector de las extracciones. En todo el país, la producción de este sector, medida en dólares de 2005, creció 29.000 millones de dólares entre 2007 y 2012; Texas aportó 22.700 millones de dólares a ese crecimiento. A escala nacional, el crecimiento del sector de las extracciones fue del 0,2 % del PIB; en Texas, fue 10 veces mayor, del 2%.
Este crecimiento del sector debe de haber tenido también un efecto multiplicador, ya que las instalaciones y los trabajadores han aportado dinero a la economía regional, lo que ha traído consigo más ingresos y un aumento de la demanda. Los cálculos más recientes sobre los factores multiplicadores, realizados por los economistas Emi Nakamura y Jon Steinsson (que emplean las fluctuaciones del gasto en defensa como experimento natural) llegan a la conclusión de que el factor multiplicador es aproximadamente 1,5. De modo que ese 2% del PIB debido al auge de las extracciones en Texas debería haber hecho aumentar el PIB del estado un 3 o un 2,7% respecto al del conjunto del país.
En cambio, el PIB general de Texas aumentó un 13% de 2007 a 2012, mientras que el PIB nacional sólo subió un 2,5%. Lo que este cálculo indica es que el auge del petróleo y el gas representa más de la cuarta parte de esa diferencia de crecimiento. Eso es mucho, pero la historia no acaba aquí.
¿Qué hay de todo lo demás? En parte, estamos viendo cómo continúa esa emigración a largo plazo de personas y puestos de trabajo hacia los estados del sur de EE UU; al economista Ed Glaeser le gusta señalar que el mejor factor individual de predicción del crecimiento de un estado es el número de días con temperatura invernal. Además de eso, Texas está haciendo bien algo importante: tiene una zonificación flexible, lo que hace que las viviendas sean abundantes y baratas.
¿Y qué hay del milagro más general del capitalismo de libre mercado? Solamente lo ven quienes quieren que exista.
Traducción de News Clips.
© 2014 The New York Times