Descargue “Testing Theories of American Politics: Elites, Interest Groups, and Average Citizens”, por Martin Gilens y Benjamin I. Page PDF (395 Kb)
Un estudio publicado por la Universidad de Princeton califica a EEUU como un país no democrático, pues sus gobernantes se subordinan a los intereses de una élite.
“EEUU ya no puede considerarse una democracia, ya que las decisiones políticas no se toman de acuerdo con la voluntad de la mayoría de sus ciudadanos, sino únicamente para promover los intereses de la élite económica y los grupos organizados”, destaca la investigación elaborado por la Universidad de Princeton.
El estudio pone de relieve que las élites económicas y los grupos organizados que buscan sólo sus intereses, tienen una influencia substancial sobre la política de la Casa Blanca mientras los ciudadanos comunes tienen poco o ninguna influencia sobre la política del país.
Los investigadores enfatizan que en caso de conflictos o confrontación política con Rusia, el Gobierno estadounidense no representaría los intereses de los norteamericanos, sino favorecería los intereses de los poderes económicos y políticos.
Al calificar de “peligrosa” la presencia de las élites económicas en la esfera política de EE.UU., el estudio recalca que la influencia significativa de estos grupos en las políticas del Gobierno, afectará claramente las relaciones internacionales de Washington con los otros países, en particular con Rusia.
Martin Gilens, de la Universidad de Princeton, y Benjamin I. Page, de la Universidad Northwestern, alegan que las élites económicas son las que con más frecuencia ven reflejada su voluntad en las políticas de la nación que tantas veces ha sido vista como referente mundial de la democracia.
Si una oligarquía significa que unos pocos individuos muy ricos tienen la última palabra, entonces yo diría que EE.UU. no lo es… Pero dada la falta de influencia de los ciudadanos promedio sobre las políticas de gobierno, los individuos más ricos y las organizaciones, significan que EE.UU no es una democracia que funciona bien, dijo Gilens a la BBC de Londres.
“La fuerte tendencia hacia la desregulación del gobierno de EE.UU. desde 1970, adoptada en grados variables por los dos partidos políticos, es mucho más consistente con las preferencias e intereses de las élites y grupos económicos que con los ciudadanos comunes y corrientes”, añadió Gilens.
“Un ejemplo son las respuestas de los gobiernos de los presidentes George W. Bush y Barack Obama frente a la Gran Recesión: las instituciones financieras pudieron en gran medida evadir responsabilidades, la regulación financiera fue débil mientras que la clase media y los pobres no han podido recuperar el terreno perdido a pesar de que las corporaciones lo han recuperado notoriamente”, añade el investigador.
“Si una oligarquía significa que unos pocos individuos muy ricos tienen la última palabra, entonces yo diría que EE.UU. no lo es… Pero debido a la falta de influencia de los ciudadanos promedio sobre las políticas de gobierno, los individuos más ricos y las organizaciones, EE.UU. es una democracia que no funciona bien”, agrega.
Poca influencia independiente
De acuerdo con el estudio, una política propuesta con poco apoyo entre la élite estadounidense es adoptada sólo cerca del 18% de las veces, pero una con alto apoyo de las élites son adoptadas un 45% de las veces.
“El análisis de múltiples variables indica que las élites económicas y los grupos organizados que representan intereses comerciales tienen impactos sustanciales independientes en la política de gobierno de EE.UU., mientras que los ciudadanos comunes y grupos de interés de masas tienen poca o ninguna influencia independiente”, explica el informe.
Los autores del estudio
Martin Gilens es profesor de política de la Universidad de Princeton. Es investigador de opinión pública, medios de comunicación y su relación con la desigualdad y las políticas públicas. Es autor de varios libros como “La riqueza y la influencia: la desigualdad económica y el poder político en EE.UU.”, y “Por qué los estadounidenses odian el Bienestar: Raza, Medios de Comunicación y la Política frente a la Pobreza”.
Benjamin I. Page es profesor de toma de decisiones de la Universidad Northwestern. Es investigador de opinión pública, formulación de políticas, medios de comunicación y política exterior de EE.UU.. Es autor de 11 libros, entre ellos “¿Clases de guerra? Lo que los estadounidenses realmente piensan de la desigualdad económica” y “El público racional: Cincuenta años de Tendencias de la Política de Preferencias de los estadounidenses”.
Los dos profesores llegaron a esta conclusión después de analizar las respuestas de 1.779 preguntas formuladas en encuestas realizadas entre 1981 y 2002 sobre la generación de políticas públicas.
Las respuestas fueron segmentadas por niveles de ingresos y por la frecuencia con las que determinados grupos de ingresos y de intereses organizados vieron convertirse en ley sus propuestas.
El estudio de los académicos asegura que “cuando una mayoría de los ciudadanos no está de acuerdo con las élites y/o los grupos de intereses organizados, generalmente pierde. Esto debido al fuerte sesgo del status quo integrado al sistema político de EE.UU., aun cuando una extensa mayoría de los estadounidenses esté a favor del cambio político”.
Gilens y Page concluyen que, aunque los estadounidenses disfrutan de muchas características centrales de la democracia, como elecciones regulares y libertad de expresión y asociación, en realidad la formulación de políticas está dominada por organizaciones empresariales de alto alcance y por un pequeño número de estadounidenses ricos.
Contexto geopolítico
Dicha investigación se publica después de que el periódico alemán Deutsche Wirtschaft Nachrichten anunciara a principios de abril que Washington está perdiendo su estatus de potencia mundial porque últimamente no ha sido capaz de cumplir sus intereses geopolíticos en varias regiones y ha tenido que retirarse.
El diario germano sostuvo que el principal pivote del descenso en el liderazgo de EE.UU. comenzó en Siria, cuando Washington no escatimó esfuerzos para derrocar el presidente legitimo de Damasco, Bashar al-Asad, pero la frustración por la retirada forzosa de Siria, ‘instó’ a Washington a buscar un presunto culpable y lo encontró en Rusia.
EE.UU. y sus aliados europeos han impuesto varias rondas de sanciones unilaterales contra el Kremlin, bajo el pretexto de que apoya a los combatientes independentistas en el este de Ucrania (en las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk).
(Con información de BBC Mundo y agencias)