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Por Germán Veloz Placencia
I
Inversiones realizadas por la Unión Cuba Petróleo (CUPET) en las instalaciones que aseguran el suministro de combustible a la termoeléctrica Lidio Ramón Pérez elevan la operatividad en la descarga de los buques y protegen al medioambiente.
Una de las obras de mayor relevancia, concluida a mediados de abril de este año, con un costo superior a 12 millones de pesos, es la tubería submarina de 3 200 metros de longitud y 30 pulgadas de diámetro que deja fuera de explotación conductos que permanecieron por más de una década expuestos a la agresividad del medio.
La nueva vena metálica posee el espesor apropiado para la tarea que cumple, está revestida en el exterior con una capa de polietileno de alta densidad y su interior es protegido por resinas especiales, explicó Guillermo Ramírez Martín, director de la Unidad Empresarial de Base a cargo del sistema.
Dotada igualmente con medios de protección catódica capaces de protegerla de la corrosión, su vida útil puede tener un periodo superior a 20 años, corroboró el funcionario.
Las complejidades de la obra se manifestaron varias veces. "Los tubos tienen cerca de 12 metros de largo, de ahí la decisión de preensamblarlos por tramos. Para guiarlos se utilizaron remolcadores".
El protagonismo se lo llevaron los miembros de la División Empresa de Mantenimiento del Petróleo, especializados en obras de este tipo. Llegaron desde Matanzas, donde tienen la sede, y en cooperación con fuerzas de Obras Marítimas, Nave Caribe y Geocuba enfrentaron las inclemencias del tiempo que dificultan las operaciones en el mar.
El ensamble de la tubería estuvo antecedido de la reconversión del Campo de Boyas, atracadero para buques de 174 hasta 260 metros de eslora. Entre enero y mayo del 2012 fue invertido cerca de un millón de pesos con el propósito de reubicar las boyas, en busca de mayor seguridad para el dispositivo de descarga y las embarcaciones.
"Ambas instalaciones contribuyen considerablemente a disminuir los costos de las operaciones, que transcurren de día y noche. Anteriormente la descarga de un buque con capacidad de 50 mil toneladas demoraba entre siete y diez días, pero hoy no llega a 36 horas".
De igual modo, contribuyen a la protección de las aguas de la bahía de Nipe. La vieja tubería era un potencial elemento de contaminación porque tuvo algunos salideros, los cuales fueron resueltos con la mayor brevedad posible, precisó Guillermo Ramírez.
"Los derrames de mayor impacto nunca rebasaron los cien litros, pero representaban un gran problema para nosotros, que estamos responsabilizados con la eficiencia de las instalaciones y la conservación de los ecosistemas costeros".
Inversiones realizadas por la Unión Cuba Petróleo (CUPET) en las instalaciones que aseguran el suministro de combustible a la termoeléctrica Lidio Ramón Pérez elevan la operatividad en la descarga de los buques y protegen al medioambiente.
Una de las obras de mayor relevancia, concluida a mediados de abril de este año, con un costo superior a 12 millones de pesos, es la tubería submarina de 3 200 metros de longitud y 30 pulgadas de diámetro que deja fuera de explotación conductos que permanecieron por más de una década expuestos a la agresividad del medio.
La nueva vena metálica posee el espesor apropiado para la tarea que cumple, está revestida en el exterior con una capa de polietileno de alta densidad y su interior es protegido por resinas especiales, explicó Guillermo Ramírez Martín, director de la Unidad Empresarial de Base a cargo del sistema.
Dotada igualmente con medios de protección catódica capaces de protegerla de la corrosión, su vida útil puede tener un periodo superior a 20 años, corroboró el funcionario.
Las complejidades de la obra se manifestaron varias veces. "Los tubos tienen cerca de 12 metros de largo, de ahí la decisión de preensamblarlos por tramos. Para guiarlos se utilizaron remolcadores".
El protagonismo se lo llevaron los miembros de la División Empresa de Mantenimiento del Petróleo, especializados en obras de este tipo. Llegaron desde Matanzas, donde tienen la sede, y en cooperación con fuerzas de Obras Marítimas, Nave Caribe y Geocuba enfrentaron las inclemencias del tiempo que dificultan las operaciones en el mar.
El ensamble de la tubería estuvo antecedido de la reconversión del Campo de Boyas, atracadero para buques de 174 hasta 260 metros de eslora. Entre enero y mayo del 2012 fue invertido cerca de un millón de pesos con el propósito de reubicar las boyas, en busca de mayor seguridad para el dispositivo de descarga y las embarcaciones.
"Ambas instalaciones contribuyen considerablemente a disminuir los costos de las operaciones, que transcurren de día y noche. Anteriormente la descarga de un buque con capacidad de 50 mil toneladas demoraba entre siete y diez días, pero hoy no llega a 36 horas".
De igual modo, contribuyen a la protección de las aguas de la bahía de Nipe. La vieja tubería era un potencial elemento de contaminación porque tuvo algunos salideros, los cuales fueron resueltos con la mayor brevedad posible, precisó Guillermo Ramírez.
"Los derrames de mayor impacto nunca rebasaron los cien litros, pero representaban un gran problema para nosotros, que estamos responsabilizados con la eficiencia de las instalaciones y la conservación de los ecosistemas costeros".
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