"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 16 de marzo de 2015

La causa de todas las enfermedades




Sabias que en 1931 Otto Warburg recibió el Premio Nobel por descubrir La Causa Primaria del Cáncer y de todas las enfermedades?

¿Porqué no se hizo público este conocimiento?

El límite de la deuda de EE.UU. vuelve a activarse, con un tope que supera su PIB

El límite de la deuda de EE.UU. vuelve a hacerse activo este lunes, después de una suspensión de un año. El país llega a la fecha con un tope de la deuda que ya supera su PIB anual. El debate legislativo sobre levantar el límite está otra vez sobre la mesa.

La deuda nacional de EE.UU. alcanzó el pasado 12 de marzo el total de 18,1 billones de dólares, calculó el Departamento del Tesoro en su informe diario. Para hacerse una idea, el PIB anual del país se sitúa en unos 16,7 billones de dólares.

Mientras tanto, el 15 de marzo expiró técnicamente el período de suspensión del endeudamiento impuesto por el Congreso de EE.UU. en febrero de 2014. El secretario del Tesoro, Jack Lew, dirigió la segunda carta en dos semanas al presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, urgiéndole evitar que el tema se convierta en un partido de fútbol político y que se acuerde la elevación del límite de la deuda lo más rápidamente posible, según recoge el portal Market Watch.

Los especialistas calculan que si el Congreso no aumenta inmediatamente el límite de la deuda es probable que  se quede sin dinero en efectivo antes de octubre o noviembre de este año. El Tesoro, a su vez, informa que para prevenir turbulencias financieras recurrirá a medidas extraordinarias, como suspender la emisión de determinados valores y de inversiones de jubilación federales.

Keynes ha muerto, larga vida a Marx

Traducción: Sara Plaza

Muchos economistas liberales imaginaron un nuevo amanecer del keynesianismo con el colapso financiero de 2008. Casi seis años después, está claro que las muy esperadas recetas keynesianas han sido completamente ignoradas. ¿Por qué? La respuesta de los economistas keynesianos: la "ideología neoliberal", que según ellos se remonta a la presidencia de Ronald Reagan.

Este artículo argumenta, en cambio, que la transición del keynesianismo a la economía neoliberal tiene raíces mucho más profundas que la pura ideología; que la transición comenzó mucho antes de que Reagan fuera elegido presidente; que la confianza keynesiana en la capacidad del gobierno para re-regular y revitalizar la economía mediante políticas de gestión de la demanda descansa en la percepción esperanzada de que el estado puede controlar el capitalismo; y que, al contrario de esas percepciones desiderativas, las políticas públicas son algo más que simples decisiones administrativas o técnicas; son, sobre todo, políticas de clase.

El artículo sostiene además que la teoría marxista del empleo y el desempleo, basada en la teoría del ejército industrial de reserva, proporciona una explicación más sólida de los prolongados y elevados niveles de desempleo que la visión keynesiana, la cual atribuye la plaga del paro a las "políticas equivocadas del neoliberalismo". Del mismo modo, la explicación que ofrece la teoría marxista de cómo y porqué los niveles salariales de miseria y el predominio generalizado de la pobreza pueden ir acompañados de grandes beneficios y una mayor concentración de la riqueza, resulta mucho más convincente que la que aportan las ideas keynesianas, según las cuales las altas tasas de empleo y los elevados salarios serían condiciones necesarias para un ciclo económico expansionista (1).

Algo más que "ideología neoliberal"

El cuestionamiento y el abandono gradual de las estrategias keynesianas de gestión de la demanda no se debió simplemente a las propensiones puramente ideológicas de los republicanos "de derechas" o a las preferencias personales de Ronald Reagan, como muchos economistas liberales y radicales manifiestan, sino a los cambios estructurales reales en las condiciones económicas y el mercado, tanto a escala nacional como internacional. Las políticas New Deal/socialdemócratas se pusieron en marcha inmediatamente después de la Gran Depresión, cuando tanto los trabajadores y otras organizaciones de base políticamente conscientes como las condiciones económicas favorables del momento volvieron efectivas esas políticas. Esas condiciones favorables incluían la necesidad de reconstruir e invertir en las devastadas economías de posguerra, la casi ilimitada demanda de productos manufacturados estadounidenses en el país y en el extranjero, y el hecho de que tanto el capital como la mano de obra estadounidenses no tuvieran competencia. Estas circunstancias propicias, junto con la presión desde abajo, permitió a los trabajadores estadounidenses exigir salarios dignos y una serie de prestaciones, mientras disfrutaban de una elevada tasa de empleo. Los salarios elevados y la fuerte demanda funcionaron entonces como un estímulo maravilloso que trajo consigo, en forma de círculo virtuoso, el largo ciclo expansionista del periodo de posguerra.

A finales de los sesenta y principios de los setenta, sin embargo, tanto el capital como la mano de obra estadounidenses vieron cómo se incrementaba la competencia en los mercados mundiales. Además, durante el largo ciclo expansionista de posguerra, los fabricantes estadounidenses habían invertido tanto en capital fijo, en desarrollar capacidades, que para finales de los sesenta sus tasas de beneficio ya habían comenzado a disminuir a medida que los enormes "costes a fondo perdido", sobre todo en forma de instalaciones y equipo, se volvían cada vez más elevados (2).

Más que ninguna otra cosa, fueron estos cambios en las condiciones reales de producción, y el simultáneo realineamiento de los mercados globales, lo que motivó las cada vez mayores reservas hacia los postulados keynesianos y su abandono final. Al contrario de lo que repiten los economistas liberales/keynesianos, no fueron las ideas o los planes de Ronald Reagan los que estaban detrás del desmantelamiento de las reformas del New Deal; más bien, fue la globalización, primero del capital y después de la fuerza de trabajo, lo que hizo que las políticas económicas de corte keynesiano dejaran de resultar atractivas para la rentabilidad capitalista, y lo que propició el ascenso de Ronald Reagan y las políticas neoliberales de austeridad económica (3).

Debería destacarse que las políticas keynesianas de estabilización no fueron abandonadas por razones puramente ideológicas; esto es, porque, como sostienen muchos críticos del neoliberalismo, desde Chicago se extendiera un espíritu de laissez-faire que afectó a políticos de todos los partidos y los convenció de las ventajas de los mercados libres. (...) Los mecanismos keynesianos de regulación financiera (controles de capital y tipos de cambio regulados) no pudieron resistir la expansión del crédito internacional desregulado, los Euromercados, que pasaron a dominar las finanzas internacionales (4).

Cuando, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, en la Conferencia de Bretton Woods (NH, Nueva Inglaterra), se establecieron regulaciones financieras, controles de capital y un nuevo sistema monetario internacional, los mercados internacionales financieros y de crédito eran prácticamente inexistentes. El dólar estadounidense (y en menor extensión el oro) era, en líneas generales, el único medio de comercio y crédito internacional. Bajo esas circunstancias, los préstamos internacionales se realizaban principalmente a través del Fondo Monetario Internacional (FMI) y los bancos centrales de los países prestatarios/beneficiarios de los préstamos, de ahí la aplicabilidad de controles.

Sin embargo, este cuadro de los mercados de crédito/financieros fue cambiando gradualmente y, para finales de los sesenta y principios de los setenta del siglo pasado, esos mercados habían alcanzado un valor de cientos de miles de millones de dólares, posibilitando transacciones internacionales de crédito por fuera de los canales del FMI y los bancos centrales. Los dos factores principales que contribuyeron de manera significativa a la drástica inflación de los mercados financieros internacionales fueron (a) el crédito internacional generado por ordenador, y (b) la inmensa proliferación de Eurodólares, esto es, dólares estadounidenses depositados en bancos extranjeros. El crédito/las finanzas mundiales han crecido tantísimo durante las últimas décadas que han vuelto prácticamente inútiles los controles y las regulaciones internas o nacionales:

Los críticos de las finanzas internacionales han hecho varias propuestas para estabilizar el sistema y adecuarlo a los propósitos del desarrollo económico y social. La recomendación más común ha sido la vuelta a los controles de capital transnacional que existían durante los años 40 y 50 del siglo pasado. Dichos controles, en muchos casos, no fueron eliminados hasta los años noventa. Sin embargo, los depósitos bancarios internacionales y los activos financieros en el extranjero son ahora tan grandes que sería difícil hacer cumplir tales controles. De hecho, la razón principal para deshacerse de dichas regulaciones fue precisamente que no podían hacerse cumplir (5).

Es obvio, entonces, que el debilitamiento de las medidas de control y/o las salvaguardias normativas tuvo menos que ver con las tendencias puramente ideológicas de ciertos políticos y responsables de políticas que con la evolución de los mercados financieros internacionales.

Todo empezó mucho antes de la llegada de Reagan a la Casa Blanca

La afirmación de que el abandono de las políticas keynesianas a favor de las neoliberales se produjo con la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca en 1980 es objetivamente falsa. Pruebas irrefutables demuestran que la fecha de vencimiento de las recetas keynesianas expiró al menos una docena de años antes. Las políticas keynesianas de expansión económica mediante la gestión de la demanda habían perdido fuelle (esto es, habían dado de sí todo lo que podían) a finales de los sesenta y principios de los setenta; no se vieron frenadas brusca y repentinamente bajo la dirección de Reagan.

Como señala el profesor Alan Nasser del EvergreenStateCollege, los argumentos de que "las políticas de equidad económica suponían sacrificios en términos de eficiencia" fueron elaborados por los asesores económicos de las administraciones demócratas mucho antes de que la reaganomía los formalizara. Tanto Arthur Okun como Charles Schultze ocuparon el cargo de presidente del Consejo de Asesores Económicos con presidentes demócratas. En su libro Equality and Efficiency: The Big Tradeoff, Okun (1975) manifestó que "el objetivo intervencionista de mayor equidad tuvo unos costes de eficiencia que perjudicaron la economía privada". Del mismo modo, Schultze (1977) afirmó que "las políticas del gobierno que afectan a los mercados en nombre de la imparcialidad y la equidad son necesariamente ineficientes", y que tales políticas "iban a perjudicar a las personas que los responsables de las políticas trataban de proteger, y a desestabilizar la economía privada en el proceso" (6).

Jerome Kalur también señala que "los esfuerzos de la Cámara de Comercio y la Mesa Redonda Empresarial para obtener el control de las decisiones reguladoras del gobierno comenzaron al menos nueve años antes" de la elección de Ronald Reagan como presidente, "cuando el abogado Lewis Powell envió a la Cámara su conocido memorando 'Attack of American Free Enterprise System'" (7). Conjuntamente con la ofensiva legal de Powell contra la normativa laboral y reguladora, las grandes empresas actuaron rápidamente para "impedir la sindicalización" y "eliminar los controles reguladores mediante sucesivas campañas de propaganda promovidas por think-tanks como el Instituto Americano de Empresa (1972), la Fundación Heritage (1973) y el Instituto Cato (1977)" (8). Kalur apunta algo más:

Cuando Powell entregó su memorando a la Cámara, la patronal estadounidense tenía a su servicio 175 firmas de cabildeo registradas. En 1982, el número de torcedores de brazos de la calle K (NT: 1) financiados por las empresas había llegado a los 2.500. Y si en los setenta había 400 PACs (NT: 2) respaldados por empresas, una década más tarde sumaban 1.200. Resumiendo, las grandes empresas estaban provocando el descenso en la afiliación sindical, influyendo fuertemente en las agencias federales y la legislación, y dominando la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) mucho antes de la llegada de Reagan a la presidencia. Con el nombramiento de Powell como juez del Tribunal Supremo, para 1978 el mundo empresarial estadounidense estaba más cerca de su meta de suprimir las restricciones a los donativos para las campañas a través de procedimientos clandestinos (9).

Si bien el giro teórico de la economía del New Deal/keynesiana por parte de las lumbreras del Partido Demócrata es anterior a la presidencia de Carter, la ejecución política de dichas teorías comenzó bajo su administración. Reagan recogió la copia demócrata de la agenda neoliberal y le sacó provecho, reemplazando la retórica del capitalismo con rostro humano por la retórica arrogante y farisaica del individualismo acentuado, según la cual la codicia y el interés propio son valores que hay que alimentar. El presidente Clinton no atenuó las políticas económicas por el lado de la oferta de los años de Reagan, y el presidente Obama no está vacilando al llevarlas a cabo.

El papel del estado: esperanzas, mitos y (falsas) ilusiones

La visión keynesiana según la cual el gobierno puede ajustar la economía a través de políticas fiscales y monetarias para mantener el crecimiento se basa en la idea de que el capitalismo puede ser controlado o manipulado por el estado y gestionado por economistas profesionales desde los distintos departamentos gubernamentales de acuerdo al interés general. La eficiencia del modelo keynesiano, por lo tanto, se apoya en gran medida en una esperanza, o una ilusión, puesto que la relación de poder entre el estado y el mercado/capitalismo es normalmente la inversa. Al contrario de la percepción keynesiana, la elaboración de políticas económicas es algo más que una mera decisión administrativa o técnica; se trata sobre todo de un asunto socio-político que está relacionado orgánicamente con la naturaleza de clase del estado y los aparatos de definición de políticas.

La ilusión keynesiana ha estado alimentada o enmascarada por dos grandes mitos. El primero proviene de la idea que atribuye la aplicación de las reformas económicas del New Deal y la socialdemocracia tras la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial al genio de Keynes. Sin embargo, las pruebas demuestran que la aplicación de dichas reformas y, por tanto, el mayor protagonismo de Keynes, fue más el resultado de durísimas luchas de clase y enormes presiones por parte de grupos de base que de las mentes de expertos como Keynes. De hecho, fuera de los estrechos círculos académicos, Keynes no era conocido en los Estados Unidos cuando se llevaron a cabo la mayoría de las reformas del New Deal.

El segundo mito deriva de la visión que atribuye la larga expansión económica durante el periodo que va desde 1948 a 1968 en los Estados Unidos a la eficacia o al éxito de las políticas keynesianas de gestión de la demanda. Aunque es cierto que en aquel momento las políticas expansionistas del gobierno tuvieron un papel fundamental en el fantástico desarrollo económico de ese periodo, el éxito de esa expansión también se debió a una serie de
condiciones o factores favorables. Entre ellos se encontraban la necesidad de reconstruir e invertir en las devastadas economías de posguerra de todo el mundo, la necesidad de cubrir la gran demanda global de bienes de consumo y de capital, y la falta de competencia para los productos y el capital estadounidenses en los mercados globales; en pocas palabras, el hecho de que en el periodo de posguerra había un enorme espacio para el crecimiento y la expansión.

Amparándose en estos mitos e ilusiones, los economistas keynesianos imaginaron un pequeño resquicio en el derrumbe financiero de 2008 y la Gran Recesión subsiguiente: una oportunidad para un nuevo amanecer de la economía keynesiana. Casi seis años después resulta suficientemente claro que las recetas keynesianas están cayendo en saco roto.

Rechazadas, las esperanzas e ilusiones keynesianas se han convertido en decepción y enfado. Por ejemplo, en su columna en el New York Times, el profesor Paul Krugman arremete a menudo contra la administración Obama por ignorar las políticas keynesianas de expansión económica y creación de empleo:

La verdad es que crear empleo en una economía deprimida es algo que el gobierno podría y debería hacer. (...) Piensen en ello: ¿Dónde están los grandes proyectos de obras públicas? ¿Dónde están los ejércitos de empleados públicos? Hay exactamente medio millón menos de funcionarios ahora que cuando el Sr. Obama asumió el cargo (10).

En el centro de la frustración y decepción de los economistas keynesianos está la percepción irrealista de que las políticas económicas son producciones intelectuales, y que la formulación de políticas es principalmente una cuestión de conocimientos técnicos y preferencias personales. Lo que estos economistas pasan por alto es el hecho de que dicha formulación no es simplemente una cuestión optativa, es decir, de política "buena" vs. "mala"; es sobre todo una cuestión de política de clase.

No basta con tener buen corazón o un alma compasiva; es igualmente importante no peder de vista cómo se hacen las políticas públicas bajo el capitalismo. No es suficiente con despotricar continuamente contra Ronald Reagan como un rey malvado y alabar a FDR como un rey sabio. La tarea más importante es explicar porqué la clase dominante derrocó al rey sabio y abrió la puerta al malvado. Como señala el profesor Peter Gowan de la London MetropolitanUniversity, "los keynesianos defienden un argumento esencialmente falso a favor de la re-regulación al no ver la unidad del estado y Wall Street" (11).

Crecimiento y empleo: Keynes vs. Marx

No solo es inexacto el relato de los hechos que condujeron a la desaparición del keynesianismo y al auge del neoliberalismo que hacen los economistas liberales, también lo es su explicación de los continuos problemas de desempleo y estancamiento económico. Culpando de las altas y persistentes tasas de desempleo al "capitalismo neoliberal" en vez de al capitalismo per se, los defensores de la economía keynesiana tienden a perder de vista las causas estructurales o sistémicas del desempleo: la tendencia secular y/o sistémica de la producción capitalista a reemplazar continuamente la fuerza de trabajo por máquinas y, por tanto, a generar una masa considerable de desempleados, o un "ejército industrial de reserva", en palabras de Marx.

Bajo el capitalismo, tal y como lo explicó Marx, las leyes fundamentales de la oferta y la demanda de trabajo se ven fuertemente afectadas por la capacidad del mercado para producir de manera regular un ejército obrero de reserva, o "sobrepoblación". Este ejército de reserva es por tanto tan importante para la producción capitalista como lo es el ejército obrero activo (o realmente empleado). Así como para un buen uso del agua es importantísimo realizar ajustes periódicos y oportunos del nivel de un embalse de riego, para la rentabilidad capitalista resulta decisiva la existencia de una cantidad "apropiada" de desempleados:

Durante los períodos de estancamiento y de prosperidad media, el ejército industrial de reserva o sobrepoblación relativa ejerce presión sobre el ejército obrero activo, y pone coto a sus exigencias durante los períodos de sobreproducción y de paroxismo. La sobrepoblación relativa, pues, es el trasfondo sobre el que se mueve la ley de la oferta y la demanda de trabajo. Comprime el campo de acción de esta ley dentro de los límites que convienen de manera absoluta al ansia de explotación y el afán de poder del capital (12).

En la era de la globalización de la producción y el empleo, el ejército industrial de reserva ha sobrepasado las fronteras nacionales. Según un reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre 1980 y 2007 la fuerza de trabajo mundial creció un 63%. El estudio demuestra además que, debido a la urbanización y/o desruralización, la proporción del ejército obrero activo es menor del 50%, es decir, más de la mitad de la fuerza de trabajo mundial está desempleada (13).

Es precisamente esta enorme y disponible masa de desempleados, junto con la relativa facilidad de deslocalización de la producción a cualquier lugar del mundo -no las "malas intenciones de los republicanos o los malvados neoliberales", como manifiestan muchos keynesianos- lo que ha obligado a la clase trabajadora a someterse, sobre todo en los países capitalistas centrales: aceptando los brutales planes de austeridad que suponen recortes de salarios y prestaciones, despidos y acoso sindical, empleos a tiempo parcial y eventuales, y similares.

Esto explica también porqué siguen sonando huecas las continuas llamadas keynesianas de los últimos años que proponen paquetes de estímulos de tipo keynesiano para poner fin a la recesión y paliar el desempleo. Bajo las nuevas condiciones de producción, que ha pasado de lo nacional o lo global, y en ausencia de la abrumadora presión política de los trabajadores y otras organizaciones de base, simplemente no se pueden volver a poner en práctica las recetas del doctor Keynes, las cuales fueron emitidas bajo condiciones socioeconómicas radicalmente diferentes, bajo circunstancias o marcos nacionales, no internacionales o mundiales.

Teóricamente, la estrategia keynesiana del "círculo virtuoso" de altas tasas de crecimiento y empleo es a la vez sencilla y razonable: el aumento del gasto público en un momento de grave crisis económica haría crecer el empleo y los salarios, aumentaría el poder de compra de la economía, lo que a su vez incentivaría a los productores a crecer y contratar, aumentando así el empleo, los salarios, la demanda, la oferta... hasta el infinito. Pero aunque la estrategia suene relativamente sencilla y bastante razonable, adolece de una serie de fallos.

Para empezar, asume implícitamente que los empleadores y quienes diseñan las políticas públicas están interesados de verdad en lograr el pleno empleo, pero por alguna razón no saben cómo alcanzar este objetivo. La consecución del pleno empleo, sin embargo, puede no ser el ideal o el nivel óptimo de beneficios para la producción capitalista, lo que significa que quizá no sea el objetivo real de los empresarios y/o responsables de políticas públicas. Como se mencionó anteriormente, para la rentabilidad capitalista es tan esencial que haya una considerable cantidad de desempleados como que exista el número de trabajadores necesarios para producir. En su afán de mantener los costes laborales tan bajos como sea posible, perpetuando una clase trabajadora dócil, el capitalismo tiende a menudo a preferir elevadas tasas de desempleo y bajos salarios a un bajo nivel de desempleo y elevados salarios.

Esto explica porqué, por ejemplo, el mercado de valores a menudo tiende a incrementarse cuando los informes señalan un aumento del desempleo, y viceversa. También explica porqué, aprovechando el largo (y persistente) ciclo recesionista, las empresas dominantes/los responsables de políticas públicas de los países centrales capitalistas se han embarcado en un programa de austeridad sin precedentes con medidas para reducir el sector público y el gasto correspondiente, cuyo objetivo principal es debilitar la fuerza de trabajo y disminuir su coste.

En segundo lugar, el argumento keynesiano que sostiene que el "círculo virtuoso" de índices de empleo, salarios y crecimiento elevados resultaría relativamente sencillo de alcanzar si no fuera por las "malas" políticas del neoliberalismo y la oposición de los empleadores, se basa en la suposición de que los empleadores/productores ignoran su propio interés. Según este argumento, si fueran conscientes de las ventajas de los "salarios Ford" podrían ayudarse a sí mismos y ayudar a los trabajadores, y contribuir al crecimiento económico y la prosperidad de todos. La visión sobre este asunto del conocido profesor liberal (y ex Secretario de Trabajo durante la primera administración de Clinton) Robert Reich ejemplifica el razonamiento keynesiano:

Durante la mayor parte del último siglo, el acuerdo básico que constituía el núcleo de la economía estadounidense era que los empleadores pagaran a sus trabajadores lo suficiente para que pudieran comprar lo que las empresas estadounidenses vendían. (...) Ese compromiso generó un ciclo virtuoso de mayor nivel de vida, más puestos de trabajo y mejores salarios. (...) El acuerdo básico ya no es válido. (...) En estos momentos los beneficios empresariales son elevados en gran medida porque los salarios son bajos y las empresas no están contratando. Pero se trata de una apuesta perdedora a largo plazo, incluso para las empresas. Sin suficientes consumidores estadounidenses sus días rentables están contados. Después de todo, existe un límite en el beneficio que pueden extraer recortando las nóminas (14).

Existen dos problemas fundamentales con este argumento. El primero es que asume (implícitamente) que los productores estadounidenses dependen de los trabajadores del país no solo como trabajadores sino también para que les compren sus productos, como si fuera una economía cerrada. Sin embargo, la realidad es que los productores estadounidenses dependen cada vez menos de la fuerza de trabajo doméstica, ni como trabajadores ni como consumidores, pues continuamente están ampliando sus mercados de producción y venta en el extranjero: "Tanto en el lado de la oferta (empleo) como en el de la demanda, el trabajador/consumidor estadounidense tiene un papel cada vez más secundario" (15).

El segundo problema radica en que los salarios y los beneficios son categorías a nivel micro o de empresa, establecidas por empleadores individuales o directores de empresa, no por los estrategas a nivel macro o nacional de la demanda agregada (como ocurre en una economía de planificación centralizada). Los productores individuales (grandes y pequeños) ven los salarios y las prestaciones, en primer lugar, como un coste de producción que debe ser minimizado a toda costa; y solo de forma secundaria, o nunca, como parte de la demanda agregada nacional que puede contribuir (indirectamente) a la venta de sus productos.

Marx caracterizó la disposición y la capacidad del capitalismo para crear una gran masa de desempleados (con el fin de conseguir una clase trabajadora mayoritariamente pobre y dócil) como "pauperización" y sumisión de la fuerza de trabajo; un mecanismo incorporado que resulta esencial para la "ley general" de la acumulación capitalista:

De esto se sigue que a medida que se acumula el capital empeora la situación del obrero, sea cual fuere su remuneración. La ley, finalmente, que mantiene un equilibrio constante entre la sobrepoblación relativa o ejército industrial de reserva y el volumen e intensidad de la acumulación, encadena el obrero al capital con grillos más firmes que las cuñas con que Hefestos aseguró a Prometeo en la roca. Esta ley produce una acumulación de miseria proporcional a la acumulación de capital. La acumulación de riqueza en un polo es al propio tiempo, pues, acumulación de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto, esto es, donde se halla la clase que produce su propio producto como capital (16).

Conclusión

La teoría marxista del desempleo, basada en la teoría del ejército industrial de reserva, proporciona una explicación de los niveles de desempleo prolongados más sólida que la visión keynesiana, que atribuye la plaga del desempleo a las "equivocadas" o "malas" políticas neoliberales. Igualmente, la teoría marxista de los salarios de miseria o subsistencia ofrece una explicación más convincente de cómo y porqué esos bajísimos niveles salariales y el predominio generalizado de la pobreza en todo el país pueden ir acompañados de grandes beneficios empresariales y/o el crecimiento de los mercados de valores, que la que brinda la percepción keynesiana, según la cual para que se produzca un ciclo económico expansionista son necesarios niveles salariales elevados.

Además, y quizá sea lo más importante, la idea marxista de que los programas de protección económica significativos y duraderos solo pueden llevarse a cabo con la presión de las masas - y siendo coordinada globalmente - ofrece una solución mucho más lógica y prometedora al problema de las dificultades económicas de la abrumadora mayoría de la población mundial que los paquetes de estímulos keynesianos a nivel nacional, puramente académicos y esencialmente apolíticos. No importa lo alto, lo mucho o lo apasionadamente que los keynesianos de buen corazón supliquen empleos y nuevos programas de reformas del tipo New Deal, sus peticiones para aplicar tales programas van a ser ignoradas por los gobiernos que han sido elegidos y son controlados por poderosos intereses financieros. El principal fallo de las recetas keynesianas de gestión de la demanda es que consisten en una serie de propuestas populistas carentes de política de clase, es decir, de los mecanismos políticos que serían necesarios para llevarlas a cabo. Solamente con la movilización de las masas trabajadoras (y otras organizaciones de base) y luchando, en vez de suplicando, por una parte equitativa de lo que es verdaderamente el producto de su trabajo, puede la mayoría trabajadora alcanzar la seguridad económica y la dignidad humana.

Referencias/Notas:

1) Este artículo es básicamente una versión (significativamente) reducida del Capítulo 2 de mi libro, BeyondMainstreamExplanations of theFinancial Crisis: ParasiticFinanceCapital(Routledge, 2014).
2) Anwar Shaikh, “The Falling Rate of Profit and the Economic Crisis in the U.S.”, en Robert et al. (eds.) The Imperiled Economy, Tomo I, Nueva York: Union for Radical Political Economy, 1987.
3) Harry Shutt , The Trouble with Capitalism: An Enquiry into the Causes of Global Economic Failure, Londres: Zed Books, 1998.
4) Jan Toporowski, Why the World Economy Needs a Financial Crash and Other Critical Essays on Finance and Financial Economics, Londres: Anthem Press, 2010, p. 18.
5) Ibid., p. 25.
6) Como aparececitado en Alan Nasser, “New Deal Liberalism Writes Its Obituary”.
7) Jerome S. Kalur, reseña del libro de Andrew Kliman The Failure of Capitalist Production.
8) Ibid.
9) Ibid.
10) Paul Krugman, “No, We Can’t? Or Won’t?”.
11) Peter Gowan, “The Crisis in the Heartland”, en M. Konings (ed.) The Great Credit Crash, Londres y Nueva York: Verso, 2010.
12) Karl Marx, Capital, vol. 1, Nueva York: International Publishers, 1967, p. 639.
13) OrganizaciónInternacional del Trabajo (OIT), The Global Employment Challenge, Ginebra, 2008; comoaparececitado en John Bellamy Foster, Robert W. McChesney y R. JamilJonna, “The Global Reserve Army of Labor and the New Imperialism”.
14) Robert Reich, “Restore the Basic Bargain”.
15) Alan Nasser, “The Political Economy of Redistribution: Outsourcing Jobs, Offshoring Markets”.
16) Karl Marx, Capital, vol. 1, Nueva York: International Publishers, 1967, p. 645.

Ismael Hossein-zadeh es Profesor Emérito de Economía (Drake University). Autor de Beyond Mainstream Explanations of the Financial Crisis (Routledge, 2014), The Political Economy of U.S. Militarism (Palgrave-Macmillan, 2007), y Soviet Non-capitalist Development: The Case of Nasser’s Egypt (Praeger Publishers, 1989). Ha colaborado además en Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion (AK Press, 2012).

Artículo original en inglés publicado en CounterPunch (http://www.counterpunch.org/2014/08/26/keynes-is-dead-long-live-marx/).

NT: 1) También conocida como "El bulevar del lobby", esta avenida de la capital estadounidense alberga empresas importantes, grupos de reflexión y sedes de grupos de interés (N. de la T.).

NT:2) Un Comité de Acción Política, (PAC, por sus siglas en inglés) es un organismo registrado en la Comisión Federal de Elecciones de Estados Unidos con el propósito de recaudar fondos para campañas políticas (N. de la T.).

Científicos hallan el 'botón de apagado' de las células cancerosas

Biólogos estadounidenses han descubierto que las células cancerosas conservan cierto 'interruptor de crecimiento', y afirman que los fármacos que lo 'apaguen' podrían detener el desarrollo del cáncer.

Las células cancerosas se aglomeran, se apiñan, y de repente renuncian a su deseo de dividirse, un cambio de comportamiento que se relaciona con una vía celular que controla el tamaño de los órganos. Estas dos impresionante observaciones han sido observadas por los investigadores del Centro Oncológico Lombardi en Georgetown (EE.UU.), informa el portal científico Science Daily.

Un equipo internacional de médicos ha encontrado un conjunto de proteínas comunes a muchas célulascancerosas, cuya aparición en la vecindad del tumordisminuye drásticamente su crecimiento, un descubrimiento de podría ser utilizado para tratar el cáncer y mejorar la calidad de vida de los pacientes. El descubrimiento ha sido publicado en la revista 'Oncogene'.

"Creemos que cuando las células cancerosas se vuelven locas acaban perdiendo el control. Empiezan a invadir y no se puede hacer nada para detenerlo", dijo Anton Wellstein, de la Universidad de Georgetown, el autor principal del estudio. "Pero lo que realmente pasa es que las células [cancerosas] todavía recuerdan que fueron 'buenos ciudadanas', y saben comportarse como células buenas, lo que nos ha sorprendido mucho. Es por eso que este hallazgo es muy significativo.".

Resulta que las células de alta densidad activan la vía molecular Hippo, un antiguo mecanismo biológico que limita el tamaño de un órgano. Las células cancerosas de baja densidad no involucran la vía Hippo, lo que significa que estas células son libres de crecer sin control dentro del órgano. El detonante de la activación de Hippo es una sola molécula llamada YAP.

"Se podría hacer que las mismas células cancerosas se convirtieran en invasoras o no,dependiendo de si esa vía es activa, y eso es fascinante", afirmó. "Las células invasivas y no invasivas son genéticamente iguales. Lo que es diferente es si la vía Hippo está o no activa", señaló.

Debido a que muchos cánceres producen metástasis tempranas en su desarrollo, una medicina basada en la vía de Hippo podría ser utilizada para limitar su propagación dentro de los órganos.

ATRÁS QUEDARON LOS TIEMPOS DEL GARROTE Y LA ZANAHORIA

Pedro Martínez Pírez

La tercera ronda de conversaciones entre Cuba y Estados Unidos, que se realizará este lunes en La Habana, estará inevitablemente marcada por el enrarecido ambiente creado en América por la escalada de Washington contra el gobierno constitucional de Venezuela.

La decisión de Estados Unidos de considerar a Venezuela como una amenaza a su seguridad nacional, provocó una rápida y enérgica respuesta de Cuba y otros países de América Latina y el Caribe, que incluyó una reunión de Cancilleres de la Unión de Naciones suramericanas y los preparativos de una Cumbre de las naciones del ALBA, la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América.

A la carta de Fidel Castro felicitando al presidente venezolano, Nicolás Maduro, por su digna postura, siguió una declaración oficial del Gobierno Revolucionario de Cuba de respaldo a Venezuela, un mensaje del presidente del Parlamento cubano a su homólogo venezolano y la visita oficial del canciller Bruno Rodríguez, quien patentizó en Caracas la absoluta, completa e infinita solidaridad de Cuba con Venezuela.

“Espero que el gobierno de Estados Unidos comprenda que no se puede manejar a Cuba con una zanahoria, ni a Venezuela con un garrote”, dijo el canciller Bruno Rodríguez, quien a renglón seguido recalcó que “se acabaron los tiempos del garrote y la zanahoria, se acabaron los tiempos de tratar a la América Latina y el Caribe como el traspatio de Estados Unidos”.

El sábado la Unión de Periodistas de Cuba y los Cinco Héroes antiterroristas cubanos condenaron en La Habana la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Venezuela, y anoche en la histórica escalinata de la Universidad de La Habana jóvenes artistas ofrecieron un gran concierto con la participación de miles de estudiantes cubanos para respaldar al pueblo venezolano y al gobierno legítimo de Nicolás Maduro frente a la prepotencia imperial de Washington.

En ese enturbiado contexto, nada favorable, tendrá lugar este lunes en La Habana la tercera ronda de conversaciones entre Cuba y Estados Unidos en el proceso hacia el restablecimiento de relaciones diplomáticas, abierto el 17 de diciembre y continuado el 22 de enero y 27 de febrero, en las capitales de los dos países.



La Habana, 16 de marzo de 2015

¿Hasta qué punto resulta aterrador el mercado de bonos?

Robert J. Shiller, a 2013 Nobel laureate in economics, is Professor of Economics at Yale University and the co-creator of the Case-Shiller Index of US house prices.

NEW HAVEN – Los precios de los bonos estatales a largo plazo han estado muy altos en los últimos años (es decir, que sus réditos han sido muy bajos). En los Estados Unidos, el rendimiento de los bonos del tesoro a treinta años había alcanzado un nivel bajo sin precedentes (desde que comenzó la serie de la Reserva Federal en 1972) de 2,25 por ciento el 30 del pasado mes de enero. El rendimiento del bono estatal del Reino Unido a treinta años bajó hasta el 2,04 por ciento el mismo día. El bono estatal japonés a veinte años rendía tan sólo 0,87 por ciento el 20 de enero.

Después, todos esos rendimientos han aumentado ligeramente, pero siguen siendo excepcionalmente bajos. Parece desconcertante –e insostenible– que las personas dejen inmovilizado su dinero durante veinte o treinta años para ganar poco o nada más que la tasa de inflación anual del dos por ciento fijada por esos bancos centrales. De modo, que, como el mercado parece a punto de experimentar una corrección espectacular, muchos se preguntan si un desplome podría hacer bajar los mercados de los activos a largo plazo, como, por ejemplo, la vivienda y las acciones.

Se trata de una pregunta que me formulan repetidas veces en seminarios y conferencías. Al fin y al cabo, los participantes en los mercados de la vivienda y las acciones fijan los precios teniendo en cuenta los precios del mercado de bonos, por lo que el contagio de un mercado a largo plazo a otro parece una posibilidad real.

Llevo mucho tiempo ocupándome del mercado de bonos. En realidad, el mercado de bonos a largo plazo fue el tema de mi tesis doctoral en 1972 y de mi primera publicación académica en el año siguiente, coescrita con mi asesor académico, Franco Modigliani. Nuestra labor con datos correspondientes al período 1952-1971 mostraba que el mercado de bonos a largo plazo de entonces era bastante fácil de describir. Se podían explicar perfectamente los tipos de interés a largo plazo en cualquier fecha determinada como una media ponderada de los dieciocho últimos trimestres de inflación y de los dieciocho últimos trimestres de tipos de interés reales a corto plazo. Cuando subían la inflación o los tipos de interés reales a corto plazo, los tipos a largo plazo subían también. Cuando cualquiera de los dos bajaba, también lo hacían los tipos de interés a largo plazo.

Ahora disponemos de más de cuarenta años de datos suplementarios, por lo que miré a ver si nuestra teoría predecía bien. Resulta que, si se aplicaban nuestros cálculos aproximados de entonces a datos posteriores, predecían extraordinariamente bien los tipos a largo plazo para los veinte años después de que la publicáramos; pero después, a mediados del decenio de 1990, nuestra teoría comenzó a exagerar las predicciones. Según nuestro modelo, los tipos a largo plazo de los Estados Unidos deberían ser aún menores a los de ahora, porque tanto la inflación como los tipos de interés reales a corto plazo son prácticamente equivalentes a cero o negativos. Aun teniendo en cuenta las repercusiones de la relajación cuantitativa desde 2008, los tipos a largo plazo son mayores de lo esperado.

Pero la explicación que expusimos hace tanto tiempo sigue cuadrando lo bastante bien para fundamentar la creencia en que no habrá un desplome en el mercado de bonos, a no ser que los bancos centrales endurezcan la política monetaria muy intensamente (aumentando los tipos de interés a corto plazo) o haya una subida brusca de la inflación.

Los desplomes del mercado de bonos han sido en realidad relativamente escasos y suaves. En los Estados Unidos, la bajada mayor en un solo año en el índice de Moody sobre rendimiento mensual total de los bonos empresariales durante treinta años (que se remonta a 1857) reflejada en el Global Financial Data fue del 12,5 por ciento en los doce meses que concluyeron en febrero de 1980. Compáreselo con el mercado de valores: según el índice de rendimiento mensual total de S&P 500 ofrecido por el Global Financial Data, una pérdida anual del 67,8 por ciento se dio en el año que concluyó en mayo de 1932, durante la Gran Depresión, y las perdidas en un año han superado el 12,5 por ciento en veintitrés episodios diferentes desde 1900.

También vale la pena observar qué tipo de epìsodio es necesario para producir un desplome del 12,5 por ciento en el mercado de bonos a largo plazo. La bajada en un año de febrero de 1980 se produjo inmediatamente después de que Paul Volcker se pusiera al frente de la Reserva Federal en 1979. Una encuesta de opinión de Gallup había mostrado que el 62 por ciento de los americanos consideraban la inflación “el problema más importante que afrontaba la nación”. Volcker adoptó medidas radicales para abordarlo, aumentando tanto los tipos de interés a corto plazo, que creó una profunda recesión. También se granjeó enemigos (e incluso afrontó amenazas de muerte). Había quienes se preguntaban si saldría impune políticamente o si se le iniciaría un proceso de destitución.

Por lo que se refiere al mercado de valores y al mercado de la vivienda, algún día podría muy bien haber una importante corrección bajista, pero probablemente tendrá poco que ver con un desplome del mercado de bonos. Así fue en las mayores correcciones del mercado de valores de los EE.UU. habidas en el siglo pasado (después de 1907, 1929, 1973, 2000 y 2007) y las mayores correcciones del mercado de valores de los EE.UU. de todos los tiempos (después de 1979, 1989 y 2006).

Es verdad que los rendimientos a largo plazo extraordinariamente bajos superan la extensión de la experiencia histórica, pero lo mismo ocurriría con una situación hipotética en la que un desplome del mercado de bonos repentino hiciera bajar los precios de los valores y las viviendas. Cuando un episodio no se ha producido nunca, no se puede predecir con seguridad alguna.

Traducido del inglés por Carlos Manzano.


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Las relaciones económicas entre Cuba y EEUU en un nuevo escenario (I)

Por Jose Luis Rodriguez

El nuevo escenario surgido a partir del 17 de diciembre del 2014, que apunta hacia una gradual normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, ha generado un amplio debate en los medios acerca de las posibles condiciones en que se desarrollarán los vínculos económicos entre los dos países. En tal sentido, aún es temprano para llegar a consideraciones de mayor calado en el tema, aunque pueden anticiparse algunas que contribuyan a enmarcar mejor el análisis.

Ante todo es necesario señalar que desde el año 2001 han existido relaciones económicas entre los dos países o, más precisamente, vínculos en una sola dirección. Estos se enmarcan en la decisión de la administración del presidente William Clinton al aprobar en 2000 la Ley de Reforma a las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones, para permitir excepcionalmente la venta de alimentos y medicinas a Cuba. Adoptada a raíz de los daños causados en la Isla por huracanes que la azotaron, contenía una serie de importantes restricciones.

La más importante es que no modificaba otras disposiciones vigentes para implementar el bloqueo a Cuba. Así, por ejemplo, la compra de productos por parte de Cuba requería una autorización específica del Tesoro norteamericano; las operaciones tenían que pagarse por adelantado y en efectivo, pero no podían realizarse en dólares de Estados Unidos, y la transportación de los productos tenía que efectuarse en barcos contratados por los vendedores en EEUU. A esta ley se le adicionó como enmienda la prohibición expresa de viajes turísticos a Cuba, como parte de las negociaciones con los elementos más derechistas del Congreso para lograr su aprobación.

A pesar de estas dificultades, a Cuba le resultaban beneficiosas un conjunto de compras de productos como el arroz de alta calidad, pues -aun a precios similares o superiores al de otros mercados- el costo total resultaba inferior por la cercanía geográfica entre los dos países en comparación con otros mercados mucho más distantes, lo que abarataba en gran medida el pago por fletes.

Las compras cubanas a productores agropecuarios de EEUU totalizaron -según datos del Anuario Estadístico de Cuba- 5 802 millones de pesos entre los años 2002 y 2013, lo que, sin embargo, solo representó el 4,7% del total de las importaciones del país, mostrando una tendencia decreciente a partir del máximo de unos 598 millones alcanzado en 2008.

Trascender este escenario limitado de importación de alimentos requiere eliminar el bloqueo económico contra Cuba, y aunque el presidente Obama se pronunció por su desmantelamiento y conserva importantes facultades para hacerlo, la decisión de fondo se encuentra en manos del Congreso, donde domina hoy la visión conservadora -y en muchos casos anticubana- del Partido Republicano. En este nuevo escenario no se detienen los actos punitivos, ya que acaba de anunciarse una multa de 1 710 millones de dólares al banco alemán Commerzbank por efectuar operaciones asociadas a Cuba y otros países bajo sanciones de Washington.

El levantamiento del bloqueo, sin dudas, ofrece una oportunidad de negocios con la Isla que no escapa a la consideración de importantes empresas norteamericanas que ya se han pronunciado al respecto. De otra parte, para Cuba los vínculos económicos con EEUU presentan un potencial de negocios y un desafío de significativa importancia en una serie de esferas que tributan a la estrategia de desarrollo del país.

No obstante, el carácter y las condiciones en que deben desarrollarse estos vínculos requiere examinarlos a la luz de la seguridad económica del país. 

En tal sentido, uno de los principios por los que se trabaja en las relaciones comerciales y financieras internacionales de cara al futuro se refiere a la diversificación de esas relaciones y a la necesidad de desconcentrar los riesgos asociados a una excesiva dependencia externa.

En síntesis, por muy ventajosas que económicamente sean estas relaciones económicas con EEUU en un futuro no lejano, no deben conducir a la reproducción de las situaciones de dependencia externa que el país ha padecido durante muchos años.

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Banco Mundial considera a Cuba mayor inversor en educación

La Habana, 16 mar (PL) Un informe del Banco Mundial el primer puesto en cuanto a la inversión en el sistema educativo para el período 2009-2013.

El reporte de este fin de semana añade que con cerca del 13 por ciento (12,9 por ciento) del Producto Interno Bruto PIB invertido en este sector, ningún otro país del mundo, incluidos los más desarrollados, iguala a la isla.

Significa que La Habana transformó su política social en modelo para las naciones en vía de desarrollo. Timor Leste y Dinamarca completan el podio mundial, con un 11,3 por ciento y un 8,7 por ciento del PIB, respectivamente, dedicado a la educación.

Señala el documento que Estados Unidos invierte apenas 5,4 por ciento, dos veces menos que Cuba, y Canadá 5,5 por ciento.

En Europa, Francia dedica 5,9 por ciento de su presupuesto nacional a la educación, Alemania 5,1 por ciento, Reino Unido 6,2 por ciento, Italia 4,5 por ciento y España cinco por ciento.

Referente a América Latina, el reporte señala que Bolivia ocupa el segundo puesto detrás de Cuba, con 7,6 por ciento, Brasil asigna el 5,8 por ciento de su PIB a este sector, mientras que México y Argentina le destinan respectivamente 5,2 por ciento y 5,8 por ciento.

No es la primera vez que el Banco Mundial elogia a Cuba en este sector. En otro informe publicado en 2014, el organismo internacional recuerda que la isla dispone del mejor sistema educativo de América Latina y del Caribe.

Para esa oportunidad señaló que la única nación con los parámetros elevados, el fuerte talento académico, las remuneraciones altas o al menos adecuadas es Cuba.

La educación -como la salud, la cultura o el deporte- siempre aparecen como prioridad en Cuba, insistió el informe.

Luego de apuntar que los resultados en ese sentido son excepcionales, recordó el reporte que la isla posee una tasa de alfabetización del 99,8 por ciento.

Por tanto, argumentó, Cuba exhibe la tasa de analfabetismo más baja del subcontinente latinoamericano, según la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura Unesco.

Subrayó que Cuba cuenta con la tasa de escolarización más elevada de América Latina con 99,7 por ciento de los alumnos con educación gratuita.

Otro informe de la Unesco sobre la educación en 13 países de América Latina clasifica a Cuba en el primer puesto en todas las asignaturas y subraya que un alumno cubano dispone como promedio de dos veces más conocimientos y competencias que un alumno latinoamericano.


HHC:  Tabla del Banco Mundial 

http://data.worldbank.org/indicator/SE.XPD.TOTL.GD.ZS/countries?order=wbapi_data_value_2010%20wbapi_data_value%20wbapi_data_value-first&sort=desc&display=default



Cuba y Estados Unidos inician tercer diálogo

Las partes aspiran a establecer embajadas antes de la próxima Cumbre de las Américas.

La Habana, 16 mar.- Los gobiernos de Cuba y Estados Unidos iniciarán hoy aquí la tercera ronda de diálogos para restablecer las relaciones diplomáticas para avanzar en la posible apertura de embajadas antes de abril venidero, cuando se celebre la Cumbre de las Américas.

Al frente de la delegación norteamericana, como en las dos reuniones anteriores, se encuentra Roberta Jacobson, secretaria de Estado Asistente para Asuntos del Hemisferio Occidental. Josefina Vidal, directora de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores lidera nuevamente la representación cubana.

“Intercambiarán sobre temas relacionados con el proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas”, indicó una nota oficial de la cancillería cubana, enviada a la prensa extranjera en Cuba el viernes pasado.

Mientras el departamento de Estado norteamericano lanzó ese mismo día un comunicado donde especificó que Jacobson y Vidal continuarán las discusiones sobre “la reapertura de embajadas”.

De acuerdo con la entidad, en esta ocasión las conversaciones podrán extenderse por varios días, sin una fecha límite.

La delegación norteña “hablará el tiempo que sea necesario” con el equipo cubano, si bien no se espera una ronda dilatada y Jacobson probablemente esté de vuelta en Washington “a mediados de semana”, indicó a medios internacionales una alta funcionaria del departamento de Estado.

Tampoco se prevé que Jacobson ofrezca declaraciones a la prensa mientras esté en La Habana, porque este viaje “no tiene una naturaleza histórica” como sí lo tuvo su anterior visita en enero, durante la primera ronda negociadora, precisó la fuente.

El primer encuentro tuvo lugar en La Habana el 22 de enero, mientras el anterior ocurrió en la capital estadounidense el 27 de febrero.

En esta ocasión ambas partes se mostraron complacidas por los progresos alcanzados y se comprometieron a mantener una “comunicación permanente”, a fin de acercar posturas y tratar de conciliar los puntos de fricción que aún subsisten.

También acordaron ampliar los temas de discusión bilateral.

Estados Unidos insiste en “la libertad de movimiento de los diplomáticos una vez que estén abiertas las embajadas”, para que sus representantes “operen en función de una apertura lo más grande posible, para un mayor contacto con el pueblo cubano y poder hablar con la mayor cantidad de actores de la sociedad civil”.

La parte cubana califica de primordial ser excluida de la lista de países patrocinadores del terrorismo y que se resuelva la provisión de servicios financieros a su Sección de Intereses en Washington.

Aunque no sea una condición para restaurar las relaciones diplomáticas, para Cuba “es un tema prioritario” e insoslayable con el objetivo de que “cuando se restablezcan las relaciones diplomáticas se esté dando paso a una nueva etapa sobre bases distintas que de verdad representen un cambio cualitativo”.

Muestra de los avances en el diálogo a inicios de este mes tuvieron lugar encuentros bilaterales a nivel de expertos sobre aviación civil y trata de personas.

En los próximos días deben concretarse conversaciones sobre telecomunicaciones, prevención de fraude migratorio, cambios en las regulaciones que modifican la implementación del bloqueo y sobre derechos humanos.

Washington se muestra optimista de que “se pueda lograr la apertura de las embajadas antes de la Cumbre de las Américas”, pactada para los días 10 y 11 de abril en Ciudad de Panamá, adonde han confirmado su asistencia los presidentes Raúl Castro y Barack Obama.

Ambos mandatarios anunciaron el 17 de diciembre de 2014 la voluntad común de iniciar pláticas encaminadas a la normalización de los vínculos bilaterales, rotos en enero de 1961. (2015)
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