Dra. Tania García Lorenzo
Investigadora. ICIC Juan Marinello
“Trabajar es lo verdadero, y decir sin miedo lo que se piensa: he ahí las dos raíces”. José Martí
La dualidad monetaria ha tenido y seguirá teniendo una presencia
constante en el debate político y económico en todos los espacios de la
vida nacional. Es tema de atención desde distintas áreas del
conocimiento y movimientos políticos y sociales porque esa dualidad y la
segmentación del mercado hanimpactado la distribución de los beneficios
sociales. Es tema de obligada referencia porque en última instancia se
trata de la economía política de la estrategia de desarrollo y no de las
políticas económicas específicas para su puesta en práctica. Se trata
del patrón de acumulación que ha regido el desempeño de la economía
nacional y su expresión en el campo monetario financiero y su sistema de
funcionamiento. Ubicar el debate en este plano es indispensable porque
la esfera de la circulación es reflejo de las relaciones de producción,
de sus contradicciones y sus interferencias. Y la igualdad y desigualdad
social es una consecuencia del comportamiento deesa estructura
productiva y de la distribución del excedente entre los actores que en
ella participan. Identificar las causas de los desequilibrios
estructurales en las relaciones de producción es un punto de partida
esencial para poder orientar las acciones a la solución del problema y
no solo a corregir sus consecuencias. La dolarización es un estado de la
economía. La incapacidad productiva se manifiesta en la pérdida de la
capacidad adquisitiva de la moneda y derivado de ello la inhibiciónde
las funciones dinerarias de la moneda nacional y, en su carácter de
equivalente en el intercambio, especialmente la función de medir el
valor de su producción. Por eso la dolarización cristaliza cuando se
factura en esa moneda, se deciden las inversiones en virtud de la
disponibilidad de esa moneda o se mide la efectividad de la economía en
esa moneda. Es una de las expresiones más fehacientes de dependencia
económica. Esa dolarización llegó, en el caso cubano, hasta la
circulación monetaria. Fue admitida como virtud en condiciones de
emergencia. Y es sumamente grave porque al no ser emitida por la banca
central, su entrada en la circulación monetaria produce desequilibrios
incontrolables. Ese proceso inhabilita completamente la política
monetaria de cualquier país. Por ello resulta insostenible, si de
conducción de una economía estamos hablando y especialmente, si de
estrategia de desarrollo se trata. La dualidad monetaria se estableció
como un primer paso en la búsqueda de revertir ese proceso de
dolarización de la circulación monetaria. La creación de una segunda
moneda nacional emitida por el Banco Central, también en un contexto de
crisis y emergencia, pretendió captar las MLC antes de que entraran en
el flujo circular mercantil, lo que, si bien respondió a las urgencias,
no se encaminó a las causas de los fenómenos que estaban teniendo lugar.
De esa forma se segmentaron los mercados según las monedas, y ello
expresó la segmentación de los espacios de consumo según la capacidad
adquisitiva. El CUC nunca sustituyó al USD como medida de valor del
producto creado porque esa función es económica y no administrativa. Ese
primer paso ha durado mucho tiempo y fue integrándose a la
discrecionalidad en la utilización de los instrumentos económicos a
partir de los requerimientos de las coyunturas. La emisión de CUC
desvinculada de su equivalente mercantil, la emisión de una unidad de
cuenta o certificado de liquidez que identificara la disponibilidad real
del MLC, el establecimiento de distintos tipos de cambio para sectores
específicos, entre otras medidas, fueron desfigurando su capacidad para
expresar el valor. La historia económica del mundo y del continente da
cuenta de que la dolarización o el predominio de una moneda sobre otra
en el circuito mercantil no es un fenómeno nuevo. Así tampoco la doble
circulación monetaria. Países tan cercanos como Panamá o Ecuador son
ejemplos fehacientes de estos fenómenos. Y esa historia también ha
demostrado que tener, como referente de valor, monedas internacionales
sobre las cuales no se puede actuar, ha tenido impactos recurrentes y
altamente costos para nuestras endebles economías. Los efectos en Cuba
han sido severos, de variados tipos y dimensiones. Múltiples han sido
los ejemplos mostrados de los impactos de la dualidad monetaria,
referidos básicamente a las funciones de conducción de la economía, en
la contabilidad, en los indicadores de medición de la efectividad de las
decisiones económicas, los referentes de precios mayoristas y
minoristas, la incapacidad de la comparabilidad internacional, entre
muchos otros. Sin embargo, es menester tomar en consideración cómo la
incongruencia entre el valor social del trabajo que se realiza y el
ingreso que se recibe, se expresa de forma abierta y clara en la doble
circulación monetaria y las redes mercantiles a ellas asociadas. La red
comercial en CUP, moneda en la que se realiza la distribución mayor de
la renta nacional, no permite la reproducción de la fuerza de trabajo y
su familia. La red comercial en CUC no reconoce la correlación
oferta-capacidad adquisitiva-demanda. Ello genera una desconexión entre
los procesos de creación de valor y los de realización del bienestar de
la sociedad. En Cuba hay una dispersión relevante de circuitos
mercantiles, formales (tanto estatales como no estatales), informales y
subterráneos que operan en ambas monedas, con sus sistemas de precios
respectivos, algunos decididos desde las instituciones del gobierno y
otros coordinados entre los oferentes con alta eficiencia oligopólica.
Pareciera que emergen ya mercados crediticios informales que determinan
sus tasas de interésde forma diferenciada a partir de los espacios
geográficos y ámbitos de actuación. También ya se escucha de la
existencia de expresiones incipientes de mercado financiero doméstico
informal, subterráneo que reclama garantías pero menores que las
oficiales. Todas esas distorsiones han implicado cierta movilidad
laboral regresiva por la desvalorización del capital intelectual creado
por la propia obra de la revolución. El deterioro de la economía interna
y el predominio durante mucho tiempo de una regulación discrecional,
con mirada de corto plazo enmarcadas en las urgencias, ha provocado una
deslegitimación en segmentos sociales, del valor moral del trabajo como
la vía indiscutida para alcanzar el progreso y la realización personal y
social.Por ello afrontar con prioridad las causas de la dualidad
monetaria y sus consecuencias no es solo un problema económico.
Necesitaría ser entendido, ante todo, como prioridad política para la
preservación del proyecto social. Sin embargo, cómo ya es reconocido, la
situación de la circulación monetaria es la punta del carretel. Cuando
se tira del hilo, se entra en todo el proceso productivo. Muchos
estudiosos de la economía cubana han demostrado que para propiciar el
desarrollo la estructura productiva necesita encadenamientos que desde
el balance intersectorial aseguren integralidad, que no basta con
diversificar la economía si los insumos importados superan la generación
de ingresos, si la formación bruta de capital no revierte la
obsolescencia tecnológica entre otros muchos componentes. La evolución
de la economía cubana ha estado impactada por múltiples factores
externos que no pueden ser controlados desde las políticas públicas.
Hablamos de costos multimillonarios para una economía altamente
vulnerable. Las crisis mundiales han golpeado al país como a todo el
mundo subdesarrollado, problemas graves también se han derivado de los
eventos extremos en la naturaleza. El bloqueo estadounidense ha costado
tanto en componentes calculables como incalculables. Por tanto, la
nación cubana ha debido pagar un algo costo por su derecho a la
soberanía. También se ha demostrado que el empobrecimiento y el
deterioro de la calidad de la vida no se revierten con criterios
asistencialistas, sino generando los recursos productivos a partir
precisamente del recurso humano. Si la solución de los problemas de la
circulación mercantil no es antecedida del avance en la transformación
estructural de la economía solo se estarán tomando medidas de utilidad
coyuntural, de corto impacto y alto costo social porque pondría mayor
presión sobre los precios, salarios y pensiones ya de por sí altamente
afectados. La unificación monetaria exige entonces una sólida
recuperación económica, que logre el incremento de la producción y la
productividad, consolide la independencia económica, para lo que resulta
ineludible el aumento sostenido en la formación de capital, que se
estimule el incremento de las reservas, la elevación de la capacidad
financiera para solventar obligaciones externas, todo lo que permitirá
el acceso en condiciones menos desfavorables al ahorro externo. El
reconocimiento de la solidez de la moneda nacional seráel resultado de
hechos objetivos y no una convicción. Y es al propio tiempo una
contradicción significativa porque esa transformación económica necesita
del manejosereno y estable de la circulación monetaria y con dos
monedas nacionales y un certificado de divisas, actuando de forma
simultáneaen la economía y donde influyen factores múltiples que se
escapan a la programación de la circulación, resulta altamente
complejo.Esa transformación necesita la unificación monetaria. Es por
eso que el Lineamiento n. 55 de la Política Económica y Social
del Partido y la Revolución, aprobado por el VI Congreso del PCC
plantea: “Se avanzará hacia la unificación monetaria, teniendo en cuenta
la productividad del trabajo y la efectividad de los mecanismos
distributivos y redistributivos. Por su complejidad, este proceso
exigirá una rigurosa preparación y ejecución, tanto en el plano objetivo
como subjetivo”. A pesar de la escasez de estadísticas actualizadas, de
la información pública que se recibe desde los medios de comunicación,
se percibe un incremento de la inversión, se prioriza la eficiencia
empresarial y la eficacia asignativa como indicadores directrices del
accionar económico. La política económica, dirigida al desarrollo ha de
procurar un crecimiento que se distinga por una cultura de la
competitividad. Además de productividad, debiera incluir estímulo
talento humano, realización social y una administración pública
transparente e inteligente. La función del Estado gana una relevancia
extraordinaria, porque a mayor equidad existirá una menor distorsión y
su éxito se demostrará en promover las fuerzas productivas y sociales,
en armonizar las distintas formas de propiedad, en hacer llegar los
beneficios de la tecnología a la vida cotidiana de la sociedad, generar
una cultura del bienestar. Por su esencia, no estamos lidiando solo con
una decisión de devaluación, o de instrumentación ejecutiva y
administrativa. El proceso de reunificación puede realizarse por la
aproximación paulatina del precio de ambas monedas o por el ajuste de
los precios de los productos que a través de esas monedas se
intercambian o por una combinación de ambos. Sin embargo, si se devalúa
el CUC para la circulación minorista, se estará afectando a un sector no
despreciable de la población y se perderá credibilidad entre los que
han ahorrado en esa moneda. Si devalúa el CUP encarecerá el costo de la
vida de quienes no tienen acceso al CUC que es un sector relevante de la
sociedad toda. La política de tipos de cambio múltiples, para acciones
dispersas, práctica de alta comodidad y poco rigor, ya fue experimentada
y la vida demostró que no tuvo éxito. A decir de Rafael Correa,[1]
es muy frecuente en economía confundir medios con fines, así como
ideología con ciencia. En ese contexto, la valorización de la economía
necesita reflejar lo más fielmente posible sus resultados y relegar las
decisiones discrecionales al ámbito de lo excepcional. Pero la decisión
entonces deberá estar, en última instancia en consonancia con los costos
sociales del ajuste y por tanto debería ser un proceso aquilatado en
sus múltiples dimensiones y consecuencias. Una devaluación monetaria que
no considere las consecuencias inflacionarias y el encarecimiento de
los productos esenciales de la vida cotidiana puede resultar
insostenible. Es menester considerar entonces los tiempos políticos
necesarios para acelerar el curso de la recuperación y transformación de
la economía. Porque estamos hablando de un país subdesarrollado, que ha
sostenido un proyecto social por y para la sociedad en su conjunto y
cuya perdurabilidad ha sido posible gracias a la voluntad política de la
gran mayoría de su población. Las fuerzas políticas, sociales y
laborales actuantes son el resultadodel último medio siglo, con
capacidad intelectual y clara comprensión de que buscamos emerger del
subdesarrollo con una nación independiente y dignificadora del ser
humano. Para ello, es necesario desplegar las fuerzas productivas,
quitar las arandelas que entorpecen, redimensionar los procesos
productivos y rectificar de esa forma los comportamientos contractivos
resultado de dinámicas acumulativas erráticas. Se trata de potenciar las
fuerzas internas además de propiciar los encadenamientos productivos
que integren los sectores estatales y no estatales. Hoy no resulta
posible condicionar la satisfacción de las necesidades de la sociedad a
lo que pueda producir y distribuir los deteriorados mecanismos
tradicionales. En estos cincuenta y cinco años la población cubana ha
crecido de 7,1 millones a 11,2 millones de habitantes. La estructura
social, sus aspiraciones y expectativas han cambiado radicalmente,
debido, entre múltiples factores por la propia construcción social que
ha sido la obra de la revolución. La estructura sectorial del PIB se ha
transformado de forma significativa en un período de tiempo breve en
términos históricos, algunos pronósticos identifican un crecimiento
significativo del sector no estatal, abarcando ámbitos de actuación
económicas de suma sensibilidad en la vida cotidiana de la nación. Nos
encontramos ya en un país con una sociedad muy diferente a la de hace
cuarenta años atrás. Por esto, la reunificación monetaria no puede
seguir una lógica financiera, sino una lógica económica enfocada al
desarrollo.
[1] Rafael Correa, Ecuador: de banana republic a la no república, Fondo Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2014, p. 123.
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