"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 10 de febrero de 2014

Economía, ¿la ciencia de la adivinación?

DANIEL MARÍN ARRIBAS

Premios Nobel, economistas prestigiosos, y hasta potentes instituciones financieras yerran una y otra vez en las predicciones económicas mientras su credibilidad y su cuenta corriente siguen intactas. ¿Están realmente capacitados para acertar o tras la nube de humo se esconde una ignorancia real y palpable?

Diariamente millones de economistas cobran cantidades considerables de dinero por intentar predecir el futuro. Tras un parapeto de vistosos trajes, palabras técnicas que desconoce el gran público general, y complejas formulaciones matemáticas, justifican una industria, la de la predicción económica, que sigue recabando gran expectación.

Hoy en día el juicio del economista tiene más peso que el del sacerdote o el mismo político, y su opinión lanzada desde cualquier periódico financiero es capaz de hundir o expandir la bolsa de un país. Su voz se hace sentir en las mismas entrañas de la estructura productiva de una nación, y no es para menos, en un mundo que se mueve por expectativas, siendo en muchas ocasiones más importante no lo que realmente sea, sino lo que parezca que es, pues pareciéndolo puede llegar a serlo.

Antaño el asesor económico era un jurista con gran formación en antropología, leyes, moral, etc. que le permitían lanzar un juicio recto acerca de lo justo; hoy en día el asesor económico se hace pasar por un gurú capaz de saber lo que va a ocurrir para tomar decisiones anticipadas sean éticas o no. Sin embargo, cabe preguntarse a la vista de los resultados, ¿este papel que ha robado desde hace algunos siglos a los astrólogos lo cumple adecuadamente?

De los primeros que se permitieron el lujo de predecir el futuro en cuestiones económico-sociales fue el inglés Robert Malthus que formuló un apocalíptico augurio de muertes masivas por inanición al crecer más rápido la población que la producción de alimento. Nada más lejos de la realidad, el factor tecnológico desmintió su teoría.

Sin irnos tan lejos, a tan sólo unas décadas queda el caso de los dos premios Nobel, Robert C. Merton y Myron Sholes, junto con tantos otros profesores de las universidad de Harvard y Stanford, que arruinaron a uno de los fondos de inversión más famoso de los últimos tiempos, el Long Term Capital Management (LCTM). Lo curioso del dato es que precisamente recibieron el premio por ser expertos en gestión eficiente del riesgo en las inversiones, o en otras palabras, por creerse que podrían conocer más o menos el futuro y calibrar los riesgos. Los hechos demostraron, de nuevo, que el mañana no está escrito en el ámbito de la acción humana caracterizada por la libertad, y un uso de la libertad no previsto les hizo quebrar su prestigio y perder un buen monto de dinero.

Otro premio Nobel, más reciente, Paul Krugman, también se ha caracterizado por sus aparatosos errores sobre el futuro. Por ejemplo, en 2009 ante las cámaras de la CNBC auguró que el paro de los Estados Unidos tocaría el techo del 9% y que después bajaría. En 2012 la cifra de desempleo llegó a las dos cifras.

Un par de predicciones más que no se cumplieron: En 2010 dijo que el crecimiento de la economía alemana descendería en un 0,7% pero lo cierto es que alcanzó el crecimiento del 2%; y en 2012 auguró para ese mismo año un corralito en Italia y España; corralito que no llegó a producirse.

Pero la etiqueta de malos adivinos no sólo se la llevan los premios Nobel; hay más casos, como el del afamado economista Nouriel Roubini que se ha hecho reconocido en el mundo entero por, presumiblemente, predecir la crisis de 2008. Puede que acertara en esa ocasión, pero en 2011 que dijo que en 2013 los mercados internacionales dejarían de prestar a España, no lo hizo. De hecho, ha sido precisamente el pasado año cuando, por fortuna, se ha relajado la prima de riesgo de su deuda pública. Igualmente, Roubini dijo que en 2012 el euro se rompería, misma predicción que dio Paul Krugman, siendo cierto que por el momento incluso se ha fortalecido.

Hay un banco danés, el Saxo Bank, que cada año también suele aventurarse por el lado de la especulación por el futuro, equivocándose igualmente en muchas ocasiones. Por ejemplo, dijo que en 2012 en la Casa Blanca entraría un candidato desconocido que cambiaría el país. Hoy, en 2014, sigue Obama, y al menos que todos suframos de alzhéimer, no será una persona que pase como anónima. La entidad ha augurado para este 2014 que acaba prácticamente de comenzar que la economía germana nos sorprenderá con una recesión. ¿Será verdad o por enésima vez volverán a dejar a la teoría económica moderna en evidencia?

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