Esta semana el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, viaja a Jackson Hole, Wyoming, para asistir a la conferencia anual organizada por la Fed de Kansas. El funcionario discutirá el estado de la economía, e indicará qué planea hacer la Fed —si planea hacer algo— sobre el tema.
Como sabe, su audiencia no sólo consistirá de las personas que asistirán a la cumbre. De hecho, ejecutivos bancarios, economistas y los mercados financieros de todo el mundo analizarán cada una de sus palabras en busca de señales de que la Fed adoptará una posición monetaria aún más expansionista.
Podrían o no recibir una señal de ese tipo, pero una cosa de lo que sí se puede estar seguros es que no obtendrán una admisión de que el actual grado de expansionismo de la Fed posiblemente es más perjudicial que beneficioso.
Puede que esto sea una sorpresa para algunos, pero el dinero fácil no es la solución a todos los males. Dicho esto, la gran pregunta es: ¿Hablará el titular de la Fed sobre los peligros del dinero fácil al igual que de sus atributos?
¿Le es difícil imaginar que una cantidad excesiva de una cosa buena no sea algo positivo? Bien, debe hacerlo cuando se trata de dinero fácil; y aquí están algunos ejemplos.
La primera consecuencia que se viene a la mente es el potencial de que el dinero fácil provoque inflación. Como acostumbraba decir el economista Milton Friedman, "la inflación es en primer lugar un fenómeno monetario".
La liquidez que la Fed ya ha inyectado a la economía ha frenado la vacilante recuperación al permitir que aumenten los precios de productos clave como los alimentos y la energía, lo que a su vez drenó el poder de compra de los consumidores, e incluso su confianza.
Al mismo tiempo, las bajas tasas de interés han perjudicado a los ahorristas, especialmente a los ancianos y jubilados, cuyas tenencias están en valores de renta fija.
Por ejemplo: los rendimientos de instrumentos de ahorro como los certificados de depósito han caído desde el 3,78% para un CD en el 2006 a un magro 0,42% actual, según Bankrate.com. Y para aquellos que pusieron su efectivo en fondos de mercado de dinero, sus retornos son de casi cero, o del 0,01% para ser exactos.
No es necesario decir que las empresas que están sentadas sobre enormes montañas de efectivo también están ganando muy poco. Lo mismo es válido para los fondos de pensiones y las empresas de seguros.
En el caso de los fondos de pensiones, muchos de ellos suponen que ganarán un promedio del 8% anual. No obstante, los precios más bajos de las acciones, combinados con las extremadamente bajas tasas de interés actuales están dejando a muchos de sus planes con un financiamiento insuficiente.
Las compañías de seguros también dependen de los beneficios por inversiones cuando fijan las primas. Estas se encuentran rediseñando y modificando los precios de algunos de sus productos para recuperar parte de las utilidades perdidas.
Los bancos no funcionan bien en un ambiente de tasas de interés bajas, ya que su manera habitual de hacer dinero -endeudarse a corto plazo con tasas de interés bajas y prestar a tasas más altas de largo plazo- está limitada por el aplanamiento de la curva de rendimientos.
En otras palabras, los diferenciales entre las tasas de largo plazo y las de corto plazo son mucho menores a lo acostumbrado debido a que la política monetaria es demasiado expansiva, lo que hace que no sea rentable para los bancos asumir el riesgo que acompaña a la emisión de préstamos.
Hablando de endeudamiento, muchos potenciales compradores de casas no se sienten forzados a presentar una oferta por una propiedad si piensan que pueden obtener un precio más bajo solo esperando. Eso se debe a que no les preocupa la posibilidad de perderse las bajas tasas de interés debido a la declaración de la Fed de que planea mantener las tasas bajas por al menos dos años más.
Este compromiso preocupa a la gente de negocios, si lo toman como una señal de que la Fed está muy preocupada por la economía. Y si los expertos en dinero están preocupados, ¿cómo puede el ejecutivo común no estar también preocupado?.
Puede que el dinero fácil haya ayudado a la economía en el pasado, pero no parece ser de mucha ayuda en este momento. Por lo tanto, ¿cómo deberíamos calificar a la actual política monetaria?
Le daríamos una "B" en el mejor de los casos. No es una gran nota, pero es mucho mejor que la nota que le daría a la política fiscal de hoy: reprueba el año con una "D".
Irwin Kellner es economista jefe de MarketWatch y Alumno Distinguido de Economía de Dowling College en Oakdale, N.Y.
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