Global Research
Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García
–Las guerras son horribles. Lo único bueno de las guerras es que ayudan a reducir la población mundial.
Estas fueron las palabras que me lanzó a la cara hace poco una persona a la que consideraba cercana. Me quedé anonadado; le pregunté qué quería decir.
–Bueno, ¿no crees que el mundo está superpoblado?
Me parecía increíble que alguien a quien yo respetaba pudiese pensar así. Bien podían ser los pensamientos de la gente común que vivía en mi barrio. Tuve que abrir los ojos a una realidad que había ignorado hasta entonces: los pensamientos secretos y los sueños de las personas; quizás los pensamientos de los grandes grupos empezaban a desvelarse. Pensamientos que solo se expresan en un entorno de familiaridad, o tal vez ‘bajo la influencia de’, que suele ser cuando las verdades más interiores saltan a la primera plana.
* * *
La superpoblación es una egocéntrica fantasía occidental. El confortable mundo occidental tiene miedo de verse obligado a compartir algunos de sus excesos con los pobres subhumanos de los llamados países en desarrollo de Asia, África y América latina, los continentes que, sin prisa y sin pausa, están emergiendo después de haber sido expoliados durante cientos de años por precisamente aquellos mismos colonialistas occidentales que hoy claman contra la superpoblación y financian guerras en todo el mundo como una nueva forma de colonialismo.
Según la Organización Mundial de la Alimentación de Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés) el actual potencial agrícola del mundo podría alimentar hasta a 12.000 millones de personas; las únicas condiciones son que los alimentos no estén sujetos a la especulación y que sean distribuidos adecuadamente. Pero no es así. Quienes especulan con los alimentos de origen vegetal en Estados Unidos y Europa tienen el poder de fijar los precios mediante el hambre –controlan literalmente quién puede vivir y quién debe morir–.
Según el Banco Mundial, el 80 por ciento del alza de los precios de los alimentos indujo la hambruna de 2008-2009 que ocasionó la muerte de dos millones de personas en Asia y África. Hace tres semanas, en los últimos días de febrero, el gobierno suizo recomendó a sus votantes que rechazaran la iniciativa de los socialistas contra la especulación con los alimentos: “si prohibimos la especulación, los especuladores abandonarán Suiza y conseguirán sus beneficios económicos en cualquier otro país”. Con el dominante pensamiento neoliberal el lema es: ‘Profit über alles, para la ética no hay lugar’. Ciertamente, el pueblo suizo cumplió y rechazó la iniciativa con un margen cercano al 67 por ciento. Los centros financieros suizos de Zurich y Ginebra controlan a algunos de los mayores especuladores con los alimentos en el mundo. El obsceno negocio ligado a las prácticas especulativas de la Place Finance Suisse* está vivo y goza de buena salud.
Los pensamientos y los deseos ocultos de reducción de la población y guerras lejanas son muy probablemente el resultado inconsciente de décadas de espantosa propaganda occidental que ha buscado de uno u otro modo la aceptación popular de que las guerras son necesarias, de que la guerra es algo normal, de que la guerra es algo que la gente ha tenido desde “el comienzo”. ¿Desde el comienzo de qué? Con toda certeza, desde el comienzo de la atrozmente violenta y movida por la codicia era judeocristiana, hace unos 6.000 años.
La guerra es la quintaesencia de nuestra existencia occidental, la última búsqueda del poder universal. Y la guerra es esencial para la supervivencia de nuestro sistema económico occidental basado en el crecimiento. La guerra crea la necesidad de nuevas guerras y conflictos armados: la guerra impulsa una feroz espiral de dependencia del conflicto. En nuestras economías occidentales hemos creado una dependencia de la guerra tan burda que, por ejemplo, la economía estadounidense (sic) no podría subsistir sin la guerra. Las guerras matan y destruyen; la reconstrucción crea crecimiento. Las matanzas en masa ayudan a disminuir la población mundial, un objetivo clave de la flor y nata de la elite, como los Rockefeller, financieros de organizaciones semiclandestinas como la Sociedad Bilderberg.
La justificación de conflictos y masacres interminables es precisamente lo que los medios occidentales están transmitiendo cada día: terror que debe ser combatido con guerras. Si no existe suficiente terror para dar racionalidad a la guerra, debe ser fabricado mediante operaciones con bandera falsa. Occidente ha perfeccionado la tecnología de construcción de falsas identidades; ha conseguido tanta credibilidad que las masas piden a gritos más protección policial y militar, tanta credibilidad que las masas quieren más guerras lejanas, en lugares de ultramar, más guerras para su protección, para la protección de su comodidad; tanta credibilidad que las sociedades occidentales renuncian de buen grado a sus derechos civiles a cambio de más protección policial y militar. Como ejemplo de esto, recordemos los “ataques terroristas” de enero y noviembre de 2015 en París. El presidente Hollande está tratando de introducir en la constitución francesa un Estado de Emergencia permanente. Hasta ahora, esos intentos han sido bloqueados en el Parlamento.
La propaganda, tanto ahora como en ese momento, difunde el miedo. Cuando el hombre tiene miedo es más vulnerable y puede ser manipulado con más facilidad.
La Operación Barbarossa 2
Echemos una mirada al excelente análisis de Christopher Black sobre la preparación del ataque a Rusia –esto es, el inicio de la Tercera Guerra Mundial–, lo que él llama “Operación Barbarossa 2: el gambito báltico” (en Operation Barbarossa 2: The Baltic Gambit, publicado por NEO y Global Research); aquí hay algunos pensamientos complementarios sobre el parecido de esta operación con la Operación Barbarossa original –nombre cifrado del ataque a Rusia perpetrado por Hitler en la Segunda Guerra Mundial– (véase el mapa a continuación).
En estos momentos, abundan las similitudes entre lo que Chris Baker llama Barbarossa 2 y la Barbarossa original. Desde el apoyo de los Grandes Negocios Corporativos (GNC) y Wall Street (WS) al impulso fascista del poder mundial, la campaña de propaganda y mentiras de las seis enormes corporaciones mediáticas del sionismo anglosajón hasta las mismas operaciones para financiar la guerra.
“La Segunda Guerra Mundial mató a más de 50 millones de personas, de las cuales alrededor de la mitad eran rusas; fue financiada por la Reserva Federal de Estados Unidos vía WS y el Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés), con sede en Basilea, Suiza”**; el libro –Bankgeschäfte mit dem Feind - Die Bank für Internationalen Zahlungsausgleich im Zweiten Weltkrieg(1997, de Gian Trepp, en el que se basa esta nota del periódico alemán Neue Rheinische Zeitung, describe minuciosamente las transacciones realizadas pero, sorprendentemente, ya no está disponible, y aparentemente nunca ha sido traducido al inglés. Sin embargo, el libro The Tower of Bassel complementa y corrobora muy bien lo explicado por Trepp.
Tanto en la Primera Guerra Mundial como en la Segunda –y, Dios no lo permita, la Tercera– fuimos –y seríamos– dirigidos hacia el Este. El primer objetivo sería Rusia. China ya está en el camino de ataque y conquista de estos elitistas de clase. La elite del CBB está guiando al Pentágono y, por extensión, a los aliados-vasallos de Washington que forman la OTAN. Esta flor y nata que pretende gobernar el mundo se esconde detrás de nefastas organizaciones como la sociedad Bilderberg, la Comisión Trilateral. El Consejo de Relaciones exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), la Casa Chatham, el Foro Económico Mundial, y otras más.
Los Clinton, los Kerry, los Obama, los Hollande y los Cameron de este mundo, como también quienes están a la cabeza del instigador Consenso de Washington, la Reserva Federal de EEUU, el Banco Mundial, el FMI y el llamado Banco Central Europeo, juntos con los CEO de Wall Street, el complejo industrial militar, los medios de comunicación de masa, la industria farmacéutica –solo por nombrar algunos– son miembros de la mayor parte de estas organizaciones semi-clandestinas e interconectadas.
Muchos de sus dirigentes son sionistas o respaldan al mundo del sionismo. Todos ellos están unidos en lo más alto a través de uno de los pactos más opacos y siniestros: la francmasonería cuyo símbolo es el triángulo con el ojo vigilante en su ángulo superior, tal como aparece en el billete de un dólar. Son los creadores de la Reserva Federal y nuestro fraudulento sistema monetario occidental de casino. Ellos ya están gobernando el mundo. El lazo se está apretando día tras día hasta el punto de no retorno, si Nosotros, el Pueblo, lo permitimos.
Y así llegamos a las analogías entre la Segunda Guerra Mundial y los preparativos para una Tercera. En los años treinta del siglo pasado y durante toda la 2ªGM, IBM, que era una de las más grandes corporaciones de Estados Unidos, colaboró estrechamente con Hitler ayudándole a organizar el Holocausto mediante el recuento, el registro y finalmente el transporte de los judíos a los campos de exterminio de Auschwitz y otros con sus máquinas computadoras con tarjetas perforadas.1
Fue así como el fundador de IBM, Thomas Watson, recibió la Cruz al Mérito (la más alta condecoración alemana de segunda clase) concedida por Adolf Hitler. Entre otras empresas colaboradoras están las automotrices Ford y General Motors, el gigante de la industria química Du Pont, así como el imperio mediático de Randolph Hearst, por nombrar unas pocas, admiradoras todas del Führer por su disciplinador liderazgo. Estas corporaciones cerraron los ojos a las atrocidades de los nazis ante la perspectiva de provechosos negocios. El Estados Unidos corporativo proporcionó el arsenal del nazismo hitleriano.
Hoy día, lo mismo que en aquellos tiempos, El Estados Unidos corporativo, la Europa corporativa, y la corporación mediática occidental, codo a codo, promueven y apoyan una propuesta fascista para denigrar y aplastar a una Rusia independiente y no alineada; después será China. Todo con la finalidad de alcanzar el pleno dominio de la totalidad de los recursos y la población mundiales formulada en el ‘Plan para un Nuevo Siglo Estadounidense’ (PNAC, por sus siglas en inglés).
Una de las matanzas occidentales mas recientes empezó en febrero de 2014 en la plaza Maidan de Kiev con el –ahora bien documentado– golpe de Estado de instigación nazi en Ucrania contra el presidente democráticamente elegido Viktor Yanukovych, para instalar en su lugar un gobierno fascista y continuó con la inculpación de Rusia por la consiguiente “guerra civil”. En realidad, se trata de una masacre en Ucrania con apoyo de la OTAN en la zona oriental de Donbass en la que han muerto por lo menos 40.000 personas –civiles, en su mayor parte– y otros dos millones han debido dejar su casa para buscar refugio en otro sitio. El objetivo de esta letal iniciativa occidental es doble: por un lado, mover a la OTAN acercándola a Moscú, y por el otro, privatizar la riqueza agrícola y mineral de Ucrania por los capitales occidentales.
¿Quién está financiando ‘Barbarossa 2’, la aventura bélica de Estados Unidos y la OTAN en preparación de la Tercera Guerra Mundial?
El costo de la operación es difícil de estimar pero podría rondar fácilmente el billón (es decir, un millón de millones o, lo que es lo mismo, un 1 seguido de 12 ceros) de dólares, o más. Aquí es donde podrían entrar la Reserva Federal de EEUU (FED) y el Banco Central Europeo (ECB, por sus siglas en inglés) –y donde se daría la similitud con la Operación Barbarossa de 1941, en la que la FED, vía Wall Street y el Banco Internacional de Pagos financiaron a Hitler en su Holocausto y su guerra contra Rusia–. ¿Podría explicar esto la tolerancia del ECB respecto de algunos países de la Eurozona –Francia e Italia; posiblemente Polonia y otros– en los dos últimos años, imprimiendo más euros de los que permitirían las normas del Banco Central Europeo? Este ‘nuevo’ dinero –creado con esta canción–, por lo menos 500.000 millones de euros (por encima de lo permitido por las alícuotas de la Eurozona) sería para comprar bonos gubernamentales, por lo tanto, para financiar endeudamientos gubernamentales.
Con lo que vamos sabiendo ahora sobre cómo se financió la Segunda Guerra Mundial, ¿sorprendería acaso si la FED –gobernada por Wall Street– y el ECB (recordar que Mario Draghi fue ejecutivo de Goldman Sachs) siguieran instrucciones de Washington y cerraran los ojos ante las limitaciones de endeudamiento de la Eurozona para crear, como hace la FED con el dólar, euros sin valor para financiar una futura Tercera Guerra Mundial? Esto no sería otra cosa que una copia de la fórmula FED / WS / BIS para financiar al Segunda Guerra Mundial. Como siempre, el Imperio del Caos está bailando en dos bodas distintas: financiando una nueva guerra contra Rusia mediante un endeudamiento impuesto por Washington a sus aliados-vasallos de la UE, sancionando a Rusia mediante los mismos aliados-vasallos europeos, que aceptan de buen grado las nefandas consecuencias económicas que ellos mismos han de sufrir, mientras la maquinaria de la guerra de la excepcional nación Estados Unidos de América recogerá los beneficios de su industria armamentística y mientras Obama no impedía que los representantes empresariales estadounidenses asistieran al Foro Internacional Empresarial de Rusia que tuvo lugar en San Petersburgo el pasado junio.
¿Cuándo abriremos los ojos –“Nosotros, el Pueblo”– a estas flagrantes atrocidades humanas y a los engaños de una siempre manipuladora elite?
Notas al pie:
* En francés en el original. (N. del T.)
** Este párrafo forma parte de la nota en alemán que puede verse en http://www.nrhz.de/flyer/beitrag.php?id=21134 (N. del T.)
1. Véase (http://www.amazon.com/IBM-Holocaust-Strategic-Alliance-Corporation-Expanded/dp/0914153277/).
Peter Koenig es economista y analista en temas de geopolítica. Formó parte del personal del Banco Mundial trabajando mucho en todo el mundo en los campos del medio ambiente y los recursos hídricos. Escribe regularmente para Global Research, ICH, RT, Sputnik, PressTV, CounterPunch, TeleSur, The Vineyard del blog The Saker y otros sitios de Internet. Es autor de Implosion – An Economic Thriller about War, Environmental Destruction and Corporate Greed, una obra de ficción basada en hechos reales y en la experiencia de 30 años de desempeño en el Banco Mundial en todo el planeta. También es coautor de The World Order and Revolution! – Essays from the Resistance.
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la misma.
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