Las lluvias que han llegado con el invierno cubano han castigado actividades estratégicas, como la zafra azucarera y la siembra de tabaco.
IPS Luego de unas Navidades y un fin de año más caluroso de lo habitual, incluso para el trópico caribeño, el invierno apareció finalmente en Cuba en enero. Pero los frentes fríos han llegado acompañados de lluvias –inusuales en esta etapa del año- que trajeron, a la par, alivio y malestar en los escenarios agropecuarios. Mientras los ganaderos y productores de viandas o granos agradecen las precipitaciones, otros sectores claves para la economía, como la agroindustria azucarera y la producción tabacalera, maldicen la inoportuna humedad.
La temporada de seca en el archipiélago cubano, que se extiende de noviembre a abril, sobrevino esta vez después de un año 2013 con precipitaciones irregulares y escasez que llegó a ser preocupante en algunas regiones. De forma general, los embalses terminaron con un buen llenado. Especialistas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, informaron que hasta septiembre las lluvias permitieron acumular 6.443 millones de metros cúbicos de agua represada, un 70,6 por ciento de la capacidad total de llenado.
Pero no todos los territorios atesoraron el líquido de igual manera: provincias como Artemisa, Pinar del Río, Ciego de Ávila y las fuentes de agua de La Habana recibieron el beneficio de precipitaciones en los tres últimos meses del año, mientras Matanzas, Camagüey, Las Tunas, Santiago de Cuba y Guantánamo terminaron el año en situación más apretada.
De acuerdo con un reciente boletín de vigilancia climática del Centro del Clima del Instituto de Meteorología, el 28 por ciento del área geográfica de Cuba registró déficit en los acumulados de lluvias en 2013. Dicha institución catalogó de extrema a severa la carencia en un 7 por ciento del territorio, igual cantidad como moderada y un 13 por ciento más débil.
A pesar de estar en la temporada de lluvias, los meses de febrero, junio y agosto cerraron con los más altos porcentajes de áreas dañadas por la sequía, según el reporte del Centro del Clima especialistas.
La actual temporada de seca, en cambio, ha regalado precipitaciones bienvenidas por producciones agrícolas y pecuarias sobre todo en el oriente cubano. En Camagüey, la provincia con mayor rebaño vacuno, se encuentra seco el 7 por ciento de los más de nueve mil pozos destinados al abasto de la ganadería. Ante tal situación, los productores pecuarios han acudido a carros cisternas para suministrarles agua a más de 72 mil cabezas de ganado.
Igual suerte corrió el central Antonio Guiteras, de la vecina provincia de Las Tunas. Apenas unas horas después de incorporarse el 17 de enero a la actual zafra, el mayor productor de azúcar de Cuba se vio obligado a detener las máquinas por el exceso de humedad de la materia prima. Los otros dos centrales de la provincia, el Amancio Rodríguez y el Majibacoa, han reportado también tiempo perdido en esta zafra por similar causa.
En el otro extremo de la isla, las lluvias frustraron igualmente la campaña de siembra de un sector estratégico para las exportaciones cubanas, el tabaco. Pinar del Río, que aporta el 70 por ciento de la producción nacional de la hoja, ha sufrido estragos por el exceso de agua desde diciembre. De acuerdo con datos del grupo provincial del tabaco, entre noviembre y mediados de enero perdieron 813 hectáreas sembradas en esta temporada y otras 1.085 padecieron afectaciones parciales.
De un plan de 15.389 hectáreas, los tabacaleros pinareños tuvieron que arrancar las plantaciones en cientos de vegas dañadas por precipitaciones fuera de fecha habitual, para volverlas a sembrar. En un intento por reducir las pérdidas, han alargado en mes y medio el cronograma de siembra, que debía haber concluido en la primera decena de enero.
Tales sucesos, sin embargo, no hablan aún de relajamiento de la seca. A juzgar por los reportes del Centro del Clima, el año 2013 se sumó a la sequía que viene experimentado Cuba desde noviembre de 2008, que resultó particularmente severa en 2009, año que clasificó como el cuarto con menos lluvias en 109 años.
Aunque todavía no alcanza los niveles agudos de 2003 y 2004 –la sequía más grave de los últimos cien años redujo entonces la capacidad embalsada hasta casi un 27 por ciento y obligó a distribuir agua con camiones cisternas a más de un millón y medio de personas-, los actuales déficits de precipitaciones han forzado al gobierno a financiar la construcción de acueductos, canales y trasvases para aprovechar mejor el agua disponible. Constituyen inversiones vitales para evitar el fracaso de un programa económico adoptado por el gobierno como estrategia de seguridad nacional desde hace más de un lustro: la producción de alimentos.
IPS Luego de unas Navidades y un fin de año más caluroso de lo habitual, incluso para el trópico caribeño, el invierno apareció finalmente en Cuba en enero. Pero los frentes fríos han llegado acompañados de lluvias –inusuales en esta etapa del año- que trajeron, a la par, alivio y malestar en los escenarios agropecuarios. Mientras los ganaderos y productores de viandas o granos agradecen las precipitaciones, otros sectores claves para la economía, como la agroindustria azucarera y la producción tabacalera, maldicen la inoportuna humedad.
La temporada de seca en el archipiélago cubano, que se extiende de noviembre a abril, sobrevino esta vez después de un año 2013 con precipitaciones irregulares y escasez que llegó a ser preocupante en algunas regiones. De forma general, los embalses terminaron con un buen llenado. Especialistas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, informaron que hasta septiembre las lluvias permitieron acumular 6.443 millones de metros cúbicos de agua represada, un 70,6 por ciento de la capacidad total de llenado.
Pero no todos los territorios atesoraron el líquido de igual manera: provincias como Artemisa, Pinar del Río, Ciego de Ávila y las fuentes de agua de La Habana recibieron el beneficio de precipitaciones en los tres últimos meses del año, mientras Matanzas, Camagüey, Las Tunas, Santiago de Cuba y Guantánamo terminaron el año en situación más apretada.
De acuerdo con un reciente boletín de vigilancia climática del Centro del Clima del Instituto de Meteorología, el 28 por ciento del área geográfica de Cuba registró déficit en los acumulados de lluvias en 2013. Dicha institución catalogó de extrema a severa la carencia en un 7 por ciento del territorio, igual cantidad como moderada y un 13 por ciento más débil.
A pesar de estar en la temporada de lluvias, los meses de febrero, junio y agosto cerraron con los más altos porcentajes de áreas dañadas por la sequía, según el reporte del Centro del Clima especialistas.
La actual temporada de seca, en cambio, ha regalado precipitaciones bienvenidas por producciones agrícolas y pecuarias sobre todo en el oriente cubano. En Camagüey, la provincia con mayor rebaño vacuno, se encuentra seco el 7 por ciento de los más de nueve mil pozos destinados al abasto de la ganadería. Ante tal situación, los productores pecuarios han acudido a carros cisternas para suministrarles agua a más de 72 mil cabezas de ganado.
La ganadería constituye uno de los sectores que observan con alivio las actuales lluvias.Contradictoriamente, las mismas lluvias bendecidas por los ganaderos pasmaron desde diciembre la zafra azucarera en esa provincia. Los cuatro centrales ubicados en territorio camagüeyano pudieron reiniciar la molienda esta semana,tras un receso forzado en enero por copiosas lluvias invernales.
Igual suerte corrió el central Antonio Guiteras, de la vecina provincia de Las Tunas. Apenas unas horas después de incorporarse el 17 de enero a la actual zafra, el mayor productor de azúcar de Cuba se vio obligado a detener las máquinas por el exceso de humedad de la materia prima. Los otros dos centrales de la provincia, el Amancio Rodríguez y el Majibacoa, han reportado también tiempo perdido en esta zafra por similar causa.
En el otro extremo de la isla, las lluvias frustraron igualmente la campaña de siembra de un sector estratégico para las exportaciones cubanas, el tabaco. Pinar del Río, que aporta el 70 por ciento de la producción nacional de la hoja, ha sufrido estragos por el exceso de agua desde diciembre. De acuerdo con datos del grupo provincial del tabaco, entre noviembre y mediados de enero perdieron 813 hectáreas sembradas en esta temporada y otras 1.085 padecieron afectaciones parciales.
De un plan de 15.389 hectáreas, los tabacaleros pinareños tuvieron que arrancar las plantaciones en cientos de vegas dañadas por precipitaciones fuera de fecha habitual, para volverlas a sembrar. En un intento por reducir las pérdidas, han alargado en mes y medio el cronograma de siembra, que debía haber concluido en la primera decena de enero.
Tales sucesos, sin embargo, no hablan aún de relajamiento de la seca. A juzgar por los reportes del Centro del Clima, el año 2013 se sumó a la sequía que viene experimentado Cuba desde noviembre de 2008, que resultó particularmente severa en 2009, año que clasificó como el cuarto con menos lluvias en 109 años.
Aunque todavía no alcanza los niveles agudos de 2003 y 2004 –la sequía más grave de los últimos cien años redujo entonces la capacidad embalsada hasta casi un 27 por ciento y obligó a distribuir agua con camiones cisternas a más de un millón y medio de personas-, los actuales déficits de precipitaciones han forzado al gobierno a financiar la construcción de acueductos, canales y trasvases para aprovechar mejor el agua disponible. Constituyen inversiones vitales para evitar el fracaso de un programa económico adoptado por el gobierno como estrategia de seguridad nacional desde hace más de un lustro: la producción de alimentos.
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